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miércoles, 21 de octubre de 2020

El Pabellón Domecq, de Aurelio Gómez Millán, para la Exposición Iberoamericana de 1929, en el Parque de María Luisa

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Pabellón Domecq, de Aurelio Gómez Millán, para la Exposición Iberoamericana de 1929, en el Parque de María Luisa, de Sevilla.
   Hoy, 21 de octubre, es el aniversario de la inauguración (21 de octubre de 1929) del Pabellón Domecq para la Exposición Iberoamericana de 1929, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Pabellón Domecq, de Aurelio Gómez Millán, para la Exposición Iberoamericana de 1929, en el Parque de María Luisa, de Sevilla.
   El Pabellón Domecq (nº 12 en el plano oficial del Parque de María Luisa; y nº 31 en el plano oficial de la Exposición Iberoamericana de 1929) se encuentra en el Parque de María Luisa (nº 64 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla), en el Barrio de El Prado - Parque de María Luisa del Distrito Sur, y se sitúa en la avenida de Don Pelayo, 1.
   La Exposición Iberoamericana de 1.929 supone la transformación urbana más importante de la ciudad en época contemporánea hasta 1992. El recinto se desarrolla en un entorno ajardinado en el que se disponen arquitecturas singulares que lo monumentalizan: apoyado en el curso del río y en edificios existentes de la importancia de la Fábrica de Tabacos o del Palacio de San Telmo, da forma al deseo de crecimiento hacia el sur que la ciudad ya había manifestado en proyectos como el trazado del Salón de Cristina o El Jardín de las Delicias de Arjona.
   El escenario fundamental es el del sector segregado de los jardines del Palacio de los Montpensier y que constituyeron el Parque de María Luisa en honor de la cesión por la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, duquesa Viuda de Montpensier, prolongado en el Jardín de las Delicias y a lo largo de la Avenida Reina Victoria (hoy Paseo de las Delicias y de la Palmera) hasta el Sector Sur. Otros edificios dispersos se situaron en los jardines de San Telmo o, en el caso singular del Gran Hotel "Hotel Alfonso XIII- en el Jardín de Eslava.
   El trazado inicial surge como consecuencia del concurso de anteproyectos celebrado en 1911 y del que se eligió la propuesta de trazado unitario presentada por el arquitecto Aníbal González y que, en los que le siguieron (1913, 1924, 1925 y 1928), se fue desfigurando en aras de una implantación dispersa con la intervención de un número más amplio de profesionales. El arquitecto dimitió falleciendo poco antes de inaugurarse el certamen.
   Es uno de los pabellones de las empresas que participaron en el certamen de la Exposición Iberoamericana de 1929, que sin duda alcanzó mayor éxito por la aproximación de su modelo arquitectónico a otros recintos que se levantaron en sus proximidades, como el Pabellón Real, o la propia Plaza de España. Se ha apuntado la inspiración de la planta en un pabellón anterior de la Exposición de Artes Decorativas de París, expresado en una imagen plena de regionalismo en su lenguaje, con un magnífico trato del ladrillo visto, especialmente en el trazo de los arcos de planta curva que presentan las galerías laterales, con dovelas cortadas en doble cuña. Actualmente conservado por las Juventudes Musicales de Sevilla, tras ser sede también del Instituto de Meteorología.
   El actual PGOU le otorga un Grado de Protección C, estando incluido en su Catálogo Complementario CC.S26.14, y en el sector BIC Recinto de la Exposición Iberoamericana y en el BIC Parque de María Luisa (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía). 
   El Pabellón Domecq es el único netamente comercial  que se conserva de los construidos para la Exposición Iberoamericana. Juan Pedro Domecq, encargó directamente al arquitecto Aurelio Gómez Millán la realización del edificio entregándole 250.000 pts. para su ejecución. Las obras ya se encontraban iniciadas en mayo de 1928, concluyéndose en el verano de 1929.
