Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Monasterio de Santa María de la Rábida; y Arquitectura civil y Monumentos públicos) de la localidad de Palos de la Frontera (y II), en la provincia de Huelva.
Monasterio de Santa María de la Rábida
A 7 kms. de la ciudad de Palos de la Frontera está el sencillo y humilde monasterio de Santa María de la Rábida, situado en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel, sobre una loma a 30 m. de altitud. La leyenda, sin apoyatura documental alguna, mantiene que la antigua rápita musulmana del lugar fuera transformada, en la segunda mitad del siglo XIII, en una fortaleza santuario de la Orden del Temple, convertido más tarde en eremitorio franciscano. Lo cierto es que la bula de Benedicto XIII, Etsi cunctorum, de 1412, es considerada la carta fundacional de La Rábida.
Más tarde, en 1422, por la bula Sincerae devotionis affectus, se duplica el número de religiosos de la comunidad rabideña. El convento fue siempre un gran foco de religiosidad popular y de peregrinación mariana de todos los pueblos ribereños de la comarca, cuyos habitantes, por los numerosos prodigios y favores concedidos, llamaban a la titular como la Virgen de los Milagros.
La sencilla arquitectura del cenobio rabideño se adecúa perfectamente a la espiritualidad franciscana. En líneas generales, salvo las de la normal evolución del mismo, el edificio se conserva tal como lo viera Cristóbal Colón en 1485. Se compone de residencia conventual e iglesia. El sector doméstico se dispone en torno a dos claustros: el de la Hospedería o de las Flores y el Mudéjar o de la Clausura.
El ingreso al cenobio se hace a través de un arco de medio punto peraltado, con alfiz, que apea sobre semicolumnas de ladrillo octogonales semejantes a las del claustro mudéjar. El zaguán, con restos de su ornamentación pictórica primitiva, conserva una tosca portadita gótica del siglo XV, con un pétreo arco conopial. La portería está compuesta por dos vestíbulos previos al Patio de la Hospedería. En ellos hay una lápida, que recuerda la visita del Papa Juan Pablo II a este convento y la coronación de la titular en 1993, de la cerámica trianera de Zabala, y un grafito de Vázquez Díaz enmarcado, así como un gran repostero con el escudo de los Reyes Católicos y los emblemas heráldicos de Colón y los hermanos Pinzón. A la izquierda está la antigua sacristía, hoy denominada Sala Vázquez Díaz, por los frescos que este artista nervense pintó en ella en 1930, relativos al Descubrimiento. La obra de Vázquez Díaz en la Rábida se caracteriza por su plena modernidad, por su suave colorido y logrado sentido arquitectónico del Quattrocento italiano. Sobre la puerta de entrada se inicia la narración con el saludo de Colón y su hijo a Fray Juan Pérez, que representa el «Pórtico de las dos edades, La Edad Media y la Edad Moderna». En el interior, los murales ofrecen una bella síntesis de la epopeya americana. En el flanco oriental aparecen las «Meditaciones del Navegante», en la que el físico del almirante está inspirado en el de Ortega y Gasset. En el paramento contiguo, sobre la puerta del pequeño cementerio conventual, se plasma el panel de «Las Conferencias», con personajes relacionados con los viajes descubridores, como los Hermanos Pinzón y el físico de Palos Garci Fernández. Todos son retratos tomados del natural, de logrados estudios psicológicos. Colón está personificado por el escultor Enrique Pérez Comendador. Los frailes del convento posaron para dar vida al grupo de sus antecesores en la comunidad rabideña. Entre ellos se incluye al hermano de Nobel moguereño, Eustaquio Jiménez. En el muro por el que se accede a la sacristía está la escena de la leva y armada de las carabelas, nutrido retrato de lugareños: «Son los heroicos hijos de Palos y de Moguer». Y en el último paramento: «La despedida de las naves», se encuentra un autorretrato del autor y su firma.
El Patio de la Hospedería, que padeció bastantes quebrantos en el terremoto de Lisboa, se consolidó entre 1755 y 1759, pero hubo de ser demolido, construyéndose el actual, de finales del Setecientos y que constituye un buen ejemplar de la arquitectura popular andaluza. Es de planta cuadrada, de orden toscano. Se compone de dos cuerpos. El inferior es una galería con arquerías carpaneles, cubierta con bóvedas de arista entre arcos fajones. Los pilares ostentan resaltos e impostas. El segundo cuerpo presenta interiormente en los ángulos sendos arcos rampantes, que acentúan la autonomía espacial de cada galería superior. Las cubiertas, a una sola vertiente, son de tejas árabes. Las techumbres planas de madera son modernas. El espacio central adopta la traza de un patio de crucero, El ciprés central pone una nota de verticalidad frente a la horizontalidad del conjunto. En este claustro se exhiben una serie de trece lienzos, realizados por Juan Manuel Núñez en 2004, con la temática de los protagonistas y hechos determinantes de la Gesta, una especie de galería que constituye una síntesis histórica de la gesta colombina y del papel de los hombres de estas tierras en el Descubrimiento del Nuevo Mundo.
Gracias a un arco gótico-mudéjar, de ladrillo limpio, se accede al Claustro Mudéjar de planta rectangular. Es el más antiguo del cenobio. Su fábrica corresponde al siglo XV. En su planta baja hay un zócalo decorado con prismas o arquetas en perspectiva isométrica, cuyas caras frontales ostentan cerraduras. Estas pinturas murales conjugan armoniosamente elementos gótico-mudéjares, propios de la zona, con influencias italianizantes, procedentes del próspero comercio marítimo de la comarca con Italia y el Levante español en el medievo. El cuerpo superior de este claustro es del siglo XVIII. Presenta cuatro arquerías. Por los flancos norte y sur discurren siete arcos rebajados sobre pilares; y cinco por los del este y oeste. Están encalados. En los ángulos, delimitando las citadas galerías superiores, hay cuatro arcos rampantes.
