Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Teatro Villamarta; El Gallo Azul; Ayuntamiento; Cabildo Antiguo; Iglesia de San Dionisio; Iglesia del Carmen; y Museo del Traje Corto) de la localidad de Jerez de la Frontera (IV), en la provincia de Cádiz.
El inmueble, obra de interés de la arquitectura jerezana, fue construido entre 1926 y 1928 por Teodoro Anasagasti.
Presenta un carácter ecléctico derivado de las corrientes vanguardistas de principios del siglo XX. El edificio, que posee planta casi cuadrada, se organiza en su interior en torno a un gran núcleo central, formado por el vestíbulo, el patio de butacas y el escenario. En sus lados mayores se disponen una serie de dependencias y escaleras; de muy diversa utilidad.
El vestíbulo posee dos grandes escaleras laterales, que sirven de acceso a la primera planta. El patio de butacas, por su porte, presenta un pasillo lateral de acceso a los palcos. El escenario, de planta rectangular y grandes dimensiones, hace que dicho teatro sea considerado uno de los más amplios y mejor dotados de Andalucía. La primera planta del edificio, que sigue el mismo esquema que la baja, convierte el espacio correspondiente al vestíbulo inferior en un pequeño pasillo.
La zona de butacas, por su parte, también se modifica, al quedar reducida a la mitad.
Al exterior, el inmueble presenta su única fachada flanqueada por dos torres entre las que se desarrolla la portada. Ésta, que se estructura mediante un gran vano central adintelado y con los ángulos achaflanados, cobija la entrada al inmueble. El acceso al interior se encuentra compartimentado mediante pilares que soportan un entablamento, sobre el cual se sitúa un gran ventanal corrido. Por encima de éste aparecen cinco pequeños huecos de iluminación con forma de octógonos adornados con orejetas de ladrillo visto. El conjunto queda rematado por una cornisa, también de ladrillo visto, que se rompe en su parte central para dar paso a otro cuerpo de menores dimensiones y perfil circular. Éste se estructura mediante un rectángulo central, que alberga un escudo de cerámica flanqueado por pilastras.
Las torres ya mencionadas poseen planta semicircular y dos cuerpos en alzado. El cuerpo inferior, de mayor altura que los restantes, presenta en su parte inferior una ventana rectangular, protegida por reja de perfil circular; sobre ella aparecen dos vanos geminados rehundidos, con antepechos de ladrillo. El segundo cuerpo, con el frontal del muro rehundido, posee pilastras de derrame (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El edificio situado en el número 2 de la calle Larga de Jerez de la Frontera, conocido tradicionalmente por el nombre del restaurante en él ubicado denominado "El Gallo Azul", es una singular construcción de carácter regionalista, que hoy se identifica como uno de los elementos constructivos más representativos del casco urbano de Jerez de la Frontera.
Se trata de una estructura semicircular cuya planta baja queda prácticamente abierta al espacio público con un pórtico de 8 columnas jónicas de mármol blanco, a la que suceden dos cuerpos de orden decreciente. El primero acoge dos plantas, cuyos balcones se disponen entre pilastras corintias, mientras que el segundo, de menor altura, contiene vanos formados por arcos de medio punto. El conjunto culmina en estructura semicircular flanqueada por jarras con azucenas de bronce, cuyo centro alberga un altorrelieve de un león lamiendo el líquido de una botella rota, uno de los logotipos de la antigua empresa vinatera, del mismo material, sobre un azulejo con la firma promotora.
En los años 60 del siglo XX, sobre las barandillas de los dos cuerpos superiores, se incorporaron los luminosos de "Fino La Ina" y "Fundador", dos de los productos más emblemáticos de la antigua empresa Pedro Domecq.
Aníbal González concibe este edificio alejado de su estilo habitual ornamentado, aplicando un sobrio regionalismo, cuya relación con el resto de su obra estaría principalmente en el material predominante, el ladrillo visto. La ausencia de azulejos, sólo aplicados en el remate (principalmente en la cara posterior con vista a la calle Santa María), relieves, jarrones cerámicos y otros habituales componentes en su producción le otorgan a este edificio cierta austeridad, aunque compensada con el dinamismo de la fachada.
Tras el derribo del antiguo inmueble, la superficie resultante recuperada para uso público era de 262 metros cuadrados. El nuevo edificio aportó una nueva concepción espacial, articulando el eje de confluencia de las calles Larga y Santa María.
El propio planteamiento original de este edificio mandado a erigir por la antigua firma vinatera, unido al poste indicador de direcciones que le antecede, con elementos publicitarios de la misma y los luminosos que acompañan el remate del inmueble, forman hoy un todo identificativo de este singular espacio del centro urbano de Jerez de la Frontera. Así, a día de hoy el inmueble se ha convertido en un particular elemento del paisaje urbano del centro de la ciudad, siendo una de las imágenes representativas de la arquitectura de Jerez de la Frontera.
