Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Muñoz y Pabón, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 15 de junio, es el aniversario del nacimiento (15 de junio de 1866) de Muñoz y Pabón, escritor y canónigo de la Catedral de Sevilla, al que está dedicada la calle en cuestión, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Muñoz y Pabón, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Muñoz y Pabón es, en el Callejero Sevillano, una plaza que se encuentra en el Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo; y va de la confluencia de las calles Almirante Hoyos, Cabeza del Rey Don Pedro, Augusto Plasencia, y Corral del Rey, a la plaza Ramón Ybarra Llosent.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
La vía, en este caso una calle, está dedicada al escritor y canónigo lectoral de la Catedral de Sevilla, Juan Francisco Muñoz y Pabón.
Bajo este nombre se recogen tres espacios históricamente diferenciados; el primero, hasta la confluencia con Perla, era conocido, al menos desde mediados del s. XVII, como Carne, cuyo nombre se justifica porque entraba este producto desde el matadero de la Puerta de la Carne el a las Carnicerías (actual plaza de la Alfalfa). El segundo, calle San Nicolás, topónimo usado desde el s. XVI; y la parte final, plaza de San Nicolás, nombrada como tal desde el s. XV, pero sin duda usado como referencia toponímica desde la fundación de la parroquia de San Nicolás de Bari en el s. XIII. La zona inmediata a la iglesia era conocida en 1267 como Cabeza de Malos.
Con la reforma del callejero de 1845 se unificaron los tres topónimos en San Nicolás, pero no debió ser efectivo ya que en 1848 se seguían usando los antiguos, y en 1868 Carne es cambiado por Morella, en recuerdo de esta ciudad levantina que jugó un papel destacado en las guerras carlistas. En 1873 ya se habían unificado de nuevo bajo el topónimo Carne; esta denominación resistirá varios intentos de modificación, en razón de la antigüedad del término; se propusieron a principios de siglo los de Romanones y Lecha Marzo, que no prosperaron, y finalmente, en 1921,se sustituirá por Muñoz y Pabón para honrar al escritor y canónigo lectoral de la Catedral de Sevilla, Juan Francisco Muñoz y Pabón (1866-1920). Una de las plazuelas existente ante la parroquia era conocida por Montesinos en el s. XVI, y en el s. XVIII de la Botica.
Fue muy estrecha en su comienzo hasta la confluencia con Perla, en que se ensanchaba, para estrecharse de nuevo y volver a abrirse inmediatamente, formando dos plazuelas delante de cada una de las puertas de la parroquia de San Nicolás. En el último tercio del s. XIX se hace patente la necesidad de ensanchar esta vía para permitir el paso de carruajes, cada vez más intenso, en una sola dirección, y a finales de siglo está concluido el proceso de alineación y ensanche en el tramo Cabeza del Rey Don Pedro-Perla, quedando detenido en la casa núm. 9; el resto no se verá afectado hasta hace pocos años, en que la casa de nueva construcción, esquina a Mármoles, fue retranqueada. Confluyen por la derecha Perla, Mármoles y Federico Rubio. Presenta un marcado ascenso desde su inicio hasta la confluencia con Mármoles, en donde empieza a descender hacia su final. Por ello y por el intenso tráfico que soporta, su pavimento hubo de ser reparado con frecuencia. En 1851 fue empedrada, quizás por última vez, pues en 1876 fue adoquinada y en 1914 pavimenta da de asfalto. En los años 60 fueron picados los bordillos y dotados de una incisión longitudinal para evitar los deslizamientos por las gastadas y estrechas aceras. En la actualidad el adoquinado está cubierto de asfalto y el acerado de losetas de cemento presenta un buen estado de conservación. Se ilumina con farolas de fundición tipo gas adosadas.
