Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la localidad de San Lorenzo del Guadalquivir - Isla Mínima (Isla Mayor), en la provincia de Sevilla.
Hoy, 10 de agosto, Fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir, que fervientemente deseoso, como cuenta San León Magno, de compartir la suerte del papa Sixto II en su martirio, al recibir del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, él, festivamente, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundante dinero. Tres días más tarde, por la fe de Cristo venció el suplicio del fuego, y el instrumento de su martirio se convirtió en distintivo de su triunfo. Su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Campo Verano, conocido desde entonces por su nombre (258) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la localidad de San Lorenzo del Guadalquivir - Isla Mínima (Isla Mayor), en la provincia de Sevilla, cuya iglesia está dedicada a San Lorenzo, diácono y mártir.
A finales del año 1939 el matrimonio formado por Dña. Victoria Mac- Kinlay y D. José María Escobar adquieren la casi totalidad de la ganadería brava de D. Graciliano Pérez Tabernero en Salamanca. Se la llevan a fincas arrendadas en la provincia de Madrid y a principio de 1940 compran esta finca situada en Sevilla, en Doñana, a la que llaman "Isla Mínima" por haberse quedado entre el viejo curso del Guadalquivir y el nuevo formado al hacer la "Corta de los Jerónimos" para que su curso sea mas ancho y recto y posibilitase la navegación desde Sanlúcar de Barrameda a Sevilla.
Tierras maravillosas, como bien decía el insigne poeta Villalón "Marismas del Guadalquivir, de dónde se fueron los moros que no se quisieron ir".
Siendo las marismas lugar idóneo en su día para la cría del toro bravo y de el caballo cartujano, D. José decide comprar 8 yeguas cartujanas y el caballo Ingenioso para desde ahí, formar la ganadería de caballos Españoles que hoy sigue pastando en ellas
La ganadería de toros bravos fue traída de Madrid a Salteras en tren, siendo ésta la primera vez en la historia que se traslada ganado bravo en este medio de transporte, allí la esperaban varias paradas de bueyes con sus mayorales de las ganaderías de D. Ángel Peralta, Concha y Sierra, Daniel de la Fuente, Pablo Romero y Moreno Santa María, a las que siempre agradeceremos su ayuda inestimable, para traerla a pie hasta la marisma donde ya ha cumplido más de 60 años de estancia.
De aquí salían las corridas de toros sin probar pienso alguno a todas las plazas debido a la altísima calidad de sus pastos, pero D. José María se dio cuenta de que estas tierras arcillosas serían muy apropiadas para el cultivo del arroz y empezó en los años '60 a transformar parte de la finca para este cultivo.
Al ver que era lo ideal y como en esa época todo el trabajo se hacía a mano decidieron construir, con la ayuda del maestro de obras D. Baldomero Martínez Rojas, el "Poblado de San Lorenzo del Guadalquivir" para que albergara a los trabajadores fijos y eventuales que el cultivo demandaba, que llegaron a ser mas de 300 en su época álgida.
En éste como se puede ver, puso toda su imaginación y cariño como se puede ver, pues la gran ilusión de su vida era que la "Isla Mínima" se convirtiera en finca modelo. Otro de sus deseos era que éstas 300 personas que habitaran "El Poblado" vivieran en un sitio fuera de lo común en éstos parajes de Doñana.
En el poblado se encuentran el bar, escuela, Iglesia, jardines, aparte de una gran cantidad de casas habitables para familias numerosas. Pero con la modernización de las maquinarias, ahora trabajan aproximadamente el 10% de las personas que antes se necesitaban y la gente empezó a preferir el pueblo vecino de Puebla del Río como residencia y la finca Isla Mínima como lugar de trabajo.
Cal, Ocre, hierro forjado reinan en el cortijo de la finca Isla Mínima dónde se encuentra la plaza de tientas llamada por entendidos "La Pequeña Maestranza" y el patio de caballos a escasos metros de la orilla del río Guadalquivir.
Tras el fallecimiento de D. José María y Dña. Victoria, es su hija y nietos los que mantienen la explotación arrocera, del toro bravo y el caballo cartujano, así como actividades cinegéticas y turísticas conservando con dedicación esta Finca con el cariño que sus padres les inculcaron (Finca Isla Mínima).
LEYENDA
Diácono nacido en Aragón, cerca de Huesca, y martirizado en Roma en 258.
