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domingo, 14 de enero de 2024

Los principales monumentos (Puerta de Jerez; Iglesia de San Mateo; y Estatua General Copóns) de la localidad de Tarifa (I), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Puerta de Jerez; Iglesia de San Mateo; y Estatua General Copóns) de la localidad de Tarifa (I), en la provincia de Cádiz.
     La estratégica situación geográfica de Tarifa en el Estrecho de Gibraltar ha marcado la existencia de una amplia secuencia cultural en su término. Los restos son abundantes, con algunos yacimientos de envergadura, como la necrópolis de los Algarbes, junto a la ensenada de Valdevaqueros, que ha sido excavada desde los años sesenta del siglo XX, conociéndose la ocupación durante el bronce inicial, como indican los once hipogeos excavados, romana y medieval. Igualmente es destacable el conjunto megalítico de la dehesa de Aciscar, junto a la laguna de la Janda, estudiado en 1916 por Henri Breuil.
     El casco histórico de Tarifa ha sido declarado Bien de Interés Cultural 2003, con el reconocimiento de su monumentalidad. No hay que olvidar, al margen de los edificios singulares, la vivienda, con una larga serie de tipos. Desde la casa de vecindad, estructurada mediante patios e incluso calles interiores, hasta el palacete burgués, que se organiza en plantas de acuerdo con el modelo gaditano, del que toma incluso la torre mirador. Quedan algunos testimonios de edificios blasonados (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     Tarifa es la ciudad más meridional de la Península ibérica. El núcleo principal de población se encuentra en la llamada Punta de Tarifa Estrecho de Gibraltar. Su término municipal limita con el de Algeciras al este, con Barbate y Vejer de la Frontera al oeste y con Medina Sidonia y Los Barrios al norte. Terreno de poca altitud y suave pendiente, al borde del mar, unido por un pequeño istmo a la Isla de las Palomas (militar), que se adentra en las aguas del Estrecho. 
     Urbanísticamente mantiene los parámetros de una trama histórica conservada desde su formación. La trama actual se encontraba ya formada durante el siglo XIV, observándose sobre ella pocas intervenciones que lejos de desvirtuar su valor lo incrementan. Surgen así calles estrechas, manzanas irregulares y plazuelas, todas propias de un urbanismo orgánico vinculado a necesidades de crecimiento y de comunicación que se plantean a medida que avanza el tiempo.
     La estructura urbana de Tarifa constituye en su sector tradicional, un ejemplo inmejorable de adaptación a las condiciones topográficas del asentamiento. El trazado de este sector refleja con gran fidelidad las curvas de nivel sobre las que se asienta la localidad. Esta adaptación al medio, unida al mantenimiento de unos criterios constructivos bastante homogéneos, propicia imágenes de notable interés. La rotundidad con la que aparece dibujada la silueta del conjunto desde el mar, vuelve a remarcar la capacidad que Tarifa presenta como hito paisajístico. 
     El primitivo asentamiento se sitúa sobre un pequeño promontorio de escasa altura, en el mismo borde del mar, mientras que el actual recinto amurallado se encontraba atravesado, casi en diagonal, por un pequeño arroyo. 
     El centro histórico de la ciudad se encuentra situado en el interior de las murallas medievales, de las que se conserva una parte importante, así como el Castillo de Guzmán el Bueno, situado en una de las partes más elevadas del Recinto, en el mismo borde del mar. Está formado por calles estrechas y casas encaladas de una o dos plantas con sus típicos balcones llenos de flores. En su interior se encuentran los monumentos más importantes de la población entre los que merecen especial mención el Castillo de Guzmán el Bueno y las iglesias de Santa María, San Francisco y San Mateo. 
     Se mantiene en esta zona el trazado medieval de la ciudad con estrechas calles sin ordenación urbanística alguna. La zona extramuros de Tarifa se comenzó a urbanizar a partir de los años 70, naciendo la Avenida de Andalucía como principal vía de la ciudad. Gran ocupación de suelo. Las manzanas están compactadas; estas se conforman apoyadas en un viario menudo e irregular, carente de espacios libres. Son manzanas irregulares de formas y tamaños variados.
     Se aprecian tres tipos de viviendas: Casa Solariega, vivienda culta de dos o tres plantas con patio; vivienda popular de dos plantas, en la zona de las murallas; tipologías modernas con mayores alturas. Parcelas medias en torno a 200-250 metros cuadrados. 