La edificación en su primer tramo es de tres plantas con casas de escalera; en el segundo hay casas de patio del s. XIX, alguna de ellas cerrada. Destaca la marcada con el núm. 9, fechada en 1725, de dos plantas más ático con arcos de distinta luz separados por pilastras y balcón protegido por guardapolvos. Otra casa de gran presencia es la núm. 18, de tres plantas, construida sobre terrenos del convento de Madre de Dios. Aquí estuvo, en la confluencia con San José, una de la puertas del muro de la Judería. El edificio más notable es la parroquia de San Nicolás de Bari, erigida en el s. XIII, aunque construida de nueva planta en el s. XVIII.
Aparte la función residencial, ha tenido como más especifica la de ser camino de penetración al centro comercial desde la Puerta de la Carne, el Matadero y San Bernardo. Ya en 1859 se planteaba la prensa la necesidad de cerrarla al tráfico, dado el peligro que suponían los vehículos para los peatones y los destrozos que ocasionaban a las viviendas. Este carácter de vía de penetración desde las barriadas del sector este, promovió un amplio y variado comercio localizado en el primer tramo, que sólo en los último años se ha reducido; su valor económico luego reconocido al justipreciarse las expropiaciones para el ensanche a finales del pasado siglo. En la actualidad sigue siendo importante vía de comunicación peatonal y de salida del tráfico dentro de las del casco antiguo. A. Palacio Valdés cita esta calle en su obra La Hermana San Sulpicio [Salvador Rodríguez Becerra, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Muñoz y Pabón, 9. Casa fechada en 1725, que consta de dos plantas y un ático en la crujía de fachada, con vanos de distinta luz separados por pilastras. La portada va resaltada de la fachada y está avitolada. En el interior posee un patio de columnas con arcos de medio punto [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor a Juan Francisco Muñoz y Pabón, a quien está dedicada esta calle;
Juan Francisco Muñoz y Pabón, (Hinojos, Huelva, 15 de junio de 1866 – Sevilla, 30 de diciembre de 1920). Canónigo y escritor.
Hizo sus estudios eclesiásticos de Humanidades, Filosofía, Teología y Derecho Canónico en el seminario conciliar de San Isidro y San Francisco Javier, de Sevilla. Ordenado sacerdote en 1890, fue nombrado en 1894 párroco de Santiago por el cardenal Spínola. Ganó por oposición en 1903 la canonjía de lectoral, que llevaba consigo la Cátedra de Sagrada Escritura en el seminario pontificio. Fue varias veces mayordomo del Cabildo metropolitano. Siendo todavía Spínola obispo de Málaga, le alentó a seguir cultivando la literatura amena. Nuevos estímulos recibió de la amistad con Rodríguez Marín y Luis Montoto. En 1902 empezó su correspondencia epistolar con Valera y al año siguiente con Menéndez Pelayo. Con La millona, publicada en la capital hispalense en 1902, llegó su consagración como novelista. El 23 de febrero de 1908 ingresó en la Academia Sevillana de Buenas Letras; su discurso versó sobre la novela y fue contestado por Francisco de Torres y Galeote. El 19 de agosto de 1918 recibió una felicitación alentadora para su labor literaria por parte de sus compañeros de Cabildo catedralicio. De este tiempo son sus artículos sobre El Santo Cristo de Limpias, aparecidos en el folletón de El Debate; y en la misma forma publicó El Debate, durante 1918, su novela Temple de acero. Por estas fechas debió de dar comienzo su amistad con el jefe del Gobierno, Antonio Maura, a quien dedicó su novela Mansedumbre, que no llegó a ver impresa.
Se distinguió por su dicción jugosa y amena y por su oratoria, insinuante y sencilla, así como por su labor periodística. Colaboró en El Universo, El Carbayón, El Correo Español y, principalmente, en El Debate. Como costumbrista, admiró a Pereda, del que se declaró imitador inhábil. Siguió más de cerca, por afinidad regional, a Valera, Fernán Caballero y al padre Coloma, especialmente a los dos últimos, con los cuales le unió, además, su tendencia moralizadora (Vicente Cárcel Ortí, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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La calle Muñoz y Pabón, al detalle:
El edificio de calle Muñoz y Pabón, 9
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