   A pesar de no ser un edifico de grandes dimensiones, es un alarde de construcción, con unas características similares al Pabellón Real pero de tamaño más reducido, y que en definitiva “es una de esas obras que realmente dan fama merecida a su arquitecto”.
   “La planta sigue el diseño visto por el arquitecto en la Exposición parisina de Artes Decorativas, consistente en un cuerpo central de ocho lados, ampliado en la planta baja por los cuatro lados de mayor anchura, creando otros tantos brazos que van unidos por medio de arquerías curvas”.
   Con una superficie de casi 400 m2, el edificio básicamente se compone de tres alturas, semisótano, baja y alta; su planta se organiza por medio de cuatro cuerpos formando una cruz griega, dentro de la cual en su centro se inscribe un octógono irregular, éste se eleva sobre el resto del edificio formando la planta superior. Los espacios formados por los brazos de la cruz, se unen por un deambulatorio exterior en forma de claustro de triple arquería curva. El cuerpo delantero sirve de vestíbulo de entrada, mientras que el situado en el eje opuesto, se instala la escalera que accede al piso superior.
   La composición de cuidado diseño en los detalles constructivos, guarda gran semejanza con el Pabellón Real, como se ha dicho antes, y su apariencia ecléctica es el resultado de una sabia mezcla de elementos de diferentes estilos, como el gótico en la crestería del segundo cuerpo (hoy desaparecida) así como la venera que remata el escudo de la fachada, ó el manierismo de la galería abierta con sus bellas arcadas, y el barroco de la monumentalidad del acceso.
   Al pabellón se accede tras subir la amplia grada en forma de U, previamente podemos disfrutar de una magnífica fachada, con una cuidada y severa ornamentación, llamando poderosamente la atención el tratamiento del ladrillo visto tallado con un cuidado diseño. El alzado netamente regionalista evidencia el gran oficio de los artesanos del momento, con los arcos de planta curva de las galerías laterales, cuyas dovelas fueron cortadas en doble cuña.
   El escudo de Real, con las armas de Alfonso XIII en ático de la fachada bajo una venera, fue realizado en la fábrica J.F. Martínez de Triana, y pintado por C.D. Sala.
   El pórtico a manera de arco triunfal, se abre mediante arco rebajado entre dos parejas de pilastras corintias de ladrillo tallado. Las fachadas de los dos cuerpos laterales, se resuelve mediante un arco de medio punto que encierra una vidriera enmarcada por parejas de pilastras corintias, la fachada trasera es de ladrillo liso sin hueco, en el que se encuentra instalado el escudo de la familia Domecq en cerámica vidriada de colores. En la planta alta se pueden observar panelas con motivos florales de ladrillo tallados.
   Los arcos de las galerías laterales de medio punto se apoyan en columnas de mármol blanco, sobre balaustrada de barro con motivo vegetal. Las puertas de acceso a los salones desde la galería, se enmarcan con molduras rectas y frontón de ladrillo tallado.
   El vestíbulo se decora con unos magníficos zócalos cerámicos de la fábrica trianera de Ntra. Sra. de las Nieves, pintados por Francisco Hohenleiter de Castro, en los cuales se representan escenas agrícolas y ganaderas como: la vendimia, la siega, la caza de la liebre, el arado del campo, la monta de caballos y el abrevadero del ganado.
   Las escenas centrales están pintadas con técnica colorista sobre un fondo blanco con hojarasca en azul cobalto, enmarcado todo ello por amplias cenefas con motivos frutales sobre fondo amarillo.
   También es digno de reseñar, el artesonado original que se conserva en este espacio, que era igual al de las galerías exteriores, y el enmarcado de las puertas de acceso al salón central y a las galerías exteriores laterales, con ladrillos tallados de forma magistral.
