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domingo, 7 de enero de 2024

Los principales monumentos (Iglesia de Santo Domingo; Iglesia de San Nicolás; Iglesia de San Francisco; Plaza de Toros; Zona Costera: Colegio de los Maristas; antiguas Casas de Veraneantes; y Convento de Capuchinos) de la localidad de Sanlúcar de Barrameda (V), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santo Domingo; Iglesia de San Nicolás; Iglesia de San Francisco; Plaza de Toros; Zona Costera: Colegio de los Maristas; antiguas Casas de Veraneantes; y Convento de Capuchinos) de la localidad de Sanlúcar de Barrameda (V), en la provincia de Cádiz.



Parroquia de Santo Domingo
     Patrocinado por los Duques de Medina Sidonia el antiguo convento fue finalizado en 1548. La edificación del templo, realizada totalmente en sillería, es de estilo renacentista y estuvo dirigi­da, entre 1564 y 1570, por Francisco Rodríguez Cumplido y Francisco de Carona, según las trazas de Hernán Ruiz II.
     En la única nave, de planta rectangular, se inscribe una cruz latina, insertándose entre sus contrafuertes seis capillas conectadas entre sí. Estas capillas se enmarcan con pilastras de orden jónico y se cubren con bóvedas vaídas. En el crucero se alza una cúpula semiesférica acasetonada, que apea sobre tambor poligonal y, a su vez, sobre arcos torales mediante sistema de trompas aveneradas. La cabecera plana se cubre con bóveda de cañón acasetonada. En las bóvedas de los brazos del crucero aparecen dibujos geométricos de inspiración serliana. Cada uno de los tres tramos de la nave se cubre mediante bóveda vaída entre arcos fajones. La rebajada bóveda del sotocoro ofrece una decoración acasetonada con rosetones y escudos de la casa de Niebla, situándose en las enjutas del arco frontal relieves con la Defensa de Tarifa por Guzmán el Bueno.
     El exterior del edificio se encuentra coronado por un antepecho de piedra calada con clásicos jarrones sobre pedestales, que confieren al templo un aspecto fortificado. La portada del compás, finalizada en el año 1606, es obra de Cristó­bal de Rojas con influencias de Hernán Ruiz II. Se configura mediante arco de medio punto dovelado, que está flanqueado por pilastras almohadilladas y coronado por un frontón trapezoidal en cuyo tímpano se sitúa el escudo dominico, coronándose con tres remates piramidales sobre cuatro esferas de inspiración herreriana. En la fachada de los pies se siguen semejantes parámetros. Se organiza mediante un acceso con arco de medio punto flanqueado con pilastras almohadi­lladas, coronándose con un frontón recto y roto que alberga un relieve alusivo a Santo Domingo, a cuyos lados se hallan escudos ducales y domi­nicos, completándose el conjunto con un gran vano circular.
     La torre recuerda la arquitectura militar de la época. De planta cuadrangular, sobre la caña de base se sitúa una pétrea espadaña con dos ar­cos dovelados de medio punto, que albergan dos campanas superpuestas en cada vano, reposando sobre ésta una espadañita superior. A su lado se ubica una torrecilla circular abovedada con vanos que evocan las saetías militares.
     El retablo mayor, obra de Pedro de Asencio de 1761 y estilo rococó, se estructura mediante columnas en banco, un cuerpo con tres calles y amplio ático superior, todo decorado con tarjas y rocallas. En camarín central alberga una figura del Sagrado Corazón, sobre el que se ubica una hornacina con pequeña imagen de la Inmaculada del siglo XVIII. En las calles laterales apare­cen las imágenes de San Francisco, del siglo XVII y Santo Domingo, que es obra de Miguel Adán, del siglo XVI, procedente del antiguo retablo mayor. Adosados a los muros laterales del altar mayor aparecen retablos-sepulcros de arcosolio de los Condes de Niebla, ejecutados en madera jaspeada y yeso por Francisco de la Gándara y Martín Christián en 1606, que al parecer sustituyeron a otros más antiguos de alabastro. En ellos se sitúan esculturas de los Condes y sus hijos en actitud orante.
