Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad de San Roque, de Sevilla.
Hoy, 16 de agosto, en Lombardía, en Italia, Memoria de San Roque, que, nacido en Montpellier, en la región francesa del Languedoc, adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste (c. 1379) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y qué mejor día para Explicarte la Hermandad de San Roque, de Sevilla.
La Hermandad de San Roque, tiene su sede canónica en la Iglesia de San Roque, que se encuentra en la plaza Carmen Benítez, 6; y su Casa-Hermandad, se encuentra en la calle Virgen de Gracia y Esperanza, 17; ambas en el Barrio de San Roque, del Distrito Nervión.
La Real, Ilustre y Fervorosa Archicofradía del Santísimo Sacramento, Pura y Limpia Concepción y Ánimas Benditas, Santo Crucifijo de San Agustín y Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús de las Penas y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza; es ésta una corporación fundada en 1901, aunque fusionada con la Sacramental de la parroquia que es originaria de comienzos del siglo XVI, con residencia canónica en la iglesia de San Roque, del sevillano barrio de San Roque, siendo sus imágenes titulares el Santo Crucifijo de San Agustín, obra de Agustín Sánchez Cid en 1944, réplica del desaparecido en 1936 y que databa del siglo XIV; Nuestro Padre Jesús de las Penas, obra de Antonio Illanes en 1939; y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, talla de José Fernández Andes en 1938.
El escudo de la Hermandad presenta tres partes principales. Preside una custodia de oro con viril y rayos, sostenida por tres cabezas de ángeles alados con sus carnaciones: una en el centro y las otras dos a cada lado de su base. En la parte inferior, acolados, figuran dos óvalos: en el de la derecha aparece, en campo de plata, el anagrama JHS en letras de palo seco de sable, con una cruz sobre la H, y todo atravesado en sotuer por el báculo de San Roque de derecha a izquierda, y el ancla, símbolo de la esperanza, de izquierda a derecha; en punta se sitúa el anagrama NO-8-DO de la Ciudad de Sevilla, pues la Parroquia de San Roque estuvo bajo el patronato municipal; sobre este óvalo campea una corona de espinas con tres clavos. En el óvalo izquierdo se representan las armas de Castilla y León, más las de Granada, de forma cuartelada: en el primero y cuarto, en campo de gules, un castillo de oro; en el segundo y tercero, en campo de plata un león de gules coronado de oro; y sobre el todo, en el corazón, las armas de Borbón: en campo de azur tres lises de oro. Este óvalo está timbrado por la corona real.
Esta Archicofradía es el resultado de la fusión en 1927 de la primitiva Sacramental de la Parroquia de San Roque cuya antigüedad se remonta a mediados del siglo XVI y de la Hermandad de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Penas y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, fundada en la misma iglesia en 1901.
Sus primeras Imágenes fueron la del Señor de las Penas una talla anónima del Nazareno, que se veneraba en San Roque desde el siglo XVIII y la de la Virgen de Gracia, perteneciente a la Cofradía del Stmo. Cristo de San Agustín, que fue advocada en la nueva Hermandad Nuestra Señora de la Esperanza, primero, y de Gracia y Esperanza después, ya que la Señora seguía siendo conocida por sus fieles y devotos por la antigua denominación.
La Hermandad experimentó un auge extraordinario durante el primer tercio de nuestro siglo, logrando reunir un patrimonio valioso en sus pasos y enseres y enorme popularidad. Todo ello desaparecería -incluidas las Imágenes titulares- en el incendio provocado en la Parroquia en julio de 1936. Todo menos el fervoroso celo de sus Hermanos, que encargaron nuevas tallas al escultor Vergara Herrera y nunca dejaron de celebrar la estación de penitencia. Por este motivo, en la Semana Santa de 1937 salió la Cofradía de la iglesia parroquias de San Ildefonso con la Virgen de Gracia y Esperanza situada bajo la cruz vacía en el paso del Señor, a modo de Soledad; en 1938 de la iglesia conventual del Buen Suceso, ya con dos pasos; y en 1939 y siguientes desde la iglesia de Santiago, donde se estableció provisionalmente la Hermandad hasta que en agosto de 1944, habiéndose terminado la reconstrucción del templo de San Roque, volvió a su sede canónica.
Tras las duras pruebas soportadas, a lo que habría que unir el robo de la corona de la Santísima Virgen en 1946 y los cuantiosos daños producidos por las inundaciones en 1948 y 1961, la Hermandad ha ido creciendo y consolidándose, y hoy goza de renovada prosperidad.
