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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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martes, 2 de enero de 2024

Los principales monumentos (Barrio Alto: Covachas; antiguo Convento de Mercedarios; antiguo Palacio de Orleáns-Borbón; Palacio de los Guzmanes; e Iglesia de Nuestra Señora de la O) de la localidad de Sanlúcar de Barrameda (III), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Barrio Alto: Covachas; antiguo Convento de Mercedarios; antiguo Palacio de Orleáns-Borbón; Palacio de los Guzmanes; e Iglesia de Nuestra Señora de la O) de la localidad de Sanlúcar de Barrameda (III), en la provincia de Cádiz.



Barrio Alto
     Situada sobre la barranca, la zona del Barrio Alto es la más antigua de Sanlúcar. Está centrada por el primitivo núcleo de origen hispano-árabe, localizado en torno a la actual plaza de la Paz. Prácticamente toda la zona monumental del Barrio Alto se encuentra dentro del perímetro de la antigua muralla medieval construida a su alrededor. Cuando llegaron los repobladores cristianos sólo existía el alcázar musulmán dominando la barranca y defendiendo la desembocadura del Guadalquivir. Entre los siglos XIV y XV se trans­figura la fisonomía del primitivo centro andalusí, construyéndose la Iglesia Mayor, el palacio de los Guzmanes y el recio castillo de Santiago, entre otros edificios de menor entidad.
     Esta zona barrioalteña adopta una forma semicircular sin plan preconcebido, donde aún pervive la huella del trazado medieval, evocando el carácter cerrado y defensivo de la antigua villa. En el centro, la plaza Alta actúa como primera reguladora urbana. De ella partieron las cuatro calles principales que desembocaban en cada una de las Puertas de la ciudad. A partir de la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI la presión demográfica desborda el recinto murado. Puertas y portillos perforan la vieja muralla surgiendo senderos y escalerillas hacia el Barrio Bajo. Aparecen cuatro nuevos barrios a extramuros, junto a las antiguas Puertas de la ciudad de las que toman su nombre: arrabal de la Fuente, arrabal de la Puerta de Jerez, arrabal de la Puerta de Sevilla y arrabal de la Mar. Y aunque son ámbitos todavía desordenados, que se originan en pequeños núcleos de viviendas, nacen con nuevos conceptos urbanísticos. El primero en formarse y más importante fue el Arrabal de la Ribera o de la Mar, origen del actual Barrio Bajo, que inicia su crecimiento junto al mar, en los terrenos cedidos por la línea de costa que va retrocediendo gradualmente. Las reformas quinientistas regularon en cierta medida los espacios urbanos del Barrio Alto, alineándolos, empedrándolos y ensanchándolos, aunque aún persisten espacios irregulares y callejuelas sin sa­lida como restos de la primera disposición urbanística. Tanto la arquitectura como la toponimia de las calles barrioalteñas se vinculan profunda­mente a la influencia y mecenazgo de los Duques de Medina Sidonia.
     Se mezclan en el Barrio Alto aquel primer ur­banismo medieval con la ciudad-monasterio del barroco. Varios conventos e iglesias, de los siglos XVII y XVIII, se insertan en la antigua trama urbana protagonizando los conjuntos espaciales. En el siglo ilustrado se completarán estos espacios con la edificación de notables mues­tras de arquitectura civil. Durante el siglo XIX se reforman las principales calles del Barrio Alto en fachadas, alineaciones de vías, ensanches, cerramientos de manzanas con inclusión de callejas en las grandes fincas y plantación de nuevos arbolados. Estos planteamientos urbanísticos afectarán especialmente al entorno próximo del palacio de Orleáns-Borbón edificado por los Du­ques de Montpensier como residencia veranie­ga al mediar el siglo. La inserción de este nuevo elemento arquitectónico en la vieja trama urbana funcionó como elemento regulador de toda la zona, sucediéndose a partir de 1851 numerosas reformas en este ámbito barrioalteño (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   

Las Covachas. Centro de Interpretación de la Manzanilla
     Al fondo de la calle Bretones, que fue la primera vía urbana que se abrió en el Barrio Bajo durante el siglo XV, se presenta esta impresionante fachada gótica labrada en piedra. Fue edificada por el II duque, don Enrique Pérez de Guzmán en el último tercio del siglo XV. Es el mejor ejemplo de arquitectura gótica conservado en Sanlúcar. Por la fecha de construcción y los motivos ornamentales que la decoran, se puede relacionar con la puerta de la Sirena del Castillo de Santiago, obra de Marinus de Neápoli.
     Probablemente fue la fachada primitiva del palacio de los Guzmanes. Se edificó adosada a la barranca y sobre el muro de contención del jardín ducal. Se estructura mediante una sucesión de diez arcos ojivales, coronados con gabletes y florones, que recaen sobre gruesos pilastrones abaquetonados de planta polilobulada. Entre los arcos y cubiertas con doseletes, sobresalen unas figuras mitológicas de alados monstruos marinos, de raíz oriental, que se sitúan mirando al mar con clara simbología de defensa y protección de la villa. El paramento se decora profusamente con finas y alargadas columnillas, que terminan en arcos polilobulados, además de otros motivos geométricos y vegetales de cardinas góticas. Sobre la cornisa quedan restos de un baluarte para emplazar artillería. El interior está formado por una estrecha y alta nave cubierta con bóveda de cañón. Tras su restauración funciona como Cen­tro de Recepción del Barrio Alto [actualmente Centro de Interpretación de la Manzanilla] (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     El Palacio en si no posee características arquitectónicas de relevancia. No así por el contrario ocurre con el lienzo de fachada gótica recayente a la actual Cuesta de Belén, conocido por el nombre de "Covachas". Las Covachas se emplazan en la calle Cuesta de Belén adosado al muro de contención del Jardín o Paseo de Los Limones del Palacio Ducal de Medina Sidonia. Ocupa un solar de 128,48 metros cuadrados de superficie útil y tiene forma rectangular con lados rectos de 27,23 metros de longitud, paralelos a la Cuesta de Belén, y 5,75 metros de fondo. 
     El espacio se cubre mediante bóveda de cañón y, en la actualidad, sólo se fragmenta por un paramento de carpintería de madera que crea un lugar reservado para proyecciones audiovisuales, necesario en su uso como Centro de Información Turística de la ciudad. 