Su ejecución se desarrolla a raíz del proceso de expropiación del antiguo inmueble situado en el número 2 de la calle Larga, con el objeto de acometer un ensanche y recuperar el espacio público, por lo que el nuevo edificio mermaría su longitud en beneficio del terreno inmediato. El espacio sobrante sería adjudicado a aquella persona ó entidad que llevara a cabo el proyecto constructivo más relevante, bajo concurso propuesto en el Pleno Municipal de 28 de marzo de 1927.
El precio del solar se estableció en 6000 pesetas y, como expresan los documentos conservados, se otorgaría ".. al que se obligue a construir en él un edificio de importancia por su aspecto arquitectónico y constructivo en el improrrogable plazo de un año siendo preferido siempre aquel proyecto de edificación que reuniendo dichas condiciones de ornato deje mayor extensión superficial para la vía pública". Con ello el Ayuntamiento dejaba claramente manifiesta la intención de recuperar espacio urbano para el peatón.
En mayo del mismo año se redactaron las bases del concurso, con siete apartados que incluían el valor y plazos de ejecución y presentación de proyectos de 30 días hábiles, a contar desde la publicación del anuncio en el Boletín Oficial de la Provincia. Los proyectos habrían de incluir planos de planta, fachadas a las calles y secciones longitudinales y transversales, realizadas en papel tela. El estilo, altura y número de plantas (que no sería inferior a la de la casa número 4 de la calle Larga) quedaría a libre criterio del autor.
Una vez transcurrido el plazo y tras el fallo del jurado fue elegido el proyecto presentado bajo el lema "Diego Moreno Meléndez" donde, como expresan los documentos, "... además de reunir todas las condiciones exigidas, tiene la especial circunstancia de que ajustándose a la base sexta del concurso, ocupa la menor cantidad de extensión superficial para su construcción, dejando por tanto mayor superficie para ensanche".
Tras desvelarse los nombres del promotor y el autor del proyecto, estos resultaron ser la Casa Pedro Domecq y Compañía y el arquitecto Aníbal González respectivamente, fechado en Jerez de la Frontera el 9 de julio de 1927.
El plazo de ejecución del proyecto debía de ser de un año, según las bases del concurso; sin embargo en septiembre de 1928 la empresa Domecq solicita seis meses de prórroga ante una interrupción debido a la falta de materiales e inclemencias del tiempo, inaugurándose el edificio ya en 1929.
Sobre el año 1962 fueron colocados sobre las barandillas que rematan el primer y segundo cuerpo del edificio los anuncios luminosos del brandy Fundador y fino La Ina, dos de los productos más emblemáticos de la antigua empresa Pedro Domecq.
La autorización para la instalación de los mencionados rótulos fue otorgada el 23 de mayo de 1962 según puede comprobarse en el expediente 48 bis , Legajo 5002, conservado en el Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. Así, ante solicitud de la empresa Pedro Domecq S.A., como propietaria del edificio y de los luminosos, la Excma. Comisión Municipal Permanente, previo pago de 400 pesetas, le concedió autorización para la "...colocación de dos anuncios luminosos "FINO LA INA" Y "COÑAC FUNDADOR", en las barandillas del edificio de su propiedad "Gallo Azul", según croquis presentado" (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El Ayuntamiento actual se une al Cabildo Antiguo, prolongándose por la calle Consistorio en el que fuera hospital de San Bartolomé, perteneciente a la hermandad de la Santa Caridad y fundado en 1684. En medio está la diminuta plaza de la Yerba y a un lado la del Progreso, abierta en el solar que ocuparan sucesivamente el hospital de la Misericordia y el convento de la Concepción (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
Cabildo Antiguo
La sede del cabildo civil de la ciudad está formada por la unión de dos edificios históricos: el primitivo cabildo antiguo, cuyo frente principal da a la plaza de la Asunción y el antiguo Hospital de San Bartolomé, adosado a la parte trasera del anterior y con frente hacia la calle Consistorio. El cabildo es uno de los principales edificios histórico-artísticos en la ciudad finalizado en 1575 y en el que trabajaron los maestros jerezanos Diego Martín de Oliva, Andrés de Ribera y Bartolomé Sánchez. Al exterior presenta una fachada dividida en dos espacios, uno abierto y otro cerrado; el primero lo configura una loggia a la italiana y junto a ésta el edificio cerrado, en cuyo eje se encuentra la puerta principal del edificio. A un lado y otro de ésta, entre sendos pares de columnas corintias sobre plintos se abren ventanas coronadas por frontón sobre los que se encuentran a la izquierda la figura de Julio César y la de Hércules a la derecha. A cada lado de éstas se hallan recostadas las personificaciones de la Fortaleza y la Justicia, a la izquierda y la Templanza y la Prudencia a la derecha.