     El núcleo urbano de Tarifa se sitúa en el punto más meridional de la Península Ibérica. Se emplaza en una zona costera de poca altitud rodeada por el mar y unida a una pequeña isla mediante un estrecho istmo. De su posición se derivan algunas de sus más interesantes características. El origen del núcleo urbano de Tarifa se centra en dos accidentes geográficos fundamentales: Por un lado el pequeño promontorio que se levanta junto al mar donde se sitúa el castillo y por otro el río que lo bordeaba, actualmente desviado y que discurría por la actual calle Sancho IV El Bravo. Ambos delimitaban la extensión de la antigua medina. Posteriormente se produce una primera expansión extramuros de la medina, que abarcaría el arrabal islámico, situado en la orilla opuesta del río, y por último, tras la construcción de la cerca medieval de los siglos XIII y XIV, se produce la máxima expansión del casco histórico cuya extensión extramuros resulta relativamente reciente.
     Desde un punto de vista histórico su posición, junto con otros pueblos de la zona, en la frontera del reino nazarí de Granada, la señaló como puesto estratégico cuyo elemento esencial, el Castillo, favoreció la creación de un núcleo urbano que se desarrolló al amparo de aquél. La ciudad surge como punto estratégico avanzado de vigilancia costera. Existen indicios arqueológicos de ocupación en época púnico-fenicia, sobre el promontorio sur, así como indicios de una posible ubicación de la ciudad romana Julia Traducta, aunque no se inicia una evolución urbana clara e ininterrumpida hasta la invasión islámica. 
     La trama urbana se ha vinculado con el Castillo a través de la expansión de su recinto amurallado, creando un asentamiento que se revaloriza tanto por la gran riqueza de la propia trama urbana como por las tipologías edificatorias y los espacios intersticiales urbanos que se crean como consecuencia de la gran ocupación del recinto amurallado.
     Urbanísticamente mantiene los parámetros de una trama histórica conservada desde su formación. La trama actual se encontraba ya formada durante el siglo XIV, observándose sobre ella pocas intervenciones que lejos de desvirtuar su valor lo incrementan. Surgen así calles estrechas, manzanas irregulares y plazuelas, todas propias de un urbanismo orgánico vinculado a necesidades de crecimiento y de comunicación que se plantean a medida que avanza el tiempo.
     La arquitectura y sus valores constituyen un elemento importante a considerar, destacando el conjunto de las Murallas, el Castillo de Guzmán el Bueno, la Iglesia Mayor de San Mateo, la Puerta de Jerez, la Iglesia de San Francisco, la Capilla del Asilo de San José y otros inmuebles de interés (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).        
     La gran capital europea del windsurf, ciudad histórica y marinera, la más meridional de España, mira a África a través del Estrecho de Gibraltar desde la punta de su nombre, en la falda de la sierra del Cabrito.
Historia
     Las pinturas de los más de cincuenta cuevas y abrigos encontrados hasta hoy, entre otros restos arqueológicos, prueban el poblamiento del término municipal desde el Paleolítico Superior, es decir, hace más de 20.000 años.
     En tiempos más modernos, poblaciones íberas, fenicias, griegas y cartagineses encontraron aquí un hábitat privilegiado. Los romanos, que poblaron buena parte del litoral, fundaron la ciudad de Julia Traducia, origen de la actual, en el siglo I de nuestra era. El nombre de Tarifa procede de los musulmanes y, más concretamente, del caudillo bereber Tarif inb Malluk, quien la conquistó en el año 710. En el 711 desembarcó en sus playas Tarik ben Zeyad con el propósito de llevar a cabo la conquista de España.
     En 1292, tras 561 años de pertenencia al Islam, Sancho IV el Bravo conquistó Tarifa para los cristianos, confiando su defensa a Alonso Pérez de Guzmán, quien, dos años más tarde, cercada la ciudad por los musulmanes, prefirió que estos degollaran a su propio hijo, al que habían capturado, antes que ceder la plaza, hecho entre histórico y legendario que le valió, no obstante, el apelativo de El Bueno. En 1340, tras la batalla del Salado en la que Alfonso XI infringió una severa derrota a los agarenos, la ciudad entró en un dila­tado periodo de tranquilidad, roto sólo por la aparición de algún pirata berberisco o, durante la guerra de la Independencia, por el intento de cerco llevado a cabo por el mariscal Soult.
     Durante mucho tiempo, las actividades principales de Tarifa se centraban en la agricultura, la ganadería y la pesca. Hoy son mucho más importantes la producción de energía eólica renovable y, sobre todo, el turismo.
