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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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martes, 16 de enero de 2024

Los principales monumentos (Murallas Medievales; Iglesia de Santiago, o de Jesús; Castillo de Guzmán el Bueno; Iglesia de San Francisco; Castillo de Santa Catalina; Pinturas Rupestres; Bolonia; Santuario de la Virgen de la Luz; Capilla de la Inmaculada; Hospitalito de Juan Ximénez Serrano; Facinas; y Tahivilla) de la localidad de Tarifa (y II), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Murallas Medievales; Iglesia de Santiago, o de Jesús; Castillo de Guzmán el Bueno; Iglesia de San Francisco; Castillo de Santa Catalina; Pinturas Rupestres; Bolonia; Santuario de la Virgen de la Luz; Capilla de la Inmaculada; Hospitalito de Juan Ximénez Serrano; Facinas; y Tahivilla) de la localidad de Tarifa (y II), en la provincia de Cádiz.


Murallas Medievales
     Tarifa es la ciudad situada más al sur de la Península Ibérica, por lo que fue considerada desde época andalusí como un enclave estratégico de gran importancia. Fue defendida con la creación de murallas que la envolvían y enlazaban con su alcazaba o castillo de los Guzmanes, incrustado en época andalusí en el recinto de la plaza, en su lado sur, y edificado con la misma solidez que las murallas y las 26 torres que circundan la ciudad. Se compone de muchas cuadras altas y bajas, que, después de haber servido de fortaleza, se fueron destinando a otros usos administrativos, incluso para cárceles. Frente al mar, destaca de las antiguas murallas el grueso torreón.
     Tarifa posee tres recintos amurallados construidos consecutivamente. El primero es la muralla de la Almedina, de la que pervive una puerta monumental que conectaba con la alcazaba, actualmente integrada en una construcción, conservada y visible en el interior del bar del mismo nombre. En esta puerta se puede apreciar la disposición en recodo y la excelente factura de sus arcos de medio punto con dovelas de piedra y ladrillo alternadas.
     El segundo recinto es la muralla de la Aljaranda, de la que se conocen los restos que se muestran en la Sala de Exposiciones de la Cárcel. También se conservan la Torre de los Maderos, la Torre de Jesús y el Boquete de Cádiz.
     El tercer y más moderno recinto es la muralla del Arrabal, el más extenso de los tres, que incluye a la Puerta de Jerez. Fue una ampliación realizada en el siglo XIII por los meriníes, que en esa época controlaban Tarifa, para incluir el amplio arrabal que se había desarrollado al norte de la medina.
     Del antiguo recinto amurallado se conservan amplios tramos aislados e integrados en los edificios del caserío, como ocurre en la zona de la Alameda. Contaba con tres puertas: al este la Puerta del Retiro, que fue destruida a finales del siglo XIX, al sur la Puerta del Mar y al norte la Puerta de Jerez. A través de la Puerta del Mar se accedía, mediante una rampa, al puerto de la ciudad. La Puerta de Jerez daba acceso desde el norte al recinto amurallado. Fue construida en el siglo XIII, probablemente en tiempos en que la ciudad estaba bajo dicho control meriní.
     En el trazado de las murallas se han conservado estructuras defensivas tales como la Torre de Guzmán el Bueno o la Puerta del Mar o de la Mar. En la muralla de la Almedina podemos señalar la Torre de la Atalaya o de Santa María o la Puerta de la Almedina. Delimitando la Almedina y la Aljaranda se encuentran la Torre de Miramar y el Boquete de Cádiz.
     En la muralla de la Aljaranda destacan la Torre de los Maderos y la Torre de Jesús. Por último, en la muralla del Arrabal se habrían encontrado la Torre de la Red (demolida a finales del siglo XIX), la Puerta del Retiro, la Torre del Corchuelo, el Boquete de la Cilla, la Puerta de Jerez, la Torre de San Sebastián o Torre Oscura, la Torre de la Santísima Trinidad, el Boquete de la Alameda y la Torre del Pósito (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Iglesia de Santiago, o de Jesús
     La primitiva edificación se configuraba mediante una sola nave rectangular, con cabeza plana y una capilla adosada a los pies del lado derecho. Interiormente se organizaba según tema de arcos formeros que sustentaban un artesonado. La capilla adosada de planta cuadrada se cubre por bóveda de crucería simple con arco de acceso apuntado. La fachada es de gran sencillez resuelta a base de vano de acceso de medio punto sobre el que se sitúa una espadaña de dos cuerpos con vanos de medio punto. Conserva esta zona restos de policromía en pintura roja y blanca, simulando rombos.