Al Claustro Mudéjar abren algunas dependencias que merecen especial mención: La Sala de Conferencias y el antiguo refectorio. La primera es la celda donde Colón mantuvo las entrevistas iniciales con los franciscanos y el físico Garci Fernández. Se le conoce popularmente como el «Portal de Belén de América». El vano de ingreso, en el flanco meridional, es un arco de medio punto inscrito en su correspondiente alfiz. La techumbre es de tosca factura. En esta celda hay un cuadro de Cristóbal Colón, óleo sobre lienzo firmado por Joaquín Domínguez Bécquer en 1836, donado por los duques de Montpensier. También hay una tabla hispanoflamenca de la Piedad de María, obra anónima de principios del siglo XVI.
La segunda estancia, el refectorio, está ubicado en el lado septentrional del claustro, al que se accede bajo un arco apuntado. Cuenta con un púlpito de tapial. Preside un Crucificado en madera policromada, denominado Cristo de los Pobres, de h. 1500. En los muros del refectorio se puede leer: «Edent-pauperes-et-saturabuntur: et-laudabunt-dominum-qui-requirunt-eum: Vivent-corda-eorum-in-saeculum-saeculi. Psalmus XXI-versiculus-XXVII» («Comerán los pobres y se saciarán, y alabarán al Señor los que lo buscan; vivirán sus corazones por los siglos de los siglos. Salmo 21, versículo 27»). La techumbre es de madera tosca, compuesta de vigas, cintillas y tablazón. A los pies del salón se expone un óleo sobre lienzo, que representa la «Apoteosis de San Francisco: su aparición sobre un carro de fuego», de Juan de Dios Fernández , en 1795.
Sobre el refectorio, se sitúa la Sala Capitular en la planta superior del Claustro Mudéjar. Se cubre con techumbre mudéjar en forma de artesa con tirantes. La estancia es de hacia 1663. Está decorada con apropiado mobiliario y atesora varias obras de arte, entre las que destacamos las siguientes: Un tríptico del Calvario, tallado en madera en su color obra anónima de estilo neogótico. Y un óvalo con la efigie de Colón, relieve en porcelana, de Guido Mazzoni en 1505. Entre las pinturas hay que señalar los retratos de Colón y Fray Antonio de Marchena, óleos sobre lienzo firmados por José Roldán h. 1860. Y los de los Reyes Católicos, Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y Juan de la Cosa, copias de A. Pérez Giráldez, de 1930. Asimismo las Armas de Cristóbal Colón, óleo sobre lienzo de Juan Manuel Núñez en 1991; y el Escudo de Hernán Cortés, pintura anónima mejicana del novecientos. Una placa recuerda que en esta sala se celebró un Consejo de Ministros, presidido por S. M. El Rey Don Juan Carlos I, en conmemoración del V Centenario de la salida de las naves del Descubrimiento, el 3 de agosto de 1992.
En el antiguo archivo conventual se cuelgan tres pinturas de tema colombino: «La Despedida de Colón», óleo de R. Espejo h. 1850-60; «La llegada de Colón a América. La tierra anhelada», anónimo de h. 1860-70. Y «Las conversaciones de Colón con el Padre Marchena», óleo sobre lienzo anónimo del último tercio del siglo XIX.
La celda contigua se ha acondicionado e incluido en el circuito turístico tras 1992. En su interior destacan el retrato de Isabel la Católica, óleo sobre lienzo de José Rosa, del siglo XIX. Y otro lienzo de Colón, de A. Pérez Giráldez en 1930. A continuación hallamos el Mirador, al que se accede por el ángulo suroeste de la galería superior del Claustro Mudéjar. Tan aireada arquitectura, compuesta por arcos de medio punto sobre pilares con impostas, es típicamente conventual.
Acto seguido, se pasa al vestíbulo que engarza las galerías superiores de los dos claustros conventuales. Allí hay que reseñar dos cuadros recientes: «Velas y alas», óleo sobre lienzo de Alberto Moreno y el Escudo de armas de los Hermanos Pinzón. Ya en el deambulatorio superior del Patio de la Hospedería hay cuatro óleos sobre lienzo, donados por los duques de Montpensier y realizados por Juan Cabral Bejarano en el siglo XIX: Representan la llegada de Colón a la Rábida, la lectura de la Real provisión en la parroquial de Palos, la Conferencia de Colón con Fray Juan Pérez, Martín Alonso Pinzón y Garci Fernández y la despedida del almirante de Fray Juan Pérez. Otra pintura historicista, representando la muerte de Colón, es obra de José María Rodríguez Lozada, de 1898. En los tres paramentos restantes se cuelgan siete telas que forman parte de la colección de lienzos dieciochescos con escenas de la vida de San Francisco de Asís, pintadas por Juan de Dios Fernández a finales del siglo XVIII. En el centro de estas galerías se exhiben las maquetas de las tres carabelas, obra del artesano onubense José Tasero en 1940. Por último, en la escalera que baja a la sacristía, está el Bautismo de Cristo, óleo sobre lienzo, copia de Tiziano del pintor Evaristo Domínguez, de h. 1955.
