Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Barrio Alto: Castillo de Santiago; Conservatorio de Música; Basílica de Nuestra Señora de la Caridad; Iglesia de San Miguel; Convento de Carmelitas Descalzas; e Iglesia de San Diego) de la localidad de Sanlúcar de Barrameda (IV), en la provincia de Cádiz.
Situada sobre la barranca, la zona del Barrio Alto es la más antigua de Sanlúcar. Está centrada por el primitivo núcleo de origen hispano-árabe, localizado en torno a la actual plaza de la Paz. Prácticamente toda la zona monumental del Barrio Alto se encuentra dentro del perímetro de la antigua muralla medieval construida a su alrededor. Cuando llegaron los repobladores cristianos sólo existía el alcázar musulmán dominando la barranca y defendiendo la desembocadura del Guadalquivir. Entre los siglos XIV y XV se transfigura la fisonomía del primitivo centro andalusí, construyéndose la Iglesia Mayor, el palacio de los Guzmanes y el recio castillo de Santiago, entre otros edificios de menor entidad.
Esta zona barrioalteña adopta una forma semicircular sin plan preconcebido, donde aún pervive la huella del trazado medieval, evocando el carácter cerrado y defensivo de la antigua villa. En el centro, la plaza Alta actúa como primera reguladora urbana. De ella partieron las cuatro calles principales que desembocaban en cada una de las Puertas de la ciudad. A partir de la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI la presión demográfica desborda el recinto murado. Puertas y portillos perforan la vieja muralla surgiendo senderos y escalerillas hacia el Barrio Bajo. Aparecen cuatro nuevos barrios a extramuros, junto a las antiguas Puertas de la ciudad de las que toman su nombre: arrabal de la Fuente, arrabal de la Puerta de Jerez, arrabal de la Puerta de Sevilla y arrabal de la Mar. Y aunque son ámbitos todavía desordenados, que se originan en pequeños núcleos de viviendas, nacen con nuevos conceptos urbanísticos. El primero en formarse y más importante fue el Arrabal de la Ribera o de la Mar, origen del actual Barrio Bajo, que inicia su crecimiento junto al mar, en los terrenos cedidos por la línea de costa que va retrocediendo gradualmente. Las reformas quinientistas regularon en cierta medida los espacios urbanos del Barrio Alto, alineándolos, empedrándolos y ensanchándolos, aunque aún persisten espacios irregulares y callejuelas sin salida como restos de la primera disposición urbanística. Tanto la arquitectura como la toponimia de las calles barrioalteñas se vinculan profundamente a la influencia y mecenazgo de los Duques de Medina Sidonia.
Se mezclan en el Barrio Alto aquel primer urbanismo medieval con la ciudad-monasterio del barroco. Varios conventos e iglesias, de los siglos XVII y XVIII, se insertan en la antigua trama urbana protagonizando los conjuntos espaciales. En el siglo ilustrado se completarán estos espacios con la edificación de notables muestras de arquitectura civil. Durante el siglo XIX se reforman las principales calles del Barrio Alto en fachadas, alineaciones de vías, ensanches, cerramientos de manzanas con inclusión de callejas en las grandes fincas y plantación de nuevos arbolados. Estos planteamientos urbanísticos afectarán especialmente al entorno próximo del palacio de Orleáns-Borbón edificado por los Duques de Montpensier como residencia veraniega al mediar el siglo. La inserción de este nuevo elemento arquitectónico en la vieja trama urbana funcionó como elemento regulador de toda la zona, sucediéndose a partir de 1851 numerosas reformas en este ámbito barrioalteño (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Fue construido entre 1477 y 1478 por el II Duque de Medina Sidonia don Enrique Pérez de Guzmán apoyado por los vecinos de Sanlúcar. Se ubicó en uno de los ángulos de la antigua muralla, en promontorio sobre la barranca.
Junto a los castillos del Espíritu Santo (desaparecido) y San Salvador, formaba parte del sistema defensivo estructurado en el acceso a Sevilla y era pieza fundamental de la defensa del Guadalquivir. Se incluye dentro de la línea de fortalezas de la costa atlántica, que es el más antiguo sistema de fortificaciones de la provincia. Fue visitado por los Reyes Católicos en 1477. Los frentes del castillo, excepto el que mira al mar, que tenía la defensa natural de la barranca, estaban rodeados por un foso, que da nombre a la calle Cava del Castillo, situándose en el lado del carril de los Ángeles la puerta primitiva. Su planta es cuadrangular con torres cuadradas en los ángulos y cubos semicilíndricos en los lienzos murales.
En el ángulo NE se sitúa la hexagonal Torre del Homenaje, a la que se acopla el Aula Maior, de planta cuadrangular y mayor tamaño que las otras tres situadas en los ángulos. Todo el conjunto, construido con mampostería y sillería para los ángulos de torres y puertas, está resguardado por un antemural o barbacana dotado de casamatas artilleras y troneras de cruz y orbe. La torre del Homenaje se protege por una camisa con cuatro cubos cilíndricos que desciende en talud sobre la barranca. En esta torre también se abre la poterna, situada en la zona más escarpada. En el centro de la edificación quedaba originalmente un gran patio de armas, que fue transformado en 1736 con la construcción de dos naves adosadas a los muros, abriéndose al tiempo el acceso por la plaza del Castillo.
El Aula Maior constituía el núcleo residencial. Es de planta cuadrangular y está abovedada, en cuyas pechinas se sitúan pinturas al temple con motivos de segures y albardas de la divisa ducal sobre un fondo estucado en cuyo centro se hallaba el escudo de los Guzmán.
En su origen esta torre estaba dividida en dos plantas sirviendo la superior para estancia principal y la inferior como tránsito hacia la Torre del Homenaje. En el interior de ésta existen varias estancias situadas en sus distintos pisos, que se cubren con bóvedas de ladrillo.
El acceso a esta torre y a la cubierta del Aula Maior se establece a través de una escalera de caracol ubicada en el centro de la torre, cuyo interior queda hueco para ascenso y descenso de materiales.
Existe un pasadizo subterráneo cubierto con bóveda de cañón, que primitivamente conduciría hasta el jardín ducal. En los muros del castillo se encuentra grabados una serie de grafitos pertenecientes a la época de construcción, que ofrecen variedad de inscripciones, juegos, marcas y una amplia tipología de embarcaciones de la época. También se han localizado bastantes marcas de cantería grabadas en los sillares, de las que veintidós son marcas-tipo que se repiten en los restantes, donde se representan diversos dibujos geométricos indicando la contabilización de las tareas de los canteros o la posición en que debía colocarse cada sillar.