     La galería interior se comunica con la Cuesta de Belén a través de diez pasadizos, manifestados al exterior mediante arcos apuntados rematados, en ocho de ellos, por gabletes. En los pilares sobre los que voltean los arcos, arrancan, desde basas, las nervaduras que molduran éstos, y, en el paramento ciego superior y sobre los pilares se sitúan las figuras zoomorfas aladas que documentos antiguos denominan «sierpes». Un fondo de tracerías llena los espacios entre esas figuras monstruosas evocadoras de seres mitológicos marinos que se disponen sobre pequeñas ménsulas y se rematan con doseles. 
     Por encima de las claves de los arcos, de forma alterna, existen repisas ochavadas con ornamentación vegetal, que también es del tipo que figura en el friso superior de guirnalda de frutos entrelazados entre hojarascas. Perduran vestigios de lo que aparentan ser arranques de pretiles, profusamente decorados, indicios de un cuerpo superior. 
     En el interior se conserva una lápida de 1744 conmemorativa de la edificación de unas oficinas en tiempos del gobernador don Salvador Roldán.
     Hacia 1424 el segundo conde de Niebla adquirió una serie de casas en un lugar de la zona alta de la ciudad próximo a una de las puertas del recinto murado denominada Postigo de la Mar que al parecer dieron origen al actual emplazamiento del Palacio, cuya construcción la inicia hacia finales del siglo XV el segundo duque de Medina Sidonia, Dº Enrique Pérez de Guzmán, perdurando la misma hasta el año 1641 que se produjo la pérdida del Señorío de Sanlúcar por los Duques de Medina Sidonia.
     El edificio actual reúne diferentes estilos como resultado de las sucesivas ampliaciones y reformas realizadas en él a lo largo de varios siglos. En su interior se guardan importantes obras de arte y, sobre todo el archivo familiar, de excepcional valor histórico.
     La fachada principal (1588) es de gran sobriedad, con dos alas laterales que configuran una especie de patio abierto, separado de la calle por una verja. Destaca la llamada "Reja de la Porfía" (s. XV), traída desde el palacio ducal de Sevilla.
     En Enero de 1986 a consecuencia de las obras de restauración, aparecieron muros y construcciones que no se corresponden con la planta actual del palacio, así como fragmentos de terra sigillata hispánica (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Auditorio "Manolo Sanlúcar". antiguo Convento de Mercedarios
     Las obras del convento e iglesia, realizadas entre 1616 y 1625, fueron financiadas por el VIII duque, don Manuel Alonso Pérez de Guzmán. Con los hechos desamortizadores se marcharon los mercedarios y en 1882 los Medina Sidonia vendieron parte del convento a los Duques de Montpensier para integrarlo en su palacio de verano, al que agregaron la crujía de estilo neomudéjar anexa a la fachada principal del templo. Las trazas protobarrocas de la iglesia son obra de Alonso de Vandelvira y los alzados y decoración se deben a Juan de Oviedo y de la Bandera, quien también diseñó los antiguos retablos del crucero y las rejas de las capillas. Utiliza aquí Vandelvira el mismo esquema geométrico que aplica en la Basílica de la Caridad, de forma que la nave, dividida en cuatro tramos, equivale a dos veces el cuadrado del crucero. En la planta rec­tangular se inserta una cruz latina de brazos cor­tos, configurándose entre los contrafuertes ocho espacios laterales con seis capillas que se comu­nican entre sí y se cubren con bóvedas de arista.
     Sobre las capillas se sitúan tribunas abiertas al templo mediante balconcillos. El tratamiento interior de las pétreas puertas situadas en los testeros del crucero y presbiterio se ornamentan al modo de portadas exteriores o retablos, mediante rico molduraje, frontones y hornacinas supe­riores. El crucero se cubre con cúpula semiesférica y linterna sobre pechinas y en la nave central se alza una bóveda de cañón decorada con relieves de cartones recortados que presenta distinto diseño para cada tramo, todo en sillería. El en­tallador Salvador Rodríguez realizó en 1623 el gran escudo de los Guzmán que decora la cripta, así como la labor de talla del sotocoro, cuyo arco rebajado está centrado por el escudo ducal situándose a sus lados la Esperanza y la Fortaleza en fingidas arquitecturas, quedando todo rodea­do de guirnaldas, ángeles y mascarones. Asimismo, destacan las yeserías de la segunda capilla del lado del Evangelio.
     Al antiguo compás se accede por una clasicista portada, construida en 1734 y reformada en 1854. La majestuosa fachada principal se divide en tres cuerpos con tres calles, a modo de retablo, mediante acentuado cornisamiento, ubicándose en los tramos laterales y superiores hornacinas coronadas con frontones rectos y curvos, ornamentándose todo con molduras y pinjantes. En el centro del primer cuerpo se sitúa un palladiano pórtico de entrada, realizado en sillería, el cual se resuelve mediante arco de medio punto que recae en grupos de cuatro columnas de mármol blanco y sendos basamentos. A través de este pórtico se accede al templo por un vano adintelado y moldurado con frontón recto. En el lado derecho de la fachada, se alza sobre la cornisa un campanario de planta cuadrangular, que presenta un vano de medio punto en cada lado, entre doble apilastrado, decorándose el entablamento con semiesferas cerámicas y coronándose mediante chapitel piramidal revestido de azulejería polícroma. La fachada lateral, en el lado del evangelio, se compone de una puerta adintelada realizada en sillería, que se encuentra moldurada y flanqueada por pilastras, presentando frontón recto con filas de canes a cuyos lados se sitúan los escudos de los Guzmán y seis óculos moldurados en sillería se distribuyen, tres a tres, en los lados de la portada.
     De las dependencias conventuales se conserva el claustro principal, dispuesto en dos cuerpos. El primero se estructura mediante arcos de medio punto que descansan sobre pilares rectangulares con pilastras adosadas en sus frentes principales, recayendo todo en un elevado y moldurado basamento corrido. Sobre agudo cornisamiento se sitúa el segundo cuerpo cerrado mediante ventanas molduradas entre pilastras. Las galerías inferiores se cubren con bóvedas de arista que estaban decoradas primitivamente con pinturas. También se conservan, integrados en el Archivo Municipal, parte de otro pequeño patio, la antigua sacristía y una capilla anexa, las cuales tienen pinturas murales decorando sus bóvedas, siendo todo del siglo XVII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     La iglesia de la Merced, que se realiza según trazas de Alonso de Vandelvira, y en la que interviene Juan de Oviedo, es de planta cajón, con nave central de cuatro tramos volteada de arcos fajones y bóveda de cañón decorada con cartones recortados, crucero cubierto por tambor aventanado, cúpula esférica y linterna que apean sobre pechinas decoradas con figuras en bajo relieve, y testero plano. Capillas laterales con bóvedas de aristas alojadas entre contrafuertes sobre las que se desarrollan tribunas balconadas. El coro se sitúa al pie del templo sobre un cañón muy rebajado profusamente decorado. 
