Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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jueves, 29 de febrero de 2024

El Castillo y Casa de la Encomienda, en Guadalcanal (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Castillo y Casa de la Encomienda, en Guadalcanal (Sevilla).  
El Castillo de la Encomienda
     Para hacerles una descripción del castillo y casa de la Encomienda, hemos contado con el artículo que Aurora Ruiz-Mateos, escribió en nuestra revista de Guadalcanal del año 1994.
     Las primeras noticias de la casa de la Encomienda de Guadalcanal, figuran en el documento de 1313, que es la entrega de la Encomienda Mayor de León por don Arias Gómez, su comendador, al Maestre Diego Muñiz, por falta de salud, recibiendo a cambio las encomiendas de Coriel y de Guadalcanal. En él se compromete a nin labrar nin fortalecer el cortijo de Guadalcanal, sin licencia del maestre. Por la primera historia de la Orden de Santiago sabemos que el maestre don Lorenzo Suárez de Figueroa, hizo entre otras la casa de bastimentos de Guadalcanal.
     En 1406 Gonzalo Domínguez vende a dicho maestre unas casas con su corral que tienen linderos, los palacios de la Orden y dos partes a la calle pública.
     Es en 1494 cuando por primera vez se habla del castillo y después de esto, visitaron la persona de don Fadrique Enríquez, comendador de la dicha Guadalcanal y la casa con su castillo.
     Nada sabemos de la distribución del castillo en esta fecha, solamente que tiene en su interior una huerta con naranjos y árboles, que está en buenas condiciones.
     En 1498 sí hay una distribución de las partes del castillo, si bien no se puede hacer un esquema de dibujo debido a que hay habitaciones que la descripción sitúa de una manera muy imprecisa.
     Pero tanto por estas descripciones como por las sucesivas que son reformas que se verifican hasta 1549, sabemos , una vez atravesada la muralla, había un gran corral y pasando éste y a través de un zaguán, se llegaba al patio, que tenía dos corredores bajos, uno de cuatro arcos y otro de dos, y un pozo.
     En torno al patio se distribuían las distintas dependencias, siendo la zona noble de dos plantas, ubicadas en la parte éste y creemos que también en la del sur; en la zona este estaban las habitaciones más importantes, una de ellas con pinturas en las paredes y otra con ciertas armas pintadas en los pilares. Esta última tenía salida directa a la huerta, que tenía su noria y alberca. La zona de servicios, bodegas, bastimentos, caballerizas, etc. estaban en el ala oeste y en el trascorral, con excepción de una bodega que estaba en el corral delantero.
     En 1549 se están haciendo obras que cambian la distribución interior de la ciudadela. En el corral delantero se hace un palacio, de nueva planta, cuya ejecución se termina totalmente en 1604, lo que fue casa principal se transforma en el corral con los servicios, quedando en éste, como elemento claramente reconocible de aquella, el corredor de cuatro arcos.
     Interviene en la realización del palacio Pedro Merino, en quien está rematada la obra de la caballeriza y cuartos nuevos, pero no sabemos en qué parte, dado que el documento que lo cita lo hace únicamente en relación con la compra de unos materiales, procedentes del derribo de una caballeriza y un pajar de la antigua casa, y que el edificio se hace en distintas fases, y no se conservan los libros de todas las visitas realizadas.
     El molino de aceite lo citan por primera vez los libros en 1604 y se instala donde antes estaban los hornos. En esta misma fecha amplían el granero que suponemos lo hacen tomando las alcobas situadas junto al bastimento del pan. El trascorral situado detrás del corral de pozo, o parte de él, puesto que no sabemos sus dimensiones, se destina a sembrar cebada.
     El muro del castillo estaba todo almenado y tenía saeteras en la zona norte, donde estaba situada la puerta principal. Tuvo otras dos puertas, una en la zona sur y otra en el oeste. Las únicas torres que citan los documentos son una coracha y un torreón, en la zona de la huerta, que tiene un almendro en su interior en 1575. Existe un pasadizo que no se sabe de dónde sale ni a dónde va. Entre la muralla y las distintas partes del palacio hay un espacio que las rodea y comunica las zonas norte, sur y oeste. Los documentos no dicen nada de la zona este, que al ser la huerta, podía estar pegada al muro. De dicho espacio sabemos que, en la zona oeste, era un callejón y en el norte, por estar la puerta principal era más amplio.
     En la zona norte, tanto la muralla como el palacio tuvieron una espléndida portada. En 1549, la puerta de la muralla era un simple vano, nos figuramos qué de cantería, mientras que la del palacio era una portada de cantería buena, hecha al romano, con unas columnas despegadas sobre sus pedestales, con friso y cornisa, con unos candeleros y remates encimas de sus columnas, y en medio unas armas del Marqués de Aguilar.
     En 1604 la puerta de la muralla se cierra y se abre otra, hacia la zona este con respecto a la anterior, muy grande y lujosa y a los lados tienen unas figuras de salvajes, labrados en piedra de cantería, con sus maças que están como por guardar de la casa y encima está un escudo dorado con las armas de Castilla y Portugal. La puerta de acceso al palacio es la misma que 1549.
     La cantería también se utilizó en las basas, fustes y capiteles de los corredores del patio, mientras que los arcos eran de ladrillo. De este último material era la escalera principal. En el resto del edificio se empleó la mampostería y el ladrillo.
     Las maderas empleadas en las techumbres de las zonas nobles del palacio son: en el anterior a 1549 el roble, en el palacio nuevo el castaño, y en sólo tres dependencias el pino. La forma de las mismas en el primero es desconocida. En el segundo la armadura de la pieza grande de la planta alta del ala oeste (fig.3) la parte más antigua, es de tijera; el resto son alfarjes y en ocasiones simples jácenas sobre las que descansan las vigas de menor escuadría, que en algunas ocasiones son sustituidas por ladrillo. Las salas se cubren casi siempre con alfarjes, sin que se pueda establecer una regla general.
     El castillo sufrió una reforma entre 1604 y 1690. En el muro de su entrada principal se abrió un corredor de dieciséis arcos pequeños. Dicho corredor se comunicaba con la capilla mayor de la iglesia de Santa María mediante una terraza. A él se accedía por una escalera, situada en el espacio comprendido entre la muralla y la fachada del palacio.
     Consta documentalmente que se conservó todo el castillo hasta 1690. Iniciado el deterioro, el Consejo de las Órdenes dispuso demoler el interior por ser dificultoso e inútil su reparo. Los materiales se vendieron en pública subasta y con su producto se compró otra vivienda principal en la calle Granillos.
     En 1766 sólo queda la muralla con la arquería que debía dar ligereza y realce a la plaza mayor. En su interior se sembraba forraje.
     En toda la documentación, la referencia para situar el castillo es la iglesia de Santa María, iglesia que está unida a la muralla, como demuestran los documentos, pero en el exterior de ella. Si hubiese estado en su interior, la documentación habría descrito su estructura y decoración.
La Casa de la Encomienda
     Ante la ruina del castillo, el comendador de turno compró una nueva casa, para residencia del mismo.