Gastronomía
     Aunque los productos del campo, incluida la caza, no faltan en la mesa tarifeña, su cocina está protagonizada casi exclusiva­ mente por los pescados y mariscos que se pescan en sus costas.
     Platos tradicionales, en muchos de los cuales se detecta aún la presencia musulmana de su origen, son la urta a la tarifeña, la moruna de caballa, las sardinas a la moruna, el atún mechado, la berza de tagarninas y los caracoles con tomate. Entre los postres, la cajilla de pastas de almendras y los huesos de santo.
Fiestas
     El Carnaval, en febrero, es al día de hoy una de las celebraciones con mayor participación popular.
     La Semana Santa tiene interés tanto por la valía de las imágenes como por el sinuoso trazado que éstas se ven obligadas a recorrer.
     La noche de San Juan, 23 de junio, se encienden grandes hogueras en la playa y la gente canta y danza a su alrededor.
     El 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, tiene lugar una alegre y vistosa procesión marinera.
     En octubre se celebra la Feria del Ganado, en la que son protagonistas principales el caballo y el vacuno retinto. Pero la fiesta por antonomasia de Tarifa es la Real Feria, a primeros de septiembre, en la que participa absolutamente todo el pueblo junto a una enorme cantidad de visitantes y residentes.
Visita
La ciudad
     Tarifa ha crecido mucho en los últimos años. La antigua travesía de la ciudad es hoy la calle Batalla del Salado, una espléndida vía, con una enorme variedad de tiendas en las que puede encontrarse absolutamente de todo y que constituye el eje principal del importante comercio tarifeño. La ciudad conserva un interesante casco histórico que merece una detenida visita.
     Llegando desde Cádiz, la citada calle Batalla del Salado, en cuyos inicios debe dejarse el coche, lleva hasta la monumental puerta de Jerez, acceso a la villa histórica, que conserva buena parte de sus murallas. A la derecha de esta puerta, lindando por la avenida de Andalucía, se alcanza enseguida el paseo de la Alameda, un amplio espacio abierto, con abundancia de bares y restaurantes con terrazas, en el que se encuentra el mercado de abastos.
     Al final de este paseo, la calle Alcalde Núñez, a la derecha, lleva hasta la isla de las Palomas, la punta más meridional de Europa y un buen mirador sobre el Atlántico y las costas de África. Antes de llegar a ella está el castillo de Santa Catalina, cuyo origen se remonta al siglo XVI, cuando se construyó una ermita dedicada a Santa Catalina en un montículo que la subida de las mareas convertía en una isla. En 1812, durante la guerra de la Independencia, los ingleses iniciaron una fortificación del lugar que no llegaron a concluir. El castillo actual se construyó en 1932 en estilo neorrenacentista con el propósito de instalar un telégrafo óptico para controlar el paso de los buques por el Estrecho. Este telégrafo se colocó por fin en 1972 y estuvo funcionando hasta el año 2000, en que el castillo pasó a poder del Ayuntamiento que, en la actualidad, está procediendo a su restauración. Los bunkers que se ven a su alrededor fueron levantados por presos políticos republicanos al estallar la segunda guerra mundial, en previsión de una posi­ble invasión extranjera.
     Frente al paseo de la Alameda se encuentra el puerto y, a la izquierda, pasada la plaza de Pedro Alfonso, el castillo de Guzmán el Bueno, formidable bastión de cantería en un perfecto estado de conservación. Las olas del mar baten sus altos muros, rematados en almenas piramidales. Fue construido por orden de Abd al­ Rahmán III en el año 960, probablemente sobre los cimientos de una fortaleza fenicia que, más tarde, fue romana. Tiene planta de trapecio y cuenta con cuatro lienzos de muralla y 15 torres, levantados a soga y tizón, aparejo característico califal que ha sido cambiado en algunas zonas con motivo de sucesivas reparaciones. La del Homenaje, denominada de la Veleta, es una torre albarrana, esto es, separada del resto de la edificación y unida a ella por un pasaje. Fue levantada con posterioridad a la conquista cristiana.
     La muralla prosigue bordeando el casco histórico hasta alcanzar la puerta de Jerez, en un recorrido irregular que sigue las calles de Jesús, María de Molina, en cuyo extremo se encuentra la puerta del Retiro, Calzadilla Téllez y Amador de los Ríos.