     En el lado derecho del crucero se sitúa la capilla de la Virgen del Rosario, que se encuen­tra pintada al fresco, aunque en mal estado de conservación. En su retablo salomónico, dorado en 1773, se ubica una imagen de la Virgen del Rosario del siglo XVII, llamada popularmente «La Galeona». Debajo se sitúa un pequeño cru­ciftjo de marfil hispano-filipino. En el lado fron­tero del crucero se encuentra la capilla del Dulce Nombre, presidida por un retablo dorado de la segunda mitad del siglo XVIII, que está centrado por una talla del Niño Jesús del siglo XVII. La primera capilla del lado del evangelio está dedicada a Santo Domingo, cuya imagen de vestir es del siglo XVII. Le sigue la capilla de la Anunciación con retablo del siglo XVI, al que falta el banco, el cual está estructurado mediante columnas jónicas de fuste estriado por un cuerpo con tres calles y un ático con relieve de Dios Padre y se halla centrado centrado por un relieve de la Anunciación. A ambos lados se sitúan dos lienzos de Santo Domingo y Santo Tomás de Aquino, del mismo siglo. En el lado de la epístola destaca la capilla del protobarroco Cristo de los Milagros, cuya imagen fue realizada por Miguel Adán en el siglo XVI y se alzaba en el ático del antiguo retablo mayor. Junto a la Virgen de las Penas, del siglo XVIII y atribuida a Juan de Astorga, son titulares de la hermandad de su nombre. En la última capilla de este lado, dedicada a la Virgen del Perpetuo Socorro, del siglo XVIII, se en­cuentra el retablo-tabernáculo de Santo Tomás de Aquino, del siglo XVI, estructurado mediante columnas de fuste estriado y pilastras en los ex­tremos.
     Entre las obras que contiene el templo destaca un Jesús atado a la Columna, probable obra de Miguel Adán del XVI; el frontal de plata del altar mayor, del siglo XVII; una pequeña pintura sobre tabla con la Virgen y el Niño, de finales del XV o principios del XVI y estilo hispano-flamenco; una Sagrada Familia del siglo XVII de escue­la italiana; la Virgen de la Ternura, del siglo XVI, de escuela cuzqueña; y un Descendimiento de fi­nales del siglo XVI o principios del XVII. Tras la desamortización, el convento se convirtió en bodegas. Integrados en el conjunto bodeguero de Herederos de Argüeso se conservan algunas portadas y un alfarje plano de madera policro­mada con motivos serlianos de punta de diaman­te, perteneciente a la sacristía del siglo XVI (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     El templo, a no dudar el edificio de mas categoría arquitectónica de la ciudad y de la comarca, fue realizado entre los años 1558 y 1570 bajo el patronazgo de Juan Claros de Guzmán, Conde de Niebla y su esposa, Leonor Manríquez de Sotomayor y Zúñiga, cuyos mausoleos, de factura escurialense, ocupan los muros guarderos del testero. Las trazas fueron dadas por el Arq. Diocesano Hernán Hernán Ruiz II, corriendo la ejecución material de las obras por cuenta del maestro marmolero Francisco de Carona, siendo rematadas las mismas por el maestro mayor del Ducado, Francisco Rodríguez. La portada que cierra el compás, obras posterior, siendo realizada entre los años 1596 y 1606 según trazas serliescas del ingeniero militar Cristóbal de Rojas. El templo, labrado íntegramente con cantería arenisca miocénica, ofrece planta Jesuítica de cajón, con nave central de tres tramos, coro alto en el primer tramo, capillas laterales entre contrafuertes con dependencias superiores, insinuación de crucero y cabecera plana. La nave central desarrolla un orden de semicolumnas corintias compuesta sobre podios y arcos perpiaños de medio punto. En ella y en las capillas Laterales se voltean bóvedas vaídas decoradas con motivos diversos: luquetes, lóbulos tangenciales, etc. En las capillas colaterales del transepto y el presbiterio se voltean cañones acasetonados italianizantes, cubriéndole el crucero con media naranja y linterna apeadas en cimborrio poligonal, trompas aveneradas y torales de medio punto. El coro, situado a los pies del templo apea en carpaneles y bóveda vaída forzada profusamente decorada.
     La portada principal se desarrolla según un arco de medio punto entre pilastras almohadilladas y arquitrabe de triglifos y frontón recto partido trasdosado con un ático apilastrado de frontón curvo que enmarcan un bajorrelieve con las visiones de Santo Domingo. Un gran óculo surmontando da iluminación natural al coro. Todo al exterior, de aspecto grave y severo, se corona con una crestería calada gotizante, adornada con pilastras y flameros. Resalta en el lado del Evangelio del imafronte el sincretismo arquitectónico constituido por la espadaña, de dos cuerpos de campanas, asociado al torreón circular de la escalera, de traza clasicista al estilo bramantino de San Pietro Inmontorio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Parroquia de San Nicolás
     Edificada sobre la antigua ermita de San Nicolás de Bari, fue finalizada en 1754. El templo tiene planta rectangular. Los tres primeros tramos de la nave se cubren mediante bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos, y el que antecede al altar mayor presenta bóveda vaída. El coro se ubica a los pies, en alto, quedando el espacio del sotocoro cerrado mediante cancel. La bóveda de cañón con lunetos del altar mayor se encuentra decorada con pinturas al fresco de ángeles, motivos florales, la Trinidad en el centro y escenas de los milagros de San Nicolás, todo del siglo XVIII.