Estas esculturas evocan el pasado mítico de la monarquía hispánica, Julio César y la propia ciudad de Jerez, míticamente fundada por Hércules. El friso superior presenta relieves con grutescos y sobre éste apoya un antepecho abalaustrado construido en 1789, probablemente por el arquitecto José de Vargas. El capítulo está precedido por el antecabildo, una sala rectangular de tres tramos cubiertos por bóvedas vaídas con emblemas del reino y de la ciudad en sus muros. La Sala Capitular, paralela al antecapítulo presenta una bóveda de cañón dividida en cuatro tramos mediante arcos fajones que apoyan en ménsulas voladas. En el muro de uno de sus lados menores se halla una imagen renacentista de Alfonso X, reconquistador de la ciudad.
El antiguo Hospital de San Bartolomé, a espaldas del cabildo, fue fundado en 1684 por la hermandad de la Santa Caridad, siendo el actual edificio una construcción que se extendió a través del siglo XVIII y parte del XIX. La capilla fue levantada por los maestros Rodrigo del Pozo y Jerónimo Moreno entre 1687 y 1696; presenta planta de cajón, testero plano y cubiertas semiesféricas. La portada exterior presenta dos columnas dóricas sobre plintos, friso y frontón superior. Junto a esta portada se encuentra la portada principal del ayuntamiento actual, labrada en 1840 con motivo del traslado a este lugar del cabildo de la ciudad. A eje con esta portada se encuentra el patio, de arcos de medio punto sobre columnas de mármol y cuerpo alto con vanos abiertos en balcones.
De las pocas obras de arte que conserva el edificio merecen ser destacadas las mazas de plata renacentistas, del siglo XVI con sus pectorales a juego, así como una colección de retratos de corregidores del siglo XVIII y un retrato de Isabel II pintado por Luis Sevil en 1844 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La antigua casa del Cabildo fue construida entre 1569 y 1575 en piedra de martelilla, y constituye la obra civil más representativa del renacimiento jerezano. En ella intervinieron varios autores. La parte principal es una sala rectangular cubierta por bóveda de cañón acasetonada, decorada con motivos geométricos en resalte y dividida en cuatro espacios por arcos fajones que se apoyan en la cornisa y descansan en capiteles renacentistas. Esta sala fue realizada por Diego Martin de Oliva entre 1569 y 1571.
El antecabildo, da a la fachada principal y está cubierto por tres tramos de bóvedas acasetonadas, muy planas, decoradas en sus frentes por dos escudos reales de España y en los costados otros dos de la ciudad sostenidos respectivamente por leones y angelotes. Esta sala junto con la fachada fue construida por Andrés de Ribera y Bartolomé Sánchez entre 15710 y 1575.
Su fachada consta de dos partes, a la izquierda se abre el pórtico "loggia", sostenido por columnas de mármol con capiteles corintios renacentistas, y a la derecha la fachada principal propiamente dicha, dividida en tres espacios por ocho medias columnas pareadas, estriadas, de capiteles corintios y destacando sobre un basamento decorado con cartelas.
El espacio central lo ocupa la puerta principal adintelada, adornada en su contorno con diversos motivos bélicos, rematados por el escudo de la ciudad. Las otras dos partes de la fachada las ocupan dos ventanas, terminadas por frontones, sobre los que están en hornacinas las esculturas de Julio César y Hércules. En las cornisas de dichos frontones se sientan los altorrelieves de las cuatro virtudes cardinales, terminándose por último la construcción con una balaustrada en la que lleva el escudo de Felipe II.
El apeadero, es un doble pórtico columnado compuesto por tres arcos de medio punto sobre columnas de mármol blanco y fue realizado por Martín Delgado en 1610.
La Casa del Cabildo, Antiguo Consistorio o Ayuntamiento Viejo, es un edificio construido en el último tercio del siglo XVI, durante el reinado de Felipe II por Andrés de Ribera, Diego Martín de Oliva y Bartolomé Sánchez, según consta en una inscripción de su fachada principal, concentrándose en ella su rica decoración iconográfica.
Ha llegado hasta nuestros días prácticamente sin alteraciones constituyendo una de las mejores muestras del Renacimiento Local. Desde 1873 y hasta 1984 esta Casa albergó la Biblioteca Pública Municipal así como el Museo Arqueológico, antes de su traslado al actual edificio de la Plaza del Mercado.