Los elementos decorativos se concentran en la Puerta de la Sirena, situada en el lienzo que mira al mar. Se trata de un relieve gótico compuesto por una gran sirena de cola bífida en la que se albergan las armas de la Casa Ducal. Todo el conjunto está encuadrado en un arco conopial rematado con florón. En las jambas exteriores de la puerta se sitúan dos segures enfrentados propios de los Medina Sidonia y en las ornamentadas ménsulas inferiores del baquetón que en marca el relieve está grabada la firma de Marinus de Neápoli, autor del conjunto. Aún restan algunos canes que sostenían un matacán en la zona superior (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El castillo de Santiago se encuentra en la llamada Cava del Castillo, en el Barrio Alto de Sanlúcar de Barrameda.
Presenta planta cuadrangular, con patio de armas central, defendida en los ángulos por torreones cuadrangulares y cubos semicilíndricos en los centros de las cortinas. En el vértice norte avanza la torre del homenaje de planta hexagonal.
Protege el conjunto una primera línea de defensa a modo de barbacana almenada con cubos semicilíndricos en las cortinas. El acceso primitivo a la fortaleza se realizaba a través de un puente levadizo que salvaba la cava seca, situada delante del flanco suroeste de la barbacana, y tras recorrer la liza se penetraba en el patio de armas por una puerta definida por buharda y rastrillo, emplazada al lado izquierdo del cubo de la cortina noroeste. Sorprende en esta puerta las tallas de cantería decorativa: arco conopial que arranca de baquetones apoyados en fondos de lámpara ochavados en los que se lee "Marinus de Neapoli", nombre posible del escultor, y tímpano con bajorrelieve de doble figura de sirena. Una tarja epigráfica, hoy desaparecida, surmontaba la composición, ornamentada también con blasones de las casas de Guzmán y Mendoza.
El Aula Maior es, con sus veintidós metros de altura interior, y su bóveda de ladrillo por aproximación y casquete esférico, un alarde arquitectónico, no sólo para la época. Tenía una pintura mural que cubría toda la bóveda, pero de la que desgraciadamente sólo se ha conservado aquella que está sobre las pechinas, y parcialmente. El mal o nulo tratamiento del embolsamiento de aguas en la azotea de la torre durante años, provocó una filtración de humedad por capilaridad que dañó considerablemente estas pinturas, provocando su desprendimiento progresivo, situación reforzada por el abandono continuado, y por otras acciones como la instalación de una cocina en la sala durante la última guerra civil. Las pinturas murales con falso aparejo de sillares y las segures, esa especie de hachas que aparecen en las pechinas, emblema personal del II Duque, son originales del siglo XV, lo que da a esta sala un gran valor artístico. El Aula está guardada por tres cámaras de tiro que apuntan hacia las lizas. Por otro lado, otra tronera guarda el paso de la azotea del Aula a la Torre del Homenaje, enmarcada en un arco conopial. Para reforzar el aire majestuoso de esta sala, su coronamiento estaba constituido por un matacán moteado de flores de lis.
Otros de los elementos particulares del Castillo de Santiago es el pasadizo de escape que parte de la liza, y que llevaba al Palacio de los Duques de Medina Sidonia. Este pasadizo sólo se conocía por planos antiguos, pero durante la actuación de la Escuela Taller Tartessos, a principios de los 90, fue descubierto, pues aunque la entrada se encontraba totalmente enterrada se sabía dónde estaba. Actualmente se puede ver el gran vacío dejado por el hueco de la escalera que llevaba al pasadizo y que se ha perdido, quedando un espacio de unos 7 metros de profundidad. Del fondo de este espacio parte el pasadizo, del que se han conservado unos 40 metros de recorrido, cortándose en las casas vecinas. Se aprecia otro ramal del pasadizo, taponado, que parece dirigirse hacia el mar.
Sometida la villa a la jurisdicción de Jerez desde 1264, fue entregada por Sancho IV a D. Alfonso Pérez de Guzmán en premio a su heroísmo en la defensa de la plaza de Tarifa y desde entonces, comenzó a organizarse el conjunto urbanístico que se desarrollará en torno al primitivo castillo musulmán llamado de las Siete Torres. Guzmán el Bueno mandó construir las cercas y murallas a fines del siglo XIII y comienzos del XIV. El séptimo Señor de la Villa, D. Enrique Pérez de Guzmán levantó entre 1477 y 1478 esta gran fortaleza del Castillo de Santiago. Edificado por Enrique Pérez de Guzmán, el Magnifico, a principios del último cuarto del siglo XV, el Castillo se halla situado en el ángulo Norte del recinto murado de la antigua población, manifestándose imponente al borde de una cárcava para defensa de la ribera y desembocadura del Guadalquivir.
Fue la primera residencia de los Duques de Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda, y está dotado de un pasadizo subterráneo, mandado a construir por el IX Duque, Gaspar de Guzmán, quien antes los problemas que se avecinan debido a sus malas relaciones con la Corona, y temiendo alguna intervención bélica en su contra, se hizo construir, a finales de la década de 1630, este pasadizo, que proporcionaría una rápida vía de escape, caso necesario, del palacio al castillo. Los hechos darían la razón al Duque, pues Sanlúcar fue confiscada por la Corona y él encerrado en 1645, arguyendo una supuesta tentativa de rebelión. El castillo sirvió también de alojamiento a los Reyes Católicos cuando se encontraban en Sanlúcar y durante la Guerra de la Independencia sirvió de cuartel a los franceses. A lo largo de la historia, ha sido utilizado como cuartel, cárcel y hospital (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El antiguo templo se construyó bajo la advocación de Santa Ana, en honor a la Duquesa de Medina Sidonia doña Ana de Silva. En 1609 se trasladó la imagen de la Virgen de la Caridad por orden del duque don Alonso Pérez de Guzmán, quien mandó construir la nueva iglesia. La basílica, de estilo manierista, es obra de Alonso de Vandelvira y se edificó entre 1610 y 1612. Presenta una planta de cruz latina con brazos cortos y cabecera plana, situándose capillas poco profundas entre los contrafuertes. Las dimensiones de la nave equivalen a dos veces el cuadrado del crucero. La cabecera y los cuatro tramos de la nave, divididos mediante arcos fajones sobre pilastras, se cubren con bóvedas de sillería, cuya forma se sitúa en transición entre la vaída y la de cañón. En el crucero se alza una bóveda semiesférica sobre pechinas con linterna que presenta decoración geométrica en forma radial. La bóveda del altar mayor tiene relieves tallados con el escudo de la duquesa fundadora y la Anunciación. Los brazos del crucero se cubren con bóvedas de cañón con lunetos y el coro, a los pies en alto, ofrece una rebajada bóveda vaída, ornamentándose las enjutas de su frente principal con escudos ducales de madera. En los laterales del tercer tramo del templo se alzan tribunas con barandillas de hierro y en los lados del presbiterio se sitúan dos tribunas de madera con celosías decorativas.