Desde el deambulatorio superior del Patio de la Hospedería se ingresa en la Sala de los Documentos, antaño enfermería, donde algunos sitúan la muerte de Martín Alonso Pinzón. En una gran vitrina se exponen restos arqueológicos romanos y árabes de la comarca, varias piezas de orfebrería, dos Crucificados, etc. El Crucificado de mayor tamaño, escultura en madera de cedro en su color es obra anónima castellana, del segundo tercio del siglo XVI. El otro Cristo es de estilo roldanesco. Hay un Ángel y óleo sobre tabla de escuela hispanoflamenca, fechable h. 1500. Y tres indios americanos, óleo sobre lienzo, anónimo mejicano del siglo XX. Asimismo está la espada de un soldado de Hernán Cortés, donada por el marqués de Polavieja en 1927. En esta estancia está también el retrato de D. Mariano Alonso del Castillo, que impidió el derribo de La Rábida a mediados del siglo XIX. En este sector, ubicado sobre la portería, existen tres habitaciones dignas de mención. La sala de los Pergaminos, que guarda importantes documentos de la Real Sociedad Colombina Onubense, reproducidos en pergaminos miniados por Domingo Franco. En la estancia contigua se disponen la biblioteca y archivo de dicha institución. En la tercera dependencia, denominada del «Plus Ultra», hay una maqueta del hidroavión que hizo la primera travesía Palos-Buenos Aires, en 1926: Por último está la Sala de Banderas de las Repúblicas Hispanoamericanas y Filipinas, donde se muestran las enseñas nacionales de todos esos países, así como arquetas con tierra de cada uno de ellos. La techumbre de la sala, obra de Velázquez Bosco, se ha enriquecido.
La iglesia conventual, de estilo gótico-mudéjar es la pieza más antigua del monumento. Consta de tres puertas. La exterior, practicada en el flanco meridional, es una portada propia del gótico-mudéjar sevillano. Su abocinada factura, con jambas de ladrillo aplantillado y arcos de sillares, se enriquece con un tejaroz sobre diez canecillos con cabezas leoninas. La puerta del templo, que enlaza por el lado septentrional con el Patio de la Hospedería, es mucho más morisca. Está compuesta de dos arcos de herradura apuntados: uno pétreo, en el interior de la nave; y otro de ladrillo, posterior. En su estado actual puede ser reconstrucción en el Setecientos de otro anterior. La tercera puerta, muy escueta, es la más pequeña del recinto, que comunica el presbiterio con la actual sacristía, que es de planta rectangular. La preside un Crucificado de Antonio León Ortega, de 1962, el Cristo del Mayor Dolor. En el muro frontero hay un relicario en orfebrería de San Buenaventura, obra anónima del siglo XVI, donado por los condes de Sánchez-Dalp en 1938.
El templo se compone de capilla mayor una sola nave y cuatro capillas laterales. A través del tiempo ha sufrido alteraciones en su traza y fisonomía, manteniendo, sin embargo, el aroma de espiritualidad franciscana y la evocación de su glorioso pasado. En el siglo XVII se sustituyó el artesonado original por una bóveda de medio cañón, se construyó una cúpula sobre el presbiterio y se erigieron tres capillas en el lado del evangelio. También se reconstruyó la bóveda de la capilla lateral de los pies del templo. Según Ángel Ortega, la cúpula de la capilla mayor es posterior, del siglo XVIII. En cualquier caso supuso la demolición casi íntegra de la primitiva bóveda de crucería. Posteriormente, esta bóveda, ya a finales del siglo XIX, fue cegada.
En la actualidad, la capilla mayor, de planta cuadrada y fábrica de sillares, conserva las marcas de sus canteros medievales. Se cubre con bóveda ojival. Fue reconstruida por Velázquez Bosco en 1892, decorándola con las consabidas puntas de diamante, tan del gusto de las iglesias gótico-mudéjares sevillanas. Se ilumina, por la derecha, gracias a una ventana mudéjar con alfiz, tallado y ornamentado en la piedra. El presbiterio está presidido por el Cristo de los Remedios, talla en madera de castaño policromada, obra gótica, anónimo gallego del siglo XIV. En el centro de la capilla se sitúa el altar, de mampostería, revestida de polícroma azulejería. Sobre la solería está la lápida sepulcral que sella la cripta, donde según la tradición fue enterrado Martín Alonso Pinzón.
El buque del templo, de nave única, se cubre actualmente con techumbre neomudéjar, realizada a partir de la restauración del cenobio por Velázquez Bosco en 1892. Fue hecha en Rociana. En 1912 tenía todavía inconclusa su decoración pictórica. Los muros de la iglesia tienen decoración de una torpe reproducción de tableros de madera o mármol, enmarcados por menudos y geométricos motivos pictóricos que semejan mosaicos de influjo bizantino, figuras de santos y platos o florones pintados de origen sienés y florentino. En el intradós de los arcos de acceso a las capillas laterales, del flanco izquierdo, encontramos la típica ornamentación gótica de cardinas. Estas pinturas, repintadas en 1891, proceden del último tercio del siglo XV, realizadas por pintores locales. En lo alto de los muros del templo cuelgan diez grandes cuadros, óleos sobre lienzo con pasajes de la vida de San Francisco de Asís, obra de la serie existente en este convento, del pintor Juan de Dios Fernández h. 1795.
De las tres capillas del lado del evangelio sólo se conservan dos. Responden en su morfología y ornato a la estética del siglo XVII. Tienen como ingreso sendos arcos ojivales, en cuyos intradoses perduran las aludidas pinturas murales de la época de los Reyes Católicos. La segunda, ubicada al centro, está dedicada a la Inmaculada. Es de planta rectangular y bóveda de cañón. Está decorada con pinturas murales barrocas. La frontalera del altar y el zócalo son de cerámica de arista. Debió ser construida en 1723. En ella recibe culto una Purísima, escultura en madera policromada, obra anónima sevillana del siglo XVIII. La tercera capilla, ornamentada con pinturas murales del siglo XVII, está consagrada a San Francisco, cuya escultura en madera policromada, del siglo XVII y de autor anónimo, preside la estancia. En el flanco de la epístola, bajo el arco ojival frontero al de la primera capilla, hoy ciego, se cuelga un cuadro de Cristo lavando los pies a sus discípulos, óleo sobre lienzo anónimo de hacia 1680-1690.