     La estructura de la casa corresponde al plano que antecede, cuya descripción corresponde al año 1756. Había una bodega, situada en la planta alta, que es convertida en pajar, bien por problemas de peso o de comodidad, para no tener que subir el vino; la sala y la alcoba situadas a la derecha del zaguán, en la planta baja en bodega, y se taparon cuatro arcos del corredor alto (que ahora están abiertos), al que dan el pajar y la bodega, junto al granero, y se utiliza dicho espacio como carbonera.
     El patio estaba empedrado y había un pozo debajo de uno de los corredores. Los pilares de éstos eran de ladrillo, a excepción de los dos de la planta baja, frente a la entrada principal, que eran de mármol, siendo también de este material el pilar que soportaba las dos vigas que reciben las maderas de la cubrición del granero sotanado. La escalera principal era de ladrillo, con un pasamano de cantería. Esta Casa de la Encomienda, ubicada en las calles Andrés Mirón y Milagros, es propiedad privada, ha sido restaurada por su dueña actual, María Cárdenas (Asociación Cultural Benalixa).
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Más sobre la localidad de Guadalcanal (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

El Puente del Alamillo, de Santiago Calatrava

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Puente del Alamillo, de Santiago Calatrava, de Sevilla.
     Hoy, 29 de febrero, es el aniversario de la inauguración (29 de febrero de 1992), del Puente del Alamillo, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Puente del Alamillo, de Santiago Calatrava, de Sevilla.
   El Puente del Alamillo [nº 104 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla], se encuentra, salvando el cauce (actual dársena) del río Guadalquivir, formando parte de la Ronda Urbana SE-30; en los Barrios de San Jerónimo, y La Paz-Las Golondrinas, del Distrito Macarena, y en el Barrio Triana Oeste, del Distrito Triana.
   La celebración de la Exposición Universal de Sevilla de 1992 supuso, de manera necesaria, la remodelación de las grandes infraestructuras viarias imprescindibles para acoger un evento de tales características. La ampliación del aeropuerto de San Pablo; la remodelación de la red ferroviaria con la eliminación de las barreras internas de la ciudad y la centralización en una gran estación central de pasajeros, el cambio de vía y el trazado de la red de alta velocidad entre Madrid y Sevilla con apeadero en la Isla de la Cartuja; el justificado desdoblamiento de las carreteras de enlace de la ciudad con el resto de la Península, o la construcción de nuevos puentes que resolvieran a nivel urbano y metropolitano la conexión entre las dos márgenes del Guadalquivir. En este último capítulo, Sevilla pasó de tener tres puentes fijos y uno levadizo, todos ellos en el interior de la ciudad, a seis puentes fijos urbanos, con la incorporación de la pasarela de la Cartuja, el puente de la Barqueta y el del Cristo de la Expiración, de Chapina o del "Cachorro"; uno levadizo, el de las Delicias, que vino a sustituir el Puente de Hierro o de Alfonso XIII, y dos grandes puentes metropolitanos: el del Quinto Centenario, con gálibo que salvara el uso del puerto sin necesidad de hacerlo levadizo, y el del Alamillo.
     Este último fue proyectado como un puente simétrico, atirantado desde dos mástiles y tablero inferior, conectando con el viaducto de la Cartuja con una luz total de 1500 metros. Finalmente se ejecutó sólo un mástil, en la orilla de Sevilla, de 142 metros de altura y 200 metros de luz que conecta con el viaducto, salvando el tablero de hormigón armado exclusivamente el ancho del río. Se ejecuta con una estructura mixta de hormigón y acero: el mástil, inclinado 58º respecto de la horizontal para recibir los esfuerzos de los tirantes, forrado de chapa de acero y núcleo de hormigón armado; el tablero, con una estructura metálica central y tablero de hormigón volado para las calzadas.
     Aparte de la solución estructural, deben destacarse su escala metropolitana y su concepción formal. Se trata de un objeto, que domina la perspectiva del valle del Guadalquivir a su paso por la ciudad, de extraordinaria plasticidad. La desconvencionalización de su geometría, por inclinación y asimetría, lo convierten en una poderosa imagen que acota la dimensión de la ciudad hacia al norte. La continuidad del tablero con el viaducto impone además una raya que trasciende el territorio colaborando en su estructuración.
     Formalmente coherente con las soluciones construidas del mismo autor en tantos lugares (aligeramiento de la estructura metálica concebida como un costillar que evoca un mundo antropomórfico, color blanco, trazado de paseos peatonales y rodados, cuidado en el acabado, etc.), adquiere cierta singularidad al acertar en su escala contribuyendo acertadamente a la transformación del paisaje de la ciudad (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La Exposición Universal Expo '92 brindó a las autoridades de Sevilla una oportunidad para mejorar las infraestructuras de la ciudad y su entorno en la Provincia de Andalucía. Esta iniciativa incluía la dotación de mejores conexiones por carretera con las localidades vecinas, una circunvalación de Sevilla y ocho nuevos puentes sobre el río Guadalquivir. Encargado por La Junta de Andalucía como parte de estas obras, el Puente del Alamillo se extiende 200 metros sobre el tramo del río conocido como Meandro San Jerónimo y está conectado a un viaducto para automóviles, ciclistas y peatones que cruza la isla de La Cartuja. .
     El Viaducto de La Cartuja, de 526,5 metros de largo, fue construido como puerta de entrada a la entrada norte del recinto de la Expo '92. Es una estructura continua con una parte inferior abovedada y niveles superpuestos: un nivel superior, de unos 22 metros de ancho, para el tráfico de vehículos, y dos niveles inferiores para peatones y bicicletas, de 4,4 metros de ancho. Cada una de sus dos calzadas de 10 metros se eleva a cinco metros de la parte superior de la estructura, brindando sombra a los peatones en el paseo en voladizo que se encuentra debajo. La estructura recibe la luz a través de tres hileras continuas de pozos de luz circulares, una en la coronación de la bóveda entre las dos calzadas y las otras dos laterales, entre la calzada y los paseos.
     El puente del Alamillo, de 250 metros de largo y una luz máxima de 200 metros, se caracteriza hacia la isla La Cartuja por un pilón de 142 metros de altura e inclinado 58 grados sobre la horizontal. El pilón sostiene el puente con trece pares de cables. El pilón se construyó levantando segmentos de la carcasa de acero hasta su lugar con una grúa grande y de alta capacidad, luego soldándolos y llenándolos con hormigón armado. El peso del pilón es suficiente para contrarrestar la plataforma, por lo que no se necesitan tirantes traseros. Este nuevo tipo de puente atirantado, que sustituye el peso de un pilón inclinado por un juego de tirantes, crea un diálogo de equilibrio entre pilón y tablero.
