El sitio arqueológico de la Urbanización Santa Genoveva, en Alcalá de Guadaira (Sevilla)

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     Hoy, 3 de enero, Memoria, en París, en la Galia, actualmente Francia, de Santa Genoveva, virgen de Nanterre, que a los quince años, aconsejada por el obispo Germán de Auxerre, tomó el velo de las vírgenes. Animó a los habitantes de la ciudad, amedrentados por las incursiones de los hunos, y ayudó a sus conciudadanos en tiempo de hambre [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].

     Y que mejor día que hoy para ExplicArte el sitio arqueológico de la Urbanización Santa Genoveva, en Alcalá de Guadaira (Sevilla).

     En un llano junto a la Urbanización Santa Genoveva, se documenta una mediana concentración de materiales constructivos romanos -tégulas, ladrillos- y restos cerámicos, entre los que se encuentran varias asas de "dolium", asas de jarritas, bordes de cerámica común y fragmentos muy rodados de TSH. La aparición de restos coincide con el límite de la carretera, habiendo afectado su construcción este sector del yacimiento.

     En la parte oriental se localizan vertidos de escombros y desechos de construcción de la urbanización (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía, de Santa Genoveva, virgen;

HISTORIA  Y LEYENDA

     Nacida hacia 422 en Nanterre, cerca de París, esta Juana de Arco merovingia, si bien no salvó el reino de Francia, en cambio encarnaría para su capital el papel de «defensor civitatis», que habitualmente incumbía al obispo: reaprovisionó la ciudad de París durante una hambruna, y la defendió heroicamente contra los hunos de Atila.

     La leyenda ha colmado las lagunas de la historia. Fue en el siglo XIV, al final de la Edad Media, y a causa de una contaminación con la leyenda de Santa Margarita, que la virgen de París fue convertida en pastora que guarda sus ovejas, con el cayado o la rueca en la mano.

     Es posible que el cirio, que es su atributo habitual, se haya confundido con un cayado.

     La infancia de Santa Genoveva se convirtió en un conjunto de hechos y rela­tos que conforman una poesía pastoral.

     Tenía seis años y vigilaba su manada, cuando el obispo san Germán de Auxerre, acompañado por San Lupo de Troyes, acertó a pasar por Nanterre, en viaje a Inglaterra. Impresionado por la precoz piedad de la pastorcilla, San Germán la consagró a Dios, poniéndole en el cuello una medalla marcada por una cruz.

     Cuando su madre la abofeteó, porque Genoveva quería ir a la iglesia a pesar de su prohibición, quedó ciega en el acto. Pero la niña santa trajo un cubo de agua sobre el cual hizo la señal de la cruz, la madre se lavó los ojos con el agua bendecida por su hija, y recuperó la vista de inmediato.

     Según su Vita, Genoveva, ya adulta, iba en compañía de otras jóvenes a un oficio nocturno. Un golpe de viento apagó su antorcha, que llevaba una criada. Genoveva cogió la antorcha y ésta volvió a encenderse instantáneamente. Esta leyenda popular, igual que la de Santa Gúdula de Bruselas, procede de la parábola de las Diez vírgenes, que llevaban una lámpara simbólica que el soplo del demonio podía apagar, pero que protege la vigilancia de la fe.

CULTO

     Santa Genoveva es una santa esencial, si no exclusivamente, parisina: la Parisiorum patrona.

     En París había dos iglesias puestas bajo su advocación, en la cresta de la Montaña de Sainte Genevieve, que domina el Barrio Latino, formando pareja con Montmartre de Saint Denis, se elevaba la iglesia de Sainte Genevieve la Grande, también llamada Sainte Genevieve du Mont, que reemplazó una basílica dedicada por el rey Clodoveo a los Príncipes de los Apóstoles, san Pedro y san Pablo. Sólo subsiste la torre Clovodeo incluida en el edificio de la abadía de los Génovéfains (en la actualidad, liceo Enrique IV). Esta iglesia de peregrinación, en la cual durante el período monárquico se veneraba un magnífico relicario ejecutado en  1230 por el maes­tro Bonnard, orfebre parisino, fue reemplazada en el siglo XVIII por la basílica votiva de Soufflot, transformada en Panteón laico durante la Revolución, y dedicada a toda s las glorias de Francia. Santa Genoveva sólo quedó re­presentada por las pinturas de Puvis de Chavannes. Su relicario, transferido en 1792 a la vecina iglesia de Saint Étienne du Mont, se arrojó en la fuente en 1793.

     Otra iglesia más modesta, la de Sainte Genevieve la Petite, ocupaba en la isla de la Cité el terreno de la actual plaza de Notre Dame de París, y fue demolida en 1747. También se la llamaba Sainte Genevieve des Ardents o de Arcis, en me­moria de una peste de erisipela gangrenosa y febril que asoló la ciudad en 1130 y que fue conjurada gracias a las reliquias de la santa.

     Así se explican sus principales patronazgos. Se la invocaba contra la peste, la fiebre y para la curación de los reyes. El Parlamento y el consejo comunal le pedían que hiciera llover en tiempo de sequía, y, por el contrario, que parase la lluvia cuando había exceso de agua. Además, era la patrona  de los fabricantes de cirios, en memoria del episodio más popular de su leyenda. A causa de su cayado, se convirtió en la patrona de las pastoras.

     Fuera de París, el culto de santa Genoveva se difundió en el siglo XV en el suroeste de Alemania, donde se hizo más popular que san Dionisia.

ICONOGRAFÍA

     Se la representa ya como joven pastora que sostiene el cayado o hila en la rueca, ya en hábito de monja.

     A veces lleva en el cuello la medalla cruciforme que le regalara san Germán de Auxerre.

     Su atributo distintivo es un cirio encendido que tiene en la mano, que un demonio apaga con un fuelle y un angelito reenciende. El cirio es, más exactamente, una antorcha en el sentido etimológico de la palabra, es decir, una barra de cera torcida en espiral. Es un recuerdo de la parábola de las Diez vírgenes, pero al mismo tiempo un emblema protector contra la erisipela gangrenosa. Puede verse en ello un atributo nacido tanto del culto como de la leyenda.

     La iconografía de santa Genoveva se ha enriquecido sobre todo con los exvotos del ayuntamiento de París que la invocaba para y contra la lluvia y también contra las epidemias de erisipela gangrenosa (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).   

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