En la clasicista fachada de los pies se sitúa la portada principal realizada en piedra. Ésta se estructura en dos cuerpos. En el primero se abre un vano de acceso de medio punto, a modo de arco triunfal, el cual está flanqueado por dobles columnas jónicas, que se tornan en pilastras corintias en la zona superior. Las hornacinas de los intercolumnios cobijan imágenes de San Ildefonso, Santo Domingo, San Juan Bautista y San Juan Evangelista, que se hallan mutiladas en cabezas y manos. El segundo cuerpo está centrado por un relieve de Santa Ana enseñando a la Virgen, obra de Andrés de Castillejos de 1612, al igual que el resto de las figuras. Este relieve queda flanqueado por pilastras pareadas y se corona con frontón curvo sobre el que se abre una ventana entre pilastras y volutas laterales, finalizando el hastial con un gran frontón recto.
Sobre un amplio basamento con barandal de hierro, construido por Juan Talavera y de la Vega en 1876, se sitúa la fachada lateral, en el lado del evangelio, que está presidida por una portada adintelada entre pilastras toscanas con frontón recto y roto en la que se abre una hornacina con remates piramidales, donde se ubica un paño cerámico con la Virgen Titular de 1807, coronándose todo con frontón recto. En la fábrica de ladrillo encalado de esta fachada resaltan los recercados de piedra reservados para la portada, molduras de ventanas, cornisamiento y antepechos calados que cierran los espacios surgidos entre los contrafuertes. La sobria torre se localiza en la cabecera de la nave del evangelio. Es de planta cuadrangular y sobre la caña se disponen dos cuerpos de campanas. En el primero, de sillería, se abren vanos de medio punto en cada frente flanqueados por dobles pilastras. A éste se superpone el segundo, de planta octogonal y realizado en ladrillo revestido, que se corona con remates esféricos y se cubre con cúpula recubierta de cerámica blanca y azul en espiga, al igual que el cupulín superior. Semejante tratamiento exterior ofrece la linterna de la bóveda que cubre el crucero.
El retablo mayor, trazado por Alonso de Vandelvira y ejecutado por Martín Christián y Hernando de Moya, es de 1612 y estilo manierista. Fue dorado por Diego de Esquivel y Gonzalo Moreno. Cuenta con banco, tres cuerpos y tres calles divididas por dobles columnas corintias de fuste estriado que forman cuatro entrecalles, y ático coronado con relieve de Dios Padre y las figuras de la Fe, Caridad, Fortaleza y Esperanza. En el banco se sitúan doce encasamentos para pinturas sobre tabla de las que se conservan ocho con alegorías de la Virgen. En las entrecalles se ubican diez figuras de santos-relicarios que fueron realizados por Alonso Álvarez de Albarrán en 1612 a quien también se deben las figuras del ático. El retablo está centrado por un camarín donde se encuentra la Virgen de la Caridad en templete, estructurándose el resto mediante nueve pinturas sobre tabla realizadas por Francisco Juanete en 1612 con escenas de la vida de la Virgen. La pequeña imagen de vestir de Nuestra Señora de la Caridad, Patrona de Sanlúcar desde 1618, es obra de finales del siglo XVI o principios del XVII. De escuela sevillana, se atribuye a Gaspar de Águila, siendo policromada por Baltasar de Bracamonte. Las andas de plata de la Virgen fueron realizadas por Luis Sánchez entre 1609 y 1614, aunque se reformaron en 1700.
En los testeros del crucero se sitúan hornacinas que contienen estatuas de los cuatro Evangelistas, obras en mármol de Andrés de Castillejos en 1612. En las zonas superiores de estos testeros se disponen cuerpos de sillería apilastrados con frontón recto, que están centrados por ventanas de medio punto, ubicándose en los laterales pequeñas estatuas de piedra de los Cuatro Padres de la Iglesia, que son obra del mismo Andrés de Castillejos en 1612. En el lado izquierdo del crucero, en alto, se emplaza un retablo de reliquias, cuyas puertas están pintadas con alegorías de la muerte y su interior se decora con pinturas dieciochescas. Fue realizado en 1613 y contiene relicarios de diversas épocas. En el lado frontero del crucero se encuentra el retablo de Ánimas con lienzo de altar de medio punto atribuido a Giles Gilberto en 1617. En el testero izquierdo del crucero se halla un retablo rococó de 1776 que alberga una imagen de San José y un sagrario de la misma fecha. Y en el frente opuesto hay un retablo con formas neoclásicas realizado en 1926 por Manuel Ruiz Sánchez, el cual está presidido por la talla completa de Jesús Nazareno, de la primera mitad del siglo XVII, que está atribuido a Francisco de Ocampo y fue restaurado en 1782 por Juan Gandulfo quien le hizo manos nuevas y Bernardo Vidal encarnó y policromó la talla. En los colaterales de ambos brazos del crucero se sitúan dos retablos-tabernáculos de estilo neoclásico, de principios del siglo XIX, que están pintados a imitación de jaspe con decoración dorada, donde se encuentran las figuras de candelero de la Virgen de la Amargura, del siglo XVII, aunque reformada a principios del XVIII por autor desconocido; y San Juan Evangelista, cuya imagen se rehizo en cabeza y manos por Diego Roldán Serrallonga en 1759.