     Este concepto se remonta a la escultura de Calatrava de 1986 titulada 'Running Torso', en la que cubos de mármol apilados inclinados se equilibran mediante un alambre tensado. El tablero del puente consta de una viga de acero hexagonal a la que se unen los tirantes. Las alas de acero, que sostienen la plataforma a ambos lados, están en voladizo sobre esta columna, cuyo lado superior de 3,75 metros de ancho, elevado unos 1,6 metros sobre el nivel de la carretera, sirve como una acera elevada y una ruta ciclista entre los carriles de circulación separados. Las vigas cajón y los elementos voladizos de la plataforma de la carretera se construyeron inicialmente sobre cimbra continua, apoyada en el lecho del río, mayoritariamente seco. El sitio de Alamillo es inusual porque el mismo río se cruza dos veces.
     Como respuesta a la demanda natural de simetría, inicialmente se propusieron dos puentes para salvar las dos secciones del río. Los puentes espejados, con sus pilones inclinados uno hacia el otro, aproximadamente a 1,5 kilómetros de distancia y conectados por el Viaducto de la Cartuja, habrían sugerido un enorme triángulo, con su vértice en lo alto del cielo. Por diversos motivos se optó por una solución asimétrica, y sólo se construyó el puente sobre el Meandro San Jerónimo y el viaducto (Santiago Calatrava).
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miércoles, 28 de febrero de 2024

Los Jardines de la Plaza de Andalucía, en la antigua Universidad Laboral, actual Universidad Pablo de Olavide, en Dos Hermanas (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte los Jardines de la Plaza de Andalucía, en la antigua Universidad Laboral, actual Universidad Pablo de Olavide, en Dos Hermanas (Sevilla)
     Hoy, 28 de febrero, es el Día de la Comunidad Autónoma de Andalucía, al cumplirse el aniversario (28 de febrero de 1980) del referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía del año 1980 que dio autonomía plena a la comunidad andaluza, así que hoy es el mejor día para ExplicArte los Jardines de la Plaza de Andalucía, en la antigua Universidad Laboral, actual Universidad Pablo de Olavide, en Dos Hermanas (Sevilla).
     La Plaza de Andalucía es un espacio abierto, de planta irregular, que se encuentra situada entre el edificio 18 Celestino Mutis y la antigua central térmica. 
     En esta plaza se localizan una cafetería y un aparcamiento, estando los jardines dispuestos a ambos lados de éste. 
     En un lado se distinguen dos parterres rectangulares con base de tierra, dispuestos en hilera y cuyo perímetro se delimita por una línea de adoquines por encima del nivel del suelo. En paralelo al segundo de ellos, se localiza una estructura vertical dispuesta en otro parterre más estrecho.
     Aquí pueden verse ejemplares de Grevilea roja (Grevillea banksii), Viburno dulce (Viburnum odoratissimum), Eucalipto azul (Eucalyptus globulus), Pacífco (Hibiscus rosa-sinensis), Arce americano (Acer negundo) y Fresno de for (Fraxinus ornus).
     La Grevilea presenta hojas simples y alternas, con haz verde y envés grisáceo; sus flores se disponen en racimos cilíndricos de color rojo y los frutos presentan folículos leñosos.
     El Viburno dulce es un arbusto perenne, con hojas lustrosas de ovadas a obovadas (huevo invertido) y sin pelo. Sus flores se agrupan en cimas de unos 10 centímetros de diámetro, son olorosas y de color blanco.
     El Eucalipto azul es un árbol que puede llegar a medir 60 metros de altura. El tronco está retorcido la mayoría de las veces, es de color gris y se desprende en tiras de gran longitud. Las hojas son opuestas, de ovadas a lanceoladas. Sus flores son solitarias o en grupos de 2 o 3, que se encuentran sentadas o encima de un pequeño pedúnculo. El fruto tiene forma de cápsula globosa a piramidal.
     El Pacífico es un arbusto perennifolio que puede alcanzar los 2 metros de altura, con hojas simples y alternas, de color verde brillante; las flores son solitarias, axilares y tienen forma de embudo, pudiendo ser de color rojo, naranja, rosa o amarillo.
     El Arce americano es árbol caducifolio que puede alcanzar hasta 20 metro de altura; en otoño es muy llamativo por la tonalidad dorada que adquiere su copa. Presenta hojas brillantes en el haz y mates en el envés, flores verde amarillentas y frutos con forma de ala.
     El Fresno de flor puede alcanzar los 15 metros de altura y presenta una copa esférica. Las hojas son opuestas, compuestas, de color verde oscuro y caducas. Flores blancas y olorosas; frutos en sámaras de 2,5 centímetros de longitud.
     En el otro extremo del aparcamiento se encuentra una zona arbolada compuesta por ejemplares de Pino carrasco (Pinus halepensis) en la que se disponen una serie de merenderos donde los alumnos pueden comer y descansar.
     Esta especie puede alcanzar los 20 metros de altura, y sus hojas son muy finas, con forma de acícula. Las piñas son pequeñas y se sujetan a las ramas por un rabillo ligeramente grueso; en los ejemplares adultos muchas piñas se mantienen en el árbol una vez secas. Los piñones también son pequeños, y presentan un ala que les ayuda en la dispersión. 
     Las Oficinas Técnicas de Arquitectura e Ingeniería S.A. (OTAISA), recibieron el encargo de construir la Universidad Laboral de Sevilla en 1949.
     Además de las edificaciones destinadas a acoger a los alumnos, los arquitectos encargados del proyecto tuvieron en cuenta la importancia de los jardines en un campus como este, creando diferentes composiciones. Con el paso del tiempo los espacios se han ido modernizando, añadiendo nuevas construcciones pero sin olvidar el papel esencial que tienen los jardines en esta universidad.
     Actualmente todos estos jardines forman parte de la Universidad Pablo de Olavide, que se asienta en los terrenos de la Antigua Universidad Laboral (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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La escultura "Andalucía", de Agustín Sánchez-Cid, en la sala XIII (y en los Almacenes) del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la escultura "Andalucía", de Agustín Sánchez-Cid, en la sala XIII (y en los Almacenes) del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.        
     Hoy, 28 de febrero, es el Día de la Comunidad Autónoma de Andalucía, al cumplirse el aniversario (28 de febrero de 1980) del referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía del año 1980 que dio autonomía plena a la comunidad andaluza, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la escultura "Andalucía", de Agustín Sánchez-Cid, en la sala XIII (y en los Almacenes) del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
     El Museo de Bellas Artes, antiguo Convento de la Merced Calzada [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
     En la sala XIII (y en los Almacenes) del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la escultura "Andalucía", de Agustín Sánchez-Cid (1886-1955), realizada en 1929.
     Agustín Sánchez-Cid, compaginó su profesión de médico, siguiendo la tradición familiar, con la escultura. Se doctoró en escultura anatómica en Madrid, actividad que desarrolló en la Facultad de Medicina de Sevilla. Paralelamente, estudió dibujo con el pintor José García Ramos y de modelado y vaciado en la Escuela Provincial de Artes e Industrias. En 1942 se convierte en catedrático de Anatomía artística en Escuela de Bellas Artes sevillana. Con estas credenciales, su dominio de la técnica escultórica queda patente en esta alegoría titulada “Andalucía” que él personifica en el busto desnudo de una mujer madura que asoma de la piedra basta todavía sin trabajar en acusado contraste con el mármol pulido de la figura.