     Tras un largo proceso de abandono, en la actualidad solo se conservan la fachada, capilla adosada y parte de los muros de la nave.
     Aunque el origen de esta Iglesia se sitúa en el siglo XIII, los restos conservados actualmente son fechables a inicios del siglo XVI, siendo la Iglesia de tradición mudéjar y la capilla gótico tardía (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Castillo de Guzmán el Bueno
     La incursión que el caudillo musulmán Tarif ben Malek realizó a la Península en el año 710, previa a la invasión definitiva, daría lugar al primer asentamiento fijo en el lugar del castillo de Tarifa, donde existían ya restos romanos. La fortaleza fue erigida sobre una península y junto a una pequeña isla, que se adentra en el mar, en el punto donde el Estrecho de Gibraltar se hace más angosto, situación que le otorgó un importante carácter estratégico operando durante siglos como vigía. Fue construido en tiempos de Abderramán III, recordando una inscripción conservada cómo las obras acabaron en abril del 960, y formó parte de su amplio sistema de fortificación. La alcazaba califal es de planta trapezoidal, influida por las construcciones bizantinas, inicialmente con cuatro murallas y quince torres. El aparejo original de soga y tizón se ha visto modificado, especialmente en la zona que da al mar, manteniendo el acabado califal en su lado norte, más resguardado. El adarve o parte superior de las murallas recorre toda la fortaleza y está almenado en gran parte de su perímetro. La puerta principal se abre entre dos torres de flanqueo en el frente oeste y al exterior presenta un arco de medio punto, producto de la modificación de la herradura original. La torre de la Veleta o del Homenaje es una albarrana de construcción cristiana, es decir se encuentra exenta de la fortaleza y unida a ella por un camino, de tamaño mayor que las anteriores, aunque actualmente está rebajada al nivel del adarve (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     Se trata de una fortificación de planta trapezoidal tres de cuyos frentes se conservan intactos fortificados, entre los que se insertan cubos cuadrados. Este conjunto es el más antiguo, datado en el siglo X, como queda explicado en la lápida conmemorativa que aún se conserva. En el lado este alterado en fechas posteriores, se abre una puerta de acceso situada entre dos torres, ambas del periodo taifa. La actual puerta principal se abre al lado oeste, sobre la que se sitúa la lápida conmemorativa.
     Como refuerzo del conjunto, en el siglo XII se le añadió un antemuro de mampostería y una torre albarrana de planta octogonal, unida al recinto por una coracha. Con posterioridad, se construyó otro muro paralelo para establecer un camino cubierto en el que se abre la puerta del mar, de arco apuntado y enmarcado por un alfiz que conserva restos de su primitiva decoración a base de cerámica vidriada.
     Al realizarse obras en el patio del castillo, apareció un importante estrato romano con cerámicas (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Iglesia de San Francisco
     Mientras se esperaba la construcción de la igle­sia de San Mateo, el I Marqués de Tarifa cedió unas bodegas para asistencia religiosa de la población. En 1519 está documentada la existencia de este templo, aunque había cambiado poco su primitiva estructura, acondicionándose en todo caso con obras artísticas. Entre los años 1794 y 1797 fue rehecha, aunque con un sentido decorativo más propio del tercer cuarto del siglo. Tie­ne un acceso principal por la puerta de los pies, situada bajo la torre y decorada con una orla, que hace pensar en el cordón franciscano pero también en el listón de ovas, cuya sinuosa trayectoria recuerda el arte gaditano contemporáneo. Es de planta de salón con tres naves, sostenidas por pilares de sección cuadrangular sobre los que apoyan arcos medio punto. En una segunda planta, con idéntica disposición, se encuentra la tribuna. La cabecera aparece diáfana al no mantener la continuidad de la estructura.