Según sus Hechos legendarios, por humildad lavaba los pies de los cristianos, habría curado a una viuda, Ciríaca, del dolor de cabeza y dado la vista a un ciego mediante el bautismo.
Tres días después del martirio del papa Sixto II, quien lo había ordenado diácono y le había confiado el tesoro de la Iglesia, fue detenido y conminado a entregar dicho tesoro. Pero no quedaba nada de éste, ya que Lorenzo lo había distribuido entre los pobres, tal como hiciera santo Tomás con el dinero a construir el palacio del rey de las Indias; y por la virtud de su caridad, lo trasmutó en tesoro celestial.
Furioso por haber sido frustrado en su codicia, el emperador Decio ordenó que se lo flagelase con varas, se le quemaran las costillas con un hierro candentes y que, por último, se lo extendiera desnudo sobre una parrilla dispuesta sobre un manto de brasas.
Asado a medias, el mártir aún desafió a Decio. Mientras su carne chirriaba tuvo el valor de mofarse: «¡Muy bien, ya me has asado de un lado; dame la vuelta y así podrás comerme cocido a punto!» (Assasti unam partem, gira et aliam et manduca).
Este suplicio, que recuerda las comidas de los antropófagos, está desprovisto de toda verosimilitud. Era extraño a la tradición romana asar a los condenados a las brasas, sobre una parrilla. Como el mismo suplicio se atribuye a otro aragonés, san Vicente de Zaragoza, puede conjeturarse que se trata de una invención española, quizá copiada de Oriente, puesto que esta leyenda vuelve a encontrarse en la Pasión de los mártires frigios. También se ha supuesto que podía tratarse de un error de lectura: la expresión passus est habría sido transformada por un copista que omitió la letra inicial en assus est.
CULTO
Aunque san Lorenzo no tuvo la gloria de ser protomártir, como el diácono Esteban, en cambio se lo consideraba como el más meritorio de los mártires portadores de palma a causa de la crueldad del suplicio que sobrellevó. Sus reliquias eran muy buscadas. Calvino señala irónicamente entre los tesoros de la Iglesia católica la parrilla sobre la cual fue extendido, lonjas de carne asada y frascos llenos de su grasa fundida.
Lugares de culto
Los dos principales centro del culto del santo estaban en España, su país natal y en Italia, donde murió, o más bien, de acuerdo con la tradición cristiana, donde nació a la vida eterna.
España
Pero en el siglo XVI este culto local se extendió a toda España. Como la victoria española de San Quintín había coincidido con el día de su fiesta, el rey Felipe II lo convirtió en un santo nacional y le ofrendó como exvoto el monasterio de El Escorial cuya planta tiene dibujo de parrilla.
Italia
Roma no demoró mucho en honrar al santo diácono cuyas reliquias conservaba. La iglesia de San Lorenzo in Lucina se jactaba sobre todo de poseer la parrilla de san Lorenzo y dos ampollas llenas con su sangre y con la grasa fundida del beatífico mártir (cum sanguine et adipe beatissimi martyris).
En Roma no había menos de cinco iglesias dedicadas al diácono español la basílica constantiniana de San Lorenzo extramuros, la iglesia de San Lorenzo in Damaso, rodeada de galerías porticadas que servían como bibliotecas; San Lorenzo in Panisperna, edificada sobre el lugar donde el santo fue asado (ubi assatus est) y llamada así a causa del pan (panis) y del jamón (perna) que se distribuía entre los pobres; San Lorenzo in Lucina, cuyo nombre procede sin duda de una matrona cristiana, y finalmente San Lorenzo in Miranda, que es un templo pagano convertido en iglesia.
En Florencia, san Lorenzo se hizo popular sobre todo como patrón de Lorenzo de Médicis. La iglesia de San Lorenzo, muy próxima al palacio de los Médicis (palazzo Riccardi), era la parroquia de la ilustre familia de farmacéuticos y banqueros que hizo edificar allí una grandiosa capilla funeraria con forma de rotonda, para guardar las tumbas esculpidas por Miguel Ángel. Junto a la iglesia, que conserva en un relicario la cabeza momificada del mártir, se encuentra la Biblioteca Laurenciana.
Las catedrales de Génova, Viterbo y Ancona y la iglesia de San Lorenzo Maggiore, en Milán, están puestas bajo su advocación.