La nave alberga seis capillas laterales abiertas en los muros, que contienen lienzos de altar de medio punto con enmarcamiento de madera, situándose en cada banco tres encasamentos para pinturas. Todas estas pinturas fueron ejecutadas por Francisco Juanete en 1612, excepto la de San Antonio de Padua, que es del siglo XVIII y está situada en la primera capilla del lado del evangelio. A ésta siguen las representaciones de la Visión de San Gregorio y San Ildefonso. En el lado de la epístola, desde los pies, se encuentran la Genealogía de Cristo, la Genealogía de los Guzmanes y la Resurrección. En las capillas de San Antonio de Padua y la Genealogía de Cristo se ubica la imagen sedente de Jesús de la Humildad y Paciencia, atribuida a Francisco de la Gándara hacia 1605, que fue encarnada y policromada por Melchor Ramos; y la Virgen de las Lágrimas, obra de Manuel Pineda Calderón de 1947, ambas titulares de una hermandad penitencial.
Las pinturas colocadas en las zonas superiores de los muros son obra de Francisco Juanete, de 1612, destacando la Resurrección y la Ascensión de Cristo situadas en el presbiterio. Asimismo, se conserva un lienzo de la mexicana Virgen de Guadalupe firmada por Antonio de Torres en 1730. El púlpito es obra de Bernabé López de 1614 y la sillería de coro fue realizada por Martín Christián y Hernando de Moya en 1613, según diseño de Alonso de Vandelvira, cuyos sitiales se encuentran separados por columnas toscanas alzándose sobre el central una hornacina con figura en altorrelieve que parece de San Gregorio, obra de Andrés de Castillejos. Entre otras piezas de interés destaca la imagen del Cristo del Perdón, probable obra de Francisco de la Gándara hacia 1605, que se halla en la antesacristía; y varios bustos-relicarios de santos y santas policromados del siglo XVII. En la sacristía, que se cubre con interesante armadura de madera con decoración geométrica de época fundacional, se guardan notables piezas de orfebrería, entre las que sobresale el relicario de San Pedro de 1614, de plata sobredorada con pequeño baldaquino el frontal de plata de altar mayor, obra de Jacques Uparque en 1631; y un manifestador profusamente labrado en plata realizado entre los años 1763 y 1783.
Aledaño a la basílica de la Caridad se encuentra el antiguo hospital de San Pedro fundado por Alonso Núñez en 1550. De su reconstrucción, efectuada en 1606, se conserva un patio manierista, de planta casi rectangular, estructurado en primer cuerpo mediante arquerías de medio punto rebajado sobre estilizadas columnas de mármol blanco, hallándose en la actualidad cegadas las dos galerías existentes en la segunda planta. El patio está centrado por una fuente de mármol blanco con pilar abalaustrado y mascarones en la taza, de estilo manierista y probable origen italiano, que fue donada en 1622 por el duque don Manuel. Asimismo, destaca la armadura de madera que cubre la caja de escalera, de lima bordón con cuatro faldones y doble tiranta central, la cual fue realizada por Juan de Bonilla en el año 1606 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El templo erigido entre los años 1609 y 1613 bajo el patronazgo de Alonso Pérez de Guzmán, séptimo Duque de Medina Sidonia y Ana de Silva, su esposa, bajo trazas y dirección de Alonso de Vandelvira, presenta planta de cruz latina, con nave central de cuatro tramos con capillas- altares entre contrafuertes y testero plano realizado por gradas. Tras la portada principal, situada a los pies de la nave, se sitúa un amplio coro alto que abarca los dos primeros tramos y vuelve en tribunas sobre el tercero. En la nave central dividida, por perpiaños de medio punto apeados en un sencillo orden apilastrado de potente cornisamento corrido, y en el sotocoro y el testero se voltean bóvedas vaídas forzadas de cantería arenisca, la del presbiterio acuartelada y decorada con heráldica y bajorrelieves de la Anunciación. Las capillas laterales y colaterales del transepto se cubren con cañones, y el crucero con bóveda esférica rebajada sobre pechinas decoradas y torales de medio punto, decorada con casetones radiales y clave con apertura en linterna. La nave central se ilumina con ventanajes altos enmarcados por jambas de medio punto. La portada principal, labrada en cantería, se traza manierista avanzada, remite, incluso en lo iconográfico, a la del convento sevillano de Santa Isabel, esculpida por Andrés de Ocampo bajo condiciones del propio Vandelvira; arco colosal de medio punto, entre orden jónico orden corintio pareado por pilastras toscanas, flanqueadas por heráldica fundacional, rematado por un frontón curvo surmontado por un ático en medio punto de tímpano aventanado, flanqueado por aletas y jarrones. Una segunda portada, labrada en piedra arenisca, se abre en el tercer tramo del lado del Evangelio de la nave central, sin mayores concesiones compositivas.
La torre, de dos cuerpos de cantería, el bajo cuadrado y el superior ochavado rematado por una cúpula esférica trasdosada de azulejería, ocupa el ángulo del Evangelio del testero. Los contrafuertes, que se manifiestan al exterior entre ventanajes remarcados por cantería y protegidos por antepechos de celosías pétreas caladas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
En este lugar se ubicaba la antigua Puerta de Jerez abierta en la muralla medieval, de la que resta sólo la base de una de sus torres integrada en 1694 en el campanario de San Miguel. La iglesia fue construida a mediados del siglo XVII por la Cofradía de San Miguel en el mismo sitio donde se hallaba la ermita de San Juan de Letrán. De nave rectangular, el espacio se cubre con una sobria armadura de madera de lima bordón con el centro del almizate decorado con lacería estrellada y tirantas pareadas. El coro se sitúa a los pies, en alto, abriendo tribunas en los laterales. La fachada principal está centrada por la portada de acceso, la cual es adintelada y está flanqueada con pilastras adosadas. Sobre el entablamento con clásico friso se alza un frontón recto y roto para albergar una hornacina apilastrada con imagen del arcángel San Miguel. Esta fachada presenta la singularidad de acoger una pequeña capilla abovedada, a modo de retablo urbano, situada en el ángulo que forma el hastial con el resto de la edificación. En el mismo lugar se alza sobre el tejado una espadaña de dos cuerpos que abre en el primero dos vanos de medio punto entre pilastras y se corona con frontón recto y roto donde se dispone otra espadañita simple coronada con veleta y cruz.
