Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Mateo apóstol, Ermita de Nuestra Señora de Guía, y Castillo de Cuzna) de la localidad de Villanueva del Duque, en la provincia de Córdoba.
La ermita de la Virgen de Guía es centro devocional de la comarca, y de este bello pueblo. La ermita de la Virgen de Guía es centro devocional de la comarca, pues comparten hoy la imagen cinco pueblos, que la llevan y la traen en las fechas reglamentadas. La horizontalidad de este bello pueblo, sólo queda alterada por el campanario de San Mateo, predilecto de las cigüeñas.
Villanueva del Duque, pequeña villa de apariencia norteña, pues aunque parecidos cada pueblo del valle tiene su propia personalidad, que perteneció junto con Hinojosa y Belalcázar al duque de Béjar, al que hace alusión su nombre.
La ermita de la Virgen de Guía es centro devocional de la comarca, y de este bello pueblo. La ermita de la Virgen de Guía es centro devocional de la comarca, pues comparten hoy la imagen cinco pueblos, que la llevan y la traen en las fechas reglamentadas. La horizontalidad de este bello pueblo, sólo queda alterada por el campanario de San Mateo, predilecto de las cigüeñas.
Villa situada en la zona occidental de Los Pedroches, junto a la carretera C-420.
Distancia a Córdoba: 76 Km.
Altitud: 582 m.
Extensión: 136,7 Km2
Habitantes: 1.666.
Gentilicio: Villaduqueños.
Mancomunidad: Los Pedroches.
Villanueva del Duque se creó a finales del siglo XV vinculada al condado de Belalcázar, e incorporó al vecindario de la cercana aldea de El Allozo. Su primitivo nombre fue Villanueva del Marqués, que cambió por el actual después de que en 1518 se vinculase al condado de Belalcázar el ducado de Béjar (Diputación Provincial de Córdoba). Se cree que Villanueva del Duque surgió en época medieval, como parte del señorío de los Sotomayor, incorporada al condado de Belalcázar. Al heredar Francisco de Sotomayor y Teresa de Zúñiga el ducado de Béjar, en 1533 pasó llamarse Villanueva del Duque (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).Villanueva del Duque, pequeña villa de apariencia norteña, pues aunque parecidos cada pueblo del valle tiene su propia personalidad, que perteneció junto con Hinojosa y Belalcázar al duque de Béjar, al que hace alusión su nombre.
A la entrada de la localidad, a la derecha, se encuentra el camino que lleva a la ermita de la Virgen de Guía, situada como a 1 km. La bonita plaza de José Antonio, donde está el Ayuntamiento, es el centro del pueblo. De ella parte la calle Sol que lleva a la iglesia de San Mateo, situada en la plaza de la Iglesia, amplia y ajardinada. El templo data de 1690, es todo él de granito y en su interior guarda un grupo de interesantísimas tallas medievales del siglo XIII.
En este pueblo se celebra el Domingo y el Lunes de Pascua la curiosa Fiesta de las Mozas, especie de romería en la que una muchacha soltera, la "hermana mayora" se ofrece a la Virgen de Guía corriendo con el pago de un convite al pueblo (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
Iglesia de San Mateo Apóstol.-
Para algunos historiadores, la construcción de este templo se remonta al siglo XVI, apuntándose la presencia de Hernán Ruiz III en la obra de la cabecera; sin embargo, en opinión de otros, se trata de una edificación realizada en 1690. Es de una sola nave cubierta por bóveda de cañón y cabecera con cúpula sobre pechinas. A la nave abren una capilla por el lado izquierdo y cuatro por el derecho. El retablo mayor fue tallado en Hinojosa del Duque en 1954 por Joaquín Sánchez Jurado. El Crucificado, llamado de la Salvación, es anónimo, donado en 1945.
El retablo de la capilla de la izquierda, realizado en Socuéllamos hacia 1960, muestra un relieve de la Sagrada Cena en el frontal. De la imaginería cabe citar, Jesús Nazareno, realizado en 2003 por Jesús Borrego en Arganda del Rey, y la Dolorosa, de Amadeo Ruiz Olmos, de 1947. Del ajuar litúrgico destacan la cruz parroquial, del siglo XVII, recientemente arreglada por Talleres Orovio en Torralba de Calatrava, y el templete de la procesión del Corpus, del mismo obrador donado por el párroco Francisco Vigara en 2005 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La Iglesia Parroquial de San Mateo, que data su construcción de 1690, es de estilo manierista. Es sin duda un típico ejemplo de Iglesia de una nave. Este nuevo estilo es macizo, trentino, contradictorio, y con raíces italianas.