     Agustín Sánchez-Cid compaginó su profesión de médico, siguiendo la tradición familiar, con la escultura. Se doctoró en escultura anatómica en Madrid, actividad que desarrolló en la Facultad de Medicina de Sevilla. Paralelamente estudió dibujo con el pintor José García Ramos y modelado y vaciado en la Escuela Provincial de Artes e Industrias. En 1942 se convierte en catedrático de Anatomía artística en la Escuela de Bellas Artes sevillana.
     Con estas credenciales su dominio de la técnica escultórica queda patente en esta obra titulada "Andalucía", como alegoría de la identidad andaluza, que él personifica en el sensual busto desnudo de una mujer madura que emerge de la piedra en basto, rugosa, todavía sin trabajar, en acusado contraste con el mármol pulido de la figura.
     De fuerte personalidad, esta representación femenino tiene un sentido trascendente, respira hondura y recoge esa vertiente trágica de fatalismo asociado al pensamiento andaluz, que se refleja en el cante jondo o en las desdichadas protagonistas de las coplas. El sentir opuesto a esa otra cara de la Andalucía pícara, alegre y vital. Esta escultura transmite melancolía, angustia y padecimiento, sentimientos que se potencian estéticamente por medio de la veta más oscura del mármol que recorre su rostro desde la frente. El resultado es una imagen sobria, contenida pero poderosa, y dotada de un dinamismo que rompe la frontalidad habitual en el retrato.
     Realizada en el mismo año de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, participa en ella, en la Exposición de Bellas Artes e Industrias junto con otras obras del mismo autor, como Triana, Granada, la cabeza de Martínez Montañés realizada para la escultura que se encuentra en la plaza del Salvador y la de Garci Pérez de Vargas para el monumento a San Fernando de la Plaza Nueva, estas dos últimas sus obras más conocidas (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
   Tres notas  dominantes van a distinguir la producción escultórica hispalense durante todo el siglo XIX y buena parte del actual: por un lado, la larga perduración de la tradición barroca, tan arraigada, y tan propiciada por la demanda de Cofradías y Hermandades; por otro, la falta de maestros locales que pueden estar al alcance de las nuevas corrientes; por último, y como consecuencia, las necesidades locales se cubren con obras traídas de fuera o con artistas foráneos que vienen aquí a esculpir, especialmente en las empresas  monumentales.
     El Academicismo lo representan artistas foráneos llegados a suelo sevillano como Felipe de Castro, José Esteve Bonet y, sobre todo, Blas Molner que, desde 1770, trabaja en Sevilla desde la Real Escuela de las Tres Nobles Artes, fundada en 1775, de la que fue Director desde 1793 a 1810. El trabajo de los profesores de esta notable institución propició, durante la época fernandina, un tímido arraigo de la estética del neoclasicismo, pero, eso sí, de la mano de artistas foráneos como José Bover o Rafael Plagniol. El triunfo del Romanticismo hizo brotar en Sevilla un cierto momento de brillantez, pues, junto a artistas no hispalenses venidos aquí a trabajar, surge la figura del malagueño, afincado en Sevilla, Juan de Astorga Cubero (1779- 1849), autor de valoradas imágenes dolorosas de María.
     La segunda mitad del siglo XIX viene marcada, como repetidamente ha indicado de la Banda y Vargas, por dos estéticas sucesivas: la historicista y la del triunfo del naturalismo realista, amén de la perduración de la neobarroca imaginería procesional. Artistas extranjeros, como Frappolí, o hispanos, como Ricardo Bellver, van a seguir dominando el desolado panorama escultórico hispalense, en el que tan sólo destacan maestros de segundo orden como Gabriel de Astorga o Manuel Gutiérrez Cano. Tan sólo la aparición de Antonio Susillo arrancará a nuestra plástica de su postración y la conducirá, con su arte y su círculo de discípulos, hacia los caminos del realismo imperante en las décadas de la época de la Restauración.
     Las primeras cuatro décadas de nuestro siglo estarán marcadas por hechos significativos: la perduración de los encargos importantes a artistas de fuera de nuestra tierra, como es el caso de Mariano Benlliure; la salida de Sevilla de nuestros artistas, intentando adquirir nuevos conocimientos más allá, incluso, de nuestras fronteras, especialmente en París y Roma; la continuación de la renovación estética de Susillo a través de la obra de Joaquín Bilbao y Lorenzo Coullaut Valera, y, finalmente, la participación de estos escultores y sus discípulos en la rees­tructuración monumental y artística que supuso para Sevilla la Exposición Iberoamericana de 1929, siendo de destacar la labor de jóvenes artistas como Agustín Sánchez-Cid, Manuel Delgado Brakembury o Enrique Pérez  Comendador (Enrique Parejo López, Escultura, en Museo de Bellas Artes de Sevilla, Tomo I. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Biografía de Agustín Sánchez-Cid, autor de la obra reseñada;
   Agustín Sánchez-Cid y Agüero, (Sevilla, 1886 – Sevilla 16 de octubre de 1955). Escultor.
     Se le debe las restauraciones de las imágenes de los Crucificados de la Expiración (Cachorro) 1930, de la Buena Muerte (Estudiantes) 1938, Fundación y Calvario 1940; en los trabajos de estos últimos encontraría en su interior papeletas que acreditan sus autorías, Andrés de Ocampo y Francisco de Ocampo, respectivamente; como así realizó la de Jesús Nazareno (Silencio) en 1941. Nombrado el 15 de noviembre de 1933 académico de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría (Juan Carrero Rodríguez, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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martes, 27 de febrero de 2024

El sitio arqueológico Las Botantas, en Gines (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el sitio arqueológico Las Botantas, en Gines (Sevilla)
     En superficie se localizaron fragmentos de tegulae, ladrillos, ánforas y dolia romana (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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El Palacio de los Marqueses de Villapanés (actual Hotel Palacio de Villapanés)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Palacio de los Marqueses de Villapanés (actual Hotel Palacio de Villapanés), de Sevilla.  
     Hoy, 27 de febrero, es el aniversario del nacimiento (27 de febrero de 1677) de Manuel López Pintado, quien mandara construir el Palacio de los Marqueses de Villapanés, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Palacio de los Marqueses de Villapanés, de Sevilla.
      El Palacio de los Marqueses de Villapanés, se encuentra en la calle Santiago, 31; en el Barrio de Santa Catalina, del Distrito Casco Antiguo.
     Casa-palacio construida en el primer tercio del siglo XVIII para el almirante López Pintado y hoy propiedad de los marqueses de Villapanés.
     Es una magnífica construcción de dos plantas de altura y miradores con dobles arcadas sobre columnas, con una amplia fachada a la calle Santiago, frente a la pequeña placita de Jesús de la Redención.
     La organización en planta de la casa adopta el esquema tipológico de la casa con patio sevillana. Una larga crujía de fachada que incluye el zaguán y las cocheras y las restantes que se disponen en torno al magnífico patio central y al jardín trasero. La relación entre zaguán y patio se resuelve con una triple arcada, cerrada con espléndida cancela de tres cuerpos. El patio consta de galerías en los cuatro frentes, con arquerías de arcos de medio punto sobre colum­nas de mármol y fuente central.
