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jueves, 25 de agosto de 2022

Un paseo por la calle San Luis

 
   Por amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle San Luis, de Sevilla, dando un paseo por ella
     Hoy, 25 de agosto, Memoria de San Luis IX, rey de Francia, que se distinguió excepcionalmente por su activa fe, tanto en tiempo de paz como durante guerras interpuestas en defensa del cristianismo, y por la justicia en el gobierno, el amor a los pobres y la constancia en la adversidades. Tuvo once hijos en su matrimonio, a los que educó de una manera inmejorable y piadosa, y gastó sus bienes y fuerzas, y su vida misma, en la adoración de la cruz, la corona de espinas y el sepulcro del Señor, hasta que, estando acampado cerca de Túnez, en la costa de África del Norte, murió contagiado de peste (1270) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
   Y que mejor día que hoy para ExplicArte la calle San Luis, de Sevilla, dando un paseo por ella.
      La calle San Luis es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en los Barrios de la Feria, San Gil, y San Julián, del Distrito Casco Antiguo; y va de la confluencia de la plaza de San Marcos con la calle Vergara; a la confluencia de las calles Macarena, y Bécquer
      La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. 
   También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
     La vía, en este caso una calle, está dedicada a la Iglesia del noviciado de los jesuitas, allí existente.
     Desde principios del s. XIV (1311) y hasta 1540 es denominada calle Maestra (o Maestra de San Marcos) porque constituía el eje principal de penetración desde el sector norte de la murallas a través de la puerta de la Macarena. Desde el s. XVI (1533) se le denomina calle Real, y así figura en el plano de Olavide (1771), o se completa su denominación con el nombre de la parroquia por la que pasa: Real de San Marcos, Real de Santa Marina o Real de San Gil, y ocasionalmente, Real de las Carnicerías y Real de la Macarena; pero también puede ser nombrada únicamente como calle de San Marcos o de Santa Marina. 
     También en alguna ocasión (1694) se alude a ella como Ancha de la Macarena. Con todo, durante el s. XVII no es infrecuente que figure innominada como "la calle que va a los Quatro Cantillos", o la que va de San Marcos a Santa Marina. Más tarde se diferencian toponímicamente dos tramos; uno desde la Macarena a la plaza del Pumarejo, conocido por Real de San Gil, que en 1845 pasa a denominarse Perafán de Rivera porque en sus proximidades tuvo sus casas hasta el s. XV el adelantado de Andalucía; el segundo tramo se llamaba Real de Santa Marina, que también en la reforma general del callejero de 1845 se cambió por el de San Luis, por la iglesia del noviciado de los jesuitas allí existente. En 1868 San Luis se prolonga hasta la Macarena, a costa de Pe­rafán de Rivera, coincidiendo desde entonces sus límites con los que actualmente posee. 
     Algunos tramos o ensanches han recibido en otros tiempos nombre propio: así, a finales del s. XVI y comienzos del siguiente el próximo a San Marcos, era nombrado de los Niños de la Doctrina, por esta institución; el espacio frontero a la iglesia de Santa Marina fue plaza de Santa Marina hasta 1845, y el pequeño ensanche que hay en el tramo donde confluyen Arrayán y Ruiz de Gijón fue plaza del Herrador hasta la misma fecha; finalmente, entre los siglos XVII y XIX, la con­fluencia de Relator y plaza del Pumarejo, cuando aún no se había abierto esta plaza, era conocida popularmente como Cuatro Cantillos, a veces Cuatro Esquinas. Gonzá­lez de León (Las calles...) afirma que San Luis también era denominada calle del Padrón, pero este extremo no ha podido ser comprobado documentalmente, y Álvarez­ Benavides dice que el tramo entre Arrayán y Pumarejo se llamó con anterioridad Encarnación Vieja, aunque en realidad este topónimo corresponde a Duque de Montemar, que desemboca a esta altura.
