Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Santa Columba", de Francisco Miguel Ximénez, en la Iglesia del Convento de San Clemente, de Sevilla.
Hoy, 17 de septiembre, en Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, Santa Columba, virgen y mártir, que en la persecución desencadenada por los musulmanes confesó espontáneamente su fe ante el juez y demás magistrados, por lo que fue decapitada frente a las puertas del palacio (853) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la pintura "Santa Columba", de Francisco Miguel Ximénez, en la Iglesia del Convento de San Clemente, de Sevilla.
El Convento de San Clemente [nº 55 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 66 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Reposo, 9; en el Barrio de San Lorenzo, del Distrito Casco Antiguo.
Esta pintura mural al seco que encontramos en la Iglesia del Convento de San Clemente fue realizada en estilo rococó en 1770 por Francisco Miguel Ximénez. Representa a Santa Columba, que viste hábito negro benedictino y arrodillada adopta una gesticulante actitud para recibir el ramo de azucenas de su virginidad y la corona, la palma y la espada ensangrentada de su martirio, que le traen los angelitos.
Santa Columba menospreció el matrimonio que deseaba su familia, ingresó de monja en el monasterio benedictino de Tábanos en Córdoba, regido por su hermana la abadesa Isabel. Los musulmanes invadieron el monasterio en el año 853 y la degollaron junto con otras monjas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
De este monasterio cisterciense fundado por Alfonso X El Sabio se sabe que estaba construyéndose en 1255 y que se había concluido en 1260. En él se instaló una comunidad de monjas que procedían de la casa madre de las Huelgas Reales de Burgos. En el proceso de su fundación participó intensamente el obispo de Sevilla, don Remondo de Lozana, quien probablemente fue la persona que señaló que el convento estuviese bajo la advocación de San Clemente, pues fue en el día de su festividad cuando se conquistó la ciudad. Posteriormente, en 1284, el Rey Alfonso X El Sabio, a instancias del Obispo Don Remondo, otorgó grandes privilegios al convento, puesto que en él profesaba una de sus hijas, doña Berenguela. Estos privilegios fueron confirmados posteriormente por Sancho IV, Fernando IV y Alfonso XI. En el siglo XV los Reyes Católicos renovaron, de nuevo, los privilegios de la comunidad, los cuales siguieron vigentes hasta el reinado de Carlos III en el siglo XVIII, ya que en 1770 patrocinó amplias reformas en el convento, sufragando, entre otros, el programa pictórico que cubre los muros del templo.
La nave de la iglesia presenta un excepcional repertorio de elementos constructivos, puesto que está cubierta con un espléndido artesonado mudéjar de mediados del siglo XVII, cuyos zócalos llevan recubrimientos de magníficos azulejos que se han puesto en relación con el ceramista Roque Hernández.
Hacia 1770, con recursos aportados por Carlos III, la comunidad de monjas cistercienses debió de contactar con el pintor sevillano Francisco Miguel Ximénez para que decorase los muros laterales de la nave. Esta realización artística había sido atribuida con anterioridad a Lucas Valdés, aunque puede comprobarse, tanto en el dibujo de las figuras, como en las orlas y molduras que las envuelven, que aparece claramente la impronta del estilo rococó.
El actual conocimiento de la obra de Ximénez nos permite atribuirle esta decoración mural de la nave, en la cual se formula un homenaje de triunfo y gloria a la historia de las órdenes benedictina y cisterciense, representando allí a todos sus santos, a los que se añade la presencia de las principales figuras del santoral sevillano.
En el muro izquierdo, y comenzando su recorrido siguiendo la disposición tradicional de izquierda a derecha, encontramos, en primer lugar, un grupo de tres santas formado por Santa Umbelina, Santa Columba y Santa Franca. En un medallón irregular de perfil rococó figura San Isidoro en la escena en la que se le aparece a San Fernando, durante el proceso de reconquista de la ciudad de Sevilla. Encima, aparece otro medallón con la imagen de San Alberico en el momento de recibir un hábito blanco de manos de la Virgen. Después, encontramos a Santa Cunegunda y Santa Matilde seguidas de otro medallón donde vemos a San Ildefonso, arzobispo de Toledo, en el acto de recibir la casulla que le entregó la Virgen; la presencia de este santo dentro de la iconografía de la orden se debe a que en su juventud, en Toledo, patrocinó la construcción de un templo de monjas benedictinas. En lo alto, observamos otro medallón oval donde se representa a San Esteban Harding, tercer abad del Císter en el episodio milagroso en que la Virgen le entrega un cíngulo como emblema de castidad. El recorrido pictórico mural de esta nave izquierda culmina con las figuras de Santa Gertrudis La Menor, flanqueada por Santa Juliana y Santa Aleyda.
En el muro derecho la decoración pictórica prosigue con la descripción de las principales devociones benedictinas y cistercienses y, por ello, en primer lugar se representa a Santa Edeltrudis y a Santa Edita, a los lados de Santa Lutgarda. En un medallón de la parte inferior aparece San Anselmo, obispo de Canterbury y, en otro que figura en la parte superior vemos a San Plácido en la escena de su martirio. En el centro de este muro derecho se representa a Santa Isabel de Esconauguía y a Santa Hildegarda; ambas flanquean a una Santa cuyo título está barrido y no se puede identificar. En otro medallón aparece, seguidamente, San Leandro, sobre el cual figura otro con la representación de San Mauro en el momento de salvar a su compañero, San Plácido, de perecer ahogado en el lago Subiaco. En el último tramo pictórico de este muro derecho está Santa Florentina, hermana de San Isidoro y San Leandro, y Santa Escolástica, figurando en el centro Santa Eduvigis (Enrique Valdivieso González, en Pintura Mural del Siglo XVIII en Sevilla. Fundación Sevillana Endesa. Sevilla, 2016).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto, e Iconografía de Santa Columba, virgen y mártir;
El nombre de pila y sustantivo Colombe (cast.: Paloma) en Francia sirve para el culto del Espíritu Santo. Numerosas abadías estaban puestas bajo la advocación de la Sainte Colombe (Santa Paloma. En castellano, las santas que tuvieron como nombre de pila el francés Colombe se tradujeron Columba, y también Coloma y Comba) (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Santa Columba (Córdoba, p. m. s. IX – 7 de noviembre de 853). Mártir y santa.
Pertenecía a una noble familia cordobesa que deseaba para ella un ventajoso matrimonio. Sin embargo, Columba se sintió atraída por el estado de la virginidad, estimulada por el ejemplo de su hermana Isabel, quien mantenía perfecta continencia junto a su marido, Jeremías. Al morir repentinamente la madre, Columba se retiró al monasterio tabanense, un cenobio dúplice fundado por su hermana, donde también vivieron Jeremías y Martín, hermano de Isabel y Columba.
Allí se dedicó al estudio de la Biblia, llevando una vida austera y retirada, pues incluso solicitó y obtuvo una celda apartada del resto de las monjas. Enterada de la persecución desatada contra los cristianos, salió del monasterio y se presentó voluntariamente en casa del cadí, donde confesó su fe cristiana y arremetió contra las doctrinas coránicas. Irritado el cadí y sus acompañantes por su insolencia, fue degollada a las puertas del alcázar y su cuerpo arrojado inmediatamente al Guadalquivir. Unos monjes pudieron recuperar su cuerpo y lo enterraron en la basílica de Santa Eulalia de Fragellos. Los cristianos cordobeses celebraban su fiesta el 31 de diciembre, por confusión con otra santa del mismo nombre, Columba de Sens (Miguel C. Vivancos Gómez, OSB, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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