     La fachada principal está antecedida por un atrio posterior con cerramiento de ladrillo visto y enverjado. La portada se organiza en dos cuerpos apilastrados con puerta adintelada entre pilastras en el inferior y hornacina superior con frontón recto y roto, que alberga una escultura de San Nicolás de 1595 que procede de la antigua ermita. Corona la fachada una espadaña doble de dos vanos apilastrados en el cuerpo inferior con frontón recto y roto donde se alza otra pequeña espadaña de un solo hueco rematada con cruz y veleta superior.
    El dieciochesco retablo  mayor, recompuesto, se resuelve mediante columnas salomónicas pareadas y estípites en los extremos. Se divide en banco, un cuerpo de tres calles y ático. Está presidido por el Cristo de la Expiración, del siglo XVII, que está atribuido a Juan de Mesa o a su círculo. Sobre esta imagen se ubica un manifestador cuyas puertas se ornamentan con relieve de un sol, al que se superpone una imagen de San Nicolás. En las calles laterales del primer cuerpo se encuentran imágenes policromadas de San Pedro y San Pablo; y en el segundo figuras de Santiago y San Lucas, todas del siglo XVIII. En la nave se distribuyen seis retablos, siendo cuatro de estiÍo rococó, de la segunda mitad del siglo XVIII, entre cuyas imágenes destacan la dieciochesca de San José con el Niño, en el lado de la epístola. El retablo de San Nicolás, en el lado del evangelio, es de la segunda mitad del siglo XVII y presenta columnas salomónicas y relieve de la Trinidad en el ático, estando presidido por una imagen de vestir de San Nicolás del siglo XVIII. El retablo con columnas salomónicas de la Virgen de la Esperanza, obra de candelero de Pío Mollar de 1927, es de la segunda mitad del siglo XVII. En un altar neoclásico reformado, donde se sitúa una imagen contemporánea de la Virgen del Rocío, se inscribe un lienzo de medio punto con la Presentación de Jesús en el templo, que parece del siglo XVII.
     Entre las pinturas distribuidas por la iglesia destacan los lienzos situados junto al altar mayor que representan a San Estanislao de Kostka, una Dolorosa, un Descendimiento de escuela hispano-flamenca y un Crucificado, todas del siglo XVII. Asimismo sobresalen las pinturas de San Pedro; un tríptico con la Dolorosa, Santo Domingo y Santa Clara con la Virgen, y San José con el Niño, del siglo XVII; la Presentación de la Virgen en el templo y dos escenas de San Nicolás, que parecen del siglo XVII; y las curiosas pintu­ras de escuela poblana de la «Ierarchia Angelorum» y Santo Domingo, del siglo XVII. También se conservan dos interesantes crucifijos del siglo XVII, siendo uno de ellos de marfil, de estilo his­pano-filipino y el otro realizado en pedrería pro­ cedente de las Indias.
     Próxima a la parroquia se sitúa la pequeña Capilla de la Virgen del Rocío, inaugurada en 1984, donde se guarda la carreta del Simpecado, diseñada en 1980 por Francisco Maireles, quien tam­bién hizo las pinturas de la fachada (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   

Iglesia de San Francisco
     Ocupa uno de los frentes de la plaza de San Francisco, erigiéndose en protagonista volumétrico de toda la zona. Su fachada princi­pal mira a la plaza de Santa Ángela de la Cruz, donde se ubica el convento de las Hermanas de la Cruz, instaladas en 1909 en la antigua casa de la familia Respaldiza, del siglo XVII. En la aleda­ña calle del Ángel se sitúa la clasicista fachada del colegio de La Salle, del siglo XIX. Los franciscanos tuvieron casa en Sanlúcar desde 1443, siendo este edificio su tercer convento e iglesia. El tem­plo fue construido por Juan Rodríguez Portillo y, a su muerte, concluido por sus hijos Antonio y Lázaro en 1752. Los franciscanos se marcharon a raíz de la desamortización, sirviendo el convento para diversos usos hasta que se instaló el actual colegio de La Salle en 1966.
     La iglesia tiene planta rectangular donde se inscribe una cruz latina y ocho capillas laterales, que quedan separadas mediante apilastrado. Cada uno de los cinco tramos de la nave se cubre con bóveda vaída y arcos fajones, descansado todo en prominente cornisamiento. En el crucero se alza una cúpula semiesférica con linterna sobre tambor, recayendo todo sobre pechinas. 