     San Luis es una de las calles más largas del casco histórico; presenta un trazado ligeramente curvilíneo y es relativamente estrecha; debido al intenso tráfico que siempre ha soportado, son varios los proyectos de alineación y ensanche a los que ha sido sometida durante los siglos XIX (1846, l867, 1874, 1881) y XX (1908, 1914-16, 1922); con todo, han sido proyectos incompletos o inconclusos y el trazado actual presenta frecuentes entrantes y salientes, tramos muy estrechos (así el comprendido entre Valderrama y Padilla) u otros más amplios donde se advierten con claridad los resultados de una alineación (toda la acera de los pares frontera a la iglesia de San Luis y colegio la Salle). Al menos desde 1467 hay noticias de la existencia de un caño, que recorría la calle y terminaba desaguando en la Laguna (Alameda de Hércules), por lo que son frecuentes las peticiones de que se limpie y más adelante (1622) de que se cierre el husillo; hasta mediados del s. XIX (1855) hay quejas sobre los malos olores, al encontrarse destapado el husillo. Desde mediados del XVII (1647) hay referencias a la existencia de un almacén de agua en la calle y en 1859 se instaló una fuente pública "con grifo" a la altura de Santa Marina. Fue enladrillada en 1599 y empedrada en distintas ocasiones en el XVII; en el XIX son reiteradas las quejas sobre el mal estado del pavimento, siendo como era una vía de tanto tránsito, hasta que empieza a adoquinarse en 1880, operación que dada la longitud de la calle se ejecutó en distintas fases.
     Actualmente toda la calle se encuentra asfaltada, en un pobre estado de conservación, salvo el tramo que linda con la plaza del Pumarejo, que conserva el antiguo adoquinado. Posee aceras de losetas que fueron instaladas en distintas fases en el segundo decenio de la presente centuria. La iluminación eléctrica fue introducida en 1921 y hoy se apoya en farolas con brazos de fundición adosados a las fa­chadas. Confluyen por los pares, Padilla, Duque Cornejo, Santa Marina, Padre Manjón, Ruiz de Gijón, Duque de Montemar, plaza del Pumarejo, Orden de Malta y una barreduela próxima a la Puerta de la Macarena, que hasta 1845 llevó el nombre de Cantimplora; por la de los impares lo hacen Valderrama, Divina Pastora, Arrayán, pasaje de Valvanera, Relator, Pozo y la plaza de San Gil; a principios del XVII hay reiteradas peticiones para cerrar u ocupar una callejuela que había junto al colegio de los Niños de la Doctrina; todavía en el plano de Olavide (1771) puede apreciarse la existencia de una corta barreduela junto al colegio, último testigo de su existencia; en 1789, al ampliarse el Hospital de los Locos, se ocupó el último tramo de la calle Inocentes, cortándose así su acceso a San Luis; de igual modo en 1941 se cerró al acceso de Escoberos, y este espacio fue incorporado a un solar para la construcción de la basílica de la Macarena. Por contra, a finales de la década de 1980 la construcción de un conjunto de viviendas al final de la calle, en el núm. 132, ha llevado a la apertura de una nueva vía, particular y peatonal, que comunica San Luis y Torreblanca.
     En la edificación predominan las viviendas unifamiliares de dos plantas, y algunas de tres, de la segunda mitad del s. XIX, si bien muchas de ellas se encuentran cerradas y en ruinas; hay algunas casas de escalera de principios de este siglo, formando el conjunto más uniforme las núms. 34, 36 y 38, construidas en 1911; en parte se ha procedido a la sustitución del caserío tradicional por viviendas de pisos de tres plantas levan­tadas en los dos últimos decenios, pero en términos generales predomina el caserío tradicional bastante degradado, debido al bajo nivel socioeconómico de muchos de sus residentes. 
     Los edificios más significativos son las iglesias de Santa Marina y de San Luis. Santa Marina es una iglesia mudéjar construida a principios del s. XIV, y reedificada por Pedro I en 1356; en 1864 sufrió un grave incendio y no volvió a ser abierta al culto hasta cinco años más tarde; también fue incendiada en 1936, a raíz de la insurrección militar del 18 de julio, al encontrarse situada en un barrio habitado por obreros y clases populares radicalizadas. La portada de los pies está formada por arcos ojivales, posee varias esculturas muy rudimentarias y deterioradas; en el lateral izquierdo de la portada se levanta una torre fechada también en el s. XIV. La de San Luis, cerrada al culto en el momento actual, fue la antigua iglesia del noviciado de los jesuitas; su construcción se inició en 1699, fue inaugurada en 1731 y es considerada como el ejemplo más sobresaliente del barroco sevillano; la parte central de la fachada está resaltada por dos columnas y rematada por un frontón con las figuras de los arcángeles; posee dos torres en sus extremos, coronadas a su vez con las figuras de los evangelistas.
     Entre las funciones históricas de San Luis son de destacar, en primer lugar, las de tránsito, y dentro de ésta, el paso de las comitivas regias que entraban a la ciudad por la Puerta de la Macarena y se dirigían a la Catedral y al Alcázar: entre ellas cabe men­cionar la de Alfonso XI, Fernando el Católi­co (1508), la de la infanta Isabel de Portugal cuando vino a casarse con el emperador Carlos I (1526), o la de Felipe IV (1624). 