La capilla de Santa María de la Rábida o Virgen de los Milagros, patrona de la ciudad de Palos de la Frontera, se adosa al extremo sur de la iglesia. Por tanto, no forma parte de la estructura general del mismo. Se unió al templo después de 1892. En origen pudo ser un torreón defensivo de la primitiva fábrica. Es de planta cuadrada con ajimez, y se cubre con bóveda vaída del siglo XVII. El amplio y rebajado arco que da al templo desvirtúa su primigenia configuración espacial. En 1981 fue decorada por Juan Manuel Núñez con unas pinturas murales, entre los que destaca el Misterio trinitario, la santidad franciscana más representativa y el Descubrimiento de América. Entre los personajes retratados aparece el padre Oterino, guardián del cenobio.
Desde 1945 preside esta capilla la titular del monasterio, escultura de alabastro, obra anónima del núcleo pirenaico franco-catalán del segundo tercio del siglo XIV. La Virgen se muestra como Hodegetria, portando una granada, símbolo de su maternidad eclesial, y sosteniendo a Jesús Niño. La ráfaga, diseñada por el pintor palermo Evaristo Domínguez, fue realizada por Manuel Seco Velasco en 1965. Lleva los escudos de los países iberoamericanos. Madre e Hijo se alzan sobre dos peanas superpuestas y decrecientes, trabajadas en mármol verde, bronce y plata por Seco Velasco entre 1966 y 1968. La inferior ostenta la heráldica de Palos y del obispo Cantero Cuadrado. La superior la de la Orden seráfica. A los pies de la Señora se hallan las tres carabelas, en bronce dorado. La puerta del sagrario (1948) y la frontalera del altar (1953) fueron repujadas por el orfebre Fernando Marmolejo Camargo. Ante la venerada imagen de la Virgen de los Milagros, Santa María de la Rábida, oraron Colón y los marineros descubridores, así como Juan Pablo II, que la coronó el 14 de junio de 1993. La Virgen queda respaldada por un pequeño retablito neogótico, de perfil quebrado, enriquecido por guardapolvo y calados y dorados doseletes. Los laterales cobijan sendos ángeles pintados. Es obra anónima de 1945.
Obras muy interesantes de la orfebrería de este monasterio rabideño son la cruz procesional, de plata repujada, obra anónima castellana de fines del siglo XV, con los temas iconográficos de la Deesis, el Tetramorfos, el Pelícano, Adán, seis Apóstoles, la Virgen con el Niño y el Crucificado. Fue restaurada por Marmolejo en 1950. Y la lámpara de plata blanca de la capilla de la titular, obra anónima del siglo XIX (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
El Monasterio de la Rábida se asienta al sur del término Municipal de Palos de la Frontera, en la que se puede considerar la última colina antes de la desembocadura del río Tinto, cuyo paraje domina, junto con el estero de Domingo Rubio, el canal del Padre Santo y la barra de Saltés, por donde Huelva se abre camino hacia el mar, lugares, todos ellos citados por Cristóbal Colón en su diario de viaje.
El Monasterio ofrece, en sus fachadas, una gran sencillez e incluso, humildad propiamente franciscana. La fachada sur, donde se ubica la portada de la iglesia, está labrada en sillares, presentando una ventana bastante reformada, con labores mudéjares. Formando ángulo recto con la iglesia existe un módulo de planta rectangular, clausura del convento, en cuyo testero se abren varias ventanas de distinta fisonomía. La sobriedad se hace aún más patente en el lado norte, donde el blanco de sus muros predomina sobre las diferentes ventanas y puertas, que se abren.
La fachada norte no presenta elemento que difiera de la sencillez ya mencionada, tan solo una portada de sencilla traza entre dos contrafuertes. Según una crónica de 1714, el aspecto exterior del monasterio ofrecía un carácter de castillo-fortaleza, con almenas y azotea. Actualmente al exterior se acusa el tambor octogonal y la linterna del siglo XVIII y la espadaña, y como cubierta tejas árabes a dos y cuatro aguas.
La portada de acceso a la iglesia es de estilo gótico con arco apuntado, aunque presenta detalles mudéjares, sobre todo en la parte inferior, donde aparece labrada en ladrillo agramilado. Muy interesante es el tejaroz sostenido por diez canes con cabezas de león, y los arquillos de traza ojival que se encuentran intercalados.
Se ingresa al recinto conventual a través de dos portadas, localizadas en el lado este. La del zaguán, es un arco de ladrillo de medio punto peraltado, cuyos extremos apean sobre impostas terminadas en dos columnas octogonales, que descansan en altas basas. La puerta de acceso al vestíbulo interior es de arco conopial rebajado, de sillería, con restos de pintura mural. Entre el claustro de la portería y el mudéjar, se levanta la espadaña, la cual presenta dos cuerpos en altura.
El primero con vano de medio punto; el segundo con vano de medio punto que remata en frontón triangular.
El cenobio presenta una planta irregular propia de su estructura medieval, conservando la fisonomía de su traza primitiva.
Quizás en su concepción se pudieron aprovechar determinadas edificaciones preexistentes. El conjunto se articula en torno a tres núcleos principales: la iglesia-santuario, el claustro de la portería y el de la clausura. La iglesia de pequeñas dimensiones posee una sola nave rectangular, con presbiterio de la misma traza, en cuyo lado del evangelio, se localiza la sacristía, la cuál presenta planta rectangular. En el lado del evangelio se abren dos capillas de planta rectangular, mientras que a los pies de la epístola se localiza la Capilla de Nuestra Señora de La Rábida o de los Milagros, de planta cuadrada. Tras la Capilla de la Virgen de la Rábida, se localizan dos grandes estancias rectangulares que constituyen parte de la actual clausura.
