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sábado, 27 de agosto de 2022

El busto de Tomás Luis de Victoria, en la enjuta, entre los arcos de las provincias de Segovia y de Soria, de la Plaza de España

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el busto de Luis Victoria, en la enjuta, entre los arcos de las provincias de Segovia y de Soria, en la Plaza de España, de Sevilla.
     Hoy, 27 de agosto, es el aniversario del fallecimiento (27 de agosto de 1611) del maestro de capilla y organista, Tomás Luis de Victoria, así que hoy es el mejor día para Explicarte el busto de Luis Victoria, en la enjuta, entre los arcos de las provincias de Segovia, y de Soria, en la Plaza de España, de Sevilla.
     La Plaza de España consta de cuatro tramos de catorce arcos cada uno, en cuya parte inferior se sitúan bancos de cerámica dedicados a cada provincia española. Flanquean el conjunto dos torres, denominadas Norte y Sur, intercalándose tres pabellones intermedios, que corresponden a la Puerta de Aragón, la Puerta de Castilla y la Puerta de Navarra. El central o Puerta de Castilla es de mayor envergadura y alberga la Capitanía General Militar.
     En las enjutas de los arcos que componen la gran arcada que circunda toda la plaza, dentro de unos tondos de profundo sabor renacentista italiano, modelados en alto relieve y esmaltados en blanco sobre fondo azul cobalto, aparecen los bustos de personajes de especial relevancia en la historia de España. Su ejecución original corrió a cargo de las Fábricas de Mensaque Rodríguez y Cía. y de Pedro Navia.
     En orden cronológico, figuran tanto aquellos destacados en las ciencias, en las humanidades, en las artes o en las armas, como reyes o santos.
     Son un total de cincuenta y dos, distribuidos en cuatro series de trece personajes, dispuestos entre los catorce arcos de cada tramo de la plaza.
     Es sorprendente el repertorio  de estos personajes ilustres que desde sus privilegiados balcones en la arcada, disfrutan del ancho espacio de la hermosa plaza. Simultáneamente, ellos son vistos por los paseantes  como muestra de la gloria de España y como ejemplo a seguir (La Cerámica en la Plaza de España de Sevilla, 2014).      
Conozcamos mejor la Biografía de Luis Victoria, personaje representado en la obra reseñada;
    Tomás Luis de Victoria, (Ávila, c. 1548 – Madrid, 27 de agosto de 1611). Maestro de capilla y organista.
     Hijo de Francisco Luis de Victoria y de Francisca Suárez de la Concha. Su padre falleció en 1557, cuando Tomás Luis de Victoria tenía nueve años y él y todos sus hermanos pasaron a vivir bajo la tutela de un hermano de su padre en Ávila. En esta ciudad, y debido a que su familia no sufrió penurias económicas gracias a una herencia familiar, Tomás Luis de Victoria adquirió su primera formación de cultura general y música en la prestigiosa escuela jesuítica de San Gil y en la capilla musical catedralicia respectivamente, siendo admitido como niño de coro en esta última en torno a los diez años. Recibe así sus primeras lecciones de polifonía de maestros de renombre como Bernardino de Ribera o Juan Navarro y de música de tecla de organistas como Damián de Bolea, Bernabé del Águila o Antonio de Cabezón, que al menos tocó dos veces en su presencia. La vinculación a la escuela de San Gil le abrirá caminos en el futuro, pues la orden de los jesuitas dirigirá sus procesos iniciales de formación y práctica musicales.
     En 1565 comienza una etapa que pone a Tomás Luis de Victoria en contacto con la música europea: su período italiano. En ese año se traslada a Roma e ingresa en el Colegio Germánico, un centro creado por san Ignacio de Loyola y regido por la orden jesuítica, entrando en calidad de alumno pensionista extranjero.
