Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Iglesia de Santa María Magdalena; y Capilla de San Sebastián) de la localidad de Paymogo, en la provincia de Huelva.
Ubicación
Villa perteneciente a la comarca del mismo nombre, cerca de la frontera con Portugal, y al Partido Judicial de Valverde.
Reseña histórica breve
Aunque se tiene certeza, por los testimonios encontrados, de que estas tierras estuvieron pobladas desde épocas lejanas, sin embargo, la historia de Paymogo comienza a mediados del siglo XIII cuando fue conquistada por los Templarios.
El impulso de Paymogo en el siglo XIX viene de las minas de pirita y ferrocobrizas Romanera, Del Agua, Condesa y Preciosa pero tras el cierre de las mismas se convierte en una población rural.
Patrimonio cultural y artístico
La construcción más emblemática de Paymogo es la Iglesia de Santa María Magdalena, construida sobre un castillo de finales del s. XVII, fue declarada monumento histórico en el año 1.985 por el Ayuntamiento.
Otro edificio de interés es un antiguo caserío barroco del s. XVIII.
Los amantes de la caza encontrarán dehesas y montes donde podrán practicar su afición en los cotos existentes.
Un lugar recomendado para visitar es la Ribera del Chanza.
Fiestas y tradiciones
Fiestas de la Santa Cruz, en el primer domingo del mes de mayo.
La fiesta de Santa María Magdalena, patrona de la villa, el día 22 de Julio.
Fiestas de verano en agosto.
Fiestas del Rosario en octubre
Feria del Gurumelo, el 18 de marzo.
Festival de Flamenco Joven de Andalucía, último fin de semana de julio.
Recursos económicos y sociales
Su desarrollo se sustenta sobre las actividades agrícolas y ganaderas y forestales. En la ganadería destacan el ganado porcino doblando la media provincial y el ovino 3 veces superior a la media provincial y el cabrío. La miel, el polen, el gurumelo, la turma y otros productos completan las actividades recolectoras.
Disponen asimismo de caza mayor y caza menor.
Se pueden adquirir cestos de mimbre, elaborados por José Campos, y los bordados de Juana Suárez.
En temporada, se pueden adquirir los gurumelos; ésta es la tierra por excelencia de esta seta, que en estas tierras son de gran calidad y la turma, una especie de trufa que también se encuentra por esta zona aunque más difícil de conseguir.
Gastronomía
Situado junto a la frontera con Portugal, en el extremo de un territorio prácticamente despoblado, se encuentra la villa de Paymogo, en medio de un suave relieve donde el paisaje dominante son las dehesas de encinas y los pastizales. Los dólmenes conservados en su término municipal testimonian la presencia humana desde la Prehistoria, aunque será en la Antigüedad cuando esta población adquiera protagonismo a partir de las explotaciones mineras de su subsuelo como revelan los materiales hallados en los yacimientos de «Paymoguillo el Viejo» y «La Romanera». El topónimo de Paymogo parecer provenir del nombre de alguno de los primeros repobladores de origen portugués que llegaron a estas tierras tras la Reconquista. Perteneció la villa, primero al alfoz de la ciudad de Sevilla y, a finales del siglo XV, pasó a los dominios de la casa ducal de Medina-Sidonia. El siglo XVI fue, en general, un periodo de bonanza para este lugar, creciendo su población de manera sostenida hasta el segundo tercio del siglo XVII, cuando estalló la Guerra con Portugal, y prolongándose hasta principios del siglo XVIII. En 1643 la población fue asaltada y quemada, dispersándose sus vecinos por los lugares cercanos. La recuperación posterior llegó a su punto álgido a finales del siglo XIX e inicios del XX, cuando Paymogo incrementó su población a causa de las explotaciones mineras financiadas con capital inglés (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Emplazado en la cima del cerro sobre el que se extiende la población, fue construido a mediados del siglo XVII para defender la frontera con Portugal entre el Guadiana y Sierra Morena. Su erección comenzó hacia 1644, encontrándose al frente de las obras el ingeniero militar Juan Bautista Corbachino, posiblemente también el autor de las trazas. Un año después, tras su repentina muerte, fue sustituido en la dirección del proyecto por el capitán Luis Romero. A principios de 1666 el proceso constructivo aún no se había concluido. Este mismo año, la población fue tomada por los portugueses que, a fin de hacerse fuertes en ella, continuaron los trabajos. El castillo sólo fue devuelto a la Corona española tras la firma del Tratado de Paz de 1668.
