Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el monumento a Miguel de Mañara, en los Jardines de la Caridad.
Hoy, 3 de marzo, es el aniversario (3 de marzo de 1627) del nacimiento de Miguel de Mañara, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el monumento a Miguel de Mañara, en los Jardines de la Caridad, de Sevilla.
Los Jardines de la Caridad, se encuentran en la calle Temprado, 8, aunque también tienen acceso por el Paseo Cristóbal Colón, 22; en el Barrio del Arenal, del Distrito Casco Antiguo.
Dedicada por la Hermandad de la Santa Caridad, cuya inscripción puede leerse en el pedestal, es obra póstuma de Antonio Susillo. Se encuentra levantada, a partir de 1992, en la plaza abierta en los jardines fronteros al Hospital de San Jorge, tras la remodelación del entorno del Teatro de la Maestranza que se hizo en ese año.
Con anterioridad, el lugar que ocupa la estatua y los jardines que la rodean, formó parte del terreno llamado La Resolana, que se extendía ante los edificios de la Aduana y de la Caridad (entre otros), y estaba limitado al frente por los malecones que defendían la ciudad de las crecidas del río.
En el último tercio del siglo XIX, este terreno ofrecía un aspecto tan deplorable que el 3 de abril de 1886 el Hermano Mayor de la Caridad solicitó al Ayuntamiento se los cediera a la Hermandad, con el propósito de higienizarlo y convertirlo en jardín, que había de ser cercado con una verja, y dejando libre el tránsito en la vía pública que el Cabildo de la ciudad señalara.
En en 1891, cuando surgió -en la Hermandad- el pensamiento de levantar en aquel lugar una estatua a su fundador, y a este efecto algunos de sus individuos hablaron el con el escultor Antonio Susillo acerca del proyecto, comunicando al artista -en mayo de 1896- que tenía terminado el modelo en barro, y que se comprometía a fundirlo en bronce.
La trágica muerte del escultor, ocurrida a finales de ese año, privó a éste de llevar a cabo la fundición de la estatua; pero los testamentarios se encargaron de cumplir esta obligación, fundiendo el bronce en Sevilla, y haciendo la entrega conforme a lo pactado.
En septiembre de 1901 se comenzó la construcción del pedestal, cuya traza se debió al marmolista sevillano Manuel García Lama, quien utilizó en él mármoles granadinos, e inaugurándose la obra en septiembre de 1902.
La figura de Mañara, caballero de la Orden de Calatrava, Hermano Mayor que fue de la Santa Caridad desde 1662 hasta el 9 de mayo de 1679 en que murió, muestra al Venerable tomando en sus brazos a un pobre, enfermo y desnudo, que perece como si lo llevase al Hospital frontero, cumpliendo así lo que propuso que prometieran los hermanos: "servir en público y en secreto a mis muy amados hermanos los pobres, de suerte que si fuera necesario traerlos a hombros, lo haré de muy buena voluntad, por servir y respetar en ellos a Nuestro Señor Jesucristo.
La Hermandad cuenta con otro monumento a Mañara dentro del Jardín de los Rosales, obra donada por la Vda. de D. Ramón Ybarra y realizado por el escultor sevillano José Lafita Díaz en 1928 (Teresa Lafita. Sevilla Turística y Cultural. Fuentes y Monumentos Públicos. ABC de Sevilla, 1998).
El monumento representa la figura de Miguel de Mañara en bronce, llevando en sus brazos a un enfermo. Se dispone sobre un pedestal de mármol realizado por Manuel García Lama. En el pedestal se encuentra una lápida con la siguiente inscripción: "Al venerable Don Miguel de Mañara Fundador de la Santa Caridad de Sevilla la Hermandad le dedicó este monumento en memoria de sus muchas virtudes en el año de nuestro señor Jesucristo de MDCCCCII".
Los Jardines de la Caridad, situados en el Paseo de Cristóbal Colón, junto al Teatro de la Maestranza y frente al Hospital de la Santa Caridad, han sido cedidos en 2004 al Ayuntamiento de Sevilla por parte de la Diputación. La calle Temprado se singulariza por el edificio de las Atarazanas y el Hospital de la Santa Caridad, que ocupan la acera de los impares. Han hecho que la calle quede marcada por la historia y la leyenda.
En 1891 la Hermandad de la Caridad decide levantar una estatua a su fundador. El proyecto fue encargado al escultor Antonio Susillo, que finalizó el modelo en 1896, el mismo año de su muerte, sin que hubiera sido llevada a cabo la fundición de la estatua. El monumento fue inaugurado en 1902.
Es una de las mejores obras contemporáneas que se reparten por el entramado urbano de la ciudad, siendo creada por Antonio Susillo, uno de los mejores escultores del panorama artístico decimonónico (Diagnóstico de los Monumentos Públicos de la Ciudad de Sevilla).
