Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Sacristía de los Cálices, de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
Hoy, 4 de agosto, Memoria de San Juan María Vianney, presbítero, que durante más de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con asidua predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos, reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la santa Eucaristía, brilló de tal modo que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa, y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas (1859) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Fue proclamado por Pío XI "patrón de los sacerdotes" en su canonización en 1925, de ahí qué sea hoy el mejor día para ExplicArte la Sacristía de los Cálices, de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
La Catedral de Santa María de la Sede [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la Sacristía de los Cálices [nº 090 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; No se ha hecho general el nombre de "sacristía" hasta después del primer cuarto del siglo XVII, siendo denominada desde su construcción "Capilla de los Cálices"; la presidía un retablo con la Adoración de los Reyes Magos; en 1845 ya estaba colocado en su lugar el cuadro que había pintado Goya en 1817. Posteriormente fue sustituido por el Cristo de la Clemencia, que ha pasado a la Capilla de San Andrés en 1992 (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
Es un recinto rectangular con dos pequeñas capillas en la cabecera. El espacio se articula por medio de cuatro pilares góticos repletos de baquetones y se cubre con bóvedas de nervadura, que apoyan en cuatro trompas angulares. Esta sacristía fue planeada por el maestro Alonso Rodríguez, interviniendo en su construcción Juan Gil de Hontañón, Diego de Riaño y Martín de Gaínza, quien cerró las bóvedas en 1537.
Preside el recinto la excepcional pintura de Francisco de Goya que representa a las santas Justa y Rufina, firmada y fechada en 1817. Una amplia colección pictórica reviste los muros de esta sacristía. En el muro izquierdo aparece una tabla de la Virgen con San Pedro y San Jerónimo, obra de finales del siglo XV que estuvo firmada por Juan Sánchez de Castro; su zona inferior ha sido totalmente restaurada. De Alejo Fernández son cuatro tablas de grandes dimensiones que se destinaron en principio a la viga del altar mayor. Fueron realizadas entre 1508 y 1512, siendo sus temas el Abrazo de San Joaquín y Santa Ana, el Nacimiento de la Virgen, la Adoración de los Reyes y la Presentación del Niño en el Templo. Sigue otra gran tabla en la que se representa a San Pedro, que puede ser la que pintara Pedro Fernández de Guadalupe en 1528.
En el muro de la derecha se encuentran dos cuadros de Jacob Jordaens que representan la Adoración de los Reyes y la Circuncisión. Figura también una bella escena del Ángel de la Guarda, perteneciente al italiano Matia Preti. Siguen pinturas de Valdés Leal, autor de la representación de San Lázaro, la Magdalena y Santa Marta; una pintura sobre tabla de la Piedad firmada por Juan Núñez; y otra del Descendimiento realizada por Juan Sánchez de San Román a comienzos del siglo XVI. La Trinidad pertenece a Luis Tristán, quien firmó y fechó esta obra en 1624. A Francisco de Zurbarán corresponde la bella representación de la Virgen con el Niño fechable hacia 1635. El Cristo Crucificado, situado sobre la puerta de entrada, es una de las muchas versiones de este tema realizadas por Francisco de Zurbarán (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
La acogedora Sacristía de los Cálices tiene planta rectangular cubierta con bóvedas de nervadura góticas. Se inició en 1509 y se acabó en 1537; en ella intervinieron: Gil de Hontañón, Diego de Riaño y Martín de Gaínza. La preside un lienzo de Santa Justa y Rufina de Francisco de Goya (1817) (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
Esta es una de las piezas anexas a la edificación original. Se pasa a ella directamente desde la Capilla de los Dolores y consiste en un espacio rectangular abierto con bóveda de crucería sobre trompas angulares, en cuya edificación participaron Juan Gil de Hontañón, Diego de Riaño y Martín Gainza. Quedó terminada en 1537 y en ella se guarda una excelente colección de pinturas que se inicia con el espléndido lienzo de las santas Justa y Rufina, obra de Goya de 1817, y sigue con cuatro tablas de Alejo Fernández que representan la Adoración de los Reyes, la Presentación del Niño en el Templo, el Abrazo de San Joaquín y Santa Ana y El Nacimiento de la Virgen; un Ángel de la Guarda, del italiano Matia Preti; tres lienzos de Valdés Leal: Santa Marta, La Magdalena y San Lázaro, y, entre otros, dos cuadros de Francisco de Zurbarán, la Virgen con el Niño y el Cristo crucificado de la puerta (Rafael Arjona, Lola Walls. Guía Total, Sevilla. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2006).