     La fachada principal se dispone antecediendo al coro y presenta un trazado intencionadamente retablista formado por tres órdenes desarrollados según tres calles. En la central se plantea un nártex con tres arcos de medio punto apeados sobre un doble conjunto de cuatro columnas de mármol azules y basamentos de cantería. El resto se decora con huecos y hornacinas de frontones rectos y curvos coronados por un cornisamento motivado de gran efecto decorativo. De las dos torres previstas, solo una fue ejecutada en el lado de la epístola que flanquea al nártex, según el modelo dieciochesco de planta cuadrada con un solo cuerpo de campanas a cuatro caras rematado por un chapitel paramidal, revestido de azulejos, que apea en un plinto. Bajo el crucero y el altar mayor, excavada en la propia roca ferruginosa virgen, se halla la cripta panteón de los Patronos Fundadores, cubierta por bóvedas de cañón decoradas con yeserías de cartones recortados y planta de tipo cruciforme.
     Conjunto religioso edificado entre los años 1616-1625 bajo el patronazgo de Manuel Alonso Pérez de Guzmán, VIII Duque de Medina-Sidonia y su esposa Juana Lorenzo Gómez de Sandoval de la Cerda. 
     El edificio albergó culto católico desde su fundación hasta los años 1960 (aunque ya en el pasado, existen vestigios de una antigua mezquita, en la época Nazarí) En la década de 1980, tras años de abandono y expolio, su propietaria Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, XXI Duquesa de Medina Sidonia, lo cedió al Ayuntamiento de Sanlúcar para usos culturales. 
     En la década de 1990 el edificio fue restaurado y desde entonces es Auditorio Municipal, sede de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento y del Festival Internacional de Música de Sanlúcar (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ayuntamiento. antiguo Palacio de Orleáns-Borbón
     Ubicado en uno de los ángulos de la antigua muralla, fue edificado entre 1852 y 1876 como residencia veraniega por don Antonio de Or­leáns y María Luisa Fernanda de Borbón, Duques de Montpensier. El proyecto fue una concepción personal del Duque que logró reunir en un solo conjunto de edificación, una interesante selección de elementos extraídos de la arquitectura oriental, hispano-musulmana y mudéjar, a los cuales se suman otros de influencia francesa y los más clasicistas propiamente decimonónicos.
     El acceso principal al recinto forma chaflán y presenta un afrancesado tratamiento en sus dos garitones abovedados con verja central, desde donde se accede al amplio jardín romántico. La edificación agrupa tres antiguas construcciones, de distintos estilos y épocas, adquiridas por los Montpensier entre 1851 y 1861. De izquierda a derecha se ubican el antiguo Seminario Conciliar de San Francisco Javier, instalado sobre una casa del siglo XVIII centrada por un clasicista patio de columnas; la casa de los Páez de la Cadena del siglo XVII configurada en torno a un barroco patio columnado; y parte del seiscentista convento de La Merced. A estos tres se agregaron las caballerizas de la calle Baños, convertidas en la actual bodega de estilo neomudéjar propiedad de la familia Orleáns-Borbón. Estas fincas constituyeron el soporte del gran recinto palaciego que, conservando los edificios preeexistentes, fueron unificadas mediante alineaciones en fachadas y ampliaciones, dotando al conjunto del orientalista revestimiento exterior.
     El exterior del palacio ofrece una variadísima gama de diseños en la decoración de cerámicas, yeserías o maderas talladas, que se aplican a las numerosas puertas y ventanas abiertas sobre unos paramentos organizados en bandas bicromáticas de color albero y almagra. Mientras que las tres fachadas orientalistas se rodean de amplios jardines y enverjado, la fachada de la calle Caballeros presenta estilo academicista. Esta última, junto a la galería porticada de la fachada posterior y la reforma del patio principal se atribuyen a Balbino Marrón hacia 1853 y Juan Talavera de la Vega proyectaría las tres fachadas neomudéjares, ade­más del enverjado exterior realizado por este arquitecto en 1876. Los jardines fueron diseñados por Lecolant en estilo inglés, cuyas variadas es­pecies presentan interés botánico. Gran parte de la decoración cerámica pertenece a los talleres de Pickman de la Cartuja sevillana y al de Ma­nuel Soto y Tello.
     Estilísticamente los exteriores del palacio suponen la primera muestra de arte neomudéjar en la península, dado que la mayor parte de su lenguaje formal está extraído del mudéjar y sus «balcones árabes» ya se estaban construyendo en 1858, cuya fecha constata la modernidad del edificio. En la portada principal, zaguán, patio y escalera, se concentran los motivos decorativos neomudéjares, cuyas formas están inspiradas principalmente en los Reales Alcázares de Sevilla, al tiempo que se combinan con las líneas clasicistas de la rejería de balcones y escalera. Destaca el pórtico de entrada, estructurado en dos cuerpos. En el primero se abre un ornamental arco de herradura de acceso, en cuyas columnas laterales se sitúan dos capiteles hispano-árabes; y en el segundo se ubica otro arco de herradura dovelado y encuadrado en alfiz profusamente decorado con yeserías. Desde este vano se accede a la amplia terraza superior, cerrada con balaustrada de mármol conformada por arquillos lobulados entrecruzados sobre columnillas de mármol, des­cansando todo sobre cuatro columnas de mármol blanco.
     Los interiores participan de la tendencia ecléctica que impera en la arquitectura del momento. Varios salones se inspiran en el clasicismo francés, como los situados en la crujía recayente a la calle Caballeros; algunos son neorrenacentistas o neoplaterescos; y otros orientalizantes, como la Sala Chinesca, los Salones Bambú o la biblio­teca Egipcia (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     El conjunto de la edificación consta de dos partes: el seminario y la casa Páez de la Cadena. Cada uno de los edificios se organiza en torno a un patio central, descubierto uno y cubierto con montera el del seminario. Este tuvo siempre un carácter de residencia noble, mientras que la casa Páez de la Cadena albergó las dependencias de servicio.
