Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Santa María de las Nieves, en Benacazón (Sevilla).
Hoy, 5 de agosto, Dedicación de la basílica de Santa María, en Roma, construida en el monte Esquilino y ofrecida por el papa Sixto III al pueblo de Dios como recuerdo del Concilio de Éfeso, en el que la Virgen María fue proclamada Madre de Dios (c. 434) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para Explicarte la Iglesia de Santa María de las Nieves, en Benacazón (Sevilla).
La Iglesia de Santa María de las Nieves, se encuentra en la calle Pablo Iglesias, 1; en Benacazón (Sevilla).
Originalmente fue una iglesia mudéjar, formada por una sola nave con cubierta de madera y capilla mayor con bóveda de paños sobre trompas angulares. Durante el siglo XVII se le agregó una nave lateral, cubierta por bóveda de cañón con arcos fajones. Consta que a mediados de dicho siglo trabajó en la iglesia el arquitecto Pedro Sánchez Falconete. En la segunda mitad del XVIII y con informes y la supervisión del arquitecto Tomás Zambrano se reparó el conjunto, se construyeron las portadas y el camarín y se levantó la torre. Esta última se sitúa en la fachada de los pies y presenta dos cuerpos más un chapitel piramidal. Junto a ella se encuentra la portada, de esquema adintelado entre pilastras cajeadas y rematadas por un frontón recto y roto, en cuyo centro aparece la Giralda entre jarras de azucenas. La puerta lateral tiene un arco de medio punto flanqueado por pilastras y un frontón curvo que se rompe al centro para situar una ventana. En un azulejo aparece la fecha de 1756.
El retablo mayor está constituido por elementos de diverso origen, si bien en su mayor parte fechables en el último cuarto del siglo XVII. De esa época son los lienzos de Santa Justa y Rufina, que aparecen en el ático, y posterior es la escultura de la Inmaculada, situada en la hornacina principal. El Cristo del Crucero, que aparece en el ático, puede fecharse en el siglo XV. En el muro izquierdo se sitúa el retablo de San Francisco de Paula, fechable hacia 1730, el de San Bartolomé, de la primera mitad del mismo siglo, y el de la Virgen del Rosario, compuesto con elementos barrocos y neogóticos. El retablo de San José, colocado en el muro derecho, presenta un solo cuerpo con tres calles y ático, y cuenta con las esculturas del titular, de San Joaquín, Santa Ana y San Miguel; el conjunto se fecha en el segundo cuarto del siglo XVIII.
La Capilla Sacramental está presidida por un retablo sin dorar, concertado en 1618 por Juan Martínez Montañés y reformado en 1632. En su hornacina central se sitúa la escultura de la Virgen de la Granada, obra de hacia 1540, realizada por un artista próximo a Roque Balduque. Sobre ella figuran pinturas de la Virgen del Rosario y del Calvario, la primera correspondiente al siglo XVIII y la segunda al XVII.
El retablo de Ánimas se realizó en la transición de los siglos XVII y XVIII, fechándose a fines de este mismo siglo la escultura de la Dolorosa, situada sobre la mesa de altar. Posee esta iglesia una custodia de madera dorada de estilo neoclásico, unas crismeras de plata del primer cuarto del siglo XVII, una cruz parroquial de finales del XV con placas del Pantocrátor y la Crucifixión, dos ostensorios de plata sobredorada, de mediados del XVII y un portapaz de plata de fines del XVIII, con los punzones R. Garay y García (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
Edificio mudéjar de una sola nave con cubierta de madera y capilla mayor. En el barroco el edificio fue ampliado con una nave lateral y en el siglo XVIII se construyó la torre y se labraron las portadas. En el interior de la iglesia pueden admirarse obras de singular valor: pinturas, esculturas de la escuela sevillana y magníficos retablos, entre los que destaca el retablo mayor que acoge a la patrona de Benacazón, la Virgen de las Nieves; el Cristo del Crucero, del siglo XV, y el retablo de la capilla sacramental, obra concertada en 1618 por el taller de Juan Martínez Montañés y reformada en 1632. En este se puede admirar la escultura de la Virgen de la Granada, obra de mitad del siglo XVI atribuida al círculo de Roque Balduque.