A su valor constructivo y artístico hay que añadirle el hecho de acoger varias tallas del siglo XIII (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La parroquia de San Mateo, en la plaza de la iglesia, es de finales del siglo XV o de principios del XVI, y tiene nave única con arcos transversales apuntados.
Un siglo después, Hernán Ruiz III llevó a cabo la construcción de la cabecera, con cúpula rebajada apoyada en arcos de granito.
Contemporáneas de esta cabecera son las portadas, tanto del lado del evangelio como la que se abre en la fachada de los pies, que se prolonga en torre (Diputación Provincial de Córdoba).
Ermita de Nuestra Señora de Guía.- Cerca de la localidad se halla la ermita de la Virgen de Guía, construida en el siglo XVI. Tiene tres naves, separadas por arcos apuntados, y cubiertas de madera. La central es original, con el presbiterio cubierto por bóveda de crucería. Las laterales, encabezadas también por capillas, se añadieron en 1660. En la nave izquierda se conserva un ara romana, dedicada a los dioses manes, que fue encontrada en 1976.
La cabecera conserva restos de pinturas murales y una reja, costeada por las Siete Villas y realizada por Manuel Blanco en 1587. Restaurada en Sevilla en 200l, se le ha eliminado el montante. Las pinturas se renovaron entre 1999 y 2001, bajo la dirección de Moisés Moreno López. Las del techo tienen decoración vegetal y cartelas con los evangelistas. Al frente hay un cuadro mural con la Asunción de la Virgen, del que sólo es original la figura de María, y a los lados, otros con el Abrazo de San Joaquín y Santa Ana y la Anunciación. La mesa de altar con su bello frontal neogótico, es obra de Eduardo Corona, de 1986 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Ermita de tres naves de planta rectangular, separadas por arquerías de arcos apuntados, terminados en ábsides o capillas, de las cuales los laterales son de reciente construcción. Como techumbre en las naves, tiene un entarimado de madera que hace de cubierta. Su construcción se puede encuadrar en el siglo XIV. La reja de separación de la nave central con el ábside data del año 1.587.
Los arcos apuntados con dovelas de granito descansan sobre unas columnas de sillares circulares. El ábside central coronado con una bóveda de aristas. Hay que resaltar, los frescos de dicho ábside, aunque en mal estado.
Las capillas que cierran las naves laterales, van coronadas con bóvedas de aristas, pero señalar que la construcción de dichas capillas, no ha sido muy acertada lo cual rompe la limpieza de la planta primitiva.
Las capillas que cierran las naves laterales, van coronadas con bóvedas de aristas, pero señalar que la construcción de dichas capillas, no ha sido muy acertada lo cual rompe la limpieza de la planta primitiva.
En el exterior se ha realizado una glorieta con fábrica de bloques de hormigón, que rompe con el entorno. Los muros exteriores han acusado durante el paso del tiempo, un cierto desplome que se ha querido subsanar con la creación de contrafuertes. En la coronación de la fachada principal se ha colocado una pequeña espadaña de no muy acertada construcción(Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
En las afueras de la villa se localiza la ermita de la Virgen de Guía, templo de estilo gótico Reyes Católicos, que consta de tres naves con arcos apuntados.
Tras el arco toral se abre la capilla mayor, con bóveda de crucería; este recinto presbiterial se decora con interesantes pinturas murales del siglo XVI, que representan la Asunción y la Coronación de la Virgen sobre zócalos, mientras que en los cascos de la bóveda figuran los evangelistas.
En 1952 la realización de unas obras en esta ermita permitió descubrir seis toscas tallas del siglo XIII, hoy en el Museo Diocesano de Córdoba (Diputación Provincial de Córdoba).
Castillo de Cuzna.-
El despoblado de Cuzna ocupa la cumbre y laderas de un cerro conocido actualmente como Morras de Guzna, cuyas alturas oscilan entre 660 y 620 metros sobre el nivel del mar. La extensión real del yacimiento es muy difícil de cifrar, si bien podría alcanzar unos 10.000 m2 en opinión de José Luis del Pino y Juan Bautista Carpio.
