Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el busto del Padre Marchena, en la enjuta, entre los arcos de las provincias de Burgos, y de Cáceres, de la Plaza de España, de Sevilla.
Hoy, 3 de agosto, es el aniversario de la partida de Cristóbal Colón desde La Rábida, en su viaje descubridor del Nuevo Mundo (3 de agosto de 1492), en los que el Padre Marchena tuvo un papel determinante, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el busto del Padre Marchena, en la enjuta, entre los arcos de las provincias de Burgos, y de Cáceres, de la Plaza de España, de Sevilla.
La Plaza de España [nº 62 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; nº 31 en el plano oficial de la Junta de Andalucía; nº 1 en el plano oficial del Parque de María Luisa; y nº 11 al 21 en el plano oficial de la Exposición Iberoamericana de 1929], se encuentra en el Parque de María Luisa [nº 64 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla]; en el Barrio de El Prado-Parque de María Luisa, del Distrito Sur.
La plaza de España consta de cuatro tramos de catorce arcos cada uno, en cuya parte inferior se sitúan bancos de cerámica dedicados a cada provincia española. Flanquean el conjunto dos torres, denominadas Norte y Sur, intercalándose tres pabellones intermedios, que corresponden a la Puerta de Aragón, la Puerta de Castilla y la Puerta de Navarra. El central o Puerta de Castilla es de mayor envergadura y alberga la Capitanía General Militar.
En las enjutas de los arcos que componen la gran arcada que circunda toda la plaza, dentro de unos tondos de profundo sabor renacentista italiano, modelados en alto relieve y esmaltados en blanco sobre fondo azul cobalto, aparecen los bustos de personajes de especial relevancia en la historia de España. Su ejecución original corrió a cargo de las Fábricas de Mensaque Rodríguez y Cía. y de Pedro Navia.
En orden cronológico, figuran tanto aquellos destacados en las ciencias, en las humanidades, en las artes o en las armas, como reyes o santos.
Son un total de cincuenta y dos, distribuidos en cuatro series de trece personajes, dispuestos entre los catorce arcos de cada tramo de la plaza.
Es sorprendente el repertorio de estos personajes ilustres que desde sus privilegiados balcones en la arcada, disfrutan del ancho espacio de la hermosa plaza. Simultáneamente, ellos son vistos por los paseantes como muestra de la gloria de España y como ejemplo a seguir (La Cerámica en la Plaza de España de Sevilla, 2014).
En este caso el personaje histórico representado es el Padre Manjón, en un busto cuya referencia directa no la hemos podido precisar.
Conozcamos mejor la Biografía del Padre Marchena, personaje que se encuentra representado en la enjuta entre los arcos de las provincias de Burgos, y de Cáceres, de la Plaza de España:
Antonio de Marchena, ¿Marchena, Sevilla?, s. m. s. XV – p. t. s. XVI. Franciscano (OFM), astrónomo, amigo y confidente de Cristóbal Colón.
Pese a que la documentación —y Colón— los distingue claramente, los dos amigos y confidentes que Colón tuvo en el monasterio de La Rábida, fray Antonio de Marchena y fray Juan Pérez, han sido malinterpretados y confundidos por la historiografía tradicional. Si Alejandro Geraldini creó un fray Juan de Marchena, López de Gómara y Antonio de Herrera inventaron un fray Juan Pérez de Marchena; el padre Las Casas desconocía a qué orden pertenecía fray Antonio e ignoraba los servicios que éste había prestado al almirante. Los testigos de los Pleitos Colombinos que lo citan no lo conocieron personalmente.
Ya J. M. Asensio y J. Coll, a finales del siglo xix, aportaron documentos sobre Marchena distinguiéndolo de fray Juan Pérez, pero quien resolvió el dilema definitivamente fue el padre Ángel Ortega en 1925.