El retablo mayor es de arcosolio, de la segunda mitad del siglo XVIII y estilo transicional entre el barroco y neoclásico. Está sin dorar y pintado a imitación de jaspes. Se resuelve en elevado banco con puertas, un cuerpo dividido en tres, calles mediante columnas y ático final. En la hornacina principal de sitúa la imagen de Jesús de la Paz, realizada por Bravo Nogales en 1949, que es titular de una hermandad penitencial junto a la imagen de candelero de Nuestra Señora de la Victoria, situada en un retablo lateral, obra de Eslava Rubio en 1969. En el resto del retablo mayor se distribuyen figuras policromadas de San Pedro, sin terminar, San Fernando y San Miguel, del siglo XVI. En los laterales de la nave se dispone un retablo de columnas salomónicas fechado en 1739 que contiene pinturas de San Miguel a la izquierda, San Pedro a la derecha y el Santo Padre en el ático, estando presidida por una imagen de la Virgen de Nuestra Señora de la O, del siglo XVI. En otro retablo reformado se aloja una imagen de San Antonio de Padua y en el ático un altorrelieve de la Virgen casi exenta. También se puede destacar una pintura de Jesús Nazareno, obra posible del siglo XVII; el púlpito del siglo XVIII y un conjunto azulejero, de tonalidades blancas y azules con motivos geométricos del siglo XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El convento e iglesia se edificaron entre 1669 y 1675, según proyecto de fray Juan de San Miguel. El conjunto se organiza en una planta casi rectangular, ordenada en torno a tres patios y jardín, donde se sitúan las numerosas dependencias. La iglesia es de planta rectangular y una sola nave con cabecera recta. El coro bajo se sitúa en el lateral izquierdo del presbiterio, cerrado con celosía, ubicándose encima una tribuna igualmente cerrada. La nave se cubre mediante bóveda de cañón con arcos fajones, estando decorada con yeserías geométricas de cartón recortado con florones. En el presbiterio se eleva una bóveda semiesférica sobre pechinas y el coro alto se sitúa en los pies, sobre bóveda muy rebajada, ornamentándose ambas cubiertas con yeserías de roleos vegetales y frutas, las cuales dibujan en el sotacoro cartelas con elementos alusivos a Santa Teresa.
En la fachada se jerarquiza la entidad de sus puertas, presentando una gradual riqueza decorativa en paralela importancia a las dependencias a que dan acceso En el extremo derecho se sitúa la portada del templo, estructurada en dos cuerpos. En el primero se abre un vano de medio punto de acceso flanqueado por apilastrados. Sobre un sencillo entablamento con friso de roleos vegetales se ubican escudos con los anagramas de Jesús y María, en los extremos, y en el centro una hornacina entre pilastras y volutas laterales; que se corona con frontón recto y roto para albergar el escudo de la Orden.
Sigue a ésta otra portada adintelada con frontón curvo y roto con cruz central que accede al pequeño compás donde se localiza la portada lateral de la iglesia, la cual es muy similar a la principal con arco de medio punto de acceso coronado con frontón recto y roto donde se alza el escudo carmelita.
En la fachada, desde otra sencilla portada se ingresa al locutorio y tornería, cuya estancia está decorada con zócalos de azulejería sevillana del siglo XVIII, además de una pintura al fresco sobre el torno, que representa al Profeta Elías alimentado por el ángel. Sobre el tejado de la iglesia se levantan balconcillos amansardados con frontones curvos y remates piramidales, que se ubican en eje con las portadas principal y lateral, hallándose sobre la cabecera una sobria espadaña de dos vanos en el cuerpo inferior y un solo hueco en el superior coronado con frontón recto y remates piramidales.
El retablo mayor, dorado y policromado, fue realizado por Pedro Relingh entre 1701 y 1708. Presenta banco con puertas laterales, un elevado cuerpo con tres calles divididas mediante columnas salomónicas y ático final. La hornacina central alberga una imagen policromada de la Virgen del Carmen ubicándose arriba un manifestador flanqueado por figuras de ángeles atlantes. En las calles laterales aparecen imágenes policromadas de San José con el Niño y San Juan y, sobre ellas, Santa Ana y Santa María Magdalena de Pazi. El ático está centrado por un relieve con el Éxtasis de Santa Teresa, situándose a ambos lados figuras de San Elías y San Eliseo, todas de la época del retablo. Los tres retablos de altar ubicados en la nave son de estilo rococó y fueron ejecutados por Andrés Benítez y Perea hacia 1760. En el lado del evangelio se encuentra un retablo con imagen de candelero de la Virgen de la Soledad y San Rafael Arcángel en el ático, ambas del siglo XVIII; y el segundo retablo-vitrina alberga un interesante grupo de la Sagrada Familia, del mismo siglo, coronado con pintura de La Trinidad. En el lado de la epístola se halla otro retablo-vitrina con la imagen de vestir de Jesús Nazareno, sobre el que aparece una pequeña imagen de Dolorosa, las dos del siglo XVIII. A la derecha del altar mayor hay un retablo de estípites del siglo XVIII con imagen contemporánea de Santa Teresita del Niño Jesús. Y, a los pies del templo, en hornacinas abiertas en el muro, se ubica en retablito de colgar la pintura de una Dolorosa con incrustación de corona de plata, obra del siglo XVIII. Entre otras piezas destacan las puertas policromadas del comulgatorio de las monjas, de 1734; una imagen de Santa Ana, de principios del siglo XVII; las figuras del Niño Jesús de Praga y el Niño Jesús Pastorcillo, ambas del siglo XVIII. Asimismo cabe mencionar un crucificado de marfil de la primera mitad del siglo XVII y otro hispano-filipino de 1759.
El claustro principal del convento, de dos cuerpos, se puede fechar en la segunda mitad del XVII. El primero está estructurado mediante arquerías de medio punto entre pilastras que descansan sobre pilares cuadrangulares. A una cornisa caneada se superpone la segunda planta compuesta por balcones, entre pilastras, algunos transformados en ventanas. Las galerías se decoran con zócalos de azulejería y hornacinas pintadas al fresco en el siglo XVIII que contienen imágenes de diversos estilos y épocas. En diferentes dependencias se encuentran un retrato de San Juan de la Cruz, del siglo XVII; imágenes policromadas de Santa Teresa y la Virgen del Rosario, del siglo XVII; un Ecce Homo del siglo XVIII; y la talla de la Dormición de la Virgen de 1759, situada en el coro bajo (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El convento y la iglesia se edificaron entre 1669 y 1675, según proyecto de fray Juan de San Miguel. El conjunto se organiza en una planta casi rectangular, ordenada en torno a tres patios y jardín, donde se sitúan las numerosas dependencias.
En la fachada se jerarquiza la entidad de sus puertas, presentando una gradual riqueza decorativa en paralela importancia a las dependencias a las que dan acceso. En el extremo derecho se sitúa la portada principal del templo, estructurada en dos cuerpos. En el primero se abre un vano de medio punto de acceso flanqueado por apilastrados.