El despoblado de Cuzna ocupa la cumbre y laderas de un cerro conocido actualmente como Morras de Guzna, cuyas alturas oscilan entre 660 y 620 metros sobre el nivel del mar. La extensión real del yacimiento es muy difícil de cifrar, si bien podría alcanzar unos 10.000 m2 en opinión de José Luis del Pino y Juan Bautista Carpio.
La topografía del cerro donde se emplaza el núcleo de Cuzna, de fácil defensa por el sur, reúne condiciones favorables para el asentamiento humano. La cumbre, de forma ovalada, de unos 44 por 26 metros, tiene una extensión aproximada de unos 1.144 metros cuadrados. Aquí debió de construirse el castillo, del que no se conservan restos arquitectónicos visibles algunos. El espacio, no obstante, ha sido acondicionado para el emplazamiento de viviendas, pues además de tejas y ladrillos aparecen fragmentos cerámicos de épocas diversas. No hay allí prácticamente arbolado, pero sí en algunos puntos promontorios menores de tierra -quizás se trate de escombreras- aprovechados por los animales para construir sus cubículos. Rodeando este recinto, y siguiendo las curvas de nivel del terreno, puede verse, principalmente en la ladera que mira al norte, la que presenta una pendiente menor, hasta tres anillos concéntricos de tierra, distanciados por lo general entre sí de 17 a 30 metros, en los que afloran de manera intermitente estructuras murarias -algunas alcanzan los 20 metros de desarrollo- realizadas con materiales líticos y regulares procedentes de las inmediaciones: cantos rodados, piedras de granito y fundamentalmente pizarras, trabados con tierra.
La distribución de las cerámicas en la superficie de la meseta del cerro y de sus laderas no es homogénea, ni tampoco responde a una misma época. En el yacimiento es posible advertir tres asentamientos distintos: uno, prehistórico, que debió comenzar y desarrollarse durante el Calcolítico final; otro islámico -no se documentan vestigios arqueológicos de época romana-, de los siglos IX al XIII de nuestra Era; y, por último, un asentamiento cristiano, que va a perdurar hasta finales de la Edad Media. El primero aparece fundamentalmente registrado en la cumbre y ladera norte del cerro, donde se hallan fragmentos cerámicos en superficie de tipo campaniforme y otras cerámicas modeladas a mano de pastas groseras, poco decantadas -aunque pudiera tratarse de cerámicas realizadas conforme a modelos y técnicas prehistóricos por los propios beréberes-, escorias y otros materiales relacionados con el trabajo de los metales.
Probablemente, pertenecen también a este período inicial de la ocupación humana de Cuzna las estructuras murarias antedichas; el segundo de los asentamientos se encuentra sobre todo concentrado al pie de la ladera norte, al abrigo del viento, y, en menor medida, en la cima del mogote. Ocupa allí, en la base, una extensión aproximada de unos 3.150 metros cuadrados y presenta superficialmente cerámicas islámicas variadas. La tercera fase del poblamiento se corresponde con los materiales cerámicos bajomedievales que se encuentran esparcidos por la cumbre, y, en especial, por el escarpado meridional del cerro hasta llegar a la orilla izquierda del río Cuzna. En este sector, en las terrazas formadas entre las curvas de nivel del mogote, aparecen, en torno a la cota de 620 metros, muchos fragmentos de tejas y ladrillos, sobre todo en las inmediaciones de una larga trinchera que fue protegida por un muro sólido de contención erigido seguramente durante la guerra civil, correspondientes al siglo XX porque gran parte de esos materiales de construcción coinciden en su forma, tamaño y grosor con los existentes en los edificios mineros de los alrededores quizás fueron realizados en las instalaciones del horno ubicado cerca del lugar, en la orilla derecha del Cuzna.
La nula actuación arqueológica, la destrucción ocasionada y la parquedad de las noticias escritas hace imposible reconstruir la fisonomía de este núcleo, aunque las pocas estructuras que afloran en superficie y sobre todo la amplia área de dispersión del material cerámica y su riqueza testimonian la existencia de un poblamiento islámico que era prácticamente desconocido en la zona y un asentamiento posterior, que mantuvo el lugar en un estado de semi-abandono hasta su definitiva despoblación.