     Esta decisión de su traslado a Roma desde su ciudad natal en España vino determinada por la labor de mecenazgo ejercida por personas e instituciones que rodearon a Victoria. En primer lugar, la escuela de San Gil, jesuítica, recomendaría a Victoria su acceso al Colegio Germánico. Por otro lado, y desde el Colegio Germánico, el nuevo alumno recibiría el apoyo de sus dos principales patrocinadores: Felipe II y el cardenal arzobispo de Augsburgo, Otto von Truschess. Quizás la intervención sobre todo de este último fuera decisiva en la recomendación de trasladar a Victoria desde Ávila a Roma a través de los jesuitas, pues se trataba además de un personaje con importante papel decisorio tanto por su actuación en Trento como por el papel como protector de los alumnos más dotados para la música en el Colegio Germánico. Como agradecimiento a este apoyo que recibió de Truschess, Victoria hizo una dedicatoria a éste en su primera obra, su libro de motetes editado en Venecia en 1572.
     En este período ingresó en el Colegio Romano, donde se cursaban estudios eclesiásticos, una institución también jesuítica en la que conoció a Giovanni Pierluigi da Palestrina que era el maestro de capilla del Seminario Romano y el músico más destacado en Italia en ese momento. Al seminario asistían los hijos de éste y Victoria mantuvo contacto con ellos. Esto pudo ser un aspecto decisivo en la formación musical de Victoria, quien asimilaría, en su primera época compositiva, la técnica musical palestriniana.
     Tras cuatro años de formación, Victoria ejerce a partir de enero de 1569 como maestro de capilla, cantor y organista en una institución española, la iglesia catalano-aragonesa de Santa María di Montserrato en Roma y simultáneamente en la Santísima Trinità dei Pellegrini como cantor y en San Giacomo degli Spagnoli como músico (así aparece citado en los libros de cuentas entre 1573 y 1584 en que consta que cobró, en 1579, un total de 6,10 escudos y al año siguiente, en 1580, 9,60 escudos).
      En 1571 Victoria recibe una deseada oferta por parte de las instituciones en que recibió su formación, en primer lugar el Colegio Germánico, que le solicita como profesor de música a cambio de un sueldo y manutención y estancia gratuita y dos años después, el 25 de junio de 1573, la oferta de ocupar el cargo de maestro de capilla del Seminario Romano sucediendo a Palestrina. El maestro acepta ambos puestos y se integra, desde una posición privilegiada, en la vida musical romana e italiana.
     Durante su ejercicio como maestro en el Colegio Germánico se produce un hecho importante y es la separación de los alumnos germánicos de los de otros países, los pensionistas extranjeros (categoría en que había entrado Victoria en esta institución), un acontecimiento de gran importancia en el ámbito educativo, social y musical romanos. Se realizó para ello un solemne acto de despedida y Victoria compuso para la ocasión un motete, el Super flumina Babylonis, lo que supone una muestra de reconocimiento al papel que la música del maestro jugaba en esta institución.
     Victoria, cada vez más reconocido como gran músico, aún recibe otro ofrecimiento, el de maestro de capilla de la Iglesia de San Apolinar que el papa Gregorio XIII había otorgado como institución al Collegium Germanicum y había dotado de una capilla musical propia y un papel relevante en el ámbito eclesial romano. Así Victoria aparece citado, en la edición de su primer libro de misas de 1576 como Collegii Germanici in urbe Roma musicae moderatoris.
     Simultáneamente con sus ascensos profesionales como músico, evidentes en estos tres cargos citados respondiendo a uno de sus objetivos durante su estancia en Roma, el de la formación y ejercicio del arte musical, Victoria aspira a otro de sus grandes anhelos más personales: el sacerdocio, y pronto lo consigue.
     En 1575 es ordenado sacerdote en la iglesia de Santo Tomás de Canterbury de Roma tras haber superado todos los requisitos para ello, desde las órdenes menores al sacerdocio pasando por subdiaconado y diaconado.
     Todo ello en seis meses y a la temprana edad de veintisiete años.