     En uno de los ángulos del patio, y en una situación que permite articular éste con el jardín trasero, se encuentra la escalera principal cubierta con una bóveda de carroza. La fachada es de fábrica de ladrillo avitolado, rematada con un antepecho igualmente de fábrica, con cornisa y entablamento y con la presencia de un torreón-mirador que adopta una posición asimétrica respecto a la composición formal de la fa­chada.
     La portada de ingreso se compone con el típico moldurón mixtilíneo que recoge el balcón central corrido de planta alta.
     La casa ocupa en planta baja una extensión aproximada de 1.200 m2. La superficie total construida en ambas plantas podría aproximarse a los 1.790 m2 (Guillermo Vázquez Consuegra, Cien edificios de Sevilla: susceptibles de reutilización para usos institucionales. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla, 1988).
    Esta casa-palacio del primer tercio del siglo XVIII constituye una magnífica construcción de dos plantas de altura y miradores de dobles arcadas sobre columnas, con una amplia fachada a la calle Santiago, frente a la pequeña placita de Jesús de la Redención.
     La organización de la casa adopta el esquema tipológico de la casa con patio sevillana. Una larga crujía de fachada que incluye el zaguán y las cocheras y las restantes que se disponen en torno al magnífico patio central y al jardín trasero. La relación entre zaguán y patio se resuelve con una triple arcada, cerrada con espléndida cancela de tres cuerpos. El patio consta de galería en los cuatro frentes, con arquerías de arcos de medio punto sobre columnas de mármol y fuente central.
     En uno de los ángulos del patio, y en una situación que permite articular éste con el jardín trasero, se encuentra la escalera principal cubierta con unas bóvedas de carroza. La fachada es de fábrica de ladrillo avitolado, rematada con un antepecho igualmente de fábrica, con cornisa y entablamento y con la presencia de un torreón- mirador que adopta una posición asimétrica respecto a la composición formal de la fachada. La portada de ingreso se compone con el típico moldurón mixtilíneo que compone el balcón central corrido de planta alta.
     Construida en el primer tercio del siglo XVIII para el almirante López Pintado, pasó luego a ser propiedad de los marqueses de Villapanés y de Torreblanca del Aljarafe.
     Actualmente el palacio fue vendido por sus propietarios y convertido en hotel de lujo a partir del año 2.006 tras una completa rehabilitación (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía). 
Conozcamos la Biografía de Manuel López Pintado, personaje que mandó construir la obra reseñada;
     Manuel López-Pintado y Almonacid, I Marqués de Torre Blanca del Aljarafe. (Tembleque, Toledo, 27 de febrero de 1677 – Sevilla, 21 de octubre de 1745). General, almirante real de la Armada del Mar Océano, mariscal de campo de los Reales Ejércitos, comerciante, hacendado, caballero de la Orden de Santiago, veinticuatro de Sevilla y familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Sevilla.
     Hijo de Juan López Almonacid Pintado y de María Fernández de los Carneros, nació en el seno de una familia tradicional de Tembleque. Contrajo matrimonio alrededor de 1710 con la sevillana, de padre asturiano, Inés Solano León, en la iglesia de Santa Cruz de Sevilla. A dicho matrimonio ella no aportó ninguna dote, algo que sí hizo él, con 10.000 pesos de plata. Fruto de este matrimonio fueron los tres hijos que tuvieron, Manuel José (1710), María Antonia (1714) y Josefa (1716).
      La gran riqueza de López-Pintado, mezcla de marino, soldado y negociante, se originó a partir del título de maestre de plata que le concedió Sebastián de Talledo en Madrid en 1704, donde ya tenía tratos con mercaderes de Indias como consignatario de mercancías enviadas al centro de la Península. Ser maestre de plata le permitió ir en la capitana de la flota dirigida por Diego Fernández de Santillán en 1705. De hecho, desde esa fecha comerció asiduamente con las Indias como maestre, cargador y fiador de dueños de navíos, aparte de tener situados a familiares con cargos en diferentes lugares de América, como Andrés López Pintado, sargento mayor en la provincia de Buenos Aires. En 1710 viajó a Nueva España como jefe de la expedición de azogues. Fue diputado de las reales flotas hasta que consiguió el título de almirante de la Flota de Indias de 1715-1716, y en ese puesto adquirió una gran fortuna que le permitió invertir en tierras, comprando y mejorando diversas haciendas y molinos en distintos pueblos de la provincia de Sevilla, como Bollullos de la Mitación, Marchena, Gerena, Gelves, etc. Entre esas haciendas se encontraban dos especialmente ricas, la de Torreblanca y la de Cabrejas, que luego darían nombre a su título nobiliario. Asimismo, invirtió capitales en la compra de diversas casas en la ciudad de Sevilla, como ya había hecho en 1712 al añadir al Hospital de las Cinco Llagas unos inmuebles en Santa Cruz. Con dicha fortuna pudo acrecentar su influencia en Sevilla merced al préstamo de 16.000 pesos que hizo al Ayuntamiento de la ciudad antes de 1721. A su vez, logró adquirir el rentable arrendamiento de las alcabalas de Bollullos de la Mitación y su jurisdicción en 1722, con potestad para nombrar juez de Vara Alta. Su opulencia se manifestaría, una vez más, en la magnífica construcción del hoy conocido como palacio de Villapanés en Sevilla.
     Tales inversiones no le alejaron del origen de su fortuna, ya que prosiguió comerciando con América por medio de barcos que pasaron a ser de su propiedad, como el Nuestra Señora de Begoña. De esta forma, viajó de nuevo a Tierra Firme en 1728-1729, en 1730-1731 como comandante de galeones y en 1735-1737 como jefe de la Escuadra de Nueva España, asumiendo en esta última el título añadido de mariscal de campo de los Reales Ejércitos.
     El creciente poder de López-Pintado se fue manifestando en los cargos y mercedes que fue logrando a lo largo de su vida, como la merced en 1717 que le hizo Felipe V del hábito de la Orden de Santiago, para lo cual estuvo destinado a la flota de galeras y hubo de aprender la regla de la Orden en el convento de Vélez. También en 1717 compró, por mediación del marqués de Thous, la propiedad del oficio perpetuo y hereditario de regidor veinticuatro de Sevilla a Manuel de Arce. En 1722 logró la merced de poder fundar junto a su esposa un mayorazgo, con más de un tercio de la riqueza familiar, tal y como había convenido el matrimonio en 1715 antes del viaje de López-Pintado como almirante de la flota de Indias. Pero, además, este mayorazgo tenía la potestad de incrementar sus bienes siempre que quisieran, lo cual hicieron en 1729, 1732, 1735 y 1737. Nombraron como heredero, lógicamente, al hijo primogénito Manuel José López Almonacid Pintado. En 1722, ya pertenecía también a la familia de la Inquisición. Finalmente, en 1737, Felipe V le concedió el título de marqués de Torre Blanca del Aljarafe, con el vizcondado previo de Cabrejas (José Luis Caño Ortigosa, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Palacio de los Marqueses de Villapanés (actual Hotel Palacio de Villapanés), de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

lunes, 26 de febrero de 2024

El sitio arqueológico de la Acebuchosa, en Gilena (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el sitio arqueológico de la Acebuchosa, en Gilena (Sevilla).  