     La nave central ha sido cubierta por bóveda de cañón y sobre el muro del presbiterio se abren varios huecos de luces. Repartidos por los muros encontramos abundantes detalles decorativos de yeso, propios de una tradición que había decaído a fines del siglo XVIII.
     Tiene la peculiaridad esta iglesia de situar el coro decimonónico en la capilla mayor, en torno al baldaquino. Éste es de planta circular y también del siglo XIX, con cúpula sobre columnas corintias. Da abrigo a una valiosa talla de la Concepción de indudable factura sevillana, tal vez de Hernando de Uceda y realizada en 1563. Poco interés tiene el retablo que apoya en el testero de la nave del Evangelio, gemelo al que se encuentra en el otro lateral de la iglesia. En él se venera la Virgen del Carmen, obra de mediados del siglo XVIII, que procede del convento desaparecido de la Trinidad. Sobre ella, un lienzo de escaso interés representa la Asunción de la Virgen.
     En la cabecera de la nave del Evangelio se abre una sola capilla, restaurada en 1960, la del Santísimo Cristo del Consuelo, crucificado que según la tradición fue arrojado por el mar a orillas de Tarifa, recibiendo culto en la antigua iglesia de la Trinidad. El tratamiento de la anatomía y del paño de pureza, de delicada ejecución, inducen a situarlo en la órbita de las primeras manifestaciones sevillanas de la imaginería renacentista y de Juan Bautista Vázquez «El Viejo», puede que en torno a 1537, primera fecha documentada de la existencia de la imagen. La imagen antigua de la Virgen que acompañaba al crucifijo, que se dice de la Amargura, está expuesta en una hornacina a los pies de la nave de la Epístola. Es del siglo XVIII y fue traída a Tarifa por Francisco Chico Cárdenas. Podría ser la que en tiempos se conoció como Virgen de las Angustias, policromada en 1726 por el maestro sevillano Diego Gutiérrez.
     En la misma capilla se aloja un Calvario com­puesto de esculturas de diversa cronología, pertenecientes a una cofradía de penitencia. La Virgen de las Lágrimas es de candelero, tallada en el siglo XX por el escultor local Manuel Reiné. San Juan puede ser, en cambio, una obra del siglo XVIII.
     En el retablo del testero de la nave de la Epístola, el grupo escultórico de la Sagrada Familia, puede datarse en las primeras décadas del siglo XVIII. Encima un lienzo describe los Desposorios de la Virgen.
     Sobre el mismo costado de la iglesia se abren la Sacristía y dos capillas, la del Sagrario y la Bautismal. La primera fue fundada por la familia Núñez de Prado, cuyos descendientes, los hermanos Sebastián y José María de Prado y Ayllón, costearon a fines del siglo XVIII la copia de la Virgen de la Luz que se encuentra en la misma capilla, realizada por un imaginero gaditano cuyo nombre no ha trascendido.
     La luna de plata de la Virgen de la Luz también tiene la misma procedencia, aunque la marca local es una imagen mariana silueteada, la del autor es BRUIZ.
     El púlpito, de hierro forjado, es del siglo XVIII, aunque con tornavoz más moderno. El órgano, situado en la tribuna, fue construido en Marsella y traído a Tarifa en el año 1866, siendo mejorado una década más tarde.
     La colección de plata es pequeña, pero con­tiene algunas obras de interés, como el juego de crismeras, salero y concha de plata, con la marca de la ciudad del Puerto de Santa María y un desconocido BISH. Son de principios del siglo XIX, como testimonia la láurea grabada. La corona de plata de la Virgen de la Sagrada Familia, con diadema de láureas clásicas, también está marcada con la torre del Puerto y el signo del platero, ArTE.
     Por último, se conservan cuatro jarras con ho­jas, todo de plata en su color, con alma de ma­dera, posiblemente de taller cordobés y del siglo XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 

Castillo de Santa Catalina
     El castillo de Santa Catalina se alza a 24 metros sobre el nivel del mar, en el cerro del mismo nombre, a orilla del mar, en la localidad de Tarifa.