     Desde la plaza de Pedro Alfonso, la calle Santísima Trinidad lleva hasta la iglesia de San Francisco, en la placita del Ángel. Este templo fue construido en el siglo XVI en el solar de unas bodegas cedidas por el primer Marqués de Tarifa. Aunque las edi­ficaciones ciegan parte de la fachada, aún puede apreciarse su singularidad. El edificio actual data de finales del siglo XVIII, momento en que fue necesario rehacer el anterior. La fachada, blanca de cal, se articula sobre el eje de la torre campanario, alzada sobre la portada. Muestra ésta un arco muy rebajado, festoneado con una alambicada orla que recuerda el cíngulo del hábito franciscano. La torre es de base cuadrada y se encuentra rematada por el campanario, en cuyas cuatro caras se abren vanos de medio punto enmarcados por pilastras para alojar las campanas.
     El interior tiene planta de salón y tres naves separadas por arcos formeros de medio punto sobre pilares cuadrados, la central cubierta con bóveda de cañón y las laterales con tribuna. En el presbiterio se distribuye la sillería del coro, del siglo XIX, alrededor de un baldaquino del mismo siglo en el que se encuentra la Vir­gen de la Concepción, una preciosa talla del siglo XVI, obra de Hernando de Uceda. Otra talla de gran mérito que guarda esta iglesia es el Cristo del Consuelo, un crucificado de sobrecogedor aspecto que, según la leyenda, fue traído por el mar hasta Tarifa, aunque la realidad es que se trata de una imagen de factura sevillana, probablemente de Juan Bautista Vázquez, El Viejo, quien debió tallarla hacia 1537.
     La calle San Francisco lleva hasta Sancho IV El Bravo, que muere ante la fachada principal de la iglesia de San Mateo. Se trata de un templo de grandes dimensiones levantado durante la pri­mera mitad del siglo XVI en estilo gótico sobre una antigua mezquita, aunque sufrió una importante intervención en el siglo XVIII para reparar los daños causados por el terremoto de Lisboa de 1755. De esta época es la fachada principal, un elemento de carácter barroco que no da ni mucho menos idea de la magnitud del interior. Este tiene planta de cruz latina con tres naves separadas por arcos ojivales que descansan sobre pilares fasciculados con capiteles de cardo. Las mag­níficas bóvedas son de terceletes en el crucero y de estrella en las naves, ambas con delicadas nervaduras. La disposición actual de la capilla mayor data del siglo XIX. En ese momento se instaló un baldaquino y una sillería de coro sobre la que figuran dos lienzos que pertenecieron al antiguo retablo, ambos de Juan Gómez: La Adoración de los Reyes y el Nacimiento. Un retablo importante es el del Dulce Nombre de Jesús, situado en la nave del evangelio. Su construcción data del siglo XVI y es de factura sevillana. Se compone de banco, dos cuerpos divididos en tres calles por columnas corintias estriadas y ático. En una hornacina del cuerpo inferior se encuentra la imagen de San Mateo, obra de Juan Montañés Dorador, de 1607, flanqueada por los cuadros de la Huida a Egipto y la Circuncisión. En el segundo cuerpo aparece un San Cristóbal en relieve y a un lado y a otro dos nuevas pinturas: Cristo entre los doctores y El Bautismo de Cristo. En el ático hay un relieve de la Trinidad. En la sacristía, en un cáliz con vaso de cristal, se conservan las reliquias de San Hiscio, patrón de la ciudad, traídas del Sacromonte granadino en 1620.
Las playas
     El desarrollo del turismo tarifeño, sin embargo, se debe de manera fundamental a sus playas, con el bravo oleaje del mar y la presencia prácticamente cons­tante del viento que constituyen el marco idóneo para la práctica no sólo del windsurf, sino de una amplia gama de deportes marítimos, condiciones naturales que han convertido a Tarifa en sede del Cam­peonato Mundial de Windsurf. En el mismo pueblo se encuentra la denominada Playa Chica, entre el puerto y la isla de las Palomas.
     Avanzando hacia poniente, sigue a con­tinuación la de los Lances, declarada Paraje Natural, con sus siete kilómetros de arena fina y dorada, en la que se dan cita surferos de todo el mundo. En esta playa se encuentra la Reserva Ornitológica de los Lances, en la que llegan a congregarse hasta 178 especies de aves migratorias que aquí toman fuerzas para cruzar el Estrecho de Gibraltar.