Sobre un sencillo entablamento con friso de roleos vegetales se ubican escudos con los anagramas de Jesús y María, en los extremos, y en el centro una hornacina entre pilastras y volutas laterales, que se corona con frontón recto y roto para albergar el escudo de la Orden Carmelita. Sigue a ésta otra portada adintelada con frontón curvo y roto con cruz central de hierro sobre pedestal que accede al pequeño compás donde se localiza la portada lateral de la iglesia, que es muy similar a la principal con arco de medio punto de acceso coronado con frontón recto y roto donde se alza el escudo de la Orden. En la fachada, desde otra sencilla portada se ingresa al locutorio y tornería, cuya estancia está decorada con zócalos de azulejería sevillana del siglo XVIII, además de una pintura al fresco sobre el torno, que representa al profeta Elías alimentado por el ángel.
Sobre el tejado de la iglesia se levantan balconcillos amansardados con frontones curvos y remates piramidales, que se ubican en eje con las portadas principal y lateral, hallándose sobre la cabecera una sobria espadaña de dos vanos en el cuerpo inferior y un solo hueco en el superior coronado con frontón recto y remates piramidales.
La iglesia es de planta rectangular y una sola nave con cabecera recta. El coro bajo se sitúa en el lateral izquierdo del presbiterio, cerrado con celosía, ubicándose encima una tribuna igualmente cerrada. El coro alto se cierra con una celosía de madera en la que destaca un lienzo de la Virgen de Guadalupe. La nave se cubre mediante bóveda de cañón con arcos fajones, estando decorada con yeserías geométricas de cartón recortado con florones. En el presbiterio se eleva una bóveda semiesférica sobre pechinas y el coro alto se sitúa a los pies, sobre una bóveda muy rebajada, ornamentándose ambas cubiertas con yeserías de roleos vegetales y frutas, las cuales dibujan en el sotocoro cartelas con elementos alusivos a Santa Teresa.
La nave del evangelio se adorna con diversos retablos laterales. En el primero de ellos se sitúa el grupo escultórico de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen. Remata el conjunto un óleo de la Santísima Trinidad, el retablo de la virgen de la Soledad y sobre ella la escultura de San Miguel Arcángel. En la misma nave se encuentra también un retablo con imagen de candelero de la Virgen de la Soledad y San Rafael Arcángel en el ático.
En este lado del evangelio, junto a la reja del coro, se abre un acceso hacia la sacristía. De planta rectangular y de cubierta plana. Destaca el torno de madera taraceada que da acceso a la antigua sacristía, decorada con pinturas murales en su parte superior, con motivos vegetales y rocallas, rematado con el escudo de la Orden, y con azulejos en la parte inferior.
Una pequeña pila de mármol en un nicho decorado por azulejos, da acceso al agua para la purificación.
El Antecoro es un espacio de tránsito entre el Coro Bajo, el Oratorio y el acceso a la clausura. De planta rectangular y con techos lisos de doble viga de madera, posee esta estancia un amplio zócalo con azulejería más moderna, que las citadas anteriormente. En las paredes, se abren hornacinas que albergan diferentes esculturas. Estas hornacinas están decoradas con pinturas murales, combinando en la parte interna veneras, rocallas y elementos forales y elementos arquitectónicos en la parte externa. Uno de sus muros se abre hacia el Coro Bajo a modo de hornacina, albergando en su interior la imagen de la Dormición de la Virgen, resguardada por una puerta acristalada a cada lado. El interior está decorado con pinturas murales de temática vegetal, arquitectónica y un dosel en color rojo. Al lado de esta hornacina, un pilar de mármol de base abalaustrada, con una pintura mural detrás, con el escudo de la Orden entre rocallas y corona.
El Coro bajo es una estancia rectangular orientada a la Iglesia y separada por una reja de hierro. Está documentado que en esta parte se encuentra enterrado el cuerpo de Diego Riquelme, principal benefactor de esta comunidad. De planta rectangular, posee techo de bóveda de cañón vaída, con una yesería vegetal de rocallas redonda, enmarcada en un cuadro y, un gran zócalo de azulejos iguales a los del antecoro.
En la parte del testero, en hornacina, decorada con rocallas, elementos vegetales, angelitos y elementos arquitectónicos, se encuentra la talla de la Virgen del Carmen, donada por Cristóbal de Medina Cabeza de Vaca en 1736. El exterior de esta hornacina tiene pinturas murales de temática arquitectónica y rocallas. De esta misma temática es la otra hornacina, de menor tamaño, que alberga la talla del Ecce Homo.
Con entrada desde el antecoro, se accede al oratorio por medio de una escalera con bajada doble de madera adornado en la contrahuella con azulejos del siglo XVIII. La estancia es rectangular, irregular, con testero poligonal y cerrado con tres bóvedas vaídas, decoradas en color azul. Posee en los pies un vano y un pequeño banco de material decorado con azulejos. En el lado del evangelio hay otro vano. El testero se decora con un retablo que alberga en su parte central un crucificado de marfil hispano-filipino del siglo XVIII. A sus pies, una Virgen del Carmen. Posee esta estancia dos hornacinas decoradas con pinturas murales en su interior, elementos arquitectónicos, rocallas angelitos y flores. En la parte exterior, unas rocallas de madera enmarcan las hornacinas. Albergan estas hornacinas una talla de la Inmaculada de escuela genovesa y una Santa Teresa de Jesús Doctora. Los dos lienzos ovalados situados a ambos lados de la entrada, en el que se representa a Cristo atado a la columna y a Cristo orando en el Huerto de los Olivos.
El retablo mayor, dorado y policromado, fue realizado por Pedro Relingh entre 1701 y 1708. Presenta banco con puertas laterales, un elevado cuerpo con tres calles divididas mediante columnas salomónicas y ático final. La hornacina central alberga una imagen policromada de la Virgen del Carmen ubicándose arriba un manifestador flanqueado por figuras de ángeles atlantes. En las calles laterales aparecen imágenes policromadas de San José con el Niño y San Juan y, sobre ellas, Santa Ana y Santa María Magdalena de Pazzi. El ático está centrado por un relieve con el Éxtasis de Santa Teresa, situándose a ambos lados figuras de San Elías y San Eliseo, todas de la época del retablo.