     Este estratégico enclave albergó construcciones defensivas en diferentes épocas. En el siglo XIX se ubicó un fortín de artillería del que todavía quedan restos, y durante la Segunda Guerra Mundial fue muy protegido con diversos nidos de ametralladoras y bunkers. En el cerro, que fue una pequeña isla, hubo una ermita que quedó reflejada en el dibujo que en el siglo XVI realizara Van der Wyngaerde, en el que aparecen en primer plano los cerros de Santa Catalina y de San Telmo.
     El castillo de Santa Catalina es un castillo- palacio de estilo renacentista, que fue construido en 1929. Hasta hace poco tiempo albergó un observatorio meteorológico, dependiente del Instituto Nacional de Meteorología, y que constituía la estación meteorológica más meridional de Europa (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Pinturas Rupestres
     
     Las pinturas conservadas en una treintena de cuevas y abrigos rocosos son el testimonio de la presencia humana en este territorio desde el Paleolítico Superior (Solutrense) hasta la Edad de los Metales. Es una amplia serie que tiene continuidad con las que se reparten por otras cuevas de la comarca, entre los términos de Los Barrios y San Roque que, con las existentes en la Janda y territorios limítrofes, llegan a 180 lugares. En Tarifa se encuentra el conjunto más notable, del que sobresalen las cuevas de las Palomas y del Moro. Esta última ha sido considerada como el santuario paleolítico más meridional del continente, puesto que se remonta al Solutrense y tie­ne unos 20.000 años. Está decorada con caballos y signos diversos pintados en rojo, siendo de destacar la yegua preñada (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 

Bolonia     
     La fundación de la colonia romana de Baelo Claudia se ha situado, a tenor de los restos arqueológicos, a fines del siglo II a.C. Aunque parece que ya existía un asentamiento  prerromano en las inmediaciones, el de la Silla del Papa. Su estratégica posición sobre el Estrecho le permitió mantener una potente actividad pesquera y una desarrollada industria de salazón. Ello contribuyó al mantenimiento de una urbe que estuvo habitada hasta el siglo IV de nuestra era, con un periodo de apogeo entre los años 41 y 68. Sin llegar a estar muy habitada, fue una potencia económica en la región, que llegó a acuñar mo­neda en el primer siglo a.C. La ciudad está estructurada ortogonalmente con notable precisión, de acuerdo a un plan preconcebido que probablemente se aplicó en tiempos de Augusto. En ella se han identificado tres zonas; la alta se extiende por una especie de triángulo delimitado por dos arroyos, donde se encuentra el teatro, cuyas cáveas se orientan hacia la costa, y la cisterna que abastecía a la ciudad. Dada esta posición elevada pudo haberse utilizado además como área residencial. La franja media, conformada por un gran rectángulo que engloba el centro cívico, atravesado por el decumano máximo o calle principal entre las que van  del este al oeste, que conecta  dos de las puertas de la ciudad, por una de las cuales se inicia actualmente la visita al yacimiento. Conserva el enlosado intacto y bordea el foro por su lado meridional, en tanto que por el este lo limitaba el cardo máximo o principal vía de las orientadas de norte a sur, también llamado de las Columnas, por las que se conservan del antiguo pórtico. El foro posee una estructura vitruviana, con los Templos capitolinos y la Basílica en los lados menores, enfrentados, y las demás piezas en los lados mayores, recorridos por sendos pórticos que conducían a la escalinata de acceso a los Templos. En el occidental habría un arco honorífico de tres vanos que abría a la Curia, sede de la administración local. Al otro lado, sólo se conocen tabernae (tiendas). Por último, la zona baja se encuentra dañada por haber sido ocupa­da posteriormente por la aldea de Bolonia.