El culto de San Lorenzo se difundió en Alemania a partir del siglo X, después de la victoria de Lechfeld (955), obtenida el día de la fiesta del santo, y en la cual el emperador Otón I se impuso a los húngaros. Uno de los ábsides de la catedral de Worms está dedicado a san Lorenzo. En Nuremberg una de las dos mayores iglesias está puesta bajo su advocación.
Holanda
Alkmaar
Francia
En Francia, el número de iglesias puesto bajo la advocación de san Lorenzo es muy restringido. La más notable de todas ellas es la de Saint Laurent de Grenoble, que posee una cripta merovingia.
Patronazgos
Según una curiosa leyenda, san Lorenzo descendía todos los viernes desde el Paraíso al Purgatorio, donde ejercía el privilegio de rescatar un alma.
San Lorenzo era el patrón de los pobres entre quienes distribuyera los tesoros de la Iglesia. Además, fue adoptado como patrón por numerosas corporaciones y oficios.
Sus funciones de diácono le valieron el homenaje de los bibliotecarios, bibliófilos y libreros, porque los diáconos estaban encargados de la guarda de los libros sagrados. Pero sobre todo fue el suplicio en la parrilla lo que le aseguró la mayor popularidad. Se lo invocaba contra el fuego, y se lo consideraba protector de todos los oficios expuestos a las quemaduras: bomberos, carboneros, panaderos, cocineros, asadores, vidrieros, planchadoras. Por la misma razón se lo invocaba contra el lumbago y contra la erupción llamada parrilla de san Lorenzo que se manifestaba por un ardor quemante en la cintura.
El día de su fiesta (10 de agosto) había que abstenerse de encender fuego en las casas.
En Sicilia, a manera de medicina de empleo tópico contra las quemaduras, se aplicaba sobre éstas una una imagen del santo. Y como la fecha de su fiesta coincidía con el período de la lluvia de estrellas se llamó a las estrellas fugaces (stelle cadenti) lágrimas de san Lorenzo (lagrime di san Lorenzo).
ICONOGRAFÍA
San Lorenzo, joven y con la cabeza descubierta, viste una dalmática de diácono sobre la cual, a veces, hay llamas bordadas.
Biblióforo y stauróforo, lleva el Libro de los Evangelios y una cruz procesional, porque portar la cruz y guardar los Evangelios era responsabilidad de los diáconos. Una bolsa o un cáliz lleno de monedas de oro aluden a los tesoros de la Iglesia que el papa le confiara y que él distribuyó entre los pobres.
Pero su atributo más característico es una parrilla, instrumento de su martirio, que él sostiene por el asa. Excepcionalmente (retablo de Hans Süss Kulmbach), lleva la parrilla sobre el hombro. A veces se yergue sobre la parrilla que le sirve de pedestal. Finalmente, tiene una pequeña parrilla suspendida del cuello e incluso bordada en la dalmática.
Suele formar pareja con los santos diáconos: Esteban, Vicente y Ciríaco (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
San Lorenzo (? p. m. s. III – Roma, Italia, 10 de agosto de 258). Diácono, mártir, santo.
Lo único que puede afirmarse con seguridad del más famoso mártir de la Iglesia de Roma es que era diácono del papa Sixto II y que sufrió el martirio en la Ciudad Eterna durante la persecución de Valeriano. A fines del siglo V se redactó la primera versión de la Passio Polycronii, donde se cuenta su muerte, escrito que poco a poco se fue enriqueciendo con todos los detalles que hoy se conocen sobre la figura de este mártir, pero que no tienen garantía alguna de historicidad.
Según la tradición, Lorenzo nació en Huesca en el seno de una pudiente familia que lo envió a estudiar a Zaragoza. De aquí pasó a Roma, donde llegó a ser archidiácono de la ciudad. Al comenzar la persecución de Valeriano, Lorenzo, como administrador de los bienes de la Iglesia, los vendió todos y distribuyó el producto a los pobres. Cuando el emperador Valeriano le exigió la entrega de los haberes a él confiados, Lorenzo se presentó ante él con cuantos pobres y enfermos pudo, diciéndole que aquellos eran los tesoros de la Iglesia. Irritado, el Emperador mandó torturarlo cruelmente y finalmente darle muerte asándolo sobre una parrilla.
El culto a san Lorenzo se extendió rápidamente por toda la cristiandad; en España el poeta Prudencio le dedicó el himno segundo del Peristephanon (compuesto entre los años 398-405), lo que le valió una gran popularidad (Miguel C. Vivancos Gómez, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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