La pintura del siglo XIX en la Catedral de Sevilla es escasa y salvo el ejemplo excepcional de Las Santas Justa y Rufina de Goya presenta escaso interés. Goya realizó esta obra en 1817 a instancias del Cabildo Catedralicio para adornar la Sacristía de los Cálices, siendo el inductor del encargo el erudito Agustín Ceán Bermúdez, quien residió durante años en Sevilla, trabajando como funcionario del Archivo de Indias. Justamente Ceán escribió un breve folleto el mismo año en que se realizó la pintura describiendo la obra y alabando su mérito, quizás para paliar el escaso entusiasmo que suscitó entre algunos capitulares de la Catedral.
Son Las Santas Justa y Rufina de Goya una de las más bellas composiciones con tema religioso que realizó Goya, de la cual hubo de quedar como autor ampliamente satisfecho, a tenor de la larga y enfática firma que puso al pie y que dice así: Francisco de Goya y Lucientes Cesaraugustano y primer pintor de Cámara del Rey. Madrid, 1817. Se advierte en esta obra una admirable técnica basada en un manejo del pincel suelto y ágil. Los dos personajes femeninos que protagonizan la escena muestran prototipos físicos que reflejan una marcada y castiza impronta popular, aderezada con una belleza de matiz delicado y espontáneo. Detrás de las Santas aparece un paisaje con el rio Guadalquivir en primer término y la silueta de la Catedral recortándose al fondo. Un amplio cielo con tonalidades azuladas perfectamente graduadas otorgan a la composición una intensa profundidad espacial.
Lamentablemente esta obra, que fue pintada para presidir la Sacristía de los Cálices en el altar de la cabecera, fue trasladada a una pared lateral de dicha sacristía a mediados del siglo XIX para poner en su lugar el Cristo de la Clemencia de Martínez Montañés. Este traslado ha perjudicado sensiblemente la contemplación de la pintura, que ahora es dificultosa a causa de los brillos de las luces ambientales. Sin embargo la visión en su original emplazamiento sería perfecta, ya que Goya adecuó su cromatismo a la luz que de forma oblicua entra por los ventanales que se abren en la parte superior del muro derecho de esta sacristía (Enrique Valdivieso, La Pintura en la Catedral de Sevilla Siglos XVII al XX, en La Catedral de Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Juan María Vianney, presbítero;
Jean Marie Baptiste Vianney o Viannay, párroco de Ars, localidad situada al norte de Lyon, modelo de todas las virtudes sacerdotales.
Nació en 1786, y en 1818 fue designado cura párroco del pueblo de Ars, en la región de Dombes (Ain), perteneciente a la diócesis de Belley, donde murió en 1859. Se le debe la introducción en Francia del culto de santa Filomena, personaje desprovisto de todo fundamento histórico y que pertenece al conjunto de las supercherías hagiográficas .
La popularidad de Vianney atraía hacia su confesionario a multitudes de peregrinos, más numerosos que los visitantes cosmopolitas y mundanos que en el Siglo de las Luces se concentraban en la antesala de Voltaire, «el patriarca de Ferney», localidad esta última, próxima a Ars.
Fue beatificado en 1905 por el papa Pío X, quien lo propuso como ejemplo al clero secular. Canonizado por el papa Pío XI, es el santo patrón de los curas párrocos.
Sus imágenes en yeso pintado, fabricadas en serie en los talleres de Saint Sulpice, se prodigaron en las iglesias. Al igual que Bernardita (Bernadette) de Lourdes, no interesa tanto desde el punto de vista del arte religioso como desde el relativo a la devoción e imaginería popular (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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