     También ha sido muy importante como vía de acceso de las mercancías y productos alimenticios que se dirigían a los mercados de la Feria y de la Alhóndiga. Entre las procesiones de carácter religioso cabe mencionar la de rogativas de la Hiniesta, que recorrió parte de San Luis en 1780, o la que llevó a la Virgen del Rosario, salvada del incendio de Santa Marina de 1864, desde esta iglesia a la del Salvador. En 1860 la prensa se quejaba de la salida de una procesión desde la capi­lla situada en Cuatro Cantillos, que hizo su recorrido en un tono jocoso e irreverente. Asimismo San Luis ha sido lugar de tránsito obligado de ilustres y curiosos viajeros como Pierre Loüys (1896), Francis Carco ( 1929), o Cela (1967).
     También se ha caracterizado por el establecimiento de distintos centros asistenciales, escolares y religiosos. En el s. XV fue fundada por el Ayuntamiento la Casa de los Niños de la Doctrina, para el cuidado de niños expósitos, que cumplió su función hasta finales del s. XVIII; se encontraba situada en la acera de los pares en la primera manzana, entre Vergara y Duque Cornejo; en tiempos de González de León (1839) el edificio estaba reducido a ruinas. También del s. XV data la fundación del Hospital de los Inocentes, vulgarmente conocido como Casa de los Locos, para la asistencia y cuidado de estos enfermos; fue reedificado en 1676 y ampliado en 1789, como ya se ha indicado, a costa de tres casas y parte de una callejuela. Según González de León, sobre la puerta existía una lápida con la siguiente inscripción: 
     "Reynando en Castilla los SS. Reyes Catolicos D. Femando y D. Ysabel en el año de 1488 se fundo este hospital real de S. Cosme y S. Damián para curar en el pobres enfermos faltos de juicio, y los dichos reyes recibieron el patronato del y le hicieron diferentes mercedes. Y dicho año la Santidad de Ynocencio VIII aprobo dicho patronato y fundacion concediendo grandes jubileos e yndulgencias, asi a los que visitaren dicho hospital, como a los que en el mueren, y nuestro Catolico Rey D. Carlos II, movido de su catolica piedad, tambien le ha hecho grandes mercedes; y en el año de 1689 nombro por administrador al licenciado D. Sebastian Arias, capellan de su santa y real capilla de Nuestra Señora de los Reyes y comisario del Santo Oficio de la Ynquisi­cion, el cual deseando el mayor alivio a los pobres lo ha reedeficado a expensas de dicho hospital y renobado los privilegios y cortas rentas que le havian quedado sea para su mayor gloria de dios n.S. y de su santísima madre. Año de 1696".
     Hacia 1840 este hospital fue trasladado al de las Cinco Llagas en la Macarena y el edificio fue renovado y dedicado a hospicio; actualmente el lugar ocupado por el hospital se encuentra reducido a solar. Inmediato a la Casa de los Locos, Juan de Robles, comerciante de paños, fundó en 1765 una escuela de primeras letras denominada Escuelas de San Luis, que aún permanecen abiertas en el núm.35 como Colegio la Sa­lle la Purísima
     En 1609, en unas casas fronteras a la plaza de Santa Marina, fundaron los jesuitas, sobre las antiguas casas de Per Afán de Ribera, el noviciado de San Luis, para el que casi un siglo más tarde se construiría la iglesia ya mencionada; expulsados los jesuitas durante el reinado de Carlos III (1767), el rey se la concedió a la comunidad de San Diego y durante la ocupación france­sa se estableció allí un hospicio; los jesuitas lo recuperaron en 1817 y de nuevo fue convertido en hospicio para hombres hacia 1840; después de haber soportado distintos usos y encontrarse abandonado, está siendo restaurado para sede del Centro Andaluz de Teatro. En 1873 existía un colegio de sordomudos y ciegos, dependiente de la Diputación Provincial. Otros establecimientos religiosos fueron fundados en San Luis, si bien permanecieron allí un corto periodo de tiempo: en 1513 doña Inés de San Miguel fundó el Convento de Nuestra Señora del Carmen en los Cuatro Cantillos y allí permaneció hasta 1585. Asimismo el grupo fundacional de las Herma­nas de la Cruz se estableció oficialmente (hacia 1875) en una casa de San Luis. En 1943 existían unas escuelas de primera enseñanza dependientes de los jesuitas en el núm. 132, llamadas Escuelas de la Gran Madre.