     Es un conjunto residencial formado por un cuerpo compacto de edificación, de tres plantas de altura, unas dependencias exentas de tipo pabellón y unas zonas ajardinadas cercadas, con interesantes variedades de especies arbóreas (dragos entre ellas). 
     El cuerpo principal del conjunto se ordena alrededor de un patio central cubierto por cristaleras de tres plantas de altura. 
     La baja se plantea según arquerías de medio punto apeadas sobre columnas de mármol rosáceos, sobre las que se desarrollan en altura dos galerías cerradas con balconadas paramentadas flanqueadas por un doble orden apilastrado. 
     Perimetral a este núcleo se sitúan, por plantas, una serie de estancias intercomunicadas entre sí que abren huecos a los espacios urbanos o a las propias zonas ajardinadas del recinto. En el interior, numerosas estancias presentan un pretensioso aspecto de lujo apoyado en la prodigalidad de yeserías y carpinterías policromada de tanto impacto decorativista cuanto artificiosa y ecléctica en su estilística y rigorismo constructivo, al que habría que añadir las aportaciones de cerámicas ornamentales que realiza a partir del ano 1872 el artesano trianero Manuel Soto y Tello. Las fachadas se ofrecen de forma general, según paramentos planos decorados con fajas bicróbicas rojiocres rematadas por cornisas de sebkas latericias y cresterías leñosas o almenados mudéjar. Repartidos por estos paños exteriores surgen una serie de huecos trazados de acuerdo con los más variados criterios tipológicos, siendo de destacar los de facturas arabizantes. 
     Todo el conjunto está construido con muros de carga de ladrillo, forjados de madera, tallada en muchas de sus piezas, y tablazón decorada con pinturas y otros motivos. De igual forma, la decoración de falsos techos, paredes enteladas, zócalos de madera, mármoles, etc., denotan una riqueza de materiales propia de su uso palaciego.
     Tras la adquisición del palacio se planteó su rehabilitación como sede del Ayuntamiento y otras dependencias municipales, realizándose un estudio previo en el que se fijaron las bases y criterios del proceso de recuperación del edificio. Uno de los propósitos del plan, implícito en ese primer estudio, era la apertura controlada a la ciudad de un conjunto arquitectónico que, por su carácter residencial, se conformó como recinto privado. Para lograr la apertura deseada se proyectó una mayor dotación de entradas, situadas en ángulos estratégicos del jardín.
     Se han realizado obras en las diversas partes del conjunto: el Ayuntamiento ha promovido las obras del que fuera seminario, dirigidas por la oficina técnica municipal; la Consejería de Cultura y Medio Ambiente ha llevado a cabo el acondicionamiento de la antigua biblioteca -que se ha convertido en biblioteca pública- y del antiguo convento para sede del archivo municipal. Estas dos últimas intervenciones, junto a la promovida por la Dirección General de Arquitectura y Vivienda en la casa Páez de la Cadena, han sido proyectadas por los mismos arquitectos, ofreciendo por tanto una única concepción del conjunto edificatorio y de sus espacios ajardinados.
     En la casa Páez de la Cadena el nuevo itinerario de paso público a través de un antiguo patio medianero y de servicio convierte a éste en un compás de entrada para la nueva puerta del Ayuntamiento, disponiéndose una escalera en el lugar de la originaria suprimida. Se devuelve así la autonomía perdida a este conjunto arquitectónico.
     A mediados del siglo XIX (1850-1851) los Duques de Montpensier eligieron Sanlúcar de Barrameda para pasar la temporada estival y adquirieron en el Barrio Alto de dicha localidad tres fincas: el Seminario Conciliar de San Francisco Javier, la casa de la familia Páez de la Cadena y los arruinados claustros del Convento de la Merced. Los arquitectos Juan Talavera y Balbino Marrón acometieron la tarea de convertirlas en el Palacio de los Infantes de Orleáns y Barbón, unificando el conjunto con una fachada continua y una decoración neomudéjar. Los jardines, trazados por M. Lecolan, se dispusieron sobre la huerta del convento de la Merced.
     Está construido sobre varios edificios: la Casa de los Páez de la Cadena, el Seminario Conciliar, la Casa Hospicio de la Madre Ignacia y la casa y bodegas de Francisco de Paula Rodríguez, la Casa de los Merinos, la Huerta y parte del antiguo Convento de la Merced y la Casa de los Nueros. 
     El edificio, habitado hasta 1955 por la familia de Orleáns y Borbón, fue vendido en 1971 para proceder a su demolición. A partir de 1979 el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda inició los trámites para su adquisición y recuperación (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Palacio de los Guzmanes. Fundación Casa Medina-Sidonia
     Posee una situación privilegiada de promontorio sobre la ribera. Se edificó sobre el antiguo alcázar árabe, que fue ocupado como primera residencia por los Guzmanes. Parte de este Alcázar Viejo, de los siglos XII y XIII, que tuvo su entrada principal por el Postigo de la Mar, está integrado en el Palacio Ducal. Este conjunto tiene forma de escuadra y presenta galerías de arcos de herradura y arcos de medio punto que se abren al Paseo de los Limones, antiguo camino y barbacana. Dos torretas de dos plantas cada una flanquean la antigua entrada.
     El palacio es residencia de la actual Duquesa de Medina Sicionia, doña Isabel Álvarez de Toledo, y sede de la Fundación Casa de Medina Sido­nia, donde se encuentra instalado el importante archivo familiar. El diáfano conjunto de la fachada principal es de estilo renacentista. Edificada en 1588, la clásica fachada se organiza mediante tres crujías preferentes que forman un patio delantero en forma de U, el cual se cierra con enverjado y cancela de hierro entre setos. Sólo el frente principal presenta tres alturas. En este paramento se abren sencillos huecos adintelados con frontones rectos en las dos últimas plantas, cuyos vanos sufrieron modificaciones en la segunda mitad del siglo XIX. La reja central del siglo XV, que se trajo del palacio ducal de Sevilla en 1866, es una excelente muestra de rejería civil gótica. Al frente principal se adosan dos crujías laterales de dos plantas cada una, coronándose con pretiles de fábrica. En la fachada derecha se sitúa la portada de acceso al palacio, ofreciendo un aspecto mu­dejarizante los dos vanos geminados del cuerpo superior y los rebajados arcos de entrada. En el portaje destacan los clavos y los goznes del siglo XVII. Preside esta fachada un escudo pétreo de la Casa.