En la actualidad es un salón de plenos que se utiliza solo para actos especiales tales como los plenos de constitución o investidura de las nuevas corporaciones municipales, traslado del pendón, actos de reconocimiento de personajes ilustres de la cuidad, etc. Está incorporado desde su rehabilitación en 1992 al propio Ayuntamiento (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El edificio más notable de la plaza de la Asunción es el antiguo Cabildo, magnífico ejemplo del Renacimiento no sólo local, sino incluso regional y, desde luego, uno de los tres mejores monumentos de Jerez, si es que no el mejor. Se desconoce al autor de la traza, pero se sabe que en la obra trabajaron los jerezanos Andrés de Ribera, Bartolomé Sánchez y Diego Martín de Oliva, y que estaba terminada en 1575. La extensa fachada, que ocupa todo un lateral de la plaza, se encuentra dividida en dos espacios perfectamente diferenciados: a la izquierda corre una a modo de logia con arcos de medio punto sobre columnas de mármol cuyos capiteles son musulmanes. Al lado de aquélla, hacia la derecha, se sitúa la fachada, en cuyo eje central está la puerta, a un lado y a otro de la cual se abren sendas ventanas con frontón triangular, enmarcadas por pares de pilastras corintias y coronadas por hornacinas a las que parecen vigilar las virtudes teologales, talladas en relieve. En la hornacina de la izquierda se ve a Julio César y en la de la derecha a Hércules, ambas evocadoras del pasado mítico de la ciudad (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
Ubicada frente a las casas capitulares de la ciudad, la parroquia fue fundada en 1264 por Alfonso X. Dedicada a San Dionisio Areopagita por haber entrado las huestes cristianas en Jerez para su definitiva conquista el 9 de octubre, día de su festividad, fue este templo testigo de un notable acontecimiento de la historia de la ciudad en la baja Edad Media, al haber sido sede, en 1483, de la masiva junta donde más de trescientos caballeros jerezanos se juramentaron para impedir que el marqués de Cádiz, don Rodrigo Ponce de León, uniese el alguacilazgo mayor perpetuo a los otros cargos concejiles que ya ostentaba.
En la fachada de los pies, destaca el rosetón central, las ventanas ciegas geminadas de estilo mudéjar y la portada abocinada, relacionable con obras del mudéjar cordobés, aunque muy rehecha en el siglo XIX. Las fachadas a la plaza Plateros y a Doctor Revueltas vuelan la cubierta con un fino alero decorado con canes que representan formas figuradas vegetales, animales y mocárabes. La portada del lado del evangelio, hallada durante las labores de restauración del pasado siglo, es similar a la principal, aunque conserva una interesante decoración vegetal de la que aquélla carece.
La portada de la epístola, adintelada, es fruto de una transformación del siglo XVIII.
En la zona de cabecera, hacia el lado de la epístola, se sitúa una sencilla espadaña de la segunda mitad del siglo XVIII, atribuida al maestro Juan de Bargas.
El interior se distribuye en tres naves divididas por pilares de cantería del segundo cuarto del siglo XV, en los que se muestra una insólita decoración mudéjar de ascendencia almohade a modo de baquetones entrecruzados que se rematan en capiteles de mocárabes. La apariencia medieval que presenta la iglesia estaba enmascarada, hasta que, entre 1953 y 1976, fue sometida a una profunda intervención por parte de los arquitectos Fernando de la Cuadra y Rafael Manzano. En ésta, si bien se recuperó parte de la imagen medieval del templo, se perdieron lamentablemente los baquetones, molduras y bóvedas de yeso realizados por el maestro Ignacio Díaz en los años treinta del siglo XVIII.
La cabecera, de testero plano ochavado a media altura mediante trompas, es obra ya del siglo XVI, al igual que el tramo que le precede. Se cubren con bóvedas de terceletes y con combados respectivamente. Adosado a ella se encuentra el retablo mayor, que ocupa todo el testero hasta la clave de la bóveda. Fue realizado por el entallador Agustín de Medina y Flores durante el segundo cuarto del siglo XVIII para la iglesia de los jesuitas y posteriormente, tras la expulsión de éstos en 1767, donado a esta parroquia por Carlos III. Entonces, las tareas de adaptación corrieron a cargo de Andrés Benítez, que le añadió el envolvente cascarón que lo remata. Se divide en tres calles mediante cuatro grandes estípites con decoración de talla menuda. La iconografía es la propia de la iglesia jesuita de la que procede, que estaba dedicada a Santa Ana y los legendarios santos de Asta -Honorio, Esteban y Eutiquio-, a los que se unieron en esta nueva ubicación del retablo otras imágenes de santos relacionadas con la parroquia. En el primer cuerpo figuran, en su calle central, el manifestador, donde se encuentra una talla de la Inmaculada del siglo XVIII, y el camarín de Santa Ana y la Virgen, y en los inter-estípites, San José con el Niño y San Joaquín. En la parte superior se encuentran los mártires de Asta y el titular de la iglesia, San Dionisio.