     El altar mayor y los lados del crucero se cubren con bóvedas de cañón. El coro, situado a los pies en alto, ocupa el primer tramo y se expande ha­cia el segundo sobre las capillas laterales. Debajo se sitúa el espacio cerrado del sotocoro que an­tecede al templo. Sobre cada uno de los arcos de medio punto que acceden a las capillas se ubican tribunas con barandillas de hierro. Y las capillas se cubren con bóvedas vaídas.
    A modo de grandioso retablo, la fachada principal del templo, construida en sillería, está centrada por la portada principal, envuelta por elevado arcosolio que, flanqueado por un doble apilastrado, fracciona la fachada en tres calles. La portada se resuelve en dos cuerpos. En el primero se abre el acceso de medio punto entre columnas adosadas sobre sendos pedestales. En los intercolumnios se abren ventanas y sobre ellas hornacinas de medio punto con frontones curvos y rotos con ménsulas. Sobre la cornisa se organiza el segundo cuerpo, presidido por una horna­cina flanqueada por columnillas jónicas, que se corona con frontón curvo y roto y vano circular.
     Remata la fachada un sobrio pretil con balaustrada central. El campanario se alza en el lado del evangelio. Está estructurado mediante un cuerpo cuadrangular en cuyos frentes se abren vanos de medio punto entre doble apilastrado, superponiéndose un cuerpo semipiramidal intermedio revestido de azulejería; sobre éste se eleva el segundo cuerpo también de planta cuadrangular con un vano en cada frente sobre el que se dispone un cupulín revestido de cerámica blanca y azul con motivos geométricos al igual que el trasdós de la cúpula y linterna.
     El retablo mayor, de la segunda mitad del siglo XVIII, está sin dorar y se organiza median­te grandes estípites en banco, un elevado cuerpo con tres calles y ático. El primer cuerpo está centrado por una dieciochesca imagen policromada de la Inmaculada, situándose en las calles laterales figuras de Santo Domingo y San Francisco, ambos sin dorar. En el ático se sitúa una imagen policromada de San Francisco, probable del XVII, que se halla flanqueado por pequeñas figuras de santos franciscanos sin policromar, coronándose con un relieve de la Visión de San Francisco. En el lado derecho del crucero se ubica un retablo dorado del siglo XVIII que alberga un grupo de la Sagrada Familia, del mismo siglo. En el lado frontero existe un retablo similar al anterior, del siglo XVIII, que se encuentra cobi­jado bajo un gran dosel de tela estucada y policromada con motivos vegetales sobre fondo blanco. En este retablo se encuentran las imágenes titulares de la hermandad del Santo Entierro, cuyo Cristo yacente tiene brazos articulados y se puede fechar en el siglo XVI estando atribuido a Mercadante de Bretaña. La imagen de candelero de Nuestra Señora de la Soledad está atribuida a Luisa Roldán o Diego Roldán. En los muros de ambos lados del crucero se abren hornacinas con imágenes policromadas de San Francisco y San Diego, obras probables del siglo XVII.
     En el lado del evangelio destaca la capilla de San Antonio de Padua con retablo dorado de es­típites del siglo XVIII, que está centrado por una imagen de San Antonio, ubicándose en las calles laterales imágenes policromadas de San Diego de Alcalá y San Pascual Bailón, del siglo XVIII. Se cierra esta capilla con una interesante reja de forja, dorada y policromada, del mismo siglo. El retablo de la capilla de María Santísima del Amor es de estípites del siglo XVIII, recompuesto, y está presidido por la figura de candelero de la Virgen del Amor, fechada en 1752 y atribuida a Diego Roldán. En un lateral de esta capilla se encuentra un interesante Crucificado del siglo XVI con rasgos goticistas y en el lado frontero existe una pintura de Cristo como varón  de do­lores, del siglo XVIII. La última capilla de este lado es la de Jesús del Silencio, situándose en un retablo rococó la figura de Jesús Nazareno, del siglo XVII. A los pies del templo, bajo la bóveda rebajada del coro, destaca la interesante puerta que accede al espacio cerrado del sotocoro. Del siglo XVIII, se encuentra policromada por am­bas caras con motivos franciscanos inscritos en tarjas doradas de rocallas sostenidas por angelotes, además de jarrones y fuentes chinescas entre decoración  floral.