     En la segunda mitad de la pasada centuria se localizaban en San Luis algunos establecimientos comerciales: fábricas de jabones, curtidos o aguardientes. Zona obrera del casco histórico por excelencia, no es de extrañar que en 1886 se fundara allí la Tertulia Federal, para recreo e instrucción de los republicanos sevillanos. 
     Actualmente si­gue conservando sus tradicionales funciones religiosas, de tránsito y residencial, e incluso su función asistencial pervive en el Hogar para Ancianos de la Fundación Magnificat; conserva tradicionales establecimientos industriales, tales como un taller de carpintería, un obrador o fábrica de caramelos, pero sobre todo San Luis se caracteriza por una diversificada actividad comercial de "barrio", con predominio de  los comercios de alimentación, pero también otros de re­currencia ocasional (papelerías, estancos, mercerías, tejidos...) e incluso más especia­lizados (muebles). Asimismo es de destacar el elevado número de bares y tabernas que se suceden a lo largo de la calle, algunos de ellos de marcado carácter y ambiente popular.
     Calle de densa historia, también ha sido cuna o habitación de personajes ilustres. Según cuenta la tradición, allí vivía doña María de Padilla. En el s. XVII residió en los Inocentes el loco Amaro, famoso por sus sermones callejeros. Allí vivieron también el pintor Andrés Melchor de Sarabia, el escultor Bernardo Ruiz de Gijón y el músico y compositor Fernando Palazón, como recuerda en este caso una lápida colocada en la fachada de la casa núm. 107 [Josefina Cruz Villalón, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Luis IX, rey de Francia;
HISTORIA
   Nació en Poissy en 1215, localidad donde aún se muestran las pilas de piedra donde lo bautizaran. Fue coronado rey en 1226, con el nombre de Luis IX. La regencia se confió a su madre Blanca de Castilla.
   En dos oportunidades el rey cristiano se embarcó en Aigües Mortes para mar­char en cruzada contra los musulmanes que habían conquistado toda la costa meridional del Mediterráneo, y en ambos casos, las expediciones acabaron desastrosamente. Fue derrotado tanto en Egipto como en Túnez. En ocasión de la cruzada de 1248, lo hicieron prisionero en Damieta, y en 1270, murió de peste frente a Túnez.
   Su hermano Cairlos de Anjou hizo depositar su corazón y sus entrañas en la iglesia abacial de Monreale, cerca de Palermo, mientras que su cuerpo se trasladó a Saint Denis.
   Su historia fue popularizada por la Crónica del señor de Joinville, pero el arte se ha inspirado más en el relato edificante de Guillaume de Saint Pathus, confesor de la reina Margarita. De ahí que en la Edad Media se lo haya representado muy poco en el ejercicio real, y en cambio se haya preferido tratarle como a un segundo san Francisco de Asís, coronado, haciéndose administrar la disciplina por su confesor, alimentando a un religioso enfermo de lepra de la abadía de Royaumont, y lavando los pies a los pobres, en imitación de Jesucristo.
CULTO
   El papa Bonifacio VIII canonizó al rey Luis IX de Francia el 11 de agosto de 1297, sólo veinte años después de su muerte.
   En 1306, durante el reinado de Felipe el Hermoso, tuvo lugar el traslado de la cabeza de San Luis a la Sainte Chapelle de París, que él hiciera construir para conservar y venerar la Corona de espinas de Jesucristo.
   En Francia, además de ser el patrón de París, es también el de Poissy, su ciudad natal, donde fuera bautizado, y también de la abadía cisterciense de Royaumont, que es fundación suya. En Notre Dame de Poissy los peregrinos rascaban el fondo de la pila bautismal para extraer un polvo al que se atribuían propiedades milagrosas.
   Su culto está probado desde principios del siglo XIV, especialmente por la consagración de la capilla del castillo de Enguerrand de Marigny, en Mainneville, cerca de Écouis, donde se encuentra la más antigua de sus estatuas de piedra policromada (hacia 1307).
   Pero fue en el siglo XVII cuando san Luis se convirtió en el patrón de la monarquía francesa y cuando su culto adoptó un carácter dinástico y nacional al mismo tiempo. El nombre de pila  Luis se convirtió en hereditario en la familia real borbónica. 