A través de un zaguán de planta rectangular, se accede a un vestíbulo interior de la misma planta, donde a su izquierda se ubica la sala "Vázquez Díaz", que ofrece la misma planta, y el antiguo cementerio. A la derecha, se localizan distintas dependencias que pertenecen a la clausura, todas ellas de planta rectangular. A través del vestíbulo citado se ingresa en el claustro de la portería o de la hospedería, de planta casi cuadrada, se articula a base de cuatro galerías sobre pilares de ladrillo. En el mismo se localiza la biblioteca, la cuál presenta planta rectangular muy alargada. Mediante un pequeño
vestíbulo ubicado en el ángulo suroeste, se accede al claustro mudéjar, el cual posee dos plantas en altura, con planta rectangular. Entre las dependencias a destacar en este claustro se puede señalar, la sala de conferencias abierta en el lado sur, presentando planta rectangular, con portada y arco de medio punto, y el antiguo refectorio, con planta rectangular, en el ala norte. Junto a éste último y alrededor del patio, se ubican las celdas, las cuáles presentan plantas rectangulares y cuadradas.
En el piso superior, sobre el zaguán y la sala "Vázquez Díaz", se localizan la "sala de banderas hispánicas" y la sala donde está la maqueta del hidroavión "Plus Ultra". Respecto a las otras dependencias no citadas aquí, es decir, las restantes del piso alto y otras del piso bajo, hay que decir que son de planta rectangular y cuadradas, no pudiéndose aportar más datos al no permitirse su visita.
No existen elementos sustentantes exentos en la iglesia, siendo sus propios muros en fábrica mixta de ladrillo, tapial y mampostería de estructura árabe. El claustro de la portería o de la hospedería, posee como soporte pilares de ladrillo, sobre los que apoyan arcos rebajados. En el segundo piso se abren tres sencillas ventanas en cada uno de sus lados. El claustro mudéjar, por su parte, se articula a base de arcos peraltados, seis con una puerta en los lados norte y sur y cinco en este y oeste, que apean sobre pilares de ladrillo agramilado de sección octogonal, alzándose sobre pretiles o podiums.
La galería alta posee pilares como soporte.
El cuerpo de la iglesia presenta como cubierta artesonado de madera policromada, que sustituyó en 1892, a una bóveda barroca. El presbiterio, por su parte, posee bóveda de arista, aunque no es la original. Las galerías del claustro de la portería, se cubren con bóvedas de arista en tramos compartimentados por arcos fajones. Las del claustro mudéjar, por su parte, presentan un sencillo y severo artesonado. Entre las salas del monasterio, cabe reseñar la sala del Padre Marchena, la cual tiene una más que interesante artesa.
Respecto a las demás dependencias del convento, es decir, zaguán y vestíbulo de acceso, sala "Vázquez Díaz", sacristía, sala de Conferencias, refectorio, biblioteca y las celdas de los monjes, ofrecen cubiertas de simple estructura.
Otros elementos interesantes son:
- Puerta que comunica la iglesia con el claustro mudéjar. De interesante factura, se puede observar la repetición del arco lanceolado que se encuentra en la iglesia de Santa María de la Granada de Niebla.
-Puerta de acceso al claustro mudéjar. Situada en el ángulo suroeste del claustro de la portería, ofrece arco apuntado de estilo gótico-mudéjar de ladrillo, con azulejo en la parte superior.
-Portada del antiguo refectorio. De estilo gótico y ladrillo visto, presenta en sus zócalos piezas vidriadas de varios colores.
-Puerta de acceso al interior del convento. Presenta arco conopial rebajado, de sillería, con restos de pintura mural.
Según se recoge en un códice de 1714, y dentro de la tradición y leyenda que envuelve el origen del Monasterio de La Rábida, se dice que se remonta a época fenicia, momento en que levantaron un templo al dios protector de Tiro. Los fenicios denominaban a su primera diosa femenina como Rabbad, de donde hacen derivar la palabra Rábida. Bajo el imperio de Trajano, cuenta el cronista que existía un templo consagrado a Proserpina, protectora de la rabia. Al parecer hubo una enfermedad de rabia, acudiendo la diosa. De rabia, rábida hace derivar el nombre del monasterio. En el año 159 hace iniciar el momento cristiano, con la presencia del sacerdote hispalense Ciriaco, quien consagró el templo a María.
La presencia árabe se refleja en la construcción de un morabito o fortaleza denominado Rábhita. De este vocablo parece proceder el nombre del convento. Con posterioridad el cenobio estuvo bajo la orden militar de los Templarios, llegando incluso a darlo como fundación del propio padre San Francisco, en el año 1212, cuando visitó España. De estos hechos que se recogen en el citado códice de 1714, sólo la presencia árabe parece ser cierta. El resto queda en la mera hipótesis, en la leyenda, mientras no haya argumentos que lo demuestren.
En el actual solar de La Rábida debió existir un ribat, convento fortificado musulmán, en el que una comunidad de monjes solados vigilaban los puntos estratégicos de la costa. Dos bulas, la "Etsi cunctorum", de Benedicto XIII, fechada en 7 de diciembre de 1412 y la "Licet is", de 17 de febrero de 1437, junto al estudio del propio edificio, permiten fechar la construcción del convento en el primer cuarto del siglo XV. En la primera bula se indica que la iglesia y la casa ya existían, lo que nos permite afirmar que la edificación se iniciaría a principios del siglo XV y se concluiría en el trans curso del mismo. El eremitorio de La Rábida fue fundado por fray Juan de la Rábida hacia 1403. Desde 1437, el monasterio queda integrado en el derecho común de la observancia. Ya a finales del siglo XV, se produce la visita de Cristóbal Colón a la Rábida, acompañado de su hijo Diego.