     En el lado de la epístola se localiza la capilla de San José, donde hay un interesante retablo sin dorar del siglo XVIII con estípites antropomorfos, a modo de ángeles-atlantes, que está centrado por una imagen de San José con el Niño, del siglo XVII, siendo el Niño de fecha posterior. En los lados de la capilla existen lienzos de la Flagelación y un Crucificado entre los retratos del matrimonio benefactor de la capilla en actitud orante, ambas del siglo XVIII.
     Del convento destaca el espacioso claustro. Se halla porticada en sus cuatro frentes con arcos de medio punto sobre columnas de mármol blanco y galerías cerradas con balcones en primera planta. En el centro se sitúa una estatua contemporánea del Sagrado Corazón (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     Edificio religioso construido a mitad del siglo XVIII, según trazas y dirección del maestro mayor Juan Rodríguez Portillo, con planta de tipo cajón, nave central de cuatro tramos, nártex cerrado, crucero, testero plano y capillas laterales entre contrafuertes volteadas con bóvedas vaídas bajo dependencias que abren balconada hacia la nave central. Coro alto situado a los pies, apeado sobre arcos carpaneles rebajados y bóveda vaídas, que abarca el espacio del nártex y el primer tramo de la nave central, volviendo con tribunas sobre el segundo tramo. Apilastrador interior de orden toscano apoyado en potente zócalo, arquitrabe peraltado con un rebanco del que voltean los arcos fajones de medio punto de la nave central y los torales del crucero cubren la nave central y las capillas mayor y colaterales bóvedas vaídas forzadas y el crucero una bóveda hemiesférica trasdosada de azulejos con linterna y cupulín apeada en un tambor cilíndrico arrojado hacia el interior en balconada corrida sobre un cornisamento, de gran efecto decorativo, iluminada por una secuencia radial de ventanaje. El tránsito del cilindro al cuadrado se realiza con pechinas ausentes de concesiones decorativas. La portada principal de cantería situada a los pies del templo se resuelve con un doble orden de apilastramiento toscano formalizado según tres calles, de distintas anchuras. En la central un arco colosal abarca una puerta en arco de medio punto flanqueada por semicolumnas toscanas apoyadas en plintos y hornacinas. Sobre el arquitrabe se desdobla un ático rematado por frontón curvo. En las calles se abren huecos enmarcados decorativamente.
     La torre, situada sobre la fachada en prolongación con la calle del lado del evangelio presenta un primer cuerpo de huecos centrales entre pilastras pareadas y aristas columnarias rematado por un cornisamiento y un plinto del que arranca un chapitel troncopiramidal revestido de azulejos y un segundo cuerpo de reducidas proporciones coronado por un cupulín semiesférico truncado (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Plaza de Toros
     A iniciativa de la Sociedad Anónima «Plaza de Toros» se edificó en 1900 la plaza de toros en estilo neomudéjar, siendo obra de Antonio Arévalo Martínez. Al exterior todo el perímetro del edificio se encuentra subdividido en sectores verticales mediante salientes pilastrones que se coronan, en el primer cuerpo, con estrellas de siete puntas con semiesferas cerámicas y, sobre la cornisa, se rematan con merlones piramidales escalonados.
     El primer cuerpo está configurado por una sucesión de arcos de herradura encuadrados en alfiz, hallándose la mayoría cegados excepto los de acceso; el segundo se estructura mediante unidades de tres pequeños vanos de herradura insertos en cada sector, superponiéndose un tercer cuerpo compuesto por una consecución de vanos circulares moldurados. La fachada principal se sitúa en resalte y se resuelve en tres cuerpos y tres calles mediante pilastras. El primero está centrado por un hueco de herradura de acceso, flanqueado por dos ventanas también de herradura. En el cuerpo superior los arcos de herra­dura se concentran en unidades de tres vanos; y en el último cuerpo se abren vanos circulares en los laterales ubicándose en el centro una cartela con el nombre de «Plaza de toros» en relieve con tipografía modernista. La fachada se corona con un apretilado, de signo modernista, de volumé­trico almenado y penacho central con el escudo de Sanlúcar en relieve (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     La primera Plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda fue estrenada el 11 de mayo de 1884. Era de planta circular, de madera de pino y de un solo piso, con capacidad para 3.000 espectadores. A causa de la mala conservación de la madera con la que había sido construida, tuvo una corta vida.
     Las obras del nuevo coso comenzaron el 16 de julio de 1898, y se inauguró el 16 de julio de 1900, con una corrida de toros de la ganadería de los Miura que lidiaron Machaquito y Lagartijo.