     Aun así se han podido excavar dos viviendas y las factorías pesqueras. En las salidas este y oeste se ubican dos de las necrópolis de Baelo, en tanto que la tercera, más tardía, se localiza en el noroeste. En ella se practicaron los ritos de incineración e inhumación, dando forma a di­versos sistemas de enterramiento, desde las tum­bas abiertas en el suelo, cubiertas por piedra y señaladas por el betilo o piedra vertical, hasta los monumentales enterramientos turriformes. Baelo Claudia ha sido declarado Conjunto Arqueológico por la Junta de Andalucía (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     La ciudad romana de Baelo Claudia es quizás uno de los yacimientos arqueológicos mejor conservados de la Provincia de Cádiz. Se sitúa en una ensenada que domina un amplio paisaje. Las referencias en los textos antiguos son abundantes. Estrabón y Marciano lo citan como "Belo"; "Belone" es utilizado por el Itinerario Antonino y el Ravenante; "Baelo" aparece testimoniada en Pomponio Mela, Plinio y Solino; en el Itinerarium Maritimum aparece como "Belone"; en las monedas "Bailo" o "Baldo".
     La fundación de la ciudad obedece al aprovechamiento de la riqueza pesquera del Estrecho de Gibraltar. Consta de un conjunto urbano de época imperial romana, un conjunto industrial de salazones de pescado, de época prerromana y romana, dos necrópolis y un teatro, así como numerosos templos y acueductos, termas y otras edificaciones.
     Comenzado a excavar a principios de siglo, estas excavaciones se hacen sistemáticas desde 1966, dirigidas por la Casa de Velázquez, concretamente por Michel Ponsich. También ha sido prospectada y excavada por arqueólogos españoles como D. Manuel Pellicer y D. Manuel Bendala Galán. El conjunto se halla en excavación sistemática y es visitable desde hace varios años. Está vallado y dispone de servicio de guarda-guía (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Santuario de la Virgen de la Luz
     Se trata de un conjunto levantado en la dehesa de Caheruelas, a ocho kilómetros de Tarifa, siendo muy popular la romería de septiembre, con la ida y venida de la imagen desde su sede en el santuario a la parroquial tarifeña de San Mateo. Se desconoce el origen de este culto, aunque por declaración episcopal es de tiempo inmemorial, estando asociado a la batalla del Salado, ocurrida en 1340 en las inmediaciones del santuario. Parece que existía ya en el siglo XVI, época en la que se construyó el claustro, que es de una sola planta sostenida por pilares ochavados de origen mudéjar.
     La iglesia está ubicada en el lado norte del conjunto y originalmente fue un edificio de una sola nave. En 1776 el tallista Francisco Pérez de Arroyo se encargaba de la construcción del camarín, siguiendo el modelo de los santuarios de Alcalá de los Gazules y Vejer de la Frontera, y de realizar los pequeños retablos del Cristo de Humildad y de San Isidro. Todavía en 1791 se trabajaba en el altar mayor de la iglesia y a fines del siglo XIX sufrió una notable intervención que afectó además a la hospedería. Pero la mayor parte de la iglesia actual es producto de la remodelación llevada a cabo en el siglo XX. Desde entonces cuenta con tres naves y cabece­ra ochavada, donde se dispone la estructura del camarín, que recibe la iluminación de la linterna superior. Se realizan además la portada exterior y la renovación del patio, inaugurándose en 1961 el retablo mayor, hecho en Málaga. El conjunto se completa con la vivienda del santero y otras dependencias propias de la Hermandad.
     La imagen titular es de talla completa, con policromía dieciochesca, aunque se sabe que subya­ce una capa antigua, que puede remontarse al siglo anterior. Un escrito hallado en el interior de la peana recuerda que fue policromada por ter­cera vez en 1726, por el maestro dorador sevilla­no Diego Gutiérrez. Desde el punto de vista iconográfico presenta la peculiaridad de levantar la Virgen al Niño, en actitud de presentación a los espectadores. Fue realizada en un taller sevillano próximo al de Martínez Montañés, teniendo en cuenta que entre los discípulos y seguidores del maestro Martín Moreno trabaja en la comarca a mediados del siglo XVII.