     A la de los Lances sigue la playa de Valdevaqueros, con una extensión de cinco kilómetros y medio, delicia de windsur­fistas por la fuerza de las olas y del viento y en la que sobresalen las formaciones de dunas. Más allá de Valdevaqueros y prácticamente sin solución de continuidad siguen aún las playas de Punta Paloma, Bolonia, Cañuela, Alemanes y Atlanterra. El turismo tarifeño, especialmente en los Lances y Valdevaqueros, ha sido hasta ahora sumamente respetuoso con el medio. No se encuentran aquí las grandes cons­trucciones de hormigón que ahogan el paisaje. Por el contrario, la mayor parte de los alojamientos se encuentra en hoteles retirados de la playa y deliciosamente camuflados en las ondulaciones del terreno, de modo que apenas llegan a percibirse incluso desde la carretera en cuyas proximidades se alzan (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).  

    Vieja ciudad marinera, la más meridional de la península, que mira a África a través del estrecho de Gibraltar, desde la punta de su nombre en la falda del Cabrito.
Historia
     El enclave estuvo poblado desde el Paleolítico Superior, habiendo sido hábitat de poblaciones iberas, fenicias, cartaginesas y romanas. De la época de los romanos data la ciudad de Julia Traducta, origen de la actual, fundada en el siglo I de nuestra era. En el año 711 tuvo lugar el desembarco de Tarik ben Zeyad, caudillo bereber que había sido encargado de la conquista de España. Un año antes había conquistado la ciudad el bereber Tarif ibn Malluk, del cual recibe su nombre actual.
     En 1292, Sancho IV el Bravo la conquistó para los cristianos y confió su defensa a Alonso Pérez de Guzmán. Dos años más tarde los árabes cercaron la plaza y Pérez de Guzmán, que a partir de entonces sería llamado "el Bueno", prefirió que los sitiadores degollaran a su propio hijo, al que habían capturado, antes que entregársela. En 1340 se produjo en su proximidades la batalla del Salado, en la que Alfonso XI infrigió una grave derrota a las tropas musul­manas. A partir de esta fecha, salvo el intento de cerco llevado a cabo por el general Soult, la ciudad apenas conoce más sobresaltos que los que de tarde en tarde se producen por la violencia del mar.
Fiestas
     Es interesante la Semana Santa y muy atractivas las fiestas de la Virgen de la Luz, a primeros de septiembre, durante las cuales y en las casetas instaladas en el paseo marítimo se baila la danza típica del chacarrá.
Visita
      El principal atractivo de la ciudad son sus playas aptas para la práctica del windsurfing, gracias a los fueres vientos y a las suaves corrientes marinas que cruzan la zona. La ciudad ha conservado a través de los siglos la impronta árabe de los tiempos de la conquista musulmana. Es muy agradable pasear por sus calles y callejuelas, donde aparecen continuamente bellos rincones, como la puerta de Jerez o la plaza de Santa María, en la que se levanta el Ayuntamiento.
     Cerca del puerto se localiza el famoso cas­illo de Guzmán el Bueno, del año 960, aunque se sospecha que bajo él pueden encontrarse los cimientos de una fortaleza fenicia y posteriormente romana. Dentro de la alcazaba se sitúa la iglesia de Santa María, construida sobre una mezquita.
     Al fondo de la calle Sancho IV se alza la iglesia de San Mateo, interesante edificio gótico ojival que muestra una bella por­tada clásica de orden jónico. En su interior se guardan las imágenes del Cristo de la Salud y de la Virgen del Sol, ambas del siglo XVII (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005). 

Puerta de Jerez
     La Puerta de Jerez es uno de los monumentos más emblemáticos  de la ciudad. Es la puerta del  último recinto amurallado que fue construido en el siglo XIII, quizás bajo el dominio de los meriníes norteafricanos, que hicieron de Tarifa su principal puerto.
     Se trata de una puerta intercalada entre dos torres cuadradas con acceso recto. Está formada por tres arcos consecutivos. El primero es de tendencia ojival, en piedra arenisca. Tras él se abre una bóveda de cañón que está separada de la puerta por una posible acanaladura de un rastrillo. Luego se encuentra el primer arco de herradura y a continuación una bóveda de tendencia esquifada, que abre paso al tercer arco que es también de herradura, abierto hacia la población.
     En el año 2000 fue restaurada, habilitándose un espacio para la colocación del retablo “El Cristo de Los Vientos” obra del artista tarifeño Guillermo Pérez Villalta.
     El escudo situado en la parte superior de la puerta acompaña a la leyenda que recuerda la toma de la ciudad por Sancho IV el Bravo en 1292,  “MUY NOBLE, MUY LEAL Y HEROICA CIUDAD DE TARIFA” (Ayuntamiento de Tarifa).