     El edificio inicialmente era de fábrica, formado por una galería porticada y un graderío con un diámetro de ruedo de 37 metros. Disponía entre sus dependencias de ocho chiqueros, cuadra para 30 caballos, tres corrales, enfermería y conserjería. Se reformó en el año 1962, sustituyéndose el graderío que era de madera por uno de fábrica de ladrillo, se aumentó el aforo en 1.000 localidades sobre las 6.000 que antes existían y se reconstruyeron, se sanearon y acondicionaron las dependencias anexas, porque se encontraban bastante deterioradas a causa del tiempo y del mal uso. 
     Hoy en día se encuentra en buen estado de conservación. Se celebran corridas el 15 de mayo, 16 de julio, y del 7-9 de septiembre, en las fiestas del pueblo, y en general durante todo el año (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Zona Costera
     Edificada a finales del siglo XIX y primeras dé­cadas del XX, supone la penúltima adición urbanística de la población, a la que se adosarán las últimas edificaciones a partir de los años sesenta del siglo XX. La edificación de esta zona, llevada a cabo en dos fases, fue producto de dos factores que dinamizaron las estructuras socioeconómicas de la  ciudad  desde la segunda mitad del siglo XIX. Por un lado, es consecuencia de la nueva función de Sanlúcar, inaugurada por los Duques de Montpensier y mantenida por sus descendientes, los Infantes Orleáns-Borbón, como gran centro veraniego; y, por otra parte, es fruto de una decidida burguesía que, surgida alrededor de la floreciente industria vitivinícola, se vio ade­más beneficiada por los efectos de la desamortización.
     Arquitectónicamente predomina una arquitectura civil que estructura nuevos paisajes urbanos de signo historicista y regionalista. Se construyen grandes caserones unifamiliares que, en ocasio­nes, se alinean formando calles completas, esta­bleciéndose conjuntos equilibrados que definen algunos de los ámbitos más representativos de la ciudad. La actuación más destacada fue la orde­nación del paseo de La Calzada, auténtico centro de la vida local durante aquellos años. En su en­ torno se construirá una serie de chalets de carácter aristocrático-burgués que, como colonia veraniega, se adscriben al eclecticismo historicista imperante en la época. En estos años se levantan también algunos pequeños edificios religiosos construidos en estilo neogótico, como la capilla del colegio de la Huerta Grande, la Capillita de Nuestra Señora del Carmen, edificada por el vinatero Juan de Argüeso en 1886; y la Capilla de la Virgen del Carmen de Bajo de Guía, patrocinada por una Junta de Damas en 1896.
     La primera fase constructiva se desarrolla en las últimas décadas del siglo XIX, insertándose aún sobre los antiguos solares de la ciudad barroca del Barrio Bajo, especialmente en las calles San Juan, Plaza del Cabildo, Bolsa, Trasbolsa y Banda Playa. Sin salir del casco histórico, se lo­calizan notables edificios historicistas de finales del siglo XIX. Estas edificaciones, a pesar de su diversidad estilística, se hallan plenamente integradas en la trama urbana, respetando los entornos barrocos donde se insertaron y comple­tando equilibradamente la ciudad tradicional. El ámbito más representativo de la época es la calle Bolsa.
     En su entorno se localizan varias casas de cargadores a Indias de los siglos XVII y XVIII co­ronadas con torres-mirador. Entre ellas se inscriben nuevas residencias unifamiliares con formas historicistas y regionalistas. En el conjunto se mezclan los austeros palacetes barrocos con las casonas resucitadas por los «neos». Permanece la estructura en dos plantas, los áticos o soberaos superiores de menor altura y las azoteas planas, cuyos pretiles se ornamentan ahora profusamente formando parte de la composición general.
     En las fachadas, zaguanes y patios se constata la revalorización de las artes decorativas propugnada por estilos de la época. También ahora el patio se abre visualmente a la calle, sustituyéndose los sobrios portones barrocos por las transparentes cancelas de fundición. Al mismo tiempo se edifica en la línea de la calle Banda Playa un gran frente bodeguero. Desde los límites de la calle Trasbolsa hasta la plaza Divina Pastora se sucede una serie de pequeñas y medianas bodegas construidas en la segunda mitad del XIX.