     Luis XIV le dedicó numerosas iglesias, no sólo en Francia: la iglesia de Saint Louis en l'Ile, en París, las catedrales de Versalles, Blois, La Rochelle, Toulon; y en Alsacia  las iglesias de Sainte Marie aux Mines (1674), Neuf  Brisach (1699); pero también en el extranjero: por ello la iglesia de la colonia francesa de Roma se puso bajo la advocación de San Luigi dei Francesi.
   Al mismo tiempo, los jesuitas, para exhibir sus relaciones con la Casa real de Francia, adoptaron a san Luis como protector de su orden. Su iglesia parisina de la calle de Saint Antoine se puso bajo su advocación.
   En el siglo XVIII, Luis XV puso bajo la advocación del rey santo la capilla de la Escuela Militar, obra maestra de Gabriel.
   En Italia, san Luis se había hecho popular desde la Edad Media, gracias a la Casa de Anjou que reinaba en Nápoles y también a causa de la propaganda de los franciscanos que se jactaban de contar con un rey de Francia entre los miembros de la tercera orden de san Francisco.
Patronazgos de corporaciones y oficios
   San Luis había hecho componer al preboste de los comerciantes, Étienne Boileau, el Libro de los Oficios, por ello numerosas corporaciones parisinas lo habían elegido como patrón: los albañiles y los carpinteros de obra, porque había hecho construir la Sainte Chapelle, los merceros que tenían tienda en las galerías del Palacio de la Cité, los bordadores de casullas, costureros, pasamaneros y botoneros, a causa de su generosidad hacia las iglesias, los peluqueros, fabricantes de pelucas y barberos, porque, según Joinville, san Luis rey estaba mu bien y se hizo rasurar la barba antes de la primera cruzada. 
     Pero resulta más difícil explicar la devoción de los pescadores con caña (o línea), que también se habían puesto bajo su patronazgo.
   Según Sauval se habría convertido en el patrón de los fabricantes de ropa blanca, porque había concedido a los comercios de ese ramo la autorización para exhibir sus mercaderías en la calle de la  Lingerie, cerca del cementerio de los Inocentes.
   Se lo invocaba contra la sordera a causa de un juego de palabra con su nombre Luis ('Ouie: el Oído), contra la ceguera, porque fundó el Hospicio Quinze Vingts, y contra la peste, de la que fuera víctima.
   La Asociación de los Amigos de san Luis fue creada en 1945 para mantener el culto «nacional y religioso"  del más cristiano de los reyes de Francia.
ICONOGRAFÍA
   Aunque numerosas imágenes de san Luis se hayan destruido en los tiempos de la Revolución, a causa de las flores de lis que lo ofrecían al fanatismo iconoclasta  de los jacobinos, su iconografía es aún muy rica.
   Desgraciadamente, sólo tiene un escaso valor documental, puesto que la costumbre, en los tiempos monárquicos, era representar a san Luis con los rasgos del rey reinante. 
     La estatua de la iglesia de Mainneville  (Eure), encargada por el Enguerrand de Marigny, quizá sea un retrato de Felipe el Hermoso; el San Luis del Louvre, que procede de la portada del hospital de los Quinze Vingts, reproduce los rasgos de Carlos V; en el retablo del Parlamento (siglo XV), el San Luis que forma pareja con Carlomagno es Carlos VII.
   Dicha tradición sobrevivió hasta el siglo XVII en las iglesias de los jesuitas (capilla del Liceo de Poitiers) donde bajo el nombre del rey santo se glorifica a sus sucesores, Luis XIII y Luis XIV. Todas esas pretendidas imágenes de San Luis, en verdad sólo conciernen a la iconografía de los reyes de Francia. Suele formar pareja con Carlomagno, otro patrón de la corona de Francia.
   Los atributos tradicionales de san Luis son el traje constelado de flores de lis de Francia, la corona y el cetro a los cuales se agrega la corona de espinas y los tres clavos de la Crucifixión considerados como sus más preciosas adquisiciones. A veces tiene en las manos la maqueta de la Sainte Chapelle (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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La calle San Luis, al detalle:
Edificio calle San Luis, 9 (Casa Hdad. Virgen de la Cabeza).
Azulejo conmemorativo Santa Ángela de la Cruz
Azulejo conmemorativo a Manuel Vallejo
Azulejo conmemorativo a José Díaz Ramos
Colegio La Salle-La Purísima
Azulejo de la Esperanza Macarena en c/ San Luis, 72
Azulejo del Santo Cristo de la Cárcel (Mairena del Alcor)
Azulejo de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia
Azulejo de la Virgen del Carmen, de San Gil
Azulejo de la Esperanza Macarena

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