Las Imágenes actuales son obras: el Nazareno, de Antonio Illanes, y la Virgen, de Fernández Andes, bendecidas en 1939 y 1938, respectivamente. El paso del Señor con magnífico canasto de estilo barroco, de gran valentía en su traza, estrenado en 1929 se completó con la incorporación de la figura de Simón Cirineo, obra también de Antonio Illanes, realizada en 1962. Los faroles que luce el paso son de Manuel Seco Velasco, labrados en 1965. El Cristo lleva potencias de oro de los Hermanos Delgado, estrenadas en 1999.
Pocos pasos tan airosos y completos como el de la Virgen de Gracia y Esperanza. Conjuntado en sus piezas de orfebrería debidas a Bautista (varales, jarras y respiraderos), Armenta (Corona de la Virgen), Villarreal (candelabros de cola) y Gabella (peana y candelería) y en los magníficos bordados en oro sobre malla del mismo metal de las bambalinas, debidas a Esperanza Elena Caro -que realizó también en 1966 el riquísimo manto de terciopelo verde bordado en oro, donación de la Camarera Mayor, así como los del techo de palio sobre terciopelo rojo, debidos a las hermanas Martín Cruz y enriquecidos por Esperanza Elena Caro. En el paso de la Señora alumbrado con profusión de velas rizadas luce al frente un templete relicario realizado por Manuel de los Ríos, que contiene una reliquia del Beato Marcelo Spínola, que aprobó las primeras Reglas de la Cofradía de San Roque.
Fruto de su celo sacramental alimentado con el culto semanal del Jueves Eucarístico fue la creación en 1979 del turno de Adoración Nocturna Nuestro Padre Jesús de las Penas y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza.
Y recientemente por Decreto de la Vicaría de 15 de enero de 1990 ha sido incorporada a esta Hermandad la advocación del Santísimo Cristo de San Agustín como cotitular de la misma, ya que la devoción a dicho Cristo se halla en las mismas raíces de la Cofradía de San Roque, que se convierte en depositaria del legado espiritual e histórico que a la primitiva Hermandad del Santísimo Cristo de San Agustín y Nuestra Señora de Gracia corresponde.
Durante el año 1997 se conmemoró el 50 aniversario de la bendición e imposición de la corona a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, acto que tuvo lugar el 23 de Marzo de 1.947, por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Segura y Sáenz. El día 15 de Agosto de 1.997, Nuestro Señor Arzobispo Fray Carlos Amigo Vallejo, considerando que se daban las condiciones, a tenor de la legislación vigente, reconoce el pleno significado litúrgico y canónico de aquella solemne Coronación, por lo que mediante decreto declara que desde esta fecha y para el futuro, la venerada Imagen de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, ha de ser considerada canónicamente coronada. Como recordatorio de tal efemérides, en el cortejo procesional figura un banderín, con asta de plata y bordados sobre terciopelo verde, realizados en los talleres de Fernández y Enríquez.
Así mismo, tras ser solicitado por la Hermandad, la Corporación Municipal concede a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza una réplica de la Medalla de la Ciudad que fue otorgada a las Hermandades y Cofradías de Sevilla. Tan feliz acontecimiento, tuvo lugar el día 9 de Marzo de 1.998, en la Parroquia de San Roque, con la presencia de la Excma. Alcaldesa de nuestra ciudad, Dña. Soledad Becerril.
TÚNICAS: Sotana y capa blancas; antifaz de terciopelo morado los nazarenos del Señor, y verde los de la Virgen (Web oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla).
Santo antipestoso del siglo XIV cuyas biografías, francesas o italianas, de carácter legendario, se remontan a finales del siglo XV. Puede decirse que "era más conocido por la devoción popular que por la historia de su vida". Algunos historiadores han llegado a sostener que su existencia era tan mítica como la de san Fuerte de Burdeos.
LEYENDA
Nació en Montpellier hacia 1350 y habría venido al mundo con una pequeña cruz roja sobre el pecho. Quedó huérfano a muy temprana edad. Cuando murieron sus padres repartió la fortuna familiar entre los pobres y los hospitales, vistió hábito de peregrino y en 1367 se dirigió a Roma donde estuvo tres años, hasta 1371.
Al llegar a Acquapendente, en los Apeninos, encontró la ciudad devastada por la peste: asistió y animó a los enfermos a quienes curó haciendo la señal de la cruz sobre ellos.
Al regresar de su peregrinación, en Plasencia sintió los primeros síntomas de la enfermedad. Una noche un ángel le advirtió que le había llegado la hora de sufrir. Aunque se sintió atravesado por el dolor, en vez de quejarse, dio gracias a Dios y se retiró en un bosque impenetrable para morir en soledad y no contagiar a nadie.