     A partir de esta divisoria se levantará la segunda fase constructiva de la Sanlúcar costera, configurándose los laterales del paseo de La Calzada y los frentes que entonces miraban al mar de la avenidas de Bajo Guía y de Las Piletas, prolongándose por el litoral hasta La Jara y salpicando el centro histórico con interesantes ejemplares como el situado en la Cava del Castillo. Aparece aquí una arquitectura de recreo propiamente re­gionalista relacionada con los veraneantes altoburgueses de la primera treintena del XX (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   

Colegio de los Maristas (Puerto de Bonanza)
     La antigua Aduana fue construida en 1833, durante la gran reforma que se llevó a cabo en el puerto de Bonanza por el ingeniero Vicente Sánchez Arquero, cuando se trasladó la Aduana de Sevilla a la nueva Aduana de Bonanza. El edificio tan solo sirvió un año a su original destino, habilitándose más tarde para distintos usos hasta que los hermanos Maristas instalaron un colegio en el año 1954. La majestuosa fachada academicista se estructura en dos plantas donde se abren vanos adintelados entre grandes pilastras, que junto a molduras y voladizos ordenan la composición. El espacioso patio central está compuesto por arcos de medio punto sobre columnas de mármol blanco, que descansan sobre basamento corrido. En la actual iglesia parroquial de Bonanza existe una imagen de la Virgen del Carmen, del siglo XVIII, atribuida a Benito de Hita y Castillo y el faro actual del puerto de Bonanza se edificó en el año 1884 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   

Antiguas casas de veraneantes. Principios del siglo XX
     Los «hoteles» edificados en La Calzada y su en­ torno a principios del siglo XX siguen el plan estructural de la arquitectura regionalista con nuevas formas inspiradas en las villas palladianas. Las residencias se presentan exentas, con cierto carácter monumental y rodeadas de jardines. Se produce una multiplicidad visual en fachadas, cuidándose estéticamente las laterales y trasera. Varios volúmenes se escalonan, alterando la rasa monotonía de alturas anterior, y el juego de planos se enriquece con efectos decorativos. Surgen torreones, buhardillas, miradores y arquerías altas que, junto a los tejados a dos aguas con per­files coloristas de tejas vidriadas, organizan los exteriores conformándose una nueva paisajística de la ciudad. Todo este nuevo urbanismo que­ dará envuelto por el verdor de los árboles y arbustos que rodean las casonas, recuperándose el concepto del jardín  privado, que ahora se abre a la calle mediante los más diversos enverjados. Tanto la avenida de Bajo de Guía como la avenida de Las Piletas nacieron como resultado de las concesiones que realizó el Ayuntamiento, a partir de 1903, de estos terrenos para obtener una correcta urbanización de la costa, al tiempo que atraía nuevos veraneantes. Cada una de estas vías conduce a los extremos que delimitan la ciudad por la costa.
     Las casas de época regionalista existentes en la avenida de Las Piletas han desaparecido casi por completo. Abriendo el camino, en ángulo con La Calzada, se sitúa una representativa muestra inspirada en la arquitectura montañesa proyectado por José María Smith en 1914, donde destacan los quiebros volumétricos del caserón, las pronunciadas vertientes y los entramados de madera en los pisos superiores como base de la policromía decorativa del exterior. Será necesario alcanzar el último tramo de esta avenida para volver a encontrar varias casonas de principios del XX. La inspiración neomudéjar se advierte en el ladrillo visto, los arcos de herradura, los almenados escalonados y las ventanas geminadas, mez­clándose todo ello con los neobarrocos perfiles mixtilíneos de algunas fachadas y con la huella norteafricana del torreón de fecha posterior que cierra el itinerario .
     Casi todo el frente derecho de la avenida de Bajo de Guía aparece jalonado por una sucesión de amplias y variopintas casonas que, en su tiempo, se situaban a orillas del mar. A lo largo del paseo se observa la multiplicidad de formas y es­tilos propios del movimiento regionalista desde los norteños y esbeltos chapiteles de «Villa Rosa», pasando por los acordes neogóticos y neomudéjares de los «hoteles» que le siguen, hasta encontrar verdaderas muestras del caserío vasco o santanderino.
     Entre estas villas destaca el actual colegio Ma­ría Luisa Terry, obra de Aníbal González, cons­truida como residencia veraniega de los Marqueses de Villamarta en 1915 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   

Convento de Capuchinos
     En plaza de Capuchinos, en privilegiado promontorio sobre la barranca, se sitúa este convento, cuya edificación fue patrocinada por el VII duque don Manuel Alonso Pérez de Guzmán con trazas de Martín Rodríguez de Castro, quedando finalizado en 1634.
     El conjunto conserva prácticamente su estructura original. Organizado en torno a los espacios abiertos de claustro, huerta, jardín y cementerio, la disposición de sus blancos volúmenes almenados recuerdan las iglesias fortificadas hispanoamericanas. Mediante un arco rebajado abierto en el lateral izquierdo de la amplia fachada, que se corona con frontón recto, se accede a un pequeño compás donde se encuentra la fachada principal del templo. Ésta se estructura en tres cuerpos con tres arcos de medio punto en el primero, que fue pórtico abierto, disponiéndose en el segundo sencillos balcones y en el tercero se abren tres pequeñas ventanas rebajadas. Las notas decorativas se concentran en las vidrieras contemporáneas con temas alusivos a San Francisco de Asís; el paño cerámico de la Virgen de la Divina Pastora que centra el segundo cuerpo y los pequeños azulejitos del Vía Crucis que rodea al compás.