   Ya en el interior del edificio, al fondo del salón central, se encuentra la escalera que accede al piso alto, esta diseñada para dar grandiosidad al edificio. Se trata de una escalera de doble tramo, siendo el primero de ellos inscrito en un óvalo, no hay en el una sola línea recta, sino una sabia combinación de formas cóncavas y convexas. Según Amparo Graciani, esta composición podría recordar ciertos recursos escenográficos como el empleado por Miguel Ángel en la escalera de la Biblioteca Laurenciana de Florencia. 
   En la planta superior, se instaló el Salón de Honor de carácter protocolario, decorado con excelente gusto, con acceso directo a la terraza. Este salón de forma octogonal como el central de la planta baja, en sus cuatro lados de mayor longitud se instalaron vidrieras con el escudo de la familia Domecq, de la afamada casa Haumejean, conservándose en la actualidad solo la que da frente a la fachada principal, consistente en un sable terciado con guantes en los ángulos opuestos, coronado de yelmo y lambrequines. En los lados menores, se sitúan las puertas que acceden a la terraza, sobre las cuales se hallan cuatro pequeños paneles pintados al fresco también por Hohenleiter.
   En ellos se representan escenas nobiliarias, que se desarrollan en una casa o palacio en el campo, con una bucólica y frondosa vegetación. En la primera escena, un joven noble saluda con el sombrero a una muchacha que le sale al encuentro bajando las escalinatas de una mansión. La siguiente es el momento en que la muchacha llega a los pies de la escalera y saluda al joven, ante la mirada de un grupo nobles al fondo. En la tercera, bajo un árbol, el joven del sombrero corteja a la muchacha. Y en la última escena el joven habla animadamente con dos muchachas junto a una fuente, mientras al fondo una pareja sentada se cortejan.
   La planta baja sirvió para la exposición de los productos de la firma, adecuándose perfectamente la distribución del edificio a los fines expositivos del mismo, por la fácil circulación interior.
   Entre los productos mostrados, se aprovechó el evento para promocionar un vino creado en 1892, con motivo del 400 aniversario del Descubrimiento de América, de nombre “La Raza”, bautizado así como reconocimiento a la riqueza cultural del mestizaje de razas tras dicho descubrimiento. El 12 octubre (día de la Hispanidad) de 1929 fue la fecha elegida para la presentación del producto, incluso antes de la inauguración oficial del pabellón. También se exhibían barriles de brandy Fundador con las firmas de los reyes en recuerdo de una visita a esas bodegas, y en vitrinas otros famosos brandis como Carlos I y III.
   El pabellón fue inaugurado por los Reyes y el general Primo de Rivera el 21 de octubre de 1929, cuando ya había empezado la Muestra.
   Según las crónicas de la época, “Los reyes empezaron su visita por las dependencias de la planta de honor, deteniéndose antes las vitrinas en que se exponen las botellas napoleónicas y las cajas consignadas a los numerosísimos representantes que la casa tiene en toda América.
   De allí pasaron a otra sala de exposición en la que aparecen los facsímiles de las botas que firmaron el rey don Alfonso en el año 1904, y la reina doña Victoria en 1915, artísticamente protegidas con detalles de excelente gusto.
   Aparte contemplando don Alfonso los envases de los coñacs Carlos I y III recordó complacido que los había degustado en la propia destilería de la casa Domecq e hizo de ellos cumplidos elogios.
   Subieron luego a la planta principal, en cuyo salón central, decorado con excelente gusto, que da acceso a una magnífica terraza habíase instalado el buffet.”
   Una vez concluida la Exposición, el edificio continuó algunos años siendo ocupado por la Casa Domecq, aunque desconocemos que tipo de utilidad se le dio, debió ser de forma esporádica, ya que los importes de las facturas por consumo eléctrico eran muy pequeños. Al parecer en 1935 el edificio pasó a poder del Ayuntamiento, aunque desconocemos la fecha exacta y el modo en que se produjo la cesión.
   Durante la Guerra Civil, estuvo ubicado en el pabellón el Servicio de Propaganda, donde prestaban su colaboración personas relevantes de la cultura huidos de Madrid, escritores como Marquina o Eugenio d'Ors, poetas como Ridruejo, Diez Crespo o Vivancos, y pintores como Caballero, Escassi y Summers.