Dios le envió un ángel consolador y curador para que lo asistiese en su soledad, el cual aplicó un bálsamo sobre su herida, y también hizo brotar una fuente para que Roque pudiera aplacar su sed febril. Además, lo aprovisionó de alimentos: cada día, el perro de un señor de la región le llevaba un pan robado de la mesa de su amo. El perro proveedor tiene en esta leyenda la misma función que el cuervo que alimentó al profeta Elías y a san Pablo ermitaño.
Restablecido, partió hacia Montpellier donde nadie pudo reconocerle, ni siquiera su tío. Fue denunciado como espía y lo encarcelaron. Un día, su carcelero lo encontró muerto, irradiando una luz sobrenatural.
En verdad habría muerto en Lombardía (Angeria), hacia 1379.
Esta leyenda parece copiada en parte de la de san Alejo, quien regresó de los Santos Lugares para morir en Roma como mendigo anónimo, bajo la escalera de la casa paterna.
El culto de «monseñor san Roque, verdadero preservador de pestilencia", se desarrolló tarde, incluso en Montpellier, cuya universidad en 1410 todavía se encomendaba a san Sebastián para hacer que cesara una epidemia de peste. Evidentemente, fue la competencia de un santo universal como, San Sebastián, invocado desde mucho tiempo antes contra las flechas de la peste, quien postergó el progreso de la devoción a san Roque, aunque éste haya tenido sobre aquélla ventaja de haber curado apestados y de haber contraído él mismo esa terrible enfermedad.
Hay dos hechos que explican la difusión del culto de san Roque en el siglo XV: la decisión del concilio de Ferrara, que amenazado por una epidemia de peste habría prescrito plegarias públicas para pedir la intercesión del santo de Montpellier, y el traslado de una parte de sus reliquias a Venecia, en 1485.
A partir de entonces, las cofradías de san Roque se multiplicaron en Francia, y también en Italia, donde llevan el título de Confraternita o Scuola di San Rocco. El teatro de los autos sacramentales también contribuyó a la popularidad de san Roque. En 1493 se puso en escena un Mystere de Monseigneur saint Roche (Misterio de monseñor san Roque). Una cofradía de san Roque tiene una capilla en la iglesia de los carmelitas de París.
Este culto popular precedió a su canonización oficial. Fue recién en el siglo XV cuando el papa Gregorio XIII inscribió su nombre en el Martirologio, en el XVII cuando fue canonizado por el papa Urbano VIII.
En el sur de Francia se dedicaron numerosas capillas al "gentilhombre de Montpellier", al «glorioso san Roque», sobre todo en ocasión de las epidemias de peste de 1630 y de 1720. En París, Luis XIV colocó en 1653 la primera piedra de la iglesia de la calle Saint Honoré, destinada a reemplazar una capilla que se había vuelto demasiado pequeña. En Pontcarré en Brie, los peregrinos pasaban bajo el relicario de san Roque para preservarse del cólera.
En Italia, Venecia adoptó a san Roque, cuyas reliquias se había procurado en 1485 porque estaba particularmente expuesta a la peste a causa de sus relaciones comerciales con Oriente, cuna de las epidemias. Se glorificaba al santo por haber salvado de la terrible enfemedad, mediante la señal de la cruz, a numerosas ciudades de Italia (multas Italiae urbes a morbo epidemiae signo crucis liberavit).
El culto de san Roque está probado no sólo en Venecia sino en Portugal (Lisboa), en Alemania (Bingen), donde se realiza una peregrinación en su memoria a Rochusberg, y en Bélgica (Amberes y Huy). No obstante, la extensión del culto de san Roque permaneció limitada a Europa occidental, el Oriente cristiano nunca lo ha reconocido.
Patronazgos
Algunas corporaciones lo habían adoptado como patrón: los marineros del Loira, los canteros y los empedradores, porque empleaban en su trabajo trozos de roca (roche).
También se lo consideraba protector de los animales. El 16 de agosto, día de su fiesta, el sacerdote bendecía hierbas: jaramago (fr.: roquette), menta y poleo, que los campesinos mezclaban con el pienso del ganado para preservarlo de las enfermedades contagiosas.
El culto de san Roque, vinculado con las epidemias de peste, no ha tenido una duración muy larga. Cuando la plaga se volvió más infrecuente y menos mortífera, la devoción al santo declinó. «Passato el pericolo, gabbato il Santo» Tanto más por cuanto san Roque no fue el último de los santos «antipestorosos», tuvo un temible competidor en san Carlos Borromeo, quien diera pruebas de una heroica devoción durante la Peste de Milán: la gloria del arzobispo de Milán, exaltado por el papado y la orden jesuita, eclipsó a la del humilde peregrino de Montpellier.