Los tres retablos del altar ubicados en la nave son de estilo rococó y fueron ejecutados por Andrés Benítez y Perea hacia 1760.
En el lado de la epístola se halla otro retablo-vitrina con la imagen de vestir de Jesús Nazareno, sobre el que aparece una pequeña imagen de Dolorosa. A la derecha del altar mayor hay un retablo de estípites del siglo XVIII con imagen contemporánea de Santa Teresita del Niño Jesús. Y, a los pies del templo, en hornacinas abiertas en el muro, se ubica un pequeño retablo de colgar la pintura de una Dolorosa con incrustación de corona de plata.
Entre otras piezas destacan las puertas policromadas del comulgatorio de las monjas, de 1734; una imagen de Santa Ana; las figuras del Niño Jesús de Praga y el Niño Jesús Pastorcillo. Asimismo cabe mencionar un crucificado de marfil de la primera mitad del siglo XVII y otro hispano-filipino de 1759.
En el tránsito al Altar Mayor se encuentra la cripta, que estaba dedicada exclusivamente a personalidades y familiares de las hermanas que ostentaban cargos relevantes. Se trata de una estancia rectangular cubierta con bóveda de cañón, y un ligero plinto donde se han depositado los féretros.
La zona conventual es rectangular con tres patios, jardín y numerosas dependencias, formada por veintiuna celdas, sacristía, sala de recreación, pequeña hospedería para sacerdotes, así como otras habitaciones de menor importancia.
Por el antecoro se accede a la zona privada o conventual. A través de un largo pasillo cubierto con techumbre de madera a dos vigas sujetadas por pilares y dos arcos de medio punto adosados al muro, se van abriendo diferentes estancias a los lados. A la izquierda se sitúa el hueco de la escalera de acceso a la parte superior, abierto al pasillo o zona de tránsito por medio de un arco de medio punto. A la derecha del pasillo se encuentra una pequeña azotea por medio de una puerta de madera de doble hoja, que además posee tres grandes ventanales de acceso e iluminación a la sala de recreación. La sala de recreación presenta varias hornacinas abiertas en los muros, dos a la izquierda y tres en el frente, de menor tamaño. La primera hornacina alberga la talla de San Elías. Al lado otra hornacina contiene la imagen de la Virgen del Rosario.
Enfrente de la sala de recreación da paso una escalera para acceder a la planta superior. Esta sala cuadrada, alberga zócalos de azulejería, mayormente de temática vegetal, en azul cobalto y crema, donde en su parte superior se encuentra combinado con otros azulejos con cabezas de angelitos y textos: "AVE MARÍA" y "VIVA JESUS Y MARIA".
Al lado de la estancia anteriormente descrita, se encuentra la celda de Santa Teresa. Junto a la celda de la Santa, hay dos pequeñas estancias que sirven de almacén. En la primera se conserva el suelo original de ladrillo y techo de madera. En la segunda estancia, un pequeño lienzo de azulejería con una abertura de una antigua ventana, donde se representan temas vegetales, arquitectónicos así como representaciones del sol y las estrellas. Remata la composición con "Ave María". Al final del pasillo, se ubica la última hornacina, a la izquierda, que contiene la imagen de Santa Teresa arrodillada.
Al final del pasillo se encuentra la zona de tránsito, de la que salen dos zonas: a la derecha, un pasillo con las celdas y a la izquierda, unas escaleras que conducen a la portería y el torno.
La portería, da acceso a la calle mediante una puerta metálica. Es una estancia cuadrada, decorada con paneles de azulejos de diferentes épocas, y estilos diferentes. En el frontal se sitúa el torno de madera. En la parte superior de este frente, aparece una pintura mural en muy mal estado, con un San Elías en el desierto y, donde se encuentra una inscripción, en algunas zonas poco legible, que dice: "ALIA SVECE COMEDE GRADIS ENIM URIRESTAT VIA QUI COMEDIT, ET BIBTE ET AMBVLAVIT IN FORTIT VIMN ECIBIYLIVS VSOUZD MONE DEI HORES". A la izquierda se encuentra una puerta por la que se accede al locutorio alto, de obra reciente, así como a la hospedería. A la derecha, un gran portón de madera, separa la portería exterior con la interior, entrando en la zona conventual.
El claustro principal del convento, de dos cuerpos, se puede fechar en la segunda mitad del XVII. El primero está estructurado mediante arquerías de medio punto entre pilastras que descansan sobre pilares cuadrangulares. A una cornisa caneada se superpone la segunda planta compuesta por balcones, entre pilastras, algunos transformados en ventanas. Las galerías se decoran con zócalos de azulejería y hornacinas pintadas al fresco en el siglo XVIII que contienen imágenes de diversos estilos y épocas.
En diferentes dependencias se encuentran un retrato de San Juan de la Cruz, del siglo XVII; imágenes policromadas de Santa Teresa y la Virgen del Rosario, del siglo XVII; un Ecce Homo del siglo XVIII; y la talla de la Dormición de la Virgen de 1759, situada en el coro bajo.
En la zona de cocinas hay un acceso al patio interior, con entrada por medio de arcos rebajados cerrados con cristales. El antiguo huerto, convertido hoy en jardín, tiene muros altos y acceso al exterior, a través de la calle Amarguillo, y posee dos pozos hoy en desuso. A la izquierda, una pequeña zona se ha habilitado con nichos.
El acceso a la segunda planta del convento se realiza mediante escaleras. La primera parte corresponde a la zona más cercana a la portería y el torno, donde se encuentra el mural de la Virgen del Carmen protegiendo bajo su manto a los santos carmelitas.
Destaca el locutorio, con techos de madera de dos vigas, con una pintura mural de dos ángeles velando a Cristo Crucificado, con un dosel arquitectónico falso, rocallas y decoración frutal. En esta zona aparecen varias hornacinas, hoy vacías, aunque con restos de decoración mural, y actualmente se utiliza como trastero.
La siguiente zona conserva los techos de madera originales de doble viga, así como los suelos de barro cocido rectangulares. La siguiente parte posee hornacinas, así como varias celdas.
Por medio de un arco se accede a la última parte de este tramo, donde se encuentran escaleras y celdas a los lados. En este sitio se sitúa el despacho de la Madre Superiora y, a través de un pasillo al que se accede mediante arco de medio punto, se encuentran dos estancias, donde se ubican la biblioteca y el archivo del convento. A continuación, se encuentra un rellano que da acceso al coro alto, en el que se conserva también una pila de mármol dentro de una hornacina, decorada con pinturas murales de ángeles en el interior.
