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martes, 3 de septiembre de 2024

Los principales monumentos (Iglesia de Nuestra Señora del Socorro, Cementerio monumental de San Sebastián, Museo-Taller Municipal de Cerámica, Peñas de Cabrera, y Torre Zambra) de la localidad de Casabermeja, en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Nuestra Señora del Socorro, Cementerio monumental de San Sebastián, Museo-Taller Municipal de Cerámica, Peñas de Cabrera, y Torre Zambra) de la localidad de Casabermeja, en la provincia de Málaga.
Datos geográficos
     Comarca de Antequera
     Superficie: 67 km2
     Altitud: 547 m
     Latitud: 36º 53'  -  Longitud: -4º 25'
     Distancia a Málaga capital: 23'9 km
Datos demográficos
     Población: 3.910
     Gentilicio: Bermejos
Ayuntamiento
     c/ Llanete de Abajo, 2, 29160
     952758275 - 952758009     www.casabermeja.es
     El municipio de Casabermeja se extiende desde los Montes de Málaga hasta el sur de las sierras del Torcal y de las Cabras. Es la principal puerta de entrada a la comarca de Antequera desde la capital de la Costa del Sol y un lugar idóneo para practicar senderismo y actividades al aire libre.
     Este pueblo del interior de Málaga cuenta con tres enclaves declarados Bien de Interés Cultural. Su cementerio, que ha inspirado a lo largo de la historia curiosos mitos, es uno de ellos. Por su enorme singularidad, es una de las visitas obligadas en Casabermeja.
     En Casabermeja no puedes perderte sus monumentos: 
     El monumento más notable de Casabermeja es la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Socorro. Fundada en el siglo XVI, aunque posteriormente reformada, consta de tres naves separadas por arcos de medio punto. Del exterior destaca su torre de cinco cuerpos. El templo, declarado Bien de Interés Cultural, guarda valiosas y antiguas piezas de orfebrería.
     Pero si por algo es conocida Casabermeja es por el Cementerio Municipal de San Sebastián. La originalidad de sus panteones, túmulos y pináculos propició que en 1980 fuera declarado Monumento Nacional. Sus nichos encalados tienen tres partes: una inferior para el difunto, una central para la lápida y una superior a modo de frontal decorativo. Esta peculiar estructura hizo creer a muchos forasteros que en este pueblo se entierran a los muertos de pie. No es así.
     De entre los vestigios arqueológicos localizados en el municipio de Casabermeja, destaca el conjunto pictórico de Peñas de Cabrera. Este yacimiento prehistórico, muestra del arte rupestre, está catalogado como Bien de Interés Cultural.
     Herencia del pasado árabe de Casabermeja es la Torre Zambra. Situada a cuatro kilómetros del casco urbano, fue construida en el siglo XIII para vigilar las tierras que hoy ocupa el municipio. Merece también una visita el Museo-Taller de Cerámica de Casabermeja, concebido como espacio expositivo y de estudio (Diputación Provincial de Málaga).
      Esta población, situada a 18 Km. de Málaga, se levanta en el curso medio del Guadalmedina, que recorre su término, junto con el río Cauche. En la zona existió un asentamiento musulmán, ya desaparecido cuando la conquista, pues fue fundada por los Reyes Católicos en 1487 y confirmados sus privilegios por Dª Juana y el emperador Carlos, quien en 1550 le otorgó carta de vecindad, concediendo a sesenta vecinos la merced de establecerse alrededor de la iglesia, que se construía entonces.
     Emplazada en una ladera, su urbanismo es de empinadas calles que se adaptan a su naturaleza montañosa, destacando la iglesia y algunas casas blasonadas.
     Es pieza notable su cementerio de San Sebastián, para el que fue incoado expediente de declaración de Bien de Interés Cultural en 1980. Está constituido por panteones y especialmente nichos con bovedillas de medio punto rematadas por agudos gabletes que se desarrollan en altura, ofreciendo una especial configuración y se ha convertido en imagen característica de esta villa.
     La Torre Zambra, es un resto fortificado de interés, obra del s. XIII, que defendía a la población desde atrás (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo I. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     Pequeña localidad situada en la cima de un barranco por el que corre el río Guadal­medina, en un paisaje abrupto de pitas y de chumberas.