Se trata de un recinto de planta rectangular, protegido por cuatro baluartes angulares en las esquinas preparados para disponer la artillería. Presenta fuertes muros de mampostería en talud, coronados con un antepecho de baja altura. En el lienzo sureste se dispuso la puerta cubierta, de la cual hoy no quedan restos visibles. En cambio, adosados a los muros de la iglesia, sí se conservan vestigios de los antiguos cuarteles y estancias militares del recinto.
Durante el siglo XVIII la fortaleza quedó en estado de abandono, sirviendo sólo puntualmente para refugio de la población en momentos de peligro. Así ocurrió en 1706 cuando la localidad fue asaltada y parcialmente quemada por los portugueses. No obstante, la importancia estratégica de Paymogo hizo que se redactaran varios proyectos de remodelación o ampliación del castillo -M. Fovet (1725); C. Voysin (1735); G. Amicy (1738); A. de Gaver (1750); L. Huet (1788) y Berlanga (1796)-, la mayoría de ellos más utópicos que reales, por lo que nunca llegaron a realizarse (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
La fortificación de Paymogo data del siglo XVII. Se trata de un fortín de planta rectangular con cuatro baluartes situado sobre un pequeño cerro al noroeste de la población que deja en su interior la iglesia parroquial de la localidad. Su traza se atribuye a Juan Bautista Corbachino, quien visitó Paymogo y dictó las instrucciones para la construcción del fuerte en 1642. Tras la muerte de Corbachinos, en 1645, le sucedió en la dirección de esta obra el capitán Luis Romero. En 1666, cuando la villa fue tomada por los portugueses, aún no estaban concluidas. Los ocupantes demolieron las casas que distaban menos de cien pasos de la fortaleza con el fin de que existiera suficiente terreno para batir con la artillería y completaron las obras defensivas exteriores.
La situación estratégica de Paymogo en el territorio era importante por su pronta oposición a Portugal. El ingeniero Octaviano Menni insistía en la conveniencia de conservar este enclave y aprovechar el espacio ganado a la población tras el derribo de parte de su caserío para aumentar el tamaño de la fortificación. No obstante, en los años finales de la contienda se optó por continuar con el fuerte de Puebla de Guzmán en lugar de recuperar Paymogo.
Durante el siglo XVIII el fuerte fue objeto de ciertas mejoras, construyéndose unos cuarteles y un polvorín adosados a los muros de la iglesia y al interior de las cortinas sureste y nordeste.
Proyectos de ampliación y remodelación de la fortaleza o de construcción de una nueva que no alcanzaron a materializarse son los de Jerónimo Amicy de 1738 y 1740 o el de Antonio de Gaver de 1750 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Localizada en el centro del recinto militar, se trata de un templo de una sola nave con cinco tramos, antepresbiterio y cabecera poligonal, en cuyo lado izquierdo se adosa la sacristía. A los pies, entre la fachada del hastial y la muralla, se localizan dos estancias, de planta muy irregular, que originalmente fueron usadas como osario y polvorín respectivamente. Por último, sobre uno de los dos potentes machones que flanquean esta fachada, se levanta un campanario con vanos de medio punto entre dobles pilastras y remate con un chapitel poligonal revestido de azulejos. La única portada existente se sitúa en el lado derecho y se forma con un simple vano de medio punto enmarcado por pilastras.
El templo es abovedado, cubriéndose los tramos de la nave con arista entre arcos fajones, el antepresbiterio, con media naranja sobre pechinas y las estancias de los pies, con bóvedas vaídas. No sabemos quién proyectó este edificio, ni cuando lo hizo. La planta, levantada por Carlos Voysin en 1735, es la misma que reproducen Ambrosio de Figueroa y Fernando Rosales en las últimas décadas del siglo XVIII, pero es probable que su estructura fuera anterior al siglo XVII, dado que no está alineada con los muros del baluarte que a su alrededor había trazado -según Duelos- el ingeniero Juan Bautista Corbachino en 1644. Realmente, su nave única, sus muros no paralelos y confluyentes hacia el presbiterio y su aspecto fortificado, denotan una cronología temprana, con independencia de que el remate de su campanario y otros detalles arquitectónicos sean de momentos posteriores.