     Pero el exceso de cargos profesionales y el sacerdocio impiden a Victoria simultanear el ejercicio de sus responsabilidades en todas las instituciones en las que estaba contratado. Ello le obligará a abandonar determinados puestos como el de la iglesia de Montserrato, en la que constan en los libros de cuentas los pagos como maestro de capilla hasta al menos agosto de 1575, o San Apollinaire en 1578 y dar un giro a sus intereses personales. A partir de la obtención del sacerdocio, Tomás Luis de Victoria decide dedicarse más al ámbito espiritual y a la composición musical que al ejercicio como maestro de capilla u organista.
     Este nuevo enfoque vital hace que abandone el Colegio Germánico para unirse, en junio de 1578, a la comunidad de sacerdotes seculares de San Felipe Neri en Girolamo della Caritá como capellán hasta mayo de 1585. Es un período de importantes contactos, entre ellos con Francisco Soto de Langa, el cantor de mayor prestigio de la capilla pontificia, personaje muy ligado a Felipe Neri y que apoyó a Victoria y a otros músicos de renombre en España en la edición de sus obras. Allí mantiene una vida espiritual intensa, con un contacto personal con Felipe Neri y la institución (aunque no obtendrá la categoría de oratoriano, pues para ello debía permanecer al menos diez años y Victoria sólo estuvo siete) y un sometimiento a normas muy diferentes a las que habían regido su vida hasta entonces. En esta nueva comunidad Tomás Luis de Victoria debe sustentarse a sí mismo, pues así lo marcan los estatutos y, para ello, recibe del papa Gregorio XIII unos beneficios en iglesias españolas en León (1576) de 24 ducados, Zamora (1579) de 200 ducados y Plasencia, de 59 ducados, que ascendían a 307 ducados anuales, una renta muy superior a la de todos los compositores españoles del siglo XVI. En agradecimiento a estos beneficios que le reportaron importante ayuda económica Victoria dedicó al papa su libro de Hymni totius anni de 1581.
     En 1587 comienza otra nueva etapa en la vida de Tomás Luis de Victoria, la de su regreso a España tras más de veinte años de estancia en Italia. Se trata de una gratificación personal que le hizo el propio rey Felipe II a quien Victoria había dedicado su Missarum libri duo de 1583 y había transmitido en él sus deseos de regresar a su país natal. El maestro había recibido ofertas de numerosas catedrales españolas pero, aceptando el ofrecimiento real, se incorpora con treinta y ocho años a la capilla personal de la emperatriz María, hermana de Felipe II y viuda del emperador Maximiliano II de Austria, en el monasterio de las Descalzas Reales de Santa Clara de Madrid donde ésta estaba como huésped. Se trataba de un monasterio que tenía como principal benefactora a Juana, otra hermana de Felipe II y esposa de Juan de Portugal, por lo que había una clara vinculación a la Corona. A este cargo como capellán, une Victoria el de maestro de una capilla musical bien dotada: ocho capellanes cantores, dos para cada voz, un organista y uno o más instrumentistas.
     Por ser miembro personal de la capilla de la emperatriz goza de privilegios como una vida lujosa en el convento y relaciones con el ambiente que rodeaba a la emperatriz, lo que le permitió además mantener contacto con algunos de sus hermanos que se encontraban en la capital de España en esos mismos años. Además, desde Madrid y siempre con permisos concedidos por la emperatriz, Victoria se desplazaba con facilidad a Roma para atender asuntos relacionados con la edición de sus obras musicales.
     Se trataba, en definitiva, de un cargo de prestigio en Madrid y que además le permitía más movilidad que la que tendría en el ejercicio del magisterio catedralicio, ámbito del que, por otra parte, seguía recibiendo ofrecimientos y solicitudes de consejo (de León, Zaragoza o Sevilla).