El cenobio franciscano se constituye en el centro donde Colón tiene puesta sus miras para conseguir que España apoyara sus proyectos. Estas dieron sus frutos en 1492, con la partida de las naos desde el puerto de Palos de la Frontera. En 1623 se constituye como casa de recolección, restablecido por fray Bartolomé de San Francisco. De este modo siguió durante los dos siglos siguientes, en los que se incrementó el número de frailes, se renueva el edificio y se amplía su acción apostólica y cultural. Según el P. Germán Rubio, en el siglo XVII se hicieron grandes reformas especialmente por el padre fray Blas de Benjumea, Ministro Provincial entre 1663-1666. El terremoto de 1755 afectó principalmente a la iglesia, abovedándose su cuerpo y levantándose una cúpula con linterna sobre el crucero. También se vio afectado el claustro de la portería, el cual se rehízo de nuevo, aprovechándose los cimientos antiguos.
El siglo XIX supone el ocaso del monasterio de Santa María de La Rábida. Todo se inicia con la invasión francesa, el saqueo y el cierre temporal del convento. Aunque permanecieron dos religiosos en el cenobio, el desastre fue general.
Posteriormente, entre 1820 y 1823, con la exclaustración temporal, se clausuró el monasterio. A pesar de que la orden vuelve en 1823, entre 1835 y 1836, en virtud de la Real Orden del Ministerio de Gracia y Justicia, se produce la exclaustración definitiva con la supresión de los monasterios y conventos con número inferior a doce religiosos. El Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, obtuvo un Real Decreto de 1930, por el que se creaba un Patronato especial para el cuidado del monasterio. En él se funda la Universidad Hispanoamericana Santa María de La Rábida, con el primer curso de verano inaugurado el 1 de septiembre de 1943 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Arquitectura civil y Monumentos públicos
Entre las construcciones de carácter civil hay que señalar en primer lugar los pocos restos del Castillo de Palos, en el cerro que domina la ciudad, que las investigaciones arqueológicas sitúan en época almohade.
Pero el vestigio más interesante del pasado marinero de Palos lo constituye la Fontanilla, localizada cerca del lugar al que antiguamente llegaba un estero, donde había un embarcadero. Es una fuente pública, de estilo mudéjar en la que según la tradición se abastecieron de agua las naves descubridoras. Tiene forma de templete de planta cuadrangular, con bóveda vaída, que está soportada por cuatro arcos de medio punto rebajados apeados en pilares angulares reforzados con estribos.
La Casa de Martín Alonso Pinzón, convertida en museo, es un edificio del siglo XV, con intervenciones profundas del siglo XVIII. Consta de dos pisos, dos crujías y patio. Está cubierta a dos aguas. Lo que llama más la atención es su portada, en la que las columnas y azulejería que flanquean el vano superior a la puerta principal le dan una impronta peculiar.
En la plaza del Ayuntamiento, frente a las casas consistoriales, se encuentra el monumento a Martín Alonso, que procede de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, en 1929.
En La Rábida, situado frente al cenobio, se alza el Monumento a los Descubridores, levantado en 1892 con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América. Fue construido por Ricardo Velázquez Bosco. Destruido en parte, hubo de ser restaurado en los años 40 del siglo XX por el arquitecto Feduchy, que introdujo innovaciones. Sobre una escalinata se levanta un alto basamento, que sostiene un gigantesco monolito, columna de fuste liso, con relieves colombinos en su tercio inferior, y con capitel dórico, sobre el que se erige una base circular que sostiene una cruz de cerrajería. A los pies de este monumento se celebró la coronación pontificia de la Virgen de los Milagros, patrona de la ciudad, por el Papa Juan Pablo II y con la asistencia de la Infanta Doña Cristina de Borbón, el 14 de junio de 1993.
En el denominado Muelle de la Reina, que conserva vestigios de la intervención de Velázquez Bosco, se ubica el Ícaro del Triunfo, donado por el pueblo de Argentina, conmemorando el vuelo del «Plus Ultra», desde Palos de la Frontera a Buenos Aires, en 1926.
En 1943 el arquitecto Francisco Sedano Arce realizó el proyecto de la Universidad Hispanoamericana de Santa María de la Rábida, sede de la UIA actualmente. El edificio, basado en la sencillez compositiva e inspirado en la arquitectura misional española en América, fue ampliado en 1973 por el arquitecto Miguel González Vilches. Localizado en una vaguada al pie del monasterio de La Rábida se encuentra el Foro Iberoamericano, realizado entre 1988 y 1991, cuya planta se debe a los arquitectos José Álvarez Checa y T. Curbelo Ranero. Se trata de un auditorio con dos caveas de graderíos semicirculares. Entre el escenario, de cubrición metálica con un gran frontón en forma de A, y el graderío, se halla el espacio dedicado a la orquesta. Está construido en hormigón armado. Sus muros son de albañilería, con mármoles y piedra granítica (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Castillo. El Castillo de Palos de la Frontera ocupa el interior de una manzana delimitada por las calles Fray Juan Pérez, Castilla y Vicente Yáñez Pinzón. Es una fortaleza de origen musulmán que se ubica en un cabezo desde el que se domina la cercana iglesia parroquial de San Jorge, la Fontanilla y el antiguo puerto de la localidad.
Esta fortificación, de pequeñas dimensiones, disponía de cuatro torres cuadradas en las esquinas excepto la noreste, que era poligonal. El acceso principal se localizaba en el lienzo oriental. Previamente a su edificación se procedió a terraplenar la cumbre del cabezo donde se asentaría la fortificación.