Iglesia de San Mateo
     Este templo gótico, de proporciones monumentales e importantes modificaciones realizadas durante el siglo XVIII, se levantó sobre una mezquita musulmana en cumplimiento del testamento de Francisco Enríquez de Ribera, Adelantado Mayor de Andalucía. La construcción tuvo lugar durante la primera mitad del siglo XVI, es decir, en tiempos de su hermano y sucesor Fadrique Enríquez de Ribera, I Marqués de Tarifa. Según algunas fuentes, el pleito que enfrentó al municipio con la casa señorial dio lugar a que la iglesia quedara inacabada, pero también es cierto que la intervención dieciochesca, especialmente en la torre y la fachada, estaría obligada por los desperfectos ocasionados por el terremoto de Lisboa en 1755. En lo que quedaba de siglo se terminó la fachada, que una inscripción atribuye a un desconocido Carlos Hermida, en 1778, se proyectaron otras obras que, según un informe de José Echamorro en 1787, no pudieron materializarse por falta de fondos y dieron lugar al gran deterioro que apreciaba en 1792 el ingenie­ro Tomás Muñoz.
     El hastial de los pies se ha atribuido con fundamento a Torcuato Cayón. Rompe con la planitud del resto de la fábrica, introduciéndose en una concavidad que anima el muro y cuyo remate en sinuoso perfil es muy del gusto del arquitecto gaditano.
     La planta es de cruz latina y presenta tres naves con una gran capilla mayor flanqueada por otras dos que abren al transepto. Los pilares son fasciculados con capitel de cardina, entre los que danzan arcos apuntados. Para las monumentales cubiertas se usaron bóvedas estrelladas sobre las naves y de terceletes en el crucero.
     La capilla mayor fue remodelada a fines del XIX, de acuerdo a un criterio estético que estuvo muy extendido, la sustitución del retablo mayor por un baldaquino y una sillería de coro. Aquél había sido realizado a principios del siglo XVII por el arquitecto Diego de Castillejo y el pintor Juan Gómez, y cuando quedó desmembrado al­gunas piezas se repartieron por el templo. En el muro del altar mayor cuelgan dos de los lienzos que formaron parte del conjunto; representan el Nacimiento y la Adoración de los Reyes Magos.
     En las capillas del transepto se colocaron sendos retablos neogóticos, sin mayor interés. Pero en la nave del Evangelio se sitúa el retablo del Dulce Nombre de Jesús, obra sevillana de fines del siglo XVI, compuesto de banco y sotabanco, dos cuerpos con tres calles separados por colum­nas corintias, y ático. En el banco hay dos tablas pintadas con la Anunciación y el Nacimiento de Jesús. En el primer cuerpo se encuentra la escultura de San Mateo, que encargó la hermandad a Juan Montañés Dorador (1607), flanqueada por los lienzos de la Circuncisión y la Huida a Egip­to. En el segundo cuerpo un San Cristóbal de bajorrelieve y a sus lados las pinturas de Cristo en­tre los Doctores y El Bautismo de Cristo. Y en el remate se sitúa la Trinidad. Los dos medallones con símbolos trinitarios podrían estar aludiendo al origen del retablo, la desaparecida iglesia de dicha orden en la población. En esta misma nave se aloja el retablo de Jesús en la Oración del Huerto, proveniente de la iglesia de Santia­go, donde ocupó el altar mayor. Entre columnas salomónicas se sitúa la imagen titular y en el ático un relieve de la Anunciación, que estuvo en la iglesia de Santa María.
     La Sacristía se abre junto al testero de la nave de la Epístola, habiéndose reutilizado la antigua Sala Capitular de la Hermandad de San Pedro, que había sido construida entre 1760 y 1774. Destacan en ella el revestimiento de jaspe negro de Lucena cortado por el maestro Juan del Pino y la bella cajonería de caoba del siglo XVIII. En el muro derecho está situada la capilla del Sagrario, obra de 1899 cuando se adaptó una vieja fábrica dieciochesca que había servido de pan­teón a la Hermandad de San Pedro y que podría coincidir con la ermita de la misma advocación previa a la fundación en el lugar del templo gótico. Es de planta circular cubierta con cúpula, y presenta tres exedras; en la central y mayor hay un templete neogótico, construido tras la reforma y que alberga un sagrario de plata. Con el mismo sentido estético fue decorada la capilla, otorgándosele el pintoresco aspecto que presenta. El Calvario que remata la puerta procede del ático que coronaba el desaparecido retablo mayor de la iglesia.