     A la muerte de la emperatriz María en 1603, Tomás Luis de Victoria abandona el magisterio y toma el cargo de organista del monasterio. Un cambio consecuente con la nueva situación fue su cambio de residencia, del convento a la cercana casa de los capellanes en la calle Arenal. A pesar de no estar ya al servicio de la emperatriz, Victoria como organista siguió teniendo una importante consideración como músico por parte de la Casa Real, lo que supuso un incremento progresivo de sus ingresos en reconocimiento a su labor. Su situación económica en este momento era envidiable: cobraba beneficios de las diócesis españolas cercanos a los 1200 ducados anuales y además recibía ingresos por su capellanía y posteriormente su cargo de organista lo que suponía, en 1604-1605 un total de 40.000 maravedís que en 1606, por determinación del rey Felipe III se incrementaron a 75.000 maravedís.
     Pero a pesar de estos grandes ingresos, los gastos que suponía la edición de obras (entre ellas el Officium Defunctorum, sex vocibus. In obitu et obsequiis Sacrae Imperatricis dedicado a la memoria de la emperatriz en 1605) le fue ocasionando una pobreza progresiva, pues desde su regreso a España había estado continuamente reeditando su obra y editando nuevo repertorio, pero no ejerciendo como compositor. A ello se unieron asuntos personales relacionados con el cuidado y protección de algunos de sus hermanos que le supusieron importantes desembolsos. No obstante, los ingresos que la venta de sus obras le reportaron le ayudaron a mantenerse económicamente: recibió pagos de Lima, Málaga, Albarracín o de personajes ilustres como el archiduque Alberto de Flandes entre otros.
     Su salud comienza a debilitarse en estos años y solicita a Felipe III un auxiliar organista, cargo que ocupará Bernardo Pérez de Medrano. Éste será su sucesor cuando, el 27 de agosto de 1611, como consta en el libro de defunciones de la iglesia de San Ginés de Madrid, Tomás Luis de Victoria fallece por enfermedad.
     Su cuerpo fue enterrado en el claustro inferior del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid.
     Este libro de defunciones expresa la muerte de Victoria en los siguientes términos: “Tomé de Vitoria, clérigo organista de las Descalzas en la calle Arenal, en dichas mismas casas murió hoy sábado, 27 de agosto de 1611. Enterróse en las Descalzas. Recibió los santos sacramentos; administróselos el doctor Ronquillo.
     Otorgó testamento ante Juan de Castillo, escribano; testamentario, el licenciado Mirueña que vive en la dichas en la calle Arenal y don Juan de Trimiño que vive en las dichas casas. Mandó treinta misas de alma y que se dé a tres reales de limosna y a las mandas forzosas a cada seis más”.
     Recorriendo la producción musical de Victoria desde sus comienzos en Ávila hasta su muerte en Madrid, nos encontramos ante un compositor que, en total, compuso menos repertorio que muchos de sus contemporáneos, pero su trascendencia como músico destacó por encima de todos ellos por su calidad y su valoración posterior.
     Su actividad compositiva en las diferentes etapas de su vida permite extraer la conclusión de una fértil producción durante su estancia en Italia. En su período como maestro de capilla en el Colegio Germánico publicó dos colecciones, igual que durante su última etapa en España. Pero, particularmente entre 1581 y 1585, durante su vinculación a la comunidad de Felipe Neri, Victoria sacará a la luz seis de sus colecciones musicales, todas ellas ediciones muy lujosas y dedicadas a prestigiosas figuras de la política del momento respondiendo a los beneficios que la labor de protección de estos personajes ejerció sobre su persona.