     El interior del templo, de planta rectangular, se ordena en tres naves siendo la central más ancha y alta que las laterales, las cuales comunican con la central mediante arcos de medio punto abiertos en el muro,  situándose el coro bajo detrás del altar mayor y el alto a los pies del tem­plo. La nave central, de tres tramos, se cubre con bóveda de cañón con lunetos y arcos fajones alzándose en el presbiterio y coro bajo otra bóveda de cañón de dos tramos con arcos fajones. A los pies del templo se sitúa el sotocoro, antes pórtico abierto, que se cubre con bóvedas de arista: Las naves laterales presentan bóvedas de arista excepto la capilla dedicada a la Virgen de la Di­vina Pastora que tiene cúpula semiesférica sobre pechinas.
     El retablo mayor, en madera sin dorar, es de finales del siglo XIX y estilo neoclásico. Se estructura en banco, dos cuerpos y tres calles. En la adintelada hornacina central se halla una imagen de vestir de la Virgen del Buen Viaje, obra de Gaspar Ginés de 1634, que originalmente era de talla completa. La corona de la Virgen es de 1683. Sobre ella se sitúa un crucifijo de marfil hispano-filipino de 1683. En la hornacina del cuerpo superior se ubica una imagen de candelero de San Antonio de Padua, del primer tercio del siglo XIX procedente del palacio Orleáns-Borbón. En el resto del retablo se localizan diez pinturas de los siglos XIX y XX, destacando los dos lienzos superiores que están recortados y representan a Cristo salvador del mundo y la Virgen de los Afligidos, ambas de finales del siglo XVII. Entre los retablos sobresale el dedica­do a la Virgen de la Divina Pastora, del último cuarto del siglo XVIII, siendo los demás copias de éste en escayola con pinturas de Juan Manuel Ayala de 1976. Se trata de un retablo de altar realizado hacia 1950 en mármoles rojo, negro y blanco y estilo neoclásico, sobre cuya mesa se sitúa un sagrario barroco de caoba en su color muy transformado, que presenta en la puerta una pintura del Buen Pastor Niño de principios del siglo XVII. El camarín central alberga la talla completa de la Virgen de la Divina Pastora fechable a finales del siglo XVIII, posible obra de Cosme Velázquez Merino o Cristóbal Ramos. En la pintura que preside el último retablo del lado del evangelio se inserta una pequeña pin­tura sobre cobre de Nuestra Señora de la Paz, de 1724, atribuida a Tomás Antoniano. En el sotocoro, cubierto con bóvedas de arista, existen unas pinturas murales, de mediados del siglo XVIII, donde aparecen ocho retratos de capuchinos con inscripciones. En hornacinas abiertas en el muro del sotocoro se disponen dos imágenes policro­madas de San Francisco y San Antonio de Padua, del siglo XVIII. A los pies del templo, en el lado derecho del sotocoro, se localiza la capilla funeraria del Padre Esteban de Adoaín, realizada en 1946 con pinturas neogóticas y sepulcro en mármol neorrománico.
     Entre las obras de arte que contiene el edificio cabe destacar una pintura de San Francisco de Asís, obra de Rodríguez Losada de finales del siglo XIX, que está situada en la iglesia, sobre la puerta de acceso a la sacristía; un lienzo de la Inmaculada de finales del siglo XVII o prin­cipios del XVIII, en el coro bajo; el Crucificado que preside este coro, del primer tercio del siglo XVII; y una Natividad del primer tercio del siglo XVIII que está en la sacristía.
     El claustro del convento es de época  fundacional y dispone de un solo cuerpo con cuatro galerías perimetrales formadas por arcos de medio punto abiertos en el muro, que se cubren con bóvedas de arista entre arcos fajones.  En las galerías se conserva una colección de retratos pictóricos de los frailes martirizados por los indígenas americanos, que son del último tercio del siglo XIX (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santo Domingo; Iglesia de San Nicolás; Iglesia de San Francisco; Plaza de Toros; Zona Costera: Colegio de los Maristas; antiguas Casas de Veraneantes; y Convento de Capuchinos) de la localidad de Sanlúcar de Barrameda (V), en la provincia de Cádiz. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia gaditana.

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