Del castillo apenas se conservan dos trozos de muros incompletos, con su cimentación construida con ladrillo dispuestos a soga y a tizón exteriormente, siendo en superficie de un tapial bastante uniforme. De las cuatro torres con las que contaba el recinto sólo se conservan vestigios de dos de ellas, las de los ángulos noroccidental y nororiental. Esta última muestra una cimentación más potente, de piedra labrada al exterior y relleno de cascotes y mortero en su interior, debido a que se trata de una estructura de mayor tamaño. Tanto por su tipología como por el tipo de construcción, parece que fue construida a mediados del siglo XIII, por tanto, con anterioridad al resto de la fortaleza.
Aunque en realidad no permanecen más que las bases semienterradas de algunos muros, tanto las características topológicas del lugar (punto singular del paisaje urbano, vistas, estructura morfológica,...) como su valor histórico, que puede ser clarificado por las excavaciones arqueológicas que se vienen desarrollando, convierten este punto de la ciudad en un hito monumental. Presenta paralelismos constructivos y morfológicos con el castillo de San Pedro en Huelva y la Torre de San Juan y el castillo de San Fernando en Moguer.
La edificación de viviendas al pie del cabezo, muchas de las cuales han ampliado sus patios traseros a costa de aquél, unida a la erosión natural de sus laderas han ido socavando las estructuras de la fortaleza hasta dejarlas en el estado en que se encuentran en la actualidad. La destrucción de los pocos restos emergentes que subsistían se aceleró en los años 80 del siglo XX con la construcción de edificios dotacionales inmediatos al cabezo. Así, hoy en día, del castillo de Palos sólo es posible apreciar algunos tramos de cimentación de los muros y torres.
La torre original se construye en la segunda mitad del siglo XIII a la que se adosaría el resto del castillo entre el reinado de Fernando IV (1295-1312) y 1332. Así, algunas fuentes indican que la fortaleza sería construida entre 1313 y 1321 por Ruy Fernández de Gibraleón, alcalde mayor de Niebla.
En 1627 las fuentes documentales aluden al castillo, en buen estado de conservación todavía, como propiedad de la condesa de Miranda y Duquesa de Peñaranda.
Con motivo de la guerra con Portugal que comenzó en 1640 parece que el castillo de Palos cumple sus últimas funciones militares, puesto que desde mitad del siglo XVII las fuentes no contienen referencia alguna a dicha fortaleza ni a su alcaide. de la misma. Perdida la funcionalidad militar desde el final de las guerras con Portugal del siglo XVII el recinto del castillo quedó relegado a usos marginales, llegando a utilizarse como vertedero durante buena parte del siglo XX. Los trabajos arqueológicos realizados a partir de 1990 han permitido redescubrir los vestigios aún conservados de este edificio, mostrando con ello una de las señas de identidad de la villa de Palos antes y después del Descubrimiento de América (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La Fontanilla. La Fontanilla es una fuente de estilo mudéjar construida en ladrillo visto. Tiene una forma cuadrangular que se construye sobre cuatro pilares angulares reforzados con estribos que sustentan cuatro arcos de medio punto rematados en la parte superior por una bóveda semiesférica vacía que exteriormente se circunscribe en chapitel piramidal (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Casa de Martín Alonso Pinzón. Se trata de una edificación entre medianeras, de dos plantas, dos crujías y patio posterior. Sus muros de carga son de tapial con pilastras de ladrillo, salvándose los huecos de paso mediante arcos de tipo carpanel. Se cubre a dos aguas, presentando la cubierta de la primera crujía pendiente hacia la calle vertiendo el segundo paño a través del muro del hastial posterior. La altura de la construcción era primitivamente mayor a la actual viéndose reducida al sustituirse el tejado por otro más bajo, lo que produjo también cambios en la fachada.
La portada de la casa, ejecutada en ladrillo visto, resalta sobre el encalado general de la fachada. En dicha portada destaca el balcón, que se abre sobre el vano principal de acceso; este balcón que está protegido por una barandilla de madera aparece enmarcado entre dos columnas estriadas. Paralela a cada columna aparece una faja vertical de azulejos muy similares a los que fabricaran los Polido de Triana para el Pabellón de Carlos V en el Alcázar de Sevilla hacia 1540.
Hacia 1492 la propiedad de Palos se dividió en manos de tres señores: los Conde de Miranda, el duque de Medina Sidonia y los Reyes Católicos.
En los años previos a la gesta colombina existían en Palos dos ramas distintas con apellido Pinzón. Una era la que partiendo de Martín Pinzón se diversificó en sus tres hijos, Martín Alonso, Vicente Yánez y Francisco Martín Pinzón, todos ellos hijos de padre y madre, ya que parece ser que lo que hoy interpretamos como primer apellido quedaba en realidad asimilado al nombre. La otra rama era la de Diego Martín Pinzón.
La tradición popular, transmitida de forma oral, ha venido señalando un edificio doméstico de la actual calle Colón de Palos como el domicilio familiar de la familia Pinzón. Según esto, el inmueble habría sido mandado construir por Martín Pinzón, padre de los tres personajes ya citados. A su vez, la historiografía al respecto ha venido catalogando la vivienda como construida a mediados del siglo XV. En favor de esta apreciación, sobre la que no existe documentación alguna, puede esgrimirse que las proporciones y lenguaje empleados en su portada son identificados como pertenecientes al estilo del Renacimiento, cuya generalización en Andalucía no puede retrotraerse mucho más. También se fundamenta esta apreciación en la clasificación de los azulejos que flanquean el cuerpo superior de la portada, que se han venido relacionando tradicionalmente con el taller de la familia Polido de Triana, fijándose su realización en torno al año 1540.