   El yacimiento se encuentra en la parte superior y en la vertiente de un cerro de gran pendiente, donde aparecen materiales cerámicos y constructivos (entre ellos algún sillar toscamente labrado).
     Aunque los materiales indican una posible ocupación del cerro con bastante anterioridad a la romana, la afloración de la roca madre por todo el cerro no permite pensar en una secuencia estratigráfica potente. (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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La Ópera "El testamento de Fígaro", ambientada en Sevilla, de Calisto Bassi, y Antonio Cagnoni

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la ópera "El testamento de Fígaro", ambientada en Sevilla, de Calisto Bassi, y Antonio Cagnoni.
     Hoy, 26 de febrero, es el aniversario del estreno (26 de febrero de 1848) de la ópera "El testamento de Fígaro", en el Teatro Rè, de Milán (Italia), así que hoy es el mejor día para ExplicArte la ópera "El testamento de Fígaro", ambientada en Sevilla, con libreto de Calisto Bassi, y música de Antonio Cagnoni.
     El testamento de Fígaro es un melodrama cómico en dos actos, deudor evidentemente de las Bodas de Fígaro, de Rossini, por lo que hay que estudiar esta ópera para comprender mejor esta ópera de Bassi, y Cagnoni.
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Ruta de los Tres Mitos: Mito de Fígaro.

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domingo, 25 de febrero de 2024

Los sitios arqueológicos de Arroyo Molinos, en Gerena (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte los sitios arqueológicos de Arroyo Molinos, en Gerena (Sevilla).  
   En el término municipal de Gerena podemos contemplar varios sitios arqueológicos, denominados Arroyo Molinos:
Arroyo Molinos IFragmentos de ladrillos, tegulae y cerámica sigillata clara D. La villa estaría ocupada hasta el s. IV d. C.
Arroyo Molinos IIEn el momento del laboreo se descubrieron fragmentos de tegulae, ladrillos, dolia, cerámica y sigillata clara D. La villa estaría ocupada hasta el s. IV d. C. (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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La Puerta de Córdoba

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Puerta de Córdoba, de Sevilla.
      La Puerta de Córdoba [nº 108 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla], se encuentra en la calle Puerta de Córdoba, s/n, en el Barrio de San Gil, del Distrito Casco Antiguo, de Sevilla.
     Se encuentra adosada a la iglesia de San Hermenegildo, en la Ronda de Capuchinos.
     Este topónimo no aparece documentado en las fuentes musulmanas, aunque sí aparece en el Libro del Repartimiento y en otros documentos castellanos de los siglos XIII, XIV y XV.
     Acerca de su origen, la historiografía sevillana se encuentra dividida entre quienes consideran que fue el establecimiento de los cordobeses, tras la conquista castellana de la ciudad, lo que dio lugar al nombre de la puerta, y quienes lo vinculan a que de ella partiese el camino que a Córdoba conducía. No obstante, hay quienes incluyen las dos explicaciones.
     La estructura primitiva de la puerta islámica, que nos era conocida gra­cias a la descripción de Morgado, y que podía intuirse por el hecho de figurar en el documento de 1560 en la relación de los accesos que en el siglo XVI tenían puertas por las que "se ha rodeando para salir desta ciudad" y "rehellines", fue puesta al descubierto tras la restauración que de ella se hizo en los años 50. Por lo tanto, se trataba de una torre-puerta con acceso en recodo único y que estaría protegida por barbacana, aunque desafortunadamente no me es posible determinar cómo ésta conectaba con la puerta.
     Por otra parte, sabemos, gracias también al documento de 1560, que la de Córdoba era una de las puertas a las que Hernán Ruíz debía eliminar el acceso en recodo y la barbacana. En este sentido, la puerta que figura en un dibujo de Tovar, podría corresponder a la que debió construirse en aquel momento y que fue derribada en el siglo XIX.
     La razón de que la puerta islámica no fuese derribada es bien conocida, y obedece a la creencia tradicional entre los sevillanos de que en la torre en que se abría había sido martirizado San Hermenegildo.
     En la conservación de esta puerta debemos señalar dos hitos fundamentales: por una parte, su adecentamiento en 1569 por Francisco Guerrero; por otra, la construcción de la iglesia, a principios del siglo XVII, por iniciativa de Cristóbal Suárez.
     Únicamente tengo constancia de la existencia de una lápida con inscripción en latín y su correspondiente traducción al castellano, en la que se rememoraba el martirio de San Hermenegildo, que se habría colocado en 1569 y se retiró cuando se construyó la iglesia a principios del siglo XVII.
     Sin embargo, sabemos que en la segunda mitad del XIX una lápida con la misma inscripción estaba situada sobre la clave del arco de la puerta que daba acceso a la ciudad, tal y como se observa en unas fotografías que figuran en un artículo de los años 50. En la actualidad, esta lápida se conserva en la fachada principal de la Iglesia de San Hermenegildo (Daniel Jiménez Maqueda, Estudio histórico-arqueológico de las puertas medievales y postmedievales de las murallas de la ciudad de Sevilla. Guadalquivir Ediciones. Sevilla, 1999).
     El sevillano ha mostrado desde antiguo una enfermiza afición por la leyenda. Puesto a elegir entre la historia y la historieta, siempre prefirió la segunda. Algo que cuesta entender, pues la verdad, cuando se descubre, suele ser mucho más hermosa que esas edulcoradas mentiras tras las que la imaginación se empeña en esconderla. Hay, no obstante, un caso excepcional en el que una leyenda hizo que una verdad perviviese, pues de no haberse extendido la falsa creencia de que el martirio de san Hermenegildo sucedió en la sevillana Puerta de Córdoba, muy posiblemente esta hoy no existiría.
     De las cuatro únicas puertas de la muralla que aún siguen en pie, solo la de Córdoba mantiene la fisonomía original con la que fueron concebidas por sus constructores. Es decir, se atiene al diseño en recodo (bashura, en lengua árabe), establecido en orden a su finalidad defensiva, tal como se describe en la introducción de este libro. Este hecho posiblemente hace de ella la más interesante de todas, a pesar de no ser artísticamente en apariencia la más valiosa. Ciertamente, quienes hicieron la muralla no perseguían hacer una obra de arte, sino fortificar la ciudad, protegerla contra ataques e invasiones, de ahí que no concibieran sus entradas como los arcos triunfales que se abrirían durante el siglo XVI al evolucionar el arte de la guerra, menguar la utilidad bélica de las murallas y precisar la ciudad de unas puertas cuyo empaque estuviera en consonancia con la magnificencia que había adquirido gracias a su privilegiada posición en el comercio con América. Ese nuevo concepto del diseño de las puertas que se impone entonces es lo que hoy en día, y a pesar de que su estado de conservación es bastante aceptable, hace difícil reconocer a primera vista como tal la Puerta de Córdoba. Además, el hecho de que esté adosada a la iglesia de San Hermenegildo complica todavía más su comprensión.