Historia y visita
     Fundada por los Reyes Católicos, los restos de una torre a la que llaman Zambra, en la cumbre del cerro, y los de una muralla, junto al río, dan fe de una Casabermeja anterior, de la que aparte de estos indicios no ha que­ dado noticia alguna. La ciudad trepa por la falda del monte adaptándose a la configuración del terreno. La iglesia parroquial, localizada en la mitad de la pendiente, posee una torre de base cuadrada, de seis cuerpos, rematada en un pi­náculo piramidal. Pero el mayor atractivo de la población es el cementerio*. Como en la antigua cultura egipcia, los habitantes de la ciudad parecen vivir exclusivamente para él. No demasiado grande, con caminillos que suben y bajan siguiendo las ondulaciones del terreno, cada una de sus tumbas es un precioso mausoleo construido con vocación artística y cuidado como el salón de la mejor vivienda.
Fiestas y tradiciones
     El 20 de enero, día del patrono, San Sebastián, los vecinos salen al campo para atar la cola del diablo, ceremonia que consiste en atar, sin arrancarlos, dos manojos de trigo, conjurando a las fuerzas de la naturaleza para que no sean perjudiciales a la agricultura. Entre el 10 y el 12 de agosto celebra feria, con un importante festival de cante flamenco (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Iglesia de Nuestra Señora del Socorro
     La iglesia parroquial data del siglo XVI, y ya existía cuando Carlos V confirmó la carta funda­cional dada por los Reyes Católicos. Sin embar­go sucesivas reformas, realizadas especialmente en el siglo XVIII, le impusieron el carácter monumental que hoy tiene. Inicialmente tenía una sola nave y aunque se solicitó la ampliación desde los años veinte del s. XVIII, debió realizar­se sólo la nave de crucero, y no fue hasta 1795 cuando se emprendió la gran ampliación, construyéndose también los camarines de la nave de la Epístola y la torre.
     La iglesia cuenta con tres naves, separadas por pilares rectangulares que apean arcos de medio punto, cubierta la central con bóveda de medio cañón con fajones y lunetos, alzándose en el cru­cero una bóveda semiesférica sobre pechinas. A la capilla mayor se abre un camarín octogonal, quedando la cabecera unida a la torre. En el lado izquierdo del crucero el camarín dedicado al Santísimo es octogonal con adornos de yesería y pinturas murales. Enfrente, el del Nazareno, es lobulado, separados los lados curvos por pi­lastras con capiteles de placas. En la nave de la Epístola se abren los camarines, más tardíos, de la Virgen de los Dolores, circular, con pilastras corintias cajeadas flanqueando claraboyas ova­les rodeadas de guirnaldas de yesería, y el de la Piedad, más pequeño, similar al anterior aunque con mayor ornato.
     En el exterior, de mampostería encalada con hiladas y cadenas de ladrillo, destaca la amplia fachada principal en la que se abre la portada de piedra, de un frío clasicismo, con arco de medio punto y sencillas bolas de piedra como remate. El rasgo más notable del exterior es la torre, de ladrillo, que se adosa a la cabecera. Tiene cinco pisos, cuadrado el inferior y con esquinas achaflanadas los superiores, utilizando como ornato pilastras cajeadas o bandas rehundidas; la remata un esbelto chapitel de placas.
     La parroquia fue restaurada en 1863 con proyecto de Rivera Valentín, y nuevamente en la década de 1990.
     En su interior destaca la capilla sacramental, en el brazo del crucero, donde se encuentra un buen retablo del siglo XVIII, de orden compuesto y muy dinámico, que antes ocupaba al altar mayor; dorado recientemente, fue intervenido por Pérez Hidalgo hacia 1992 para adaptarlo, sin desvirtuar su estructura, a la embocadura del camarín.
     El retablo del altar mayor procede de la iglesia de San Isidoro de Sevilla (capilla de la Virgen de la Salud) por acuerdo de los vicarios de ambas diócesis. Obra de calidad, del s. XVIII y orden corintio, realizado en madera policromada, cuenta con dos magníficas esculturas de San Joaquín y Santa Ana, flanqueando la embocadura del camarín donde se encuentra una imagen moderna de la Virgen del Socorro; en el cuerpo supe­rior la hornacina central se flanquea por grandes vo­lutas y se da soporte a las imágenes de Santo Tomás de Aquino, San Francisco Javier y San Pablo Miki. También se encuentra en el presbiterio un lienzo del s. XVIII que representa a Jesús atado a la columna.