Probablemente, como consecuencia de crisis, la casa señorial cambió su carácter. En los siglos XVIII o XIX el primitivo edificio fue casi totalmente demolido o muy transformado, aunque conservó los elementos originales de mayor nobleza, tales como la portada o el arco y pilastras del interior. En cuanto a la familia Pinzón, ramificada, se trasladó en parte a la cercana localidad de Moguer. La familia Hernández Pinzón de esta ciudad obtuvo de Carlos III el reconocimiento de ser los descendientes directos de los descubridores.
El edificio familiar en Palos presentaba una estructura de dos crujías principales, otra lateral y un patio dotado de pozo en la parte posterior. Sus forjados eran de rollizos de madera y el pavimento de ladrillo.
El modesto edificio recibió alguna atención durante el siglo XIX. El literato Washintong Irving, embajador de Estados Unidos en España, visitó Palos, y se refrió a la casa como probable vivienda de Martín Alonso o Vicente Yánez. Pascual Madoz, sin embargo, no presta atención a este inmueble, aunque se ocupa largamente del Monasterio de la Rábida.
Amador de los Ríos, en su obra sobre Huelva, también se refiere a la casa nº 24 (numeración antigua) de la calle Colón, aunque sin señalar su posible relación colombina. Se refiere a ella como una casa señorial del siglo XVI, y que venida a ruina, se reaprovechó su muro foral para integrarlo en otra construcción más modesta. Esto se deduce de la brusca ruptura de las columnas bajo el que entonces era su tejado. Fray José Coll, ligaba esta casa con la familia Pinzón.
Con el paso del tiempo, trasladada la familia Pinzón a Moguer, y depositado el apellido en su rama palerma en una derivación femenina, terminó por perderse, falto de transmisión hereditaria. Posteriormente, tras la adquisición del inmueble por parte del Ayuntamiento de Palos, el edificio fue rehabilitado por el arquitecto Miguel Díaz Zulategui y destinado a Museo (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Universidad Hispanoamericana de Santa María de la Rábida, sede de la UIA actualmente. La Sede Santa María de La Rábida de la UNIA se encuentra ubicada en Palos de la Frontera (Huelva), en un paraje natural entre los ríos Tinto y Odiel y el Atlántico. Está formada por un conjunto arquitectónico levantado en el año 1946, bajo la dirección de Francisco Sedano, en un estilo historicista característico de la arquitectura del primer franquismo, para albergar la residencia de la Universidad de Verano de La Rábida creada en el histórico monasterio algunos años antes.
En dicho complejo se han venido realizando desde entonces diferentes adaptaciones y ampliaciones, hasta el año 2008 en que se han inaugurado las últimas intervenciones. La configuración básica que podemos ver en la actualidad se debe al proyecto realizado en 1974 por Miguel González Vílchez que incluyó diversas ampliaciones y remodelaciones y la urbanización del entorno.
El edificio principal se configura actualmente en forma de U abierta al sureste con un ala al sureste y otra al noreste, ambas añadidas en la ampliación de 1974. En la planta baja dependencias administrativas, aula de grados y espacios comunes. En la planta primera, habitaciones de la residencia universitaria. Al edificio se accede por una portada historicista de notable valor histórico.
También forman parte del conjunto de la sede de la UNIA otros tres pequeños edificios de planta baja (separados al este del inmueble principal) levantados en la ampliación realizada en el año 1967 en un estilo propio de las construcciones populares de la zona. Allí se ubican actualmente diversos servicios como los de ordenación académica y el aula magna.
A ellos se unieron en 2008 nuevas dependencias de aularios y biblioteca en un estilo arquitectónico contemporáneo y funcional.
El valor patrimonial de la sede viene determinado tanto por su situación en el entorno de un BIC y dentro de un paraje protegido por sus cualidades naturales y paisajísticas y por su relevancia histórica, como por las características arquitectónicas propias del historicismo con el que se construye el edificio principal.
La Sede Santa María de La Rábida de la UNIA se ubica en el término municipal de Palos de la Frontera, en la provincia de Huelva, emplazada en el Paraje de La Rábida, espacio protegido en el que se encuentra el histórico Monasterio de Santa María de la Rábida (declarado BIC y Conjunto Histórico con el correspondiente nivel de protección), el Monumento a los descubridores y otros lugares colombinos de especial atracción.
El arquitecto Francisco Sedano Arce realizó el proyecto inicial del edificio en que hoy se ubica la sede de la UNIA, como residencia de la Universidad de Verano de la Rábida y como complemento de las aulas que estaban en el propio monasterio. Según un programa general que le facilitó el profesor Rodríguez Casado la estética del edificio no debía producir contrastes con el monasterio y se debían emplear "elementos de gran sencillez tomados del barroco popular andaluz coincidentes con el barroco colonial" y que la arquitectura de conjunto debería tener "el carácter de misiones fundadas por las órdenes religiosas en América".
Utilizado parcialmente en 1946, sería inaugurado al año siguiente. En 1947 y 1967 se realizan obras de mejora, adecuación y ampliación del edificio original. En 1974 se ejecuta un nuevo proyecto que triplica la superficie construida: se levantaron dos nuevos cuerpos adosados al anterior, uno en el ala sur y otro en el ala norte; efectuándose tales reformas que del antiguo edificio sólo se aprovechó su esqueleto. El Proyecto Técnico fue ejecutado por el arquitecto Miguel González Vilches y para las obras se contrató al Servicio Militar de Construcción. Básicamente es el edificio actual.
En los años ochenta se reformarían y mejorarían las instalaciones.
En 2008 se han levantado nuevas dependencias fuera del edificio principal para la ampliación de la biblioteca, aulas y nuevos servicios (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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