Los textos medievales referentes a Cuzna son muy escasos y se limitan a una cita esporádica y puntual en relación con determinados episodios. Las primeras referencias al lugar proceden de los repertorios biográficos árabes relativos a al Andalus, donde la nisba o patronímico al-kuzní (de Cuzna) aparece ligado a ciertos personajes vinculados a ese enclave.
Así ocurre, por ejemplo, con algunos miembros de la familia Banu Said, cadíes de Córdoba y de Fahs al-Ballut, como Mundir b. Said al-Balluti y su hermano Fadl Allah b. Said al Balluti, cuyas vidas transcurrieron a lo largo de los siglos IX y X. Al igual que ellos, fueron originarios de Cuzna Ubaid Allah b. Muhammad b. Qasim, gobernador hasta el 941-42 de Fahs al-Ballut y el cadí Muhammad b. Ahmad b. Jalaf, que murió asesinado a finales del siglo XII, bajo la égida almohade.
Todos los datos proporcionados por la historiografía árabe acerca de Cuzna son, en general, de un laconismo exasperante, como veremos a continuación. Quizás la cita más conocida de todas sea la facilitada por varios autores sobre la fallida expedición del falso al-Mahdi (guiado por Dios para salvar al Islam) Ibn al Qitt, quien, durante el mandato del emir Abd Allah, se ganó el apoyo de los beréberes del norte de Córdoba con el propósito de conquistar la plaza cristiana de Zamora. Ibn Hayyan nos lo cuenta de la siguiente manera: "Dijo Isa ben Ahmad: encontré de puño y letra del califa al - Hakam al - Mustansir bi-llah una noticia sobre ibn al - Qitt, que se rebeló contra su abuelo el emir Abd Allah. Dijo: contome el qadi Mundir ben Said que Ibn al - Qitt salió de Córdoba con una misión secreta, cuya finalidad era derrocar a la dinastía reinante. Se hospedó en Kuzna en casa de un tío nuestro, permaneciendo allí casi un mes, pero sin revelar sus propósitos ni darse a conocer. Desde allí salió hacia Narza entre los Banu Rashid, junto al Wadi Ana a donde permaneció varios meses y dio a conocer sus proyectos (...)".
Tampoco es mucho lo que se sabe sobre lo que es o representa Cuzna en la etapa de dominio islámico. Yaqut cree que se trata de un lugar (mawadi) de Fahs al-Ballut y al-Maqari, siguiendo a Said al-magribi, lo menciona como uno de los distritos (aqalim) del reino de Córdoba en el siglo XIII. Su historia tampoco está exenta de leyenda, la de la mora encantá, que sitúa en el lugar conocido como la cueva de la mora, ubicado en los subterráneos del antiguo castillo, la existencia de una hermosa joven que todas las noches de San Juan y luna llena, sale a lavar sus madejas de oro al río Cuzna.
Si la información que nos ofrecen las fuentes islámicas sobre tal enclave y su territorio es escasa, no es muy diferente la situación que nos encontramos a la hora de analizar los documentos escritos de época bajomedieval. La propia conquista definitiva de esta zona por parte de los castellanos, que tendrá lugar durante el reinado de Fernando III, no parece demasiado clara, teniendo lugar quizás en fecha muy cercana a la de la ciudad de Córdoba (1236). En cualquier caso, esos primeros datos referidos al siglo XIII, prueban, como veremos después, la pervivencia de Cuzna en estos años iniciales de dominio cristiano. Afortunadamente, cuando parecían haberse agotado las posibilidades de obtener más información sobre el tema en las fuentes escritas, del Pino y Carpio hallaron abundantes noticias en unos documentos del Archivo Municipal de Córdoba redactados a fines del siglo XV e incluso a comienzos del XVI con motivo de los litigios que se dirimieron entre los pueblos de la comarca dependientes de Córdoba y los señoríos colindantes de Santa Eufemia y Belalcázar por cuestiones de carácter jurisdiccional. Entre esos documentos destacan los originados por el largo pleito sostenido entre los titulares del estado de Belalcázar y la ciudad de Córdoba sobre la jurisdicción de la zona conocida como Tagarroso y Hardales, donde se ubica el antiguo poblado islámico de Cuzna (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Más sobre la provincia de Córdoba, en ExplicArte Sevilla.





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