      Esta labor de mecenazgo fue un punto determinante en la actividad compositiva de Victoria, pues algunas de las gratificaciones que percibía por el agradecimiento de las dedicatorias, le permitían hacer frente a los gastos de nuevas ediciones. Estos apoyos a su labor compositiva vinieron de los siguientes personajes: el cardenal Otto von Truschess, obispo de Augsburgo, al que Victoria dedicó su primera publicación, el libro de motetes editado en Venecia en 1572; para Ernesto de Baviera su primer libro de misas editado también en Venecia en 1576 cuando ejercía de maestro en el Colegio Germánico; a Gregorio XIII, que le concedió múltiples beneficios de iglesias españolas, dedicó el libro de himnos publicado en Roma en 1581; al cardenal Michele Bonillo, al que conocía del Colegio Germánico le dedicó la colección de magnificats de 1581; apoyo de Felipe II al que dedicó su lujoso segundo libro de misas editado en Roma en 1583; el duque de Saboya, Carolo Emmanuele, que contrajo matrimonio con la hija de Felipe II recibió de Victoria el tercer libro de motetes de Roma en 1585; el cardenal archiduque Alberto de Flandes, hijo de la emperatriz y arzobispo de Toledo, recibe en 1592 la dedicatoria del libro de misas editado en Roma; a Felipe III le dedica el libro de misas de 1600, su primera publicación en España; por último, a la princesa Margarita de Austria, religiosa de las Descalzas, le dedica el Officium Defunctorum de 1605 en una lujosa edición compuesta en memoria de la emperatriz María, un ejemplar que económicamente le supuso un gravoso desembolso.
     Muestra de la importancia de estas colecciones de música religiosa polifónica que editó Victoria en Italia o España es que los grandes centros catedralicios españoles e hispanoamericanos se interesan por adquirir para sus fondos musicales las nuevas ediciones de este músico para ser interpretadas sus obras en sus capillas musicales, y que catedrales como las de Zaragoza o Sevilla le reclaman para su servicio como maestro de capilla.
     El propio Victoria no duda en ofrecer sus libros a los cabildos, capillas y personalidades de la vida religiosa y política que los requieren para su uso particular.
     A veces, el ofrecimiento lo hace de manera personal y directa, otras veces a través de intermediarios que recomiendan sus obras a las instituciones. De todo ello percibirá unos ingresos económicos importantes que le ayudaban en ediciones y reediciones posteriores, aunque ello no fuera, por supuesto, suficiente.
     Pero también las iglesias italianas solicitan estas publicaciones.
     En 1576 la iglesia de San Giacomo degli Spagnoli le pagó 16 escudos por un libro de música, quizás su primer libro de misas que acababa de ser editado en Venecia. Por otra parte, en los archivos de la iglesia de Santa María di Montserrato se conserva un inventario de la música que custodia en 1608 en que aparecen como destacadas las obras de Victoria desde 1576 a 1585 junto a obras de Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero o Giovanni Pierluigi da Palestrina.
     Victoria ha sido considerado el compositor más importante de la música renacentista española de línea trentina y contrareformista junto a figuras como Giovanni Pierluigi da Palestrina y Orlando di Lassus.
     Compuso exclusivamente obra religiosa, no escribió música profana ni para tecla y se basó exclusivamente en materiales litúrgicos para la elaboración de nuevas composiciones. Nos referimos con ello a la utilización por parte del maestro de la técnica de parodia en sus misas, utilizando materiales polifónicos de motetes de compositores de prestigio como Morales, Guerrero o Palestrina, además de composiciones suyas personales.
     Su primera etapa compositiva viene marcada por la relación con la música romana del período renacentista trentino, el estilo que caracterizaba a Palestrina, el gran músico con quien Victoria mantuvo contacto a través de sus hijos durante la estancia en el Colegio Romano. Pero pronto Victoria siguió su propio camino estilístico y buscó una mayor expresividad dramática a través de recursos armónicos innovadores para su época que anuncian los comienzos de una nueva práctica musical, la de la música barroca posterior, con la práctica de la policoralidad, la introducción del órgano en el conjunto vocal contrapuntístico o la búsqueda de los contrastes de texturas sonoras que contribuyen a resaltar el texto y su comprensión, uno de los tratamientos más arraigados en los músicos continuadores de los estrictos principios trentinos (Asunción Gómez Pintor, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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