La nave del evangelio carece de capillas, aunque probablemente cumpliese esta función la sala inferior de la torre de la Atalaya, comunicada por un arco semejante al que da acceso a la Capilla de los Gatica. Su interior está cubierto por una sencilla bóveda de nervios decorados con dientes de sierra. En este pequeño recinto, que también sirvió de sacristía al Sagrario, se conservan una imagen de terracota policromada de la Virgen de las Angustias realizada por el clérigo Diego Manuel Felices de Molina en la primera mitad del siglo XVIII. Procede de un altar callejero del desaparecido arco de la calle Algarve, destruido en 1832; y una puerta gótica de dos hojas, procedente de la Capilla de los Gatica. La cabecera de la nave del evangelio, poligonal y cubierta con nervaduras de estilo gótico primitivo, data de principios del siglo XIV. Adosado a esta cabecera se encuentra el retablo de San Cayetano, de estilo rococó, realizado por Andrés Benítez en 1767. De dos cuerpos y tres calles, divididas por columnas al bies, en su hornacina central se encuentra la imagen del San Cayetano, de vestir, flanqueado por Santa Bárbara y San José. En el cuerpo superior, Santo Tomás, y las virtudes teologales.
La cabecera de la nave de la epístola conserva todavía, parte de la decoración barroca realizada por Ignacio Díaz en la primera mitad del XVIII. En este lugar, se encuentra el retablo del Mayor Dolor, de estilo rococó. Es copia del último tercio del XVIII realizado por Andrés Benítez para la cabecera del evangelio, siendo probable que sea obra suya o de su círculo. El camarín lo ocupa Nuestra Señora del Mayor Dolor, imagen de vestir de gran expresividad del primer cuarto del XVIII. En las hornacinas laterales se encuentran las imágenes de Santiago el Mayor y San Bartolomé. La hornacina del ático, a modo de balconada, custodia una imagen del «Ecce Homo» entre dos ángeles lampadarios, todo coronado por el San Miguel ubicado en el remate. Cabe destacar la imagen de San Bartolomé ubicada junto a este retablo, obra de la primera mitad del siglo XVIII cercana al círculo de Francisco Camacho de Mendoza. En el lado de la epístola existen dos capillas; la primera es la de la Capilla de los Gatica, del siglo XV, a la que se accede a través de un arco enmarcado por alfiz, con decoración mudéjar de ascendencia almohade. Destaca en la capilla, el Cristo de las Aguas, talla de Cristo yacente del círculo de Pedro Millán, de la primera mitad del XVI. A los pies del templo, se encuentra la capilla funeraria de doña Elvira Martínez de Trujillo Maldonado «la Astera», que estaba ya fundada en 1430 y que es también el baptisterio de la parroquia. Está cubierta con bóvedas de crucería de distinta dimensión y aunque fue intensamente intervenida en la última renovación del templo, conserva elementos originales, como el arco que divide el espacio interior, con tallas de hojas de parra entre lóbulos, y la pila bautismal, de jaspe negro del siglo XVII.
En la Sacristía se conservan algunas piezas interesantes como la cajonera, de la segunda mitad del siglo XVIII, decorada con rocalla y dos imágenes de San Juanito y el Niño Jesús, que han sido atribuidas a José de Arce. De entre las obras sin ubicación fija son de destacar, una talla del «Ecce Homo», del siglo XVIII, una imagen de San José con el Niño, de la misma centuria, y el techo del primitivo palio de Nuestra Señora del Mayor Dolor, pintado en 1898 por el jerezano Germán Álvarez de Algeciras.
Unida a la parroquia de San Dionisio se encuentra la llamada Torre de la Atalaya, que levantó el Concejo Municipal para que albergase el reloj de la ciudad, si bien posteriormente tuvo usos militares.
Se trata de una obra finalizada entre los años 1447 y 1449 que muestra acusados caracteres propios de la arquitectura mudéjar local, como las ventanas geminadas de arquillos polilobulados con lacería. El cuerpo superior, separado del primero por una cornisa, muestra elementos decorativos góticos característicos de los último años del siglo XV o de los primeros del XVI en los que la torre fue reformada (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La Iglesia de San Dionisio es una de las más importantes de Jerez de la Frontera (Cádiz). Es un templo construido en la primera mitad del siglo XV en estilo gótico-mudéjar, aunque alterado con transformaciones barrocas en el siglo XVIII. Sus dimensiones aproximadas en planta son 25 x 38 m., y la altura máxima es de 18 m. en la nave central.
Se trata de una iglesia de planta basilical, dividida en tres naves por altos pilares cruciformes adornados con grandes lazos almohades que suben hasta los capiteles. Los arcos que separan las naves, son apuntados y dentados, corriendo por encima de ellos una menuda cenefa polilobulada.