     El palacio de los Guzmanes es el resultado de una serie de ampliaciones que se fueron yuxtaponiendo al núcleo originario del alcázar hispa­no-árabe. El edificio se presenta ecléctico con diferentes estilos y cronologías. Las primeras obras se realizaron en 1424 por Enrique de Guzmán, II Conde de Niebla. El antiguo patio está pre­sidido por una doble logia mudéjar con arcos rebajados encuadrados en alfices, que reposan en esbeltas columnas de mármol blanco. En 1517 el VI Duque, don Juan Pérez de Guzmán, trasladó su residencia a Sanlúcar, iniciándose la gran ampliación quinientista. En tiempos de don Juan Alonso Pérez de Guzmán y doña Ana de Silva se edificó el Salón de Columnas, en 1524, y la fachada principal, en 1588. En 1618 se construyó la escalera principal y en 1640 se edificó el Salón de Embajadores. Esta sala estaba cubierta con artesonado de tipo mudéjar, que quedó oculto bajo la nueva bóveda rebajada con yeserías geométricas de cartón recortado que se colocó a mediados del siglo XVII. Se volvieron a realizar obras en 1729 con motivo de la visita de Felipe V. El trazado de los jardines comenzó en 1544 y se am­plió a lo largo de este siglo. En 1575 se edificó una clásica logia, de un solo cuerpo con terraza y balconaje superior, obra del arquitecto napolitano Juan Livadotte. Esta galería de estilo manierista se configura mediante arcos rebajados que recaen sobre columnas de mármol y pilar central de planta rectangular. En el muro interno de la galería se conservan dos frontales de azulejería sevillana del siglo XVI.
     Los interiores del palacio albergan una impor­tante colección de obras artísticas. Entre las esculturas destacan una Piedad gótica del siglo XV de origen francés; una Inmaculada en mármol italiano del siglo XVI; relieve de alabastro con la Virgen con el Niño, de escuela florentina del siglo XVI; y la imagen policromada de San Ra­món, atribuida a Juan de Mena. Entre las pintu­ras sobresalen una Piedad de Pedro de Campaña del siglo XVI; Virgen con el Niño, de Luis de Morales del siglo XVI; la Caída de Cristo atribuida a Zurbarán; y retratos de Van Dyck y Carreño de Miranda, entre otros. De gran interés es el conjunto de pinturas realizado por Juan de Roe­las entre 1619 y 1624 para la antigua iglesia de La Merced. En la pintura La Virgen de la Merced ofreciendo el hábito de la Orden a don Manuel Alonso, aparece un retrato del VIII Duque que encargó las obras. Se conservan las nueve pinturas que componían el retablo mayor, realizadas en 1619, así como las situadas en los retablos del crucero y  la capilla mayor pertenecientes al año 1624, que son una serie sobre la vida de Cristo y la Virgen, destacando los lienzos de Jesús en el desierto y la Inmaculada, así como El martirio de Santa Úrsula y Cristo en la cruz. Entre los bienes muebles, cabe mencionar un arca policromada del siglo XV; diversos tapices de los siglos XVI y XVII; y notable mobiliario  de los siglos XVI, XVII y XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     
Iglesia Mayor Parroquial de Nuestra Señora de la O. Museo de Arte Sacro
     Aunque su patrocinio se ha atribuido tradicio­nalmente a doña Isabel de la Cerda y Guzmán hacia 1360, los elementos decorativos de estilo tardío que aparecen en la fachada principal han hecho pensar que se finalizaría hacia 1440, estando a cargo del I duque don Juan Alonso de Guzmán, cuyas armas coinciden con los escudos de la fachada. El templo está considerado como el último jalón de la serie de iglesias de tipo parroquial sevillano, siendo una valiosa muestra del grado de barroquismo ornamental alcanzado por lo mudéjar.
     De planta rectangular dividida en tres naves, siendo más alta y ancha la central, con ábside poligonal en la cabecera, la estructura primitiva era distinta a la actual. En origen los arcos apuntados de las tres naves recaían en grandes columnas, cuya configuración fue transformada en 1629 sustituyéndose las columnas por pilares rectangulares con pilastras adosadas en sus frentes principales y rehaciéndose los arcos con medios puntos, al tiempo que se repararon las cubiertas.
     El ábside se cubre con bóveda de crucería sexpartita y en las tres naves se alzan armaduras de madera de par y nudillo, que están ampliamente decoradas con lacerías estrelladas y motivos geométricos y figurativos policromados. A la traza originaria se fueron agregando varias ca­pillas de diferentes épocas y estilos. El templo está recorrido por un alto zócalo de azulejería de cuenca colocado en el siglo XIX. En el lateral izquierdo de la iglesia se sitúa la casa parroquial y el patio de los Naranjos, del siglo XVII, estructu­rado mediante galerías de arcos de medio punto sobre pilares rectangulares.
     Parece que desde la época fundacional tuvo la iglesia el actual porche alto, algunas de cuyas columnas de mármol podrían ser de origen romano. Una serie de óculos se abren en los paramentos situándose el de mayor tamaño sobre la portada principal. La sencilla portada lateral parece de factura anterior a aquélla. El hueco de la puerta es apuntado y abocinado y su comisa superior se sustenta sobre canes de lóbulos convexos de tipo califal con cabezas leonadas. La fachada principal dibuja el perfil escalonado de las naves. Está centrada por la portada princi­pal, en resalte sobre el muro, con vano de acceso apuntado y abocinado, cuyas arquivoltas están decoradas con baquetones trebolados y puntas de diamante. Sobre el acceso se alza un elevado alfiz profusamente decorado con elementos gó­ticos y mudéjares insertos en una retícula, que se ordena en dos bandas verticales, mediante finas columnillas y tres fajas horizontales. En la infe­rior aparecen motivos geométricos romboidales o losanges, cardinas góticas y frisos con tracerías; en la central se sitúan grandes tableros con motivos heráldicos entre leones tenantes; y la supe­rior está decorada con arcos conopiales ciegos lobulados y entrelazados, a imitación de la labor de sebka, que apean en ligeras columnillas. La portada se corona con tejaroz sostenido por ro­bustos canes figurados de cabezas zoomórficas.