Aunque la iglesia parroquial de Benacazón es de origen mudéjar, remontándose al siglo XVI, y fue sometida a varias ampliaciones posteriores, es en el siglo XVIII cuando adquiere la estética y fisonomía que se ha intentado recuperar con el máximo cuidado y esplendor durante las últimas obras de restauración. Las obras, que tuvieron una duración de siete meses, consistieron en la recuperación de unas pinturas y azulejos policromados, así como el color almagra original de la fachada, cubierto por diferentes capas de pintura a lo largo de los años. La intervención incluyó también la sustitución de la puerta principal, el soterramiento del cableado exterior y la mejora de la iluminación artística de la fachada. La inauguración de la restauración exterior de la iglesia parroquial tuvo lugar el 22 de julio de 2009 (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la sobre el Significado y la Iconografía de la Virgen con el Niño;
Tal como ocurre en el arte bizantino, que suministró a Occidente los prototipos, las representaciones de la Virgen con el Niño se reparten en dos series: las Vírgenes de Majestad y las Vírgenes de Ternura.
La Virgen de Majestad
Este tema iconográfico, que desde el siglo IV aparecía en la escena de la Adoración de los Magos, se caracteriza por la actitud rigurosamente frontal de la Virgen sentada sobre un trono, con el Niño Jesús sobre las rodillas; y por su expresión grave, solemne, casi hierática.
En el arte francés, los ejemplos más antiguos de Vírgenes de Majestad son las estatuas relicarios de Auvernia, que datan de los siglos X u XI. Antiguamente, en la catedral de Clermont había una Virgen de oro que se mencionaba con el nombre de Majesté de sainte Marie, acerca de la cual puede dar una idea la Majestad de sainte Foy, que se conserva en el tesoro de la abadía de Conques.
Este tipo deriva de un icono bizantino que el obispo de Clermont hizo emplear como modelo para la ejecución, en 946, de esta Virgen de oro macizo destinada a guardar las reliquias en su interior.
Las Vírgenes de Majestad esculpidas sobre los tímpanos de la portada Real de Chartres (hacia 1150), la portada Sainte Anne de Notre Dame de París (hacia 1170) y la nave norte de la catedral de Reims (hacia 1175) se parecen a aquellas estatuas relicarios de Auvernia, a causa de un origen común antes que por influencia directa. Casi todas están rematadas por un baldaquino que no es, como se ha creído, la imitación de un dosel procesional, sino el símbolo de la Jerusalén celeste en forma de iglesia de cúpula rodeada de torres.
Siempre bajo las mismas influencias bizantinas, la Virgen de Majestad aparece más tarde con el nombre de Maestà, en la pintura italiana del Trecento, transportada sobre un trono por ángeles.
Basta recordar la Madonna de Cimabue, la Maestà pintada por Duccio para el altar mayor de la catedral de Siena y el fresco de Simone Martini en el Palacio Comunal de Siena.
En la escultura francesa del siglo XII, los pies desnudos del Niño Jesús a quien la Virgen lleva en brazos, están sostenidos por dos pequeños ángeles arrodillados. La estatua de madera llamada La Diège (Dei genitrix), en la iglesia de Jouy en Jozas, es un ejemplo de este tipo.
El trono de Salomón
Una variante interesante de la Virgen de Majestad o Sedes Sapientiae, es la Virgen sentada sobre el trono con los leones de Salomón, rodeada de figuras alegóricas en forma de mujeres coronadas, que simbolizan sus virtudes en el momento de la Encarnación del Redentor.
Son la Soledad (Solitudo), porque el ángel Gabriel encontró a la Virgen sola en el oratorio, la Modestia (Verecundia), porque se espantó al oír la salutación angélica, la Prudencia (Prudentia), porque se preguntó como se realizaría esa promesa, la Virginidad (Virginitas), porque respondió: No conocí hombre alguno (Virum non cognosco), la Humildad (Humilitas), porque agregó: Soy la sierva del Señor (Ecce ancilla Domini) y finalmente la Obediencia (Obedientia), porque dijo: Que se haga según tu palabra (Secundum verbum tuum).
Pueden citarse algunos ejemplos de este tema en las miniaturas francesas del siglo XIII, que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Francia. Pero sobre todo ha inspirado esculturas y pinturas monumentales en los países de lengua alemana.