A finales del siglo XVIII debió hallarse muy deteriorado, por lo que se decide emprender modificaciones en los acabados. En efecto, las obras desarrolladas entre los años 1793 y 1795 incluyeron la reposición del remate y los azulejos de la torre y la renovación de tejados, vidrieras y solerías. Un nuevo proceso de obras tiene lugar entre 1830 y 1834, a cargo de los alarifes Agustín y Luciano Fontenla, a consecuencia de los daños recibidos por el edificio durante la ocupación francesa.
El templo, al igual que el de la vecina población de la Puebla de Guzmán, destaca por su aspecto hermético y fortificado, efecto al que contribuyen el pequeño tamaño de sus vanos, algunos reducidos a simples saeteras, y el grosor y regularidad de sus estribos perimetrales, al actuar el edificio no sólo como lugar de culto sino también como sitio de protección de los vecinos ante los eventuales ataques de los ejércitos portugueses.
En la actualidad se encuentra en proceso de restauración, habiéndose ya consolidado las techumbres, el campanario y la sacristía. Además, en el interior ha sido rehecho el coro, resuelto con un diseño contemporáneo, al igual que la escalera de caracol que permite el acceso a él.
De sus bienes muebles la única pieza de interés es el lienzo de la Virgen del Carmen con las Ánimas Benditas del Purgatorio, cuadro de altar, firmado por Santiago Martínez en 1943. También pueden verse las esculturas de la Virgen del Rosario con una corona de plata barroca sevillana, del siglo XVIII, y de la Virgen de los Dolores, ambas imágenes de candelero, realizadas por José Sanjuán Navarro en 1939 y 1940 respectivamente (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Los problemas que durante los siglos XVI y XVII provocaron la anexión de Portugal dieron origen a esta fortaleza artillera, en la que posteriormente se incluyó la iglesia. Quedó pues en el interior, en su día, bello recinto que contó con defensas en punta de diamante como desprende de la lectura de sus vestigios. La iglesia fue, reformada en el año 1830 pues se llovía y además el remate de la torre había sido destruido por un vendaval, de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón y cinco arcos fajones que determinan otras tantas crujías y que se reflejan al exterior mediante contrafuertes.
Estos arcos en la actualidad llevan unos tirantes de piedra que afean la visión del interior.
En las diversas crujías se encuentran ventanas que unas veces aparecen cubiertas y otras ciegas. Interiormente el ábside semicircular se cubre con una bóveda de horno (cuarto de esfera). A los pies de la iglesia y al lado de la Epístola se encuentra la torre con sus tres cuerpos característicos: caña, campanario con hueco de medio punto flanqueado por un par de pilastras a cada lado y chapitel de base piramidal y pequeña sección respecto a la del campanario.
En este lateral se encuentra el acceso habitual del templo. Interiormente al otro lado se encuentra el baptisterio que cuenta con una pequeña puerta lateral. Posee coro alto, cuyo arco sustentante inferior lleva una columna en el centro (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se trata de un pequeño edificio de una sola nave con cuatro tramos y presbiterio de planta cuadrada, a cuyo lado izquierdo se adosa la sacristía. La cubrición de toda la ermita se efectúa con bóvedas de medio cañón entre arcos fajones. La fachada de los pies incluye un simple vano adintelado entre pilastras al igual que la espadaña que la corona. Se trata de un edificio de arcos transversales, de probable de origen medieval pero cuyo aspecto actual responde a una profunda remodelación de época barroca.
De su interior solo podemos destacar, en el altar mayor, la imagen de San Sebastián, del siglo XVIII aunque muy repintada, y una pequeña cruz procesional tallada, de estilo rococó (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Más sobre la provincia de Huelva, en ExplicArte Sevilla.
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