San Roque conoció una provisional reanimación de su popularidad en el siglo XIX, con las epidemias de cólera de 1835 y 1854. Es la ley hagiográfica de la transferencia de especialidad lo que explica este fenómeno.
El culto popular del santo amenazaba extenderse junto con la peste y el cólera, enfermedades de las que era el «preservador». Si sobrevivió en el campo fue porque pasó, por deslizamiento, desde las personas a los animales, a quienes protege contra las epizootias, y a la vid, que inmuniza contra la filoxera.
Un indicio impresionante de esta decadencia, es que el nombre de pila Roch, que posiblemente haya sido en su origen un apellido: Roq, muy difundido en Montpellier, cayó completamente en desuso, a nadie volvió a ocurrirsele bautizar Roch a su hijo.
San Roque es uno de los santos más fácilmente reconocibles de la iconografía cristiana. Su atuendo de peregrino, llamado sarrocchino, con sus accesorios tradicionales: bordón, cantimplora y zurrón, podrían hacer que se lo confunda con el apóstol Santiago o san Sebaldo, pero es el único peregrino que muestra en el muslo un bubón pestilente, que a veces venda un ángel, y además es alimentado por un perro que le lleva un pan en las fauces. El bubón, el ángel y el perro nutricio, tales son los atributos distintivos del santo patrón de Montpellier y de Venecia.
A veces, aunque es infrecuente, lleva en la mano unas tarreñas o tablillas de leproso, atributo que comparte con el pobre Lázaro.
En las imágenes más antiguas, san Roque está simplemente representado con el atavío tradicional de los peregrinos, el sombrero de ala ancha sobre el cual está aplicada la insignia de las llaves cruzadas que identifica al «romero» en camino hacia la Ciudad Eterna, mientras que la Santa Faz y las conchas recuerdan a otras dos peregrinaciones, a Jerusalén y a Santiago de Compostela. Además, lleva el bordón, la cantimplora y el zurrón.
Con la mano descubre una úlcera (Pestbeule) que sus biógrafos sitúan en la ingle (peste inguinale), pero que por decencia los artistas trasladan más abajo, al centro del muslo.
El ángel enfermero y el gozque aprovisionador se sumaron a su iconografía a partir del siglo XVI.
El ángel que Dios habría enviado a san Roque en el bosque de Plasencia, para curarlo y confortarlo, aparece por primera vez hacia 1550, en un grabado que adorna la portada de su biografía.
El santo se arrodilla para aplicar sobre la herida del apestado un bálsamo destinado a cicatrizarla mediante un pincel, o bien la desinfecta con el líquido contenido en un pequeño frasco. A veces, oprime el bubón con los dedos para extraer el pus.
El perro de san Roque, tan popular como el cerdo de san Antonio, llamado gozque, aunque la palabra no tenga parentesco etimológico alguno con el nombre del santo, sólo se convierte en compañero inseparable de éste en la imaginería y las banderas de peregrinación del siglo XVI. A causa de una contaminación con la iconografía del pobre Lázaro, patrón de los «leprosos», a veces el perro lame la úlcera del leproso; pero en la mayoría de los casos, está acuclillado junto a él, y en sus colmillos sostiene el pan cotidiano robado a su amo. Así se diferencia del perro de santo Domingo (Domini canis) que tiene manchas blancas y negras, y que en las fauces lleva una antorcha encendida. En una xilografía alemana del siglo XV se yergue en dos patas. Con frecuencia, San Roque ha sido representado aisladamente, pero en los exvotos y retablos, al igual que en la imaginería popular, suele aparecer asociado con sus colegas «antipestosos» san Antonio, san Adrián, y sobre todo San Sebastián (tríptico de Jean Bellegambe en la catedral de Arras; estatua en la iglesia de Saint Riquier (Somme); boceles de la portada de Caudebec; tríptico de Cario Crivelli en la iglesia de San Giacomo dell' Orto, Venecia; postigo de grisalla del tríptico del Tránsito de la Virgen, de Joos van Cleve, Pinacoteca Munich; políptico de los antonitas de Issenheim, Museo de Colmar).
La mayoría de las pinturas que lo representan son cuadros votivos dedicados, que se encuentran en las capillas corporativas u hospitales (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Página web oficial de la Hermandad de San Roque: www.hermandadsanroque.com
La Hermandad de San Roque, al detalle:
- Sede Canónica: Iglesia de San Roque
- Día de Salida Procesional: Domingo de Ramos
- Imágenes Titulares: - Santo Crucifijo de San Agustín
- Nuestro Padre Jesús de las Penas
- Nuestra Señora de Gracia y Esperanza
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