Conozcamos mejor la Biografía de Miguel de Mañara, personaje representado en la obra reseñada;
Miguel Mañara Vicentelo de Leca (Sevilla, 3 de marzo de 1627 – 9 de mayo de 1679), caballero de la Orden de Calatrava y “gran limosnero de Sevilla”.
A Miguel Mañara se le ha querido confundir a veces, fruto de la literatura romántica francesa del siglo XIX, con el mismo Juan Tenorio, que de gran pecador de disipada juventud, se convirtió en el gran arrepentido, de penitente y piadosa vejez. Nada hay en la juventud de Mañara, que tenga algo que ver cun esis “crímnes tan numeroso —que le atribuye E. Van Loo— como numerosos eran sus triunfos amatorios”; ni nada semejante a ese “llibertini cavallero” que presenta: el de “la espada continuamente ensangrenyada”. Contrario es el juicio que le merece a Marañón, maestro indiscutible en la materia: “Durante toda la época romántica hasta nuestros tiempos —escribe— se ha personificado el donjuanismo en un sevillano del más alto valor emocional, en Don Miguel de Mañara [...], que todavía goza de un alto prestigio de Don Juan. Es igualmente un error, y no sólo porque Mañara es muy posterior a Tirso de Molina y no pudo, por tanto, ser su modelo, sino porque Mañara fue, ante todo, un místico”.
Nació en Sevilla de una familia rica, originaria de Córcega. Su padre, Tomás, había vuelto de sus viajes al Perú con fama de grosario o de opulento comerciante.
Pasó los días de su juventud entre las naturales diversiones y el ambiente cristiano de su familia. A los veinticuatro años, el ya caballero de Calatrava quedó de único heredero de la gran fortuna de sus padres, en aquella Sevilla, “amparadora de pobres y refugio de desdichados”, que era considerada entonces como una de las ciudades más ricas de Europa. En 1648 casó con Jerónima Carrillo de Mendoza, de la alta nobleza sevillana. Ésta murió pronto y fue entonces cuando Mañara, quien, al decir de sus contemporáneos, vivía “cuerda y cristianamente”, dio un nuevo cambio de vida. El mismo Mañara confesó que “vivía muy gustoso y teníase por muy afortunado con la compañía de doña Jerónima, su mujer, de quien cada día iba haciendo mayor estimación, al paso que iba conociendo los quilates de su mucha virtud, fuera de las demás prendas que la hacían singularmente amable”.
Cuando murió Jerónima, contaba con treinta y tres años de edad. En un golpe de gracia, aprendió entonces “a conocer con gran claridad la brevedad de la vida, la certidumbre de la muerte y la vanidad de las glorias del mundo”. Su sobrino, el marqués de Paradas, cuando corrió a su encuentro en la soledad de Montejaque (señorío de Jerónima), le halló “poseído de un sentimiento, aunque muy grande, muy prudente y católico, deseando sólo aprovecharse de golpe semejante y acabar de desatar las pigüelas de este mal mundo, que tanto impiden para volar al cieño”. Pasó, entonces, por un proceso de “conversión interior”; poco a poco se fue desprendiendo de sus inmensos bienes y pronto fue considerado como el gran limosnero de la ciudad. Entró en la cofradía de la Santa Caridad, que se dedicó a favorecer a pobres y necesitados, llegando a ser de por vida hermano mayor de la misma. En una de las actas del Cabildo se lee que “propuso el señor don Miguel Mañara que el principal instituto de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo es cuidar de los pobres, y que los mendigos son los que tienen primer lugar como más desvalidos que andan a la inclemencia del tiempo de noche y de día, del que ha resultado morirse muchos aceleradamente.
Y que le parecía acudir a estos daños, haciendo el cabildo que los dichos pobres mendigos se recojan de noche y se les dé para que no padezcan mayor daño. Y allí, con lo que pueda, la Hermandad los socorra para que puedan dormir y enjugarse si estuvieren mojados”.
“Hospicio de pobres y peregrinos”, como llamaban a la Santa Caridad, hizo construir para ella una hermosa capilla, en la que dejaron obras maestras sus amigos Roldán, Valdés Leal y Murillo. Habiéndose desprendido de todos sus bienes, se quedó a vivir en una humilde celda de la Caridad, donde escribió su memorable Discurso de la verdad, y murió santamente el 9 de mayo de 1679. En el Libro nuevo de hermanos se anota lo siguiente: “Murió el día 9 de mayo de 1679 con grande opinión de santidad. Fue padre y restaurador de esta Hermandad.
Está su venerable cuerpo debajo del presbiterio de esta santa iglesia de la Caridad, encima de la cual, en una losa, están recopiladas sus heroicas virtudes [...] No merecimos tanto bien. Viva eternamente en la feliz compañía de los Santos”. En los sevillanos quedó la memoria de Miguel Mañara como “limosnero de la ciudad, “varón justo”, “padre de los pobres y consuelo de los afligidos”.
Se abrió su proceso de beatificación, que todavía sigue pendiente en Roma (Francisco Martín Hernández, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Más sobre los Jardines de la Caridad, en ExplicArte Sevilla.
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