     Una de las torres del antiguo alcázar árabe parece que sirvió de base al campanario, situado en los pies del lado de epístola, sobre la que se superponen dos cuerpos de campanas. El primero, de corte renacentista y planta rectangular, es del siglo XVI y abre tres vanos en cada lado, entre pilastras almohadilladas. El segundo cuerpo, de estilo manierista y base elíptica, es obra de Alonso de Vandelvira de 1604. Decorado con semiesferas y listeles de cerámica azul, presenta ocho vanos y se remata con una pronunciada cornisa sobre la que surge una linterna esférica coronada con cruz y grimpola de hierro. En la base se sitúa un reloj de sol del siglo XVIII que mira a la plaza de la Paz. En el interior de la torre se han hallado pinturas de tipo geométri­co-floral que se podrían fechar en la época de construcción del templo. 
   En 1996 se descubrieron las pinturas murales que decoraban la fachada y torre. En los paramentos aparece una simulación pictórica de sillares y en los frentes principales de la torre existen cinco figuras de santos insertos en leves horna­cinas, cuyas pinturas están firmadas por Fernán Maldonado y fueron realizados posiblemente a principios del siglo XVI.
     Por otra parte, los frisos que ornamentan la fachada de la casa parroquial, en el lado izquierdo del templo, son del siglo XVIII. También sobre el muro del ábside, tras el retablo mayor, se conservan restos de relieves y pinturas murales que parecen pertenecer al primitivo retablo del siglo XIV de estilo gótico. Consisten en dos columni­llas pétreas con fustes pintados en forma helicoidal, que presentan capiteles tallados con figuras humanas y de perros. La cornisa está decorada con puntas de diamante gallonadas y policromadas y en el muro hay pinturas geométricas y figuras de santos coronados.
     Asimismo, los muros interiores del templo están ornamentados con pinturas, aún cubiertas por el encalado, que parecen ser tanto del siglo XIV como del XVIII.
     El presbiterio se sitúa en alto mediante gradas. Los muros laterales se encuentran pintados sobre tabla, al modo mural, con los temas de la Anunciación, Adoración de los Magos, Huida a Egipto y Bautismo de Jesús, cuyas formas están muy próximas al estilo de Juan de Espinal, pudiendo fecharse entre 1760 y 1770. Igualmente, en la estética rococó se integran las verjas doradas que cierran los laterales del presbiterio y las tribunas situadas a ambos lados del altar mayor, ubicándose debajo dos dieciochescos púlpitos de hierro dorado. Sobre éstos se hallan dos peque­ñas tablas con las cabezas de San Pedro y San Pablo, de la segunda mitad del siglo XVII, que están atribuidas a Juan de Valdés Leal o a su hijo Lucas Valdés.
     El retablo mayor es obra de 1767, de estilo rococó, cuyas formas se sitúan en la línea de Cayetano Alberto de Acosta. De planta poligonal, se adapta a la estructura del ábside y está dorado y policromado. Se organiza en banco, dos cuerpos con tres calles y ático superior, mediante colum­nas compuestas decoradas con guirnaldas, tarjas y figuras de ángeles. Las imágenes policromadas son obra de Pedro de Borja del siglo XVIII. Pre­side el conjunto una imagen de Nuestra Señora de la O, de principios del siglo XVII con estofa­do dieciochesco, ubicándose a ambos lados figu­ras de San José con el Niño y San Joaquín con la Virgen niña.
     El cuerpo superior está centrado por un mani­festador eucarístico del siglo XVII y en las calles laterales se sitúan imágenes de San Juan Bau­tista y San Gregorio Magno. En el ático aparece la Santísima Trinidad flanqueada por figuras de San Pedro y San Pablo. Delante del altar existe un frontal de plata repujada firmado por Andrés Othofaias en 1658. Asimismo destaca la puerta del sagrario y unos blandones, todo de plata re­pujada del siglo XVIII.
     En la cabecera del lado del evangelio se ubica la capilla de la Inmaculada Concepción, construida en 1630, que presenta planta casi rectangular y se cubre con cúpula semiesférica. El retablo principal, de estilo protobarroco, está  atribuido a Alonso de Vandelvira. Se estructura mediante banco, un cuerpo con tres calles divididas por columnas de fuste helicoidal y ático superior. Está centrado por una imagen de la Virgen con el Niño del siglo XVII repintada en el XVIIII. En las calles laterales se sitúan pinturas del Na­cimiento de Cristo y la Sagrada Familia y en el ático Cristo en la cruz. En el banco existen otras dos pinturas apaisadas con parejas de santos, todo del siglo XVII.
     En el lado derecho de esta capilla hay un retablo tardobarroco de la segunda mitad del siglo XVIII, procedente de la antigua iglesia de los jesuitas, que se halla sin policromar y es de talla plana y abigarrada, presentando estípites para separar sus calles. Contiene una imagen de San José y el Niño, en el centro, flanqueado por figuras de Santa Inés y San Fernando; y en el ático, San Isidro labrador, todas del mismo siglo. En esta capilla destaca un lienzo de la Virgen con el Niño de influencia murillesca de comienzos del siglo XVIII y una lámpara de plata realizada por José Rodríguez en 1631.
     La capilla Sacramental es la primera que se abre en el lado del evangelio. Edificada en 1675, presenta planta rectangular y se cubre en el centro con ornamental cúpula calada y pintada, hallándose el presbiterio cubierto con bóveda de cañón. Está presidida por un retablo rococó rea­lizado por Pedro de Borja en la segunda mitad del siglo XVIII, el cual se ordena mediante estípites en banco, un cuerpo y ático. El retablo se halla centrado por una imagen dieciochesca de la Inmaculada, cuya figura está rodeada por Santo Tomás de Aquino, en el centro superior, y los Cuatro Padres de la Iglesia, además de alto­rrelieves con La Cena de Emaús y Sacrificio de Melquisedec, todo realizado por Pedro de Borja. El sagrario es obra de Francisco Gómez de Paz en 1769. Los muros se encuentran revestidos por azulejería del siglo XVI y profusamente decorados con pinturas de tradición murillesca y formas rococó. Entre sus piezas artísticas destacan unas lámparas aceiteras, de plata repujada, sostenidas por ángeles, del siglo XVIII; y un frontal de altar de plata de 1764, el cual deja oculto otro frontal cerámico del siglo XVI; un farol de hierro forjado sobre trípode del siglo XVIII. Cierra el espacio una interesante reja de hierro forjado, realizada en Vizcaya en 1731, que fue dorada en 1774, en cuyos frentes se hallan insertas figuras de madera recortada y policromada de los Evangelistas, San Pedro y San Pablo.