     En el altar contiguo se ubica un retablo que está compuesto por columnas corintias que sostiene un entablamento también clásico. Son también restos del desmembrado retablo mayor y hoy sirve de marco a las imágenes de la cofradía del Santísimo Cristo de la Salud, un bello cruci­ficado barroco que ha sido atribuido indistintamente a Mena y Martínez Montañés, y la Virgen de los Dolores, imagen de candelero de fines del siglo XIX. En este altar estuvieron expuestas las reliquias de San Hiscio, Santa Liberta y Santa Rosalía.
     La Virgen del Sol, muy venerada en la ciudad de Tarifa durante años, que incluso rivalizó con la Virgen de la Luz, que fue patrona de los mari­neros y que tenía su sede en su propia ermita, en el Huerto del Sol. Tiene corona marcada por el platero gaditano M. Díaz, en 1778.
     Sobre el muro de los pies se encuentran las representaciones de los doctores de la Iglesia pintadas sobre tablas que pertenecieron asimismo al desaparecido retablo mayor y fueron pintadas por Juan Gómez. En el coro se encuentra un órgano que fue construido 1762 y reparado en 1877 por Alfredo Llanlare. El cancel es obra de 1804, realizada por el italiano Juan Escorcia, en parte con madera de caoba enviada desde el puerto mexicano de Veracruz.
     La orfebrería de esta parroquia es excepcional, destacando el cáliz gótico realizado en un taller mallorquín a fines del siglo XIV. Es de plata dorada con esmaltes, base polilobulada con me­dallones esmaltados con las figuras de Cristo, la Virgen con el Niño y dos santos religiosos, y nudo de seis clavos prismáticos. Pero también merecen señalarse el cáliz de esmaltes del siglo XVIII y otro con decoración de rocallas marcado por el cordobés Santacruz y Zaldúa, entre 1759 y 1777. De Antonio Ruiz de León, platero cordobés, es el neoclásico de 1816 que se ornamenta con palmetas y estampación troquelada. Una custodia de 1788 está marcada por M. Díaz, el mismo platero que pudo haber hecho en 1792, para la misma iglesia, varios atriles y blandones ya desaparecidos. En el siglo XVII fue realizado el palio de oro con esmaltes de colores, mientras que el relicario de San Hiscio, patrón de Tarifa, cuyos restos fueron traídos desde el Sacromonte granadino en 1620, adopta la forma de una custodia de pie neogótica con un ostensorio antropomorfo (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     Se trata de un templo de planta de cruz latina, con tres naves, crucero y cabecera plana. La nave mayor consta de cuatro tramos y se separa de las laterales por medio de pilares que sustentan arcos apuntados. Las cubiertas son de crucería con decoración estrellada. Los vanos son apuntados conservando algunos las tracerías originales. A ambos lados de la Capilla Mayor se disponen sendas capillas de planta cuadrada, cubiertas por bóveda de aristas. En el lateral izquierdo del crucero se sitúa la Capilla Sacramental, de planta cuadrada cubierta por bóveda semiesférica sobre pechinas.
     Al exterior la fachada principal se articula mediante pilastras, rematándose con perfil mixtilíneo. La portada consta de dos cuerpos sustentados por columnas compuestas y decorada con baquetón mixtilíneo. La torre se eleva en un extremo y es de planta cuadrada. El cuerpo de campanas se articula mediante pilastras toscanas pareadas, entre las que se abren vanos rematados en medio punto. Se cubre por cúpula semiesférica.
     La obra general de la Iglesia es de la primera mitad del siglo XVI, siguiendo las características del gótico tardío. A esta etapa responde actualmente el interior. Tanto la torre como la fachada principal y capilla del Sagrario son obras de mediados del siglo XVIII, de formas tardo barrocas (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Estatua General Copons
     El monumento escultórico a la figura del General Copóns que al mando de las tropas españolas e inglesas que defendían Tarifa, consiguió proteger el asedio de una manera heroica está ubicado en la Puerta del Retiro, en la plaza o rellano generado por la confluencia de las calles Calzadilla de Téllez, General Copóns y Asedio e Independencia. Un espacio clave en la ordenación de espacio urbano de Tarifa. El diseño del pedestal es un elemento más del entorno en armonía con éste. El pedestal de base cuadrangular con una altura de dos metros sostiene una escultura en bronce de 2,80 metros. El pedestal está realizado en un tabicado de ladrillo que sirve de encofrado puesto que el interior está relleno de hormigón con varias rizadas de acero que emergen desde la zapata de reparto de hormigón que sustenta todo el conjunto. Esta estructura está formada por placas de 20 mm. de granito abujardado (textura picada) en tono gris medio con unas sencillas molduras y un plinto en su parte inferior. El granito tratado con bujarda sugiere fortaleza ancestral.