La portada abocinada se acusa al exterior por un cuerpo saliente en la fachada, rematado por una cubierta a dos aguas, característica del mudéjar jerezano, siendo las arquivoltas apuntadas. A uno y otro lado tiene dos ventanas mudéjares ciegas, en ajimez, de distintos tamaños, de los que sólo el correspondiente al lado del Evangelio está decorado por una arraba de lacería, semejante a los que adornan la parte inferior de la torre de la atalaya, pues el de la otra ventana aparece sin tallar. El ábside de forma poligonal, con la estructura propia de la ojiva, tiene contrafuertes y ventanales muy poco apuntados.
La torre de la Atalaya está constituida por dos cuerpos, uno que forma la torre propiamente dicha y otro que corresponde a la escalera. En el exterior y analizándola estilísticamente se estima que cabe distinguir en ella dos épocas fundamentales. Una primera época a la que pertenece la parte inferior, y otra a la que corresponde la parte superior.
Interiormente, la torre está tiene dos pisos. El primer piso con bóveda de nervios cruzados que descansan sobre columnillas cortadas. El segundo piso se cubre por una bóveda de nervios cruzados flanqueados por dientes de sierra que descansan en capiteles de mocárabes.
La iglesia, que debe su nombre al patrón de la ciudad, fue edificada en recuerdo del día nueve de octubre de 1.264, festividad de San Dionisio Areopagita, día en el que hizo su entrada en Jerez de la Frontera Alfonso X el Sabio. Fue construida en el estilo gótico propio del siglo XIII. Ese primer edificio, fue profundamente remodelado en la primera mitad del siglo XV a la manera gótico-mudéjar. A esta etapa corresponden los pilares decorados con entrelazo sobre los que se alzan los arcos formeros que dividen sus tres naves, así como el resto de la ornamentación de ascendencia hispanomusulmana que encontramos tanto en el interior como en el exterior del edificio.
A mediados del siglo XV se termina la Torre de la Atalaya. En el siglo XVI se inició un proyecto que pretendía sustituir las primitivas cubiertas de madera de las naves por bóvedas tardogóticas, pero solo se llegaron a construir una nueva capilla mayor y la complicada bóveda con nervaduras de trazado curvilíneo que la antecede. En el siglo XVIII experimentó una nueva transformación de su interior, que adoptó aires barrocos.
Actualmente se encuentra en perfecto estado tras una minuciosa restauración que de la que ha sido objeto, y que descubrió restos arqueológicos en el subsuelo que alargaron las obras (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
En la plaza de la Asunción se alza la iglesia de San Dionisio, que ofrece también sendas fachadas a las plazas adyacentes de Plateros y del Progreso. Fue fundada también por Alfonso X, aunque su construcción no se inició hasta los últimos años del siglo XIV. Conserva abundantes elementos del estilo gótico-mudéjar original, circunstancia que se aprecia ya en el rosetón y en las ventanas ajimezadas de la fachada principal, así como en la combinación del ladrillo y la piedra utilizados en su fábrica. Tres naves separadas por arcos formeros ojivales sobre gruesos pilares cruciformes conforman el interior, siendo la central de mayor amplitud que las laterales. Sólo la nave de la epístola muestra capillas adosadas. La capilla mayor lleva la cabecera plana y se cubre con bóvedas góticas de terceletes. En el lado de la epístola se encuentra la capilla de los Gatica, en la que se venera al Cristo de las Aguas, una imagen yacente tallada por algún discípulo de Pedro Millán en la primera mitad del siglo XVI (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
El origen de los carmelitas en este lugar se remonta a 1600, fecha en que levantaron una pequeña capilla y ocuparon algunas casas anejas; anteriormente habían habitado, desde 1587, en el antiguo Convento de benedictinos, extramuros de la ciudad. La iglesia fue trazada durante la segunda mitad del siglo XVII, si bien la construcción ocupó toda la centuria y parte del siglo XVIII, siendo inaugurada en 1727. En su construcción participaron los maestros José Núñez de la Barrera y, ya en el siglo XVIII, Miguel Ojeda Matamoros, quien probablemente fuera el autor del claustro anejo a la iglesia, derribado en la segunda mitad del siglo XX .
La portada, quizá traza de Núñez de la Barrera, se comenzó en 1731; presenta dos cuerpos, el primero con arco de medio punto entre pilastras y columnas corintias y el superior centrado por la imagen de la Virgen del Carmen y coronado por un frontón partido. De esta portada nacen dos torres, si bien sólo se concluyó una, que quedó mocha hasta que, recientemente, se coronó con un chapitel de nula calidad.
El interior de la iglesia presenta tres naves, más ancha y alta la central, con crucero coronado por cúpula, testero plano y capillas al pie de las torres. La nave central se cubre por bóveda de cañón con lunetos, siendo las de las naves laterales de arista. Mención especial merecen las bóvedas del tercer tramo de las dos naves laterales, que reproducen bóvedas góticas con terceletes y combados.