   Finalizada la contienda  nacional, fue utilizado por Falange Española Tradicionalista y de las JONS, así como por la Sección Femenina de esta organización como centro de formación para sus cuadros de mando provinciales. Durante la Segunda Guerra Mundial se le adosó una dependencia, en la parte trasera de la azotea, con exterior en ladrillo visto que funcionó durante la guerra como emisora de radio alemana.
   A finales de 1956, el Ayuntamiento autorizó la cesión del Pabellón Domecq al Servicio Nacional de Meteorología, para la instalación de una estación meteorológica, que daría lugar al traslado a este edificio de su Jefatura regional, permaneciendo en él durante más de cuarenta años.
   Durante todo este tiempo, el edifico ha sufrido algunas alteraciones para adaptarlo a los nuevos usos, y con el aumento del personal y equipos de meteorología, se hizo necesaria una intervención más compleja realizada en 1981, consistente en bajar la altura de los techos, acondicionar la planta semisótano, baja y alta para oficinas, así como el cerramiento de las cuatro galerías exteriores, a fin de conseguir más espacio útil. Quizás esta sea la actuación que más ha modificado el aspecto exterior del pabellón, perdiéndose la posibilidad de disfrutar de las bellas columnas exentas de las galerías y las portadas de las puertas de acceso a las salas.
   Pero los nuevos tiempos y el aumento de la plantilla de personal e instrumentos necesarios para prestar los servicios que la sociedad demandaba, hicieron que fuera imposible continuar en un espacio tan pequeño. Por lo que entre 1996 y 1997, se produce el traslado del Centro Meteorológico Territorial de Andalucía Occidental a sus actuales instalaciones en la Cartuja, aunque mantuvo el taller de mantenimiento de equipos en el antiguo pabellón prácticamente hasta el año 1998, en que lo ocupó la Asociación Juventudes Musicales de Sevilla, gracias a la intervención del tristemente asesinado concejal Alberto Jiménez Becerril.
   En este edificio se encuentran tanto las oficinas administrativas como el salón de conciertos donde se ofrece parte de la programación musical de esta Asociación, y cuyas butacas proceden del Teatro Lope de Vega. 
   Como anécdota hemos de decir, que el edifico estuvo a punto de convertirse en capilla para alojar a la entonces recién fundada Hermandad de la Paz.
   El autor del edificio, fue considerado heredero directo del entonces desaparecido Aníbal González, destacando de esta obra el afiligranado del ladrillo tallado, siendo uno de los pabellones comerciales que se construyeron más destacados, por ello se le concedió un Diploma de Honor, en reconocimiento por la extraordinaria valía del edificio.
   Hoy día podemos disfrutar de este magnífico pabellón, algo mutilado por la falta de la hermosa crestería superior que le daba mayor realce al conjunto, y por culpa del cerramiento instalado en las galerías curvas, que nos impide la visión de las arcadas de esta preciosa zona. Tomando las propias palabras de su autor “es la obra de ladrillo de mayor interés de Sevilla”.
   Aunque el estado en general del edificio se puede considerar bueno, se aprecian faltas de mantenimiento más profunda, que quizás por lo exiguo del presupuesto de la Asociación, no hayan podido ser atendido. Principalmente estas actuaciones se centrarían en la impermeabilización de la planta superior, que está ocasionando considerables humedades en los paramentos de esta sala, y que podría acarrear a corto plazo la pérdida de los frescos de Hohenleiter.
   Otros puntos que merecen una atención especial, sería la fachada trasera y laterales, por la acumulación de excrementos de aves y residuos vegetales de la masa arbórea que rodea al edificio, que podrían ocasionar el deterioro de zonas de ladrillo visto (María del Valle Gómez de Terreros Guardiola, Aurelio Gómez Millán, Arquitecto. 1988).
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