     El hecho de usar estas proporciones obedece a un criterio de equilibrio compositivo para lograr la integración de la escultura en el paisaje urbano. Por todo ello, el pedestal debe tener menor altura que la escultura. La pieza de bronce debe a su vez ser tratada con un criterio monumental aplicándole desproporciones intencionadas según las cuales los elementos que quedan más altos, conforme se van elevando hay que alargarlos en una proporción no superior al 8% pero que de este modo la anamorfosis corrija el efecto óptico que hace que los objetos que se alejan de nosotros se vean progresivamente más pequeños. De esta forma, el monumento da siempre sensación de proporción natural y equilibrio compositivo teniendo en cuenta los desniveles generados entre la calle Calzadilla de Téllez y las otras tres confluyentes de tal modo que si accedemos a la plaza desde Asedio o Copóns jamás dará la impresión de pequeñez y desde Calzadilla al ver la escultura desde una posición dominante no resulte ridícula.
     El monumento se ha levantado por acuerdo de unanimidad de la Comisión Municipal del Bicentenario del Sitio de Tarifa. El proyecto aceptado para el monumento fue el del escultor Alberto Germán Franco que presentó un boceto de 40 cm realizado en plastilina que representa al general Copóns según el presidente de la Comisión Juan Antonio Patrón Sandoval, ataviado a la usanza militar de la época con uniforme de mariscal de campo que reproduce al detalle la casaca, el fajín, el sombrero, las botonaduras, los bordados de los entorchados, el sable y otros detalles. En la Memoria del proyecto se indica que la escultura se realizará en barro sobre estructura metálica y una vez terminada y vaciada será fundida en bronce. La figura tendrá una altura entre 2,8 y 3 metros. La obra representa al General Copóns en el momento en que ha leído la carta de intimidación recibida del General Leval, jefe de las tropas francesas que en diciembre de 1811 asediaron Tarifa. Copóns sostiene en sus manos la carta que le conmina a rendir la plaza de Tarifa. El escultor se detiene en el momento de reflexión en el que el mariscal emplaza a las tropas napoleónicas a la brecha cercana del Retiro para seguir hablando de la capitulación. Dicho momento ha sido finalmente resuelto por el escultor gracias al contraposto que le permite apoyar el cuerpo sobre la pierna izquierda y dejar la derecha en vanguardia. Capta de esta forma el momento en que el general alejando de sí la carta, aprehende la empuñadura del sable con decisión.
     Con gesto altivo y una mirada llena de estupefacción y enojo, el general centra su atención en el horizonte, extramuros, donde se hallan las tropas enemigas. Se trata de un retrato historicista y fiel a la persona de Copóns inspirado en dos retratos del general uno inédito y otro tomado de un conocido grabado familiar que ha servido para recrear sus facciones. La expresión del momento da a la figura una palpitante vitalidad. El militar viste uniforme de mariscal de campo de la época; indumentaria que respeta de forma escrupulosa los bordados de los entorchados, las botonaduras, la casaca, el fajín, el sable y el sombrero evitando cualquier tipo de anacronismo simbólico o formal. 
     Es una escultura monumental de gran simbolismo pues el contraposto natural representa la humildad de un pueblo y su corta guarnición que simplemente pretende hacerse fuerte en sus convicciones y de cuyas raíces históricas brota su propia idiosincrasia y compromiso para con sus ancestros y su propio devenir histórico. De estas virtudes emerge una mirada casi lacerante, un sentimiento de indignación al verse subestimado por el vilipendio de la carta del general francés. Es una figura gallarda entre humilde y heroica pero nunca arrogante. El escultor ha tratado de lograr que Copóns sea una persona correcta y respetuosa con el adversario pero nunca próxima a lo abyecto conforme a la disciplina castrense de la época. Ha intentado traducir la heroicidad de una ciudad que con murallas medievales desafió a la artillería napoleónica. El proyecto hoy feliz realidad ha intentado recoger los sentimientos de un pueblo honrando su historia y llevando sus sensaciones al bronce. Una escultura en disposición vertical para no entorpecer la correcta ordenación del tráfico y con una altura similar a la de la muralla de entonces (Hespérides).

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