     El santuario posee un rico ajuar, con abun­dante platería y bordados. Entre las piezas más destacadas del tesoro se encuentra la reliquia de Santa Rosalía de Palermo con un marco moderno de rocallas y roleos. Fue donada en 1715 por don Bernabé Bañales de Mendoza, sargento ma­yor de la ciudad de Palermo, natural de Tarifa y autentificada en 1774, por cuyo motivo le construyó un relicario de plata el orfebre José More­no. Singular es el cáliz donado en 1803 por el capitán Pedro de Alcántara y Cabrera. Es de oro y esmaltes, con una atípica hechura, que podría deberse a alguna recomposición. El basamento es de perfil mixtilíneo, renacentista, pero el astil es raro, de sección poligonal y nudo en forma de platillo con decoración de rosetas.
     En el taller de Fernando Marmolejo se hicieron las andas de plata de la Virgen, estrenadas en 1962, que sustituían a las de plata Meneses regaladas en 1902. La corona, de plata y metal, fue realizada en 1941. Entre los bordados ocupa un lugar principal el manto llamado de la Cabalgata, de terciopelo rojo con encajes de oro, que fue regalado en 1843 por una dama de la Corte de Isabel II, María Antonia de Toledo. La propia reina dio a la hermandad, en 1857, otro manto rico realizado en raso celeste con adornos de oro, que ha sido restaurado por las Adoratrices de Málaga en 1993. El manto del Pueblo, donado por los devotos en 1899, es celeste con tisú de plata bordado en oro y restaurado en los años setenta del siglo XX.
     Por último, cabe mencionar los diseños reali­zados por el artista tarifeño Guillermo Pérez Villalta, en la década de los noventa, para la renovación del altar mayor, con dibujos del retablo y de los murales (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     Situado a 8 km. de la ciudad de Tarifa, se llega a él a través de un camino que sale desde la carretera general Sevilla-Málaga. El santuario está formado por la capilla donde se encuentra la Virgen de la Luz, un patio anexo y las dependencias destinadas al servicio de la Hermandad y viviendas de caseros. Todo ello forma un conjunto homogéneo bien cuidado, para recibir a los devotos en cualquier época del año. La planta de la Iglesia es de tres naves longitudinales a las que se accede a través de una puerta situada a los pies de la nave principal, nave de crucero y capilla mayor, formada por la prolongación de la nave principal. La nave central se cubre con bóveda de cañón con arcos fajones que describen compartimentos en forma de bóveda de aristas; las laterales se cubren con techumbre inclinada a un agua y el crucero con bóveda semiesférica de linterna sobre pechinas. La capilla recibe la luz de cuatro ventanas cuadradas situadas en la bóveda y de las que en forma de arco de medio punto existen en la parte superior de la nave central cerradas con vidrieras modernas. Adosado a la capilla hay un patio al que se entra directamente a través de una puerta lateral existente en el muro de la iglesia y a través de otra situada en la línea exterior de fachada del edificio, por la que se entra a través de un zaguán con solería de mármol, zócalo alicatado y techumbre de ladrillos por tablas sobre vigas de madera. El patio, reformado en septiembre de 1.959, es cuadrado y abierto, rodeado por una galería porticada con arcos rebajados que descansan sobre pilares cuadrados con las esquinas achaflanadas colocadas sobre un murete de mampostería bajo. En el pórtico se abren trece habitaciones que son dependencias auxiliares de la Capilla y la Hermandad y vivienda de los santeros. En el centro del patio hay un brocal de mármol blanco con pescante de hierro forjado en forma de arco de medio punto y rematado en cruz que ha sido remodelado en fuente de la que mana el agua a través de acequias cubiertas, hábilmente distribuidas bajo la solería del patio. La ermita está construida bajo los restos de una edificación que se remonta al siglo XIV. A través de los siglos ha sufrido constantes remodelaciones que han ido ocultando su aspecto primitivo. La arquería del patio se empotra en el muro de la iglesia de forma poco correcta, lo que hace pensar que este patio era más grande y la iglesia tendría una sola nave, y ante la necesidad de ampliar el lugar dedicado al culto se le agregaron naves laterales que repercutió en la superficie dedicada al patio.