     En la nave del Evangelio se ubica el altar del Descendimiento de Cristo, tabla manierista de mediados del siglo XVI atribuida a Pedro de Campaña o a su círculo. A continuación se localiza la capilla de la Vera Cruz. La imagen de candelero de la Virgen de la Soledad, del siglo XVII, es de autor desconocido y el Crucificado de la Vera Cruz está fechado hacia 1617 y atribuido a Francisco de Ocampo. La talla se sitúa en un retablo pintado por Juan de Roelas en 1624 con las figuras de la Virgen y San Juan Evan­gelista. En los laterales de esta capilla hay dos pequeñas tallas del Niño Jesús y San Juanito del siglo XVIII.
     A continuación de la anterior, en la nave, se encuentra un retablo tardobarroco presidido por una imagen de la Virgen del Pilar, ambos de finales del siglo XVIII. Le sigue la capilla de Ánimas, edificada en 1600, que es la última del lado del Evangelio. De planta rectangular, la larga nave se cubre con armadura de madera de par y nudillo de principios del siglo XVII y el altar mayor con cúpula semiesférica sobre pechinas decorada con pinturas decimonónicas de roleos vegetales. El altar está presidido por un retablo neoclásico de principios del siglo XIX que alberga un Crucificado con rasgos gotizantes de principios del siglo XVI, a cuyos lados se hallan imágenes de San Francisco de Paula y San Francisco Javier, ambas de principios del siglo XVII. En el lateral izquierdo de la capilla se sitúa el políptico de la Sacra Estirpe, obra manierista de Hernando de Esturmio en 1549 con iconografía de Santa Ana Tríplex, cuyo conjunto es una completa representación de la familia terrena de Jesús. Frontero al anterior hay un políptico semejante dedicado a Santa Lucía y atribuido al círculo de Esturmio. En la capilla se distribuyen otros altares con imágenes de San Antonio de Padua, San Nicolás de Bari y una figura de candelero de Santa Rita, todas de finales del siglo XVIII, destacando las figuras de un Ecce Homo de Pedro Relingh de finales del XVII o principios del XVIII y la imagen sedente del Cristo de la Luz, del siglo XVII. Se cierra la capilla con una sobria verja de madera en la que quedan insertos tres gotizantes relieves policromados del siglo XVI, procedentes de la desaparecida ermita de Santa Brígida, donde se repre­senta el Bautismo de Cristo, Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís. En la nave, a la entrada de la capilla de Ánimas, se encuen­tra una tabla con la Coronación de María por la Santísima Trinidad, de principios del siglo XVII y atribuida a Francisco Pacheco.
     A los pies de la nave del evangelio se abre la capilla Bautismal, de época fundacional, aunque muy reformada en el siglo XVII. Está centrada por una pila renacentista de mármol blanco, de origen italiano, que presenta sendos balaustres tallados con formas vegetales y mascarones en su taza, pudiéndose fechar a principios del siglo XVI. Entre las pinturas de la capilla destaca un lienzo con el Bautismo de Jesús, de escuela sevi­llana del siglo XVIII.
     Los pies del templo se encuentra ocupado por el coro, donde se dispone una sencilla sillería del último tercio del siglo XVIII decorada con tallas doradas de rocalla. En el muro se ubica una dieciochesca pintura de la Santa Cena de gran formato. Y sobre el coro se alza una estrecha tribuna alta, cerrada con barandilla férrea, que se extiende hacia las naves laterales, donde se sitúa el órgano de 1656, que fue ampliado y reparado en 1754.
     La capilla de la Virgen de la Antigua, del si­glo XIV, se sitúa en la base del campanario, a los pies de la nave de la epístola y se divide en dos tramos. El primitivo arco apuntado, decorado en su intradós con paños cerámicos de cuenca del siglo XVI, que divide ambos tramos, debía ser su primer acceso, ampliándose en este último siglo con el primer tramo hasta el arco de medio punto que compone la entrada actual y que se cierra con una verja quinientista. El tramo del fondo se cubre con medieval bóveda ochavada sobre trompas. Preside la capilla un sencillo re­tablo del siglo XVII, que alberga la pintura de la Virgen de la Antigua, de finales del siglo XV o principios del siglo XVI, la cual es réplica de la existente en la Catedral de Sevilla. En los la­terales hay dos tablas góticas de San Pedro y San Pablo del siglo XV. En esta capilla se ubica una imagen de Jesús Cautivo con cabellera natural, que es obra italiana del siglo XVIII.
     Pasado el acceso de la portada lateral, en la nave de la epístola, se encuentra un retablo de altar del último tercio del siglo XVIII donde se sitúa una imagen policromada de San Pedro. A ambos lados del altar aparecen cuatro pinturas del siglo XVIII, procedentes de la iglesia jesuita, donde se representan pasajes de la vida de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier.
     A continuación se abre la capilla de San Sebas­tián, de estilo plateresco, que fue edificada en 1522 por Alonso de Zárate. Posee una portada plateresca labrada en piedra de concepción muy clásica, que se estructura mediante un vano de acceso de medio punto flanqueado por colum­nas adosadas, que se tornan en pilastras cajeadas en la zona superior. Se corona con friso corri­do y, sobre el entablamento, aparece tallada una hornacina central entre balaustres y frontoncillo recto que alberga una figura de La Piedad. En los extremos se sitúan los escudos del fundador y dos remates sostenidos por grupos de puttis. La capilla se cierra con una reja de la misma época que ofrece en su remate elementos decorativos de influencia clásica. Toda la portada está decorada con motivos de candelieri, puttis, tenantes y figuras mitológicas, que se inscriben ordenadamente en ático, friso, pilastras, enjutas y basamento.
     El interior se cubre con bóveda pétrea de nervadura estrellada con florones y ménsulas talladas. En el intradós del arco de entrada hay relie­ves de florones y platos con frutas enmarcados en casetones. Preside la capilla un retablo de altar, ejecutado por Lorenzo Meléndez y Antón Pérez en 1561, donde se sitúa una tabla del Martirio de San Sebastián, obra manierista de Vasco de Pereira de 1562. Es posible que los anteriores ensam­bladores realizasen también el retablo del lado izquierdo hacia la misma fecha, cuyos relieves son muy gotizantes con escasa policromía sobre fondos dorados, estando presidido por una imagen policromada de San Lucas del siglo XVIII.