Se ignoran los datos biográficos de la juventud del fraile astrólogo e, incluso, se desconoce si el apellido Marchena es el real de su familia o un gentilicio dado por la Orden seráfica. En 1473 era guardián del convento de San Esteban de los Olmos, en el valle de Cótar, cerca de Burgos. Años más tarde, en 1487, se trasladó a Andalucía para ser “custodio de la Custodia de Sevilla de la observancia de San Francisco”, y así consta en el documento fundacional del convento de Nuestra Señora de Gracia en Jaén. Por error, fray Pedro de Salazar, en su Crónica de la Provincia de Castilla, redactada en 1612, consignó que “el décimo cuarto vicario provincial fue el padre Antonio de Marquina”, sin duda por una mala lectura del documento que cotejó. Como demostró el padre Ortega, de 1499 a 1502 fue Marchena el vicario provincial de la provincia franciscana de Sevilla, según se lee en el Acta de concordia entre la Custodia de Domus Dei y la provincia de Santoyo en Castilla, fechada en el convento de San Juan de los Reyes de Toledo el 2 de noviembre de 1499. Entre los que se hallaban presentes al firmarse el documento figura “frater Antonius de Marchena Vicarius Castelle”. En el Capítulo de la Orden, celebrado en Murcia en 1502, fue designado guardián del convento de San Francisco de Murcia por un trienio (1502-1505) y como tal lo encontramos presente en Madrid, el 7 de octubre de 1502, para dar solución a un pleito de la Orden en Aranda.
A partir de esta fecha no figura Marchena en ningún documento franciscano.
Los demás datos conocidos que mencionan al padre Marchena lo relacionan con el Almirante. Se ignora si ya en 1485, cuando Colón llegó a la Rábida, se encontraba allí fray Antonio, aunque sí podemos afirmar que en aquel cenobio coincidieron en varias ocasiones. Ambos compartieron ideas y trataron el proyecto. Así recordaba Colón a su amigo en una carta a los Reyes escrita en La Española en 1500: “Ya saben Vuestras Altezas que anduve siete años en su Corte importunándoles por esto. Nunca en todo este tiempo se halló piloto ni marinero ni philósopho ni de otra sçiençia que todos no dixessen que mi empresa era falsa; que nunca yo hallé ayuda de nadie, salvo de fray Antoño de Marchena, después de aquella de Dios eterno”. Una estrecha relación que se corrobora en las Instrucciones dadas por los Reyes a Colón en Barcelona el 5 de septiembre de 1493, poco antes de partir para su segundo viaje al Nuevo Mundo en la que le dicen: “Nos pareció que sería bien que llevásedes con vos un buen astrólogo y nos paresció que sería bueno para esto fray Antonio de Marchena, porque es buen astrólogo, y siempre nos paresció que se conformaba con vuestro parecer”. Conocían, pues, los Reyes la buena fama del fraile y su amistad con el Descubridor. No se ha podido confirmar si Marchena acompañó a Colón en este viaje, aunque sí se conservan las copias de las cédulas que los Monarcas enviaron en esa misma fecha al fraile pidiéndole que acompañase a Colón “algunos días”, y al provincial de la Orden solicitando que le permitiese viajar.
Años más tarde dos testigos de los Pleitos Colombinos evocaron al fraile. Andrés del Corral testificó que fue un franciscano, cuyo nombre no recordaba, quien aseguró a los Reyes “que era verdad lo que el almirante decía” y que gracias a su tan oportuna intervención pudo Colón emprender el viaje de Descubrimiento; sin duda, como se ha señalado, en clara referencia a Marchena, un fraile astrólogo bien conocido en la Corte. Y asimismo Alonso Vélez recordaba que el almirante “posó en el monasterio de la Rábida, e comunicaba la negociación de descubrir con un fraile estrólogo, que ende estaba por guardián, y ansímismo con un fraile Juan”.
Es probable que las relaciones entre Colón y fray Antonio se enfriaran a partir de 1500, fecha de las cartas que escribieron los franciscanos residentes en La Española a Cisneros, lanzando graves acusaciones contra el almirante y sus hermanos; de haber intervenido entonces Marchena a su favor, Cristóbal no hubiera dejado de señalarlo en alguna de sus cartas. Lo que es evidente es que a partir de 1498 el genovés ya se había acercado a la Orden Cartuja y había entregado toda su confianza a fray Gaspar Gorricio. Colón ya no necesitaba los servicios de un fraile astrólogo y sí los de un erudito que pudiera ayudarle en confeccionar el Libro de las Profecías; además, en la cartuja de las Cuevas podía depositar a buen recaudo sus documentos más preciados (Consuelo Varela, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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