     En su interior la ermita alberga durante todo el año la imagen de la Virgen de la Luz, así como la de San Isidro, con la única excepción del período que se extiende desde el primer domingo de septiembre hasta el cuarto, en que ambos son trasladados al núcleo urbano de Tarifa para la celebración de las fiestas en su honor (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Capilla de la Inmaculada
     La capilla de la Inmaculada fue levantada entre 1928 y 1930 sobre una pequeña capilla fundada a fines del siglo XIX para sustituir al hospital de la Misericordia. Es de planta de salón con tres naves, con tribuna y cubierta de bóveda de aristas sostenida por pilares y arcos apuntados. En la capilla mayor se encuentra la escultura de la Inmaculada bajo baldaquino, tallada a comienzos del siglo XX. Más interesantes son dos tallas que proceden del hospital de San Bartolomé, la del santo titular y la del Crucificado, que en tiempos se conoció como «de la Caridad», ambos del siglo XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 

Hospitalito de Juan Ximénez Serrano
     El hospitalito de Juan Ximénez Serrano, fun­dación de mediados del siglo XVI y reconstruido durante el siglo XVIII, sobrevive como casa de vecinos. Se mantiene la decoración barroca de la fachada y el amplio patio de dos plantas, mien­tras que la capilla ha sido habilitada como local comercial (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 

Facinas
     Poblaciones jurisdiccionalmente dependientes de Tarifa. La primera es, desde 1990, una Entidad Local Menor. Se formó en la dehesa ho­mónima en el siglo XVIII, con colonos de la población matriz y con la aprobación municipal. El establecimiento de una comunidad religiosa, probablemente de capuchinos, favoreció el desarrollo de una embrionaria forma urbana. En­tre los valores patrimoniales de la villa destacan el conjunto dolménico y los seis molinos harineros alimentados del agua que les proporciona una atajea, que pueden fecharse entre los siglos XVIII y XIX.
     Una primitiva ermita, que se encontraba arruinada en 1759 y podría estar relacionada con la fundación conventual, dio lugar al templo de la Divina Pastora reedificado en 1830. Es de una sola nave, sin especial interés arquitectónico y con la imagen titular moderna (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 

Tahivilla
     Tahivilla está situada en el borde de la laguna de la Janda y su carácter es distinto. Surgió como poblado de colonización durante el siglo XX, a raíz de la desecación de esta bolsa de agua y la puesta en cultivo de las tierras liberadas. En sus orígenes pudo estar relacionada con el primitivo asentamiento, conocido como Tahivilla Vieja, cuya vida se relacionó con el espacio lacustre, hasta el punto de que se conocen edificaciones adaptadas a este medio, de tipo palafítico, todo ello desaparecido en el lago (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     Pueblo cercano a la ciudad de Tarifa, en el que Fernando de la Cuadra recurre a la ortogonalidad del trazado como clave de definición de la estructura urbana, recurriendo a roturas de alineaciones en la línea del diseño urbano de Reymond Unwin y a la habitual segregación de circulaciones presente en los pueblos de colonización para potenciar la interpretación del carácter tradicional de la calle andaluza.
     El pueblo se dispone tangencialmente a la red viaria, a la que se conecta con su vía principal como cordón umbilical, que tiene a la torre de la Iglesia como final de la perspectiva en la plaza central de pueblo. En misma plaza central, con disposición "a turbina", junto a la Iglesia, se disponen las oficinas municipales y los comercios, que reinterpretan el lenguaje de la arquitectura popular andaluza en las claves autárquicas del franquismo.
     Las parcelas alargadas y con dobles accesos construyen su edificación de vivienda en dos plantas dentro de un recurso al lenguaje popular, con leves simplificaciones formales. Se controla rigurosamente el tipo por un arquitecto experimentado en los problemas de vivienda mínima, incorporando elementos del lugar como los porches de entrada.
     Tahivilla es uno de los primeros pueblos que el Instituto Nacional de Colonización construyó en Andalucía. En la actualidad, el grado de transformación en las viviendas es notable, si bien en la manzana previa a la plaza en la calle principal de acceso se encuentran algunas que han experimentado pocas transformaciones (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

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