     Para descubrirla desde fuera, en primer lugar se debe repa­rar en las evidentes diferencias que hay entre la iglesia de San Hermenegildo y la zona de la muralla a la que está adosada su parte posterior. No es complicado hacerlo. Resulta evidente que se trata de construcciones distintas. Una vez comprobado esto, la mirada debe detenerse en esa puerta de innegables rasgos islámicos que, con su arco de herradura, se abre a la izquierda de la entrada principal del templo, en la zona de la edificación que se corresponde con la muralla. Es la puerta que se situaba en el lateral del saliente que en ese punto hacía la cerca. Una vez atravesada, y dentro ya de la muralla, otra puerta situada noventa grados a la izquierda daba acceso a la ciudad. Una puerta que, similar a la anterior, existe y es la que hoy en día da precisamente al edificio de viviendas denominado «Puerta de Córdoba", ubicado tras la iglesia ya en zona intramuros. Son puertas pequeñas, nada ostentosas, pensadas con lógica militar para hacer más difícil el tránsito, ajustándose así perfectamente a la función encomendada de filtrar y controlar el acceso a la urbe.
     Aunque hoy en día dificulte su comprensión, la construcción de la iglesia de San Hermenegildo fue la que permitió conservar en su integridad original la Puerta de Córdoba. Eso sí, a costa en su momento de cegarla. Debido a ello, fue necesario abrir otra puerta en la muralla; otra Puerta de Córdoba, cuyos restos son aún perceptibles, quedando parte de las guías de piedra donde, en caso de inundación, eran encajados unos travesaños de madera para impedir que el agua penetrase en la ciudad. Ésa, y no la original, fue la Puerta de Córdoba cuya demolición, en el otoño de 1869, refieren las crónicas.
     Sobre el porqué de su nombre, los historiadores ofrecen dos versiones. Una es que de la Puerta de Córdoba partía el camino que conducía a la ciudad de la Mezquita y otra que ante ella se instaló el campamento de las tropas cordobesas que acompañaron al rey san Fernando durante la conquista de Sevilla. Ninguna de las dos ha sido comprobada. Lo verdaderamente cierto es que, muy desde el principio, los nuevos dueños de la ciudad vieron en este lugar un enclave simbólico. Ello dio lugar a la fundación de la Hermandad de San Hermenegildo, llamada así al extenderse la creencia de que el mártir visigodo había sido encarcelado y ajusticiado en la misma Puerta de Córdoba. No fue así. Dicho episodio sucedió en realidad bastante lejos. Lo cual no impide que en la fachada del templo levantado en su honor, todavía hoy en día una placa mármol inste al caminante, en latín y castellano, a venerar rendido, este lugar por estar «Consagrado con la sangre" del regio mártir visigodo.
     La verdad es que si alguna vez estas piedras se mancharon de sangre, esta perteneció a gentes cuyos nombres la historia no guardó. Y desde luego ninguno de ellos fue visigodo. Entre otras cosas, por­que la Puerta de Córdoba se construyó varios siglos después de que los visigodos, como tales, desaparecieran. En efecto, para cuando se construyó la presunta celda donde fue ejecutado el santo mártir, este llevaba ya más de cinco siglos muerto.
     Al infortunado Hermenegildo donde lo mataron fue en Tarragona. Y en su muerte, además de la decisión de abjurar del arrianismo que profesaba su familia, parece que también pudo tener que ver el hecho de que antes hubiera mostrado cierta intención de proclamarse rey de la Bética, desafiando así a su padre Leovigildo, que a la sazón fue el primer monarca que unificó política y religiosamente la península ibérica, siete siglos antes que los Reyes Católicos.
     Mas a pesar de ser falsa, la antigua creencia de que la Puerta de Córdoba fue el sitio del martirio de san Hermenegildo, extendida especialmente durante el siglo XV, dio lugar a la fundación en este lugar de una hermandad para rendirle culto, cosa que aún sigue haciendo pues todavía existe. Con el mismo fin, un grupo de religiosos se instaló en los torreones de la muralla donde la leyenda ubicaba la prisión del mártir, labrando en ellos celdas para vivir como anacoretas entregados a grandes penitencias. Tantos llegaron a ser los eremitas que el duque de Alcalá, hermano mayor y protector entonces de la Hermandad de San Hermenegildo, y a la sazón, alcaide perpetuo de todas las murallas y torres de Sevilla, les concedió seis de estas para instalarse más cómodamente, dentro de lo que cabe. Asimismo, labraron una capilla junto al agujero donde según la tradición estuvo el santo preso, aunque en realidad ese agujero no era otra cosa que un pasadizo de la muralla donde, dadas sus constreñidas dimensiones, difícilmente pudo haberse encarcelado a nadie.
     Aquella comunidad fue prosperando, incrementándose el número de sus miembros de manera notable, por lo que la capilla no tardó en quedarse pequeña, haciéndose necesario erigir una nueva de dimensiones mucho mayores, tarea que acomete en 1606 Cristóbal Suárez de Ribera, quien levanta el actual templo de San Hermenegildo, en el cual se embute la zona de la muralla donde estuvo la presunta cárcel del santo, y por tanto la Puerta de Córdoba. Ello haría necesario abrir una nueva puerta en la muralla que supliera a la que había quedado cegada a causa de la legenda­ria devoción al santo visigodo. Y a esta nueva puerta es a la que se referirían los cronistas decimonónicos al dar cuenta del derribo de la Puerta de Córdoba el año de 1869, a manos de un contratista lla­mado Ramón Ramos.
     Tras el derribo de la puerta sustituta, los años fueron apagando el recuerdo de la vieja y escondida Puerta de Córdoba: la que daba al camino que llevaba hasta la ciudad de la Mezquita, aquella ante la cual se apostaron las tropas cordobesas que acompañaron al rey san Fernando; la puerta por la que este, no se sabe si en un alarde de valor o temeridad, penetró una noche para pasear por la musulmana Isbiliya antes de conquistarla (eso dice otra leyenda), recorriéndola de un extremo a otro hasta salir por la Puerta de Jerez; puerta que sí logró sobrevivir en la memoria, el habla y la geografía popular del sevillano, para, muchos años después de su derribo, reaparecer reconstruida por el nomenclátor oficial. Sin embargo, la Puerta de Córdoba dejó de ser una referencia, confinándose su existencia a los amarillos libros de historia. Así, el papel que pudo alguna vez des­empeñar como elemento de orientación en Sevilla es el que desde hace años ostenta la gasolinera de enfrente. Para su desgracia, la Puerta de Córdoba se ha llevado muchos lustros sin ser más que una bocacalle que da a la Ronda de Capuchinos. De este ostracismo vino no obstante a rescatarla la arqueología y la divulgación. Después de permanecer durante siglos escondida, la Puerta de Córdoba ha vuelto a hacerse visible y comprensible para muchos sevillanos. Algo a lo que ha prestado una contribución innegable la leyenda, que aunque en Sevilla siempre fue tergiversadora y falaz, en esta ocasión vino sin duda en socorro de la historia, permitiendo que la verdadera y original Puerta de Córdoba siguiera en pie y llegase entera hasta nuestros días (Juan Miguel Vega, Veintitantas maneras de entrar en Sevilla. El Paseo. Sevilla, 2024). 