La Virgen de Ternura
A la Virgen de Majestad, que dominó el arte del siglo XII, sucedió un tipo de Virgen más humana que no se contenta más con servir de trono al Niño divino y presentarlo a la adoración de los fieles, sino que es una verdadera madre relacionada con su hijo por todas las fibras de su carne, como si -contrariamente a lo que postula la doctrina de la Iglesia- lo hubiese concebido en la voluptuosidad y parido con dolor.
La expresión de ternura maternal comporta matices infinitamente más variados que la gravedad sacerdotal. Las actitudes son también más libres e imprevistas, naturalmente. Una Virgen de Majestad siempre está sentada en su trono; por el contrario, las Vírgenes de Ternura pueden estar indistintamente sentadas o de pie, acostadas o de rodillas. Por ello, no puede estudiárselas en conjunto y necesariamente deben introducir en su clasificación numerosas subdivisiones.
El tipo más común es la Virgen nodriza. Pero se la representa también sobre su lecho de parturienta o participando en los juegos del Niño.
El niño Jesús acariciando la barbilla de su madre
Entre las innumerables representaciones de la Virgen madre, las más frecuentes no son aquellas donde amamanta al Niño sino esas otras donde, a veces sola, a veces con santa Ana y san José, tiene al Niño en brazos, lo acaricia tiernamente, juega con él. Esas maternidades sonrientes, flores exquisitas del arte cristiano, son ciertamente, junto a las Maternidades dolorosas llamadas Vírgenes de Piedad, las imágenes que más han contribuido a acercar a la Santísima Virgen al corazón de los fieles.
A decir verdad, las Vírgenes pintadas o esculpidas de la Edad Media están menos sonrientes de lo que se cree: la expresión de María es generalmente grave e incluso preocupada, como si previera los dolores que le deparará el futuro, la espada que le atravesará el corazón. Sucede con frecuencia que ni siquiera mire al Niño que tiene en los brazos, y es raro que participe en sus juegos. Es el Niño quien acaricia el mentón y la mejilla de su madre, quien sonríe y le tiende los brazos, como si quisiera alegrarla, arrancarla de sus sombríos pensamientos.
Los frutos, los pájaros que sirven de juguetes y sonajeros al Niño Jesús tenían, al menos en su origen, un significado simbólico que explica esta expresión de inquieta gravedad. El pájaro es el símbolo del alma salvada; la manzana y el racimo de uvas, aluden al pecado de Adán redimido por la sangre del Redentor.
A veces, el Niño está representado durante el sueño que la Virgen vela. Ella impone silencio a su compañero de juego, el pequeño san Juan Bautista, llevando un dedo a la boca.
Ella le enseña a escribir, es la que se llama Virgen del tintero (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Fiesta conocida popularmente por Santa María de las Nieves o la Blanca por la leyenda de la fundación de la basílica de Santa María la Mayor de Roma: el patricio romano Juan tuvo una visión de la Virgen en el 358 que le ordenaba edificar una iglesia en un solar que encontraría cubierto de nieve, lo que comunicó al Papa Liberio, que trazó el plano del nuevo templo en la cumbre del Esquilino, nevada prodigiosamente, por lo que se la conoce como Basílica Liberiana. Se la encuentra ya registrada en el calendario jeronimiano, pero por ser una celebración local romana, no aparece en los sacramentarios. Hasta el siglo XIV fue una fiesta exclusiva de la basílica, en que se extendió a todas las iglesias de Roma y a otras diócesis. Fue extendida definitivamente a la Iglesia Latina en 1570 por San Pío V Ghislieri, que determinó incluso sepultarse allí, y Clemente VIII Aldobrandini (+1605) la elevó a doble mayor. En el calendario de 1969 fue incluida memoria libre. Aparte de la historicidad de la leyenda, el conmemorar la dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma nos invita a reflexionar que María es imagen y tipo de la Iglesia, su origen como la primera creyente del nuevo orden salvífico y su representación en el Calvario y ante el sepulcro, así como la esperanza escatológica eclesial de la futura glorificación consumada en su Asunción. El templo material de María, que alberga a Jesús Eucaristía es signo del cristiano, templo vivo del Espíritu Santo (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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