Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Mujer y perro blanco", de Andrés Parladé, en la sala XIII del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
Hoy, 1 de junio, es el aniversario del nacimiento (1 de junio de 1859), de Andrés Parladé, autor de la obra reseñada, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la pintura "Mujer y perro blanco", de Andrés Parladé, en la sala XIII del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
En la sala XIII del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "Mujer y perro blanco", de Andrés Parladé (1859-1933), pintada en 1899 en óleo sobre lienzo, en estilo costumbrista, con unas medidas de 1,08 x 1,74 m., procedente de la Donación de Dº Cayetano Sánchez Pineda (1945).
Este lienzo representa un interior que se encuentra invadido, casi en su totalidad, por la presencia de un mastín, tras el que se acomoda una mujer tumbada en un sofá. La obra está envuelta en una atmósfera de calma, actitud de reposo que manifiestan los dos personajes: somnolienta la dama, y apacible el mastín (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
En el siglo XIX la profesión de pintor había perdido ya su condición de oficio menestral, por lo que algunos aristócratas no tuvieron escrúpulo alguno en adoptarla; en efecto en esta época la pintura daba categoría y lustre a quienes la practicaban con talento. Por ello Andrés Parladé, conde de Aguiar, nacido en Málaga en 1859 y muerto en Sevilla en 1933, no dudó nunca en renunciar a su condición de abogado para dedicarse a la pintura. Después de recibir su primera formación viajó a París y Roma, permaneciendo en esta última ciudad hasta 1891. Desde esta última fecha vivió en Sevilla hasta el fin de sus días.
Las primeras pinturas de Andrés Parladé pertenecen al ámbito de los temas históricos y en él permaneció hasta su agotamiento en la última década del siglo XIX. Ciertamente, de haber insistido en esta trayectoria en años sucesivos, no hubiera llegado a nada absolutamente porque sus pinturas de historia son hueras y declamatorias. Sin embargo, cansado de la historia, pasó a la realidad y en ella encontró la figura humana como punto de partida y posteriormente en el tema de la caza un filón inagotable que recreó de forma excepcional, puesto que de este deporte fue un gran aficionado y conocedor. En la caza Andrés Parladé encontró a uno de sus protagonistas fundamentales: los perros. Con el tema citado trabajó incansablemente realizando magníficas versiones que le acreditan como uno de los mejores pintores de canes en su momento no sólo en Sevilla sino en toda España. Todas las razas de perros fueron tratadas por sus pinceles y en ellas captó todas las facultades de estos animales con excepcional intuición. Otro tema que pintó también Parladé, con gran originalidad por ser igualmente aficionado, es el taurino del cual realizó espléndidas versiones.
El interés que guarda la obra de Parladé en el Museo radica en que su mayor parte procede de su propia colección, guardada por él mismo a lo largo de su vida y que a su fallecimiento sus herederos tuvieron la generosidad de donar a esta institución.
Por ello todas estas obras son de muy buena calidad técnica y están vinculadas a su propio gusto coleccionista. En ellas figura un buen grupo de retratos, entre los que llama la atención el suyo propio con atavíos de cazador y en edad madura, puesto que está fechado en 1907 cuando tenía cuarenta y ocho años de edad. Hay también dos magníficos retratos muy vinculados a la moderna historia sevillana; son los de Don Luis Montoto y Rautenstrauch y el de su hijo Santiago Montoto de Sedas.
Un grupo de pinturas con temas de perros y otros de toreros manifiestan de forma evidente la facilidad de pincel y la natural expresividad que consiguió plasmar en sus lienzos, rehuyendo los tópicos fáciles y el inútil virtuosismo que muchas veces se ha utilizado en el tratamiento de este tipo de escenas (Enrique Valdivieso González, Pintura, en Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Biografía de Andrés Parladé, autor de la obra reseñada;
Andrés Parladé y Heredia, III Conde de Aguiar. (Málaga, 1 de junio de 1859 – Sevilla, 8 de octubre de 1933). Pintor, político y arqueólogo.
Hijo de María de Heredia y Livermoore y Andrés Parladé y Sánchez de Quirós, II conde de Aguiar. Nacido pues en el seno de una familia noble y acaudalada. Realizó los primeros estudios de Pintura en su ciudad natal con el artista malagueño Moreno Carbonero y simultáneamente, a instancias de su familia, cursó estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla.
Decidido por la pintura, amplió estudios y experiencias artísticas en París y Roma, ciudad en la que fijó su residencia entre los años 1883 y 1891. Desde esta última fecha se afincó en Sevilla, ciudad donde desarrolló su actividad profesional hasta su muerte.
En su primera producción pictórica se mantuvo fiel al academicismo histórico dominante en Roma durante el último tercio del siglo XIX. De esta etapa es el afamado El compromiso de Caspe, conservado en la Capitanía General de Sevilla. Este cuadro fue premiado en la Exposición de Madrid de 1890 y obtuvo Medalla de Oro en la de Berlín del año siguiente.
Tras el abandono de la agotada temática historicista, se introdujo y evolucionó hacia la pintura de escenas costumbristas, tan usuales en la escuela española y especialmente en la sevillana. Gracias a su pincelada suelta, fluida y enérgica, consiguió el reconocimiento y aceptación de la crítica, llegando a ser nombrado académico de la Real Academia de Bellas Artes en 1902.
Fue proclamado senador por la provincia de Sevilla, certificando su juramento el 22 de marzo de 1909.
Su implicación artística, su título nobiliario y sus relaciones en el mundo de la política local le llevaron a ser nombrado, en el año 1919 por la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, delegado director de las excavaciones del anfiteatro de Itálica. Sucedía en la responsabilidad a Demetrio de los Ríos Serrano y a su sobrino Rodrigo Amador de los Ríos de Villalta, y hasta su muerte en 1933 centró su actividad arqueológica en el Anfiteatro y posteriormente en la excavación de casas. A través de las publicaciones de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades se conocen sus campañas de excavaciones y los medios empleados. Partiendo del trabajo de sus predecesores y del reconocimiento de las limitaciones presupuestarias, su objetivo fue excavar un cuadrante del monumento (nordeste), que reflejase la simetría del edificio.
Entre los años 1920 y 1926, sin interrupción, centró sus trabajos en el Anfiteatro excavando sus dos fachadas (este y oeste), la fossa bestiaria y sus conexiones externas, la avenida triunfal y el Nemeseion. A partir del año 1926 centró los esfuerzos en excavar los mosaicos de “la Pompeya española”, como incentivo turístico para la Exposición Ibero-Americana que se celebraría en Sevilla en 1929. Desde esa fecha hasta su última campaña, un año antes de su muerte, se preocupó por ofrecer una visión urbana de la ciudad.
Abandonando al Anfiteatro como objetivo, excavó calles y mosaicos, preocupándose de mantenerlos, conservarlos y restaurarlos en su contexto natural: las casas. Excavó en el collegium de la Exedra y en las casas del Emparrado, de Hylas, de Patio Rodio, de los Pájaros y Neptuno; en estas cuatro últimas ya había efectuado excavaciones con anterioridad Demetrio de los Ríos (1872-1874).
A su muerte, la Comisión Provincial de Monumentos de Sevilla designó responsable de Itálica a Juan de Mata Carriazo. Habiendo muerto Parladé sin descendencia, su viuda, María Candelaria de Alvear y Gómez de las Cortinas, tuvo el generoso gesto de donar en 1944 un importante número de obras del pintor al Museo de Bellas Artes de Sevilla (José Manuel Rodríguez Hidalgo, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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