   Se halla ubicada en la esquina de la calle Madre Dolores Márquez (antigua Córdoba) y las aveni­das de Muñoz León y Ronda de Capuchinos. Es la única de las puertas de factura original que se conservan de la muralla. Realizada por los almohades conforme a los criterios defensivos que inspiraron el diseño primitivo de las puertas, se encuentra adosada a la iglesia de San Hermenegildo. La divulgación de una leyenda que ubicaba en ese lugar de la muralla el martirio de dicho santo hizo que en él se instalase una comunidad de eremitas, convirtiéndose la puerta en lugar de culto. Ello obligó a abrir una nueva puerta a su lado que sería derribada en otoño de 1869 y de la cual aún quedan restos visibles, como una regola, como las que también se aprecian en el Postigo del Aceite, donde eran ensartadas las maderas con las que se impedía la entrada de agua en la ciudad durante las crecidas del Guadalquivir (Exposición Puertas de Sevilla, ayer y hoy. Sevilla, 2014).
     Del recinto amurallado que en otros tiempos rodeó a Sevilla, son escasos los restos que se conservan en la actualidad. Atendiendo a su técnica constructiva puede asegurarse que fueron levantadas en la primera mitad del siglo XII por los almorávides, si bien en épocas posteriores, almohades y cristianos recrecieron los muros y ampliaron el sistema defensivo. La fábrica está realizada en tapial, con cal y guijarros, alcanzando un grosor de dos metros. El trazado del contorno era ondulante, facilitando, mediante los entrantes y salientes, la defensa del recinto. Un número considerable de puertas y postigos daban acceso a la ciudad, comunicándola con los principales núcleos agrícolas y las más importantes vías de comunicación. Actualmente el sector más completo es el comprendido entre el Arco de la Macarena y la Puerta de Córdoba, que aparece precedido por una barbacana. Este sector de murallas presenta en su trazado siete torreones cuadrados, proyectados hacia fuera del paramento y colocados con regularidad a una distancia próxima a los cuarenta metros, más una torre poligonal llamada Torre Blanca. Los torreones cuadrados son macizos hasta la altura del paseo de ronda que los atraviesa, contando con un departamento abovedado en el que se aloja la escalera de acceso a la azotea. La Torre Blanca tiene planta hexagonal, dos pisos abovedados y decoración de fajas de ladrillo.
      La Puerta de Córdoba, adosada a la iglesia de San Hermenegildo, constituye uno de los límites de la muralla conservada, y ha sido restaurada recientemente devolviéndole en parte su estructura primitiva [Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004].
     La muralla levantada por Ali ibn Yusuf en el s. XII planteaba, como uno de los accesos principales a la ciudad, la puerta norte de la Macarena. Junto a ésta, y repartidos a lo largo del lienzo más septentrional, se dispusieron otros puntos de entrada, como la puerta de Córdoba. Si bien, este acceso no tuvo tanta importancia estratégica, su denominación aparece reconocida desde el siglo XIII y hace pensar que constituía una de las salidas naturales hacia dicha ciudad.
     En esta época, el entorno de la ciudad amurallada estaba constituido por una serie de huertas y alquerías que conformaban su zona de alfoz. Se trataba de un verdadero sistema territorial que vinculaba fuertemente el ámbito urbano y el rural, bajo una misma jurisprudencia. De este modo, la ciudad se abastecía a través de los suministros agrarios proporcionados por el campo, mientras que a su vez, ofrecía amparo y diferentes servicios a este territorio. La existencia de puertas en todo el perímetro facilitaba esta permeabilidad entre el campo y la ciudad.
     La puerta de Córdoba ejemplifica bien estas conexiones en la muralla almorávide, pues quizás sea la que mejor mantiene su estructura original de entre todas las conservadas en Sevilla.
     Las transiciones en la arquitectura islámica nunca son inmediatas, tanto por motivos defensivos, especialmente en este caso de la muralla, como por sus propios principios conceptuales. Concretamente esta puerta refleja bien la tipología de acceso en recodo, muy recurrente en esta arquitectura y que evitaba un acceso directo intramuros. Constituye un complejo defensivo que consta de un sistema de doble puerta con un pequeño patio interior, como punto de control. De esta forma, el acceso desde el exterior de la ciudad, se producía a través de una primera puerta abierta en el flanco este de la torre (hacia la calle Madre Dolores Márquez), y junto al lienzo de muralla que ya no se conserva. Este modo de aproximación, de manera tangencial a la muralla, ofrecía muchas ventajas defensivas. Una vez flanqueada esta primera puerta, se alcanza un pequeño patio, en cuyo lado izquierdo se ubica la segunda puerta (la que puede observarse hacia la calle Puerta de Córdoba).
     Este patio interior es la parte más singular del conjunto, pues desde él parte una escalera que permite el ascenso a las mazmorras, donde según la tradición se ubica el encarcelamiento y martirio de San Hermenegildo. Este hecho motivó que pronto se convirtiera en un lugar de culto para la ciudad, instalándose para tal fin una capilla en su interior.
     En el siglo XVI, la ciudad de Sevilla comienza su época dorada, y se llevan a cabo diferentes operaciones de reforma en todas las puertas de la ciudad. Sin embargo, en este caso, la puerta de Córdoba se preservó para el culto al Santo, conservándose así la estructura originaria hasta la actualidad. En cambio, se abre una nueva puerta de manera contigua siguiendo los dictados imperantes de la época, pues tras la reconquista cristiana, la función militar original ya no era fundamental. Esta nueva entrada, adosada a la primitiva torre-puerta almorávide, es la que aparece en las representaciones conservadas de los grabados del siglo XIX. Se ideó a modo de arco triunfal mediante arcos de medio punto rebajados que permitían el acceso directo a la ciudad.
     A principios del siglo XVII, la configuración actual de la puerta se finaliza, cuando se inicia la construcción de una iglesia en honor al Santo, la actual Iglesia de San Hermenegildo. Ésta se dispondrá adosada al muro norte de la puerta, quedando de esta forma situada extramuros. La constituida Hermandad de San Hermenegildo queda así vinculada a la inmediata collación de San Julián, donde fundó además un Hospital.
     La imagen definitiva de este lugar se alcanza en el siglo XIX. En este momento, surgen planteamientos higienistas para la ciudad y las murallas medievales comienzan a derribarse en un proceso de expansión urbana. De este modo, la nueva puerta del siglo XVI que venía utilizándose se elimina, junto con el lienzo de muralla de su flanco oriental, quedando solamente la construcción almorávide integrada dentro del complejo eclesiástico (Universidad de Sevilla).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Puerta de Córdoba, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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