     En esta capilla se encuentra una talla manie­rista del Niño Jesús resucitado y vencedor de la muerte, del último tercio del siglo XVI y atribui­da a Jerónimo Hernández, aunque también se ha relacionado con Diego de Velasco. Asimismo es de interés una pequeña tabla hispano-flamenca del Descendimiento, de principios del XVI.
     Situada en la cabecera de la nave de la Epístola se halla la capilla de San Roque, del siglo XIV; perteneciente a la planta original del templo. De estructura mudéjar y planta cuadrada, se cubre con bóveda esquifada sobre trompas y linterna posterior, la cual está decorada con pinturas dieciochescas. En esta capilla hay un retablo neoclásico con una Sagrada Familia de Olot. Y sobre un lateral se sitúa una interesante pintura de San Roque curado por el ángel, del siglo XVI. Desde la capilla de San Roque se accede a la antesacristía entre cuyas piezas destacan unos azulejos de Delft con temas cinegéticos y varias pinturas del siglo XVIII.
     En la sacristía se encuentra un retrato de Alonso Núñez, fundador de la Hermandad de San Pedro, de 1571; una pintura de la Virgen de Guadalupe fechada en México en 1778 y firmada por José de Medina; cuatro pinturas de ángeles de medio cuerpo atribuidos al círculo de Valdés Leal; y el retrato de Diego del Corro, sanluqueño Arzobispo de Lima, obra de Juan de la Hermi­da. Entre las piezas suntuarias sobresale un cáliz de plata sobredorada que remitió el sanluque­ño Obispo de Michoacán; una custodia de plata sobredorada donada por el Duque don Alonso en 1580; dos atriles de plata que donó el mismo Duque en 1634; así como una cruz de cristal de roca y engarces de plata del siglo XVI y el templete procesional del Corpus de plata repujada de 1693; y el ostensorio realizado por Gómez de Paz entre 1744 y 1753 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     Iglesia de Nuestra Señora de la O, es la Iglesia Mayor Parroquial de la localidad de Sanlúcar de Barrameda. Sigue la tipología de las iglesias parroquiales mudéjares del reino de Sevilla, de planta rectangular con disposición interna basilical, compuesta por tres naves con cubierta de artesonados de madera y con cabecera en forma de ábside poligonal ochavado. La nave central, resaltada y separada de las laterales por arquerías apuntadas sobre soportes cruciformes, fue sometida en el siglo XVII a una serie de transformaciones que desvirtuaron su primitivo aspecto espacial. La posterior adición de varias capillas laterales de mayor o menor entidad y acierto estilístico vino a determinar en planta su compleja configuración actual.
     Dentro del conjunto destaca la portada mudéjar de cantería arenisca situada a los pies de la nave central con potente arquivolta abocinada de baquetones trebolados y cornisas de mascarones elevada, entre las que se intercala un campo decorado con escudos nobiliarios de la casa de Guzmán y de la Cerda sostenidos por leones rampantes y delicadas filigranas de arquerías ciegas polilobuladas, sebkas y losanges. En el lado de la epístola el templo presenta una segunda portada de cantería de sencillo trazado ojival con arquivolta apuntado de baquetones sencillos, coronada por una cornisa decorada con ménsulas de mascarones.
     En el interior del templo destacan los artesonados que cubren las tres naves originales, de par y nudillo de tres faldones decorados con lacerías ataujerada resueltas en los almizates con ruedas y alfardones de a ocho policromados. El sistema se estabiliza con pares de tirantes estribados por estrellas de ocho puntas también doradas y policromadas, obra todo ello de carpinteros de lo blanco del siglo XVI. 
     En la torre, situada en el ángulo de la epístola de los pies del templo se diferencian dos cuerpos, el bajo, posible basamento de uno de los torreones de la antigua fortaleza medieval denominada "de las siete torres" en las crónicas de la época, y otro alto, de estilo protobarroco andaluz desglosado en dos secciones de campanas, la inferior rectangular y la superior de planta ovalada rematada por un cupulín, obra realizada a principios del siglo XVII según las trazas dadas por Alonso de Vandelvira, maestro mayor por aquellos años de la casa de Medina-Sidonia.
     Sobre el año 1360 se construye en Sanlúcar de Barrameda la Iglesia de la O, auspiciada por Isabel de la Cerda y Guzmán, primera condesa de Medinaceli y nieta del primer señor de Sanlúcar, Guzmán el Bueno, aprovechando una de las torres del antiguo Alcázar que le sirvió como campanario. Este es uno de los monumentos más importantes de Sanlúcar, pertenece al medievo, al estilo gótico mudéjar sevillano, aunque a lo largo de su historia ha sufrido varias modificaciones, se agregó a la planta original cada una de las capillas que la componen.
     El sexto duque de Medina Sidonia, don Juan de Guzmán, compra en 1540 unas casas que se encontraban junto a la Iglesia Mayor y labra un pasadizo cubierto desde el palacio a la tribuna de la iglesia de la O, importando la obra un total de diez mil maravedíes.
     El arquitecto Alonso de Vandelvira, maestro mayor del séptimo duque de Medina Sidonia, Alonso Pérez de Guzmán, realiza el año 1604 el segundo cuerpo, de planta elíptica de la torre de campanario de la iglesia de la O.
     El noveno duque Don Gaspar cede en 1639 al clero el antiguo hospital Santa María de Gracia, que había sido casa del conde de Niebla y guardarropa de las casas y se convirtió en patio de los Naranjos, capilla de las Animas y cementerio.
     En 1678 se realizan unas obras para poner cimientos a la iglesia de la O, que no los tenía por no necesitarlos al estar construida sobre un barro bastante duro. En estas obras se encontraron una serie de monedas arábigas de plata y cobre. 
     Antes, en 1604, se había construido sobre la torre un segundo cuerpo de campanas que fue realizado por Alonso de Vandelvira.
     En 1730 se pintó la torre de la Iglesia de la O, pintándose al fresco, por el maestro José Antonio Rivera, las figuras de nueve santos, que aun se conservan, y que después de la restauración realizada en 1997 podemos distinguir con mayor nitidez (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

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