La apariencia del interior es fruto de las remodelaciones sufridas entre 1878 y 1880, en que intervino el pintor Rodríguez de Losada y entre 1949 y 1950 en que Juan de Bernabé Britto trabajó para subsanar los destrozos ocasionados en el periodo republicano, en el que la iglesia fue salvajemente profanada. Se colocaron entonces lienzos pintados por Enrique Hernández en la nave central, así como pinturas de Vicente Chamorro y el mismo Britto en otras partes del templo. Los lienzos de Rodríguez de Losada se conservan hoy en los muros del crucero.
El retablo mayor es obra de finales del siglo XIX si bien fue redecorado en la última remodelación aludida. Es un retablo-camarín en el que se encuentran las imágenes de San Ángelo y San Alberto, en los intercolumnios y un lienzo de Rodríguez de Losada con la representación del Rapto de Elías en el carro de fuego.
El camarín, del siglo XVIII, está redecorado en 1921 por el valenciano Carmelo Vicent. La Virgen del Carmen es una talla de vestir de escuela sevillana de finales del siglo XVI y el Niño es obra de finales del siglo XVII. El púlpito es una pieza barroca de la segunda mitad del siglo XVIII, con decoración de rocalla y espejos y cubierto por tornavoz.
A los pies del lado del evangelio, bajo el hueco de la torre, se encuentra la capilla del Nacimiento, con un belén de 1905 del artista jerezano Juan Bravo, con imágenes del madrileño Francisco Font. Frente a ésta se encuentra la capilla de Cristo Rey, remodelada entre 1940 y 1945 por Fernando de la Cuadra Irízar para albergar los restos del mártir jerezano Antonio Molle Lazo. Actualmente preside la capilla la imagen del Cristo de la Lanzada, obra de la primera mitad del siglo XVIII atribuida a Diego Roldán.
En las naves laterales se adosan altares de entre los que cabe destacar, en el lado de la epístola, los de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen, de la segunda mitad del siglo XVII y el lienzo de Ánimas, junto a la puerta del lado del evangelio, obra de Rodríguez de Losada de finales del siglo XIX.
Interesantes son también los retablos del crucero; el del lado de la epístola, rococó de la segunda mitad del siglo XVIII presidido por la imagen de San Elías y frente a él, de similares características, el retablo de San José, cuyo tabernáculo es obra del taller romano de José Gallegos y Arnosa, de 1906. El órgano, sobre una tribuna lateral, es obra de Francisco de Paula Romero de 1894.
En el tesoro, además de varios vasos sagrados de los siglos XVI y XVII, destacan las piezas propias del ajuar de la Virgen del Carmen, como la media luna de plata de la segunda mitad del siglo XVIII, el manto de Bartolomé Ferrá, de 1906, el paso procesional, obra de Emilio Landa de 1942 y sobre todo la corona, ejecutada con motivo de la coronación canónica de la imagen en 1925; se trata de una pieza realizada en Játiva (Valencia) por el joyero José David, en oro y con engastes de rubíes, esmeraldas, ágatas, perlas y hasta diez mil brillantes.
Ubicado junto a la basílica, el Museo carmelitano de la provincia Bética contiene obras de relevante importancia. Entre ellas una notable colección de ternos y otros ornamentos litúrgicos bordados de los siglos XVIII y XIX; esculturas de los siglos XVII y XVIII y un grupo importante de pinturas, entre las que destaca el panel que representa la Apoteosis del Carmelo, obra del siglo XVII en la que aparecen representados todos los santos de la orden, su origen y otros hechos históricos. Otras obras destacadas del XVII son la Inmaculada y el lienzo de la Aparición de San Pedro de Alcántara a Santa Teresa, realizado por Juan Martín Cabezalero a mediados del siglo XVII, donación de la marquesa de los Álamos del Guadalete.
De Domingo Martínez y procedente de la iglesia del Buen Suceso de Sevilla, es la pintura de la Asunción, con ánimas del Purgatorio, de hacia 1730; también del siglo XVIII, es el lienzo con la Imposición de la casulla a San Ildefonso y ya del siglo XIX se conservan varias obras de Rodríguez de Losada (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Museo del Traje Corto
En la calle Bizcocheros número 8 hay un auténtico museo del traje corto, un museo con más de 130 modelos para cocheros, rejoneadores, toreros, para ir a la Feria... Aunque oficialmente no está abierto al público, su autor, el sastre Antolín Díaz Salazar no le cierra las puertas a nadie que le pida pasar. A sus 74 años todavía diseña y cose estos trajes desde que, a los quince, comenzó con sus tíos, los conocidos sastres Antolín Díaz de Cos y José Díaz de Cos. "No me he jubilado -dice Antolín- ni me pienso jubilar, porque para mí este trabajo es muy bonito y satisfactorio".
Es el sastre oficial de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre y de la ganadería del Hierro del Bocado, pero además entre sus clientes conocidos se encuentran figuras como Miguel Báez 'El Litri', Enrique Ponce, Álvaro y Antonio Domecq, Paco Ojeda, El Juli o Hermoso de Mendoza.