El coro alto es un espacio rectangular cubierto con bóveda vaída, decorada con pinturas murales prácticamente en su totalidad. Posee dos nichos: en el primero se encuentra una imagen de bulto redondo de San Jorge; el segundo esta vacío, aunque se tiene constancia de que él se encontraba un busto relicario de Santa Teresa. En este lugar se situaban las novicias para la misa, separadas de la iglesia por medio de una reja de madera. En la parte superior de ésta, se encuentra una tabla del Calvario. Continuando por el pasillo, se encuentra la zona del noviciado. A la izquierda se accede a una azotea que conforma un espacio en forma de L. Esta zona del noviciado conserva igualmente pinturas murales, y tiene varias habitaciones actualmente reformadas. Seguidamente unos escalones conducen a una zona de tránsito, donde se sitúan una puertas que dan acceso a una reja, por donde las monjas que estaban enfermas podían asistir a la Eucaristía, ya que da acceso visual a la iglesia, concretamente a la zona alta del lateral del altar mayor.
Desde la concesión del señorío de Sanlúcar a Alonso Pérez de Guzmán el Bueno en 1297, los Guzmanes practicarían una activa labor de patronazgo religioso, atrayendo a numerosas comunidades religiosas a la villa: Franciscanos, Jerónimos, Agustinos, Dominicos, Mercedarios, Jesuitas y Carmelitas, etc., se instalan progresivamente en la ciudad, transformando humildes ermitas en imponentes edificios, que la transformaron en una auténtica ciudad convento.
Principal antepuerto de Sevilla en la Carrera de Indias servirá de residencia a los religiosos mientras esperan la salida de las flotas.
La desamortización, posteriormente, provocó la exclaustración de las comunidades religiosas masculinas y la desaparición de los conventos, transformados muchos de ellos en bodegas.
Como auténticos castillos interiores, los conventos de monjas se rodean de altos muros en los que únicamente la iglesia de una sola nave es el espacio de comunicación con la ciudad. La capilla es colocada paralela a la calle y con dos puertas gemelas de función procesional.
La iglesia inició su construcción en 1668. Los gastos se costearon con la herencia que Don Diego Riquelme dejó al convento, así como el mecenazgo de Don Diego de Olmedo y Ormasa, gobernador de Comayagua (que regresó a Sanlúcar en 1666), las dotes de diversas religiosas y otros donativos de distintos particulares.
Las obras no se terminaron hasta 1671. Terminada la construcción de la iglesia se hizo coincidir su dedicación con la beatificación de San Juan de la Cruz, el 20 de Octubre de 1675, con una serie de actos que culminaron con la celebración de una solemne procesión.
Dentro de los estilos arquitectónicos en los que se puede englobar el convento, principalmente destaca el estilo barroco tardío, de finales del siglo XVII. Fuentes documentales indican que se hizo una reforma en la segunda mitad del siglo XVIII, por lo que también es representativo el estilo rococó (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Los dieguinos se instalaron en la ermita de San Blas hasta que se concluyó el convento en 1684 y la iglesia en 1699. Tras la marcha de los frailes en 1835 se ubicó en el edificio el Hospital de la Misericordia. Durante un incendio sufrido en 1927 se perdió la cubrición de la nave del templo, aunque subsistió la bóveda, terminándose su reconstrucción en 1932. La planta de la iglesia es rectangular donde se inscribe una cruz latina, inscribiéndose entre los contrafuertes ocho capillas laterales que presentan accesos de medio punto entre pilastras y se cubren con bóvedas de arista. La nave, el presbiterio y los brazos del crucero están cubiertos con bóvedas de cañón con lunetos y en el crucero se alza una cúpula semiesférica con apilastrado radial, decorándose las pechinas con yeserías vegetales y pinturas. A los pies se sitúa el coro, en alto, destacando en su frente una pintura que representa a la Virgen albergando bajo su manto a santos de la orden franciscana, que se encuentra junto a otros santos como San Francisco y San Diego, todas del siglo XVIII. En 1932 se colocó el actual órgano.
La fachada principal está centrada por la portada de los pies, que se ordena en dos cuerpos. En el primero se abre un sencillo acceso adintelado, estando presidido el segundo por un enmarcamiento donde se inserta un paño de azulejos con la Virgen de la Milagrosa, titular del templo, a cuyos lados se abren ventanas adinteladas y molduradas que se coronan con frontones rectos y remates decorativos sobre pedestales, ubicándose en el centro el relieve de una cruz. En el extremo izquierdo, sobre el pretil superior de la fachada, se levanta una espadaña de planta angular y un solo cuerpo, abriéndose en cada lado un vano de medio punto entre pilastras.
El dorado retablo mayor es de la segunda mitad del siglo XVIII y estilo transicional entre el rococó y el neoclásico. Se resuelve en banco, elevado cuerpo central dividido en tres calles mediante grandes columnas de fuste estriado, y ático final. En el centro se venera una imagen de San José, situándose en las calles laterales imágenes policromadas de San Francisco y San Diego, en el cuerpo inferior y dos figuras de arcángeles en el ático, todas dieciochescas.
A ambos lados del altar mayor hay dos grandes lienzos del siglo XVIII donde se representa a los arcángeles San Miguel y San Rafael, situándose en las zonas superiores pinturas al fresco de época fundacional. También destacan dos pinturas medianas de la Dolorosa y un Descendimiento de finales del XVII. En los lados del crucero se ubican retablos de altar dorados del XVIII y estilo rococó, dedicados a San Francisco de Asís y San Pascual Bailón, del mismo siglo. Entre los retablos de las capillas sobresale el del Sagrario y su frontero dedicado a San Benito de Palermo, ambos del siglo XVIII. Al fondo de la iglesia existe un pequeño retablo de estípites que alberga un lienzo murillesco de la Inmaculada. En otros retablos se sitúan las imágenes contemporáneas de la hermandad de Jesús de la Oración en el Huerto y María de Gracia y Esperanza. Y sobre el muro de la nave hay un apostolado del XVIII. El hospital y sus dependencias, situado en el lateral izquierdo del templo y actualmente rehabilitado como Centro de Salud, se organizan en torno a un patio central con elevadas arquerías de medio punto sobre pilares ochavados, en su planta baja, y ventanales en la alta. Las galerías perimetrales se cubren con bóvedas de arista y arcos fajones (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
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