Fue a los 23 años cuando Antolín decidió independizarse de sus tíos e instalarse por su cuenta en la plaza Esteve, aunque ahora desarrolla su actividad en Bizcocheros 8. Aunque comenzó como un sastre tradicional, Antolín se dio cuenta muy pronto "de que la confección se industrializaba cada vez más, pero esto es más artesanal, prendas creativas. No es que vaya a inventar nada, pero se pueden hacer combinaciones de colores muy armoniosas sin salirse de los cánones de la tradición. el que quiera salirse ya está perdido."
Y tan bien le ha ido que tiene trabajo para casi tres años, trabajo que le llega no sólo de España, sino también de otros países como Chile, Italia, Alemania, Venezuela, Estados Unidos e Inglaterra "porque el caballo español se vende al mundo entero. Además, el cliente que viene es un cliente potente".
Antolín tiene hasta trajes como los del siglo XVIII, bordados en negro, oro, plata... y también del siglo XIX. "Pero en lo que respecta al traje corto de vaquero -explica- puede ser de dos tipos: od e tipo campo o de tipo Feria, que son diferentes".
El de tipo campo consta de la guayabera, el pantalón campero con vuelta blanca y chaleco pero, si es para la Feria, llevará guayabera, calzona y chaleco. "También hay otro tipo de prenda -explica el sastre- que hoy no está mucho en uso y que es la chaquetilla, que tiene solapas. Su pantalón es la calzona, a la que se le ponen caireles de plata".
Antolín reconoce que en general en Jerez "se viste bien de corto. Lo que ocurre es que hay gente que lleva a la Feria cosas que serían más bien de campo, como el pantalón con vuelta blanca o incluso unos zahones, pero claro, quien se ha gastado 200.000 pesetas en unos zahones quiere lucirlos". En el caso de que sea una mujer la que vaya de amazona, se le hace una falda de capa con mucho vuelo recogida detrás cuando va andando. Lo que el sastre tiene claro es que "los bordados no pueden coincidir, pueden ser similares, o de distinto color, pero iguales nunca, porque la persona que se gasta un dinero en un traje de corto no quiere encontrarse a otro vestido igual. Yo los motivos os saco hasta de un plato antiguo por ejemplo que tenga una greca bonita".
La vestimenta para los enganches también son distintas según sea a la calesera, a la bandolera, a la húngara y a la inglesa. En esta última se utilizan levitas, en diferentes tonos. La vestimenta a la húngara está basada en un uniforme militar de dicho país que se hace con cordonería en oro o negro. Para la calesera o a la bandolera, que son las más propias de Andalucía, se utilizan diferentes tipos de colores y formas: con solapas, con tirillas, con tirilla baja, bordadas en oro o simplemente adornado con vivos negros. "Eso depende -explica Antolín- del coche o de lo que te pida el cliente, aunque normalmente te piden consejo".
Lo curioso es que, para diseñar todos estos modelos, no hay ningún libro. Según el sastre, "yo me he documentado en cuadros o libros que trajeran fotografías. También he tenido la posibilidad de ver las prendas de gente muy antigua y te vas haciendo un criterio, por lo que el cliente confía en tí. A muchos cocheros de Sevilla y Córdoba los vestimos nosotros y a los de Jerez casi todos". En su opinión, "el secreto del éxito es el trabajo tan perfeccionista que hacemos. Tengo encargos con un año de antelación, y a veces hasta más tiempo".
La idea de crear su particular museo surgió de que "un pase de modelos es demasiado efímero, así que fui colocando aquí los trajes".
En su 'currículum' también se encuentra el haber realizado los dos trajes del torero Escamillo en la ópera 'Carmen' que se representó en el Teatro Villamarta, y también hizo dos casacas antiguas muy entalladas para que el tenor jerezano Ismael Jordi las llevara en la ópera 'Tosca'.
Con tanto trabajo, para Antolín no hay ni sábados ni domingos y, como lleva tantos trajes a la vez por delante (unos 35 dice) ni siquiera es capaz de calcular cuántas horas se lleva con cada uno. Es más, ni siquiera se atreve a ir a la Feria "porque con tanta gente que conozco, no encontraría la hora de volver, y yo tengo que trabajar, porque el traje que tengo que entregar al día siguiente, ¿quién lo termina? así que prefiero quedarme".
Muchos de sus clientes le vienen porque preguntan en la Real Escuela de Arte Ecuestre quién puede hacer este tipo de vestimentas, "y muchos ni siquiera preguntan el precio, sino que me lo encargan directamente".
De lo que sí se lamenta es que "aunque aquí hay trabajo para ahogar, esta tradición se acabará conmigo, porque mis hijos no la van a continuar" (Diario de Jerez).
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