     En el testero de la nave de la Epístola hay un pequeño retablo de talla policromada con rocallas, del siglo XVII, que alberga una fina imagen en terracota policromada de San Sebastián, obra reciente realizada en el Puerto de Santa María.
     En el camarín que se abre al crucero se encuentra la imagen del Nazareno, obra de posguerra de taller valenciano, restaurado en el 2000 por Antonio García Herrero. La Dolorosa que ocupa el siguiente camarín es imagen de vestir, anónima del siglo XVIII. La imagen de la Piedad, sostiene un Cristo, también reciente. Sobre el muro un Crucificado de escuela sevillana.
     A los pies de esta nave se encuentra la Albacería del Santísimo donde se guarda un arma­rio del siglo XVIII, con forma de prisma, de 3,5 m. de alto, destinado a guardar las andas procesionales en las que se montaba la custodia en la Procesión del Corpus Christi. Del s. XVIII, este curioso mueble, que parece ser obra antequerana, conserva parte de su decoración de roleos y floreros y programa iconográfico, con representación de Tobías con el arcángel Rafael y una santa mártir, así como unas décimas y quintillas que parecen explicar el origen y finalidad del armario y la dedicación, fechada en 1750. Ha sido restaurado por «Quibla Restaura» en los últimos años del s. XX.
     Las andas, que alcanzaban una altura de 2,75 m., fueron realizadas en Málaga y, desaparecidas en la guerra civil, han sido reproducidas por Manuel Guzmán Bejarano a partir de una foto antigua. Sí se ha conservado la custodia de plata cincelada, con querubines y hojas de acanto en el nudo, obra del año 1672, una sencilla lámpara de plata, poco posterior, y una cruz parroquial de 1765 (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo I. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
      La Iglesia de Casabermeja se encuentra en situación exenta y salvando un importante desnivel de la topografía, lo cual acrecienta la presencia urbana de sus grandes volúmenes constructivos y su alta torre campanario.  Posee planta de cruz latina, con tres naves y otra de crucero cubierta con una cúpula. La nave central es de altura más elevada que las laterales, al igual que ocurre con la del crucero, emergiendo sobre todas ellas la cúpula. En la cabecera se adosa el volumen formado por la torre campanario, cubierta por tejado a cuatro aguas, lo mismo que la cúpula del crucero sobre la que hay una veleta en forma de cruz griega con cruceta circular calada y los extremos rematados en forma de tridente. 
     Junto a la citada cúpula se yuxtapone la sacristía, de altura muy similar a la del resto de la Iglesia. 
     A ambos extremos de la nave del crucero se abren sendos camarines, poco perceptibles al exterior por suponer prolongaciones de la misma. A la nave de la Epístola se adosan otros dos camarines, de los cuales, el más cercano al crucero, forma al exterior un cubo más sobresaliente que los anteriores. No obstante, es el contiguo el que posee un carácter más significativo, ya que supone un volumen octogonal, claramente independizado de la estructura del edificio.
     Los materiales empleados en la construcción de la Iglesia son fundamentalmente lienzos de mampostería estucada nivelados con filas horizontales de ladrillo cocido, que también constituyen los ángulos del edificio. En los tejados se emplean las castizas tejas curvas. El único elemento realizado en piedra es la sencilla portada, compuesta de un arco de medio punto sobre impostas resaltadas. Un portón de madera de nogal y un cancel cierran y protegen el acceso.
     En la fachada principal se acusa la organización interior. La mayor altura de la nave central, se evidencia en el emergente frontón, moldurado en ladrillo y en el que se abre una claraboya circular. En el remate del frontón hay una cruz de hierro forjado cuyos brazos terminan en flores de lis. En el paño existente entre el frontón y la portada, una ventana semicircular que ilumina el coro. Las naves laterales, más bajas y separadas de la central en la fachada por hileras de ladrillo, también tienen ventanas rectangulares que dan luz al baptisterio y a la Albacería.
     La torre, situada en la cabecera y realizada íntegra-mente en ladrillo, que se ofrece visto en su característico color bermejo, se compone de cinco cuerpos sobre impostas, cuadrado el de la base y con las esquinas matadas los restantes. El cuerpo central adorna sus chaflanes con ladrillos avitolados y el siguiente con pilastras cajeadas. Los huecos para las campanas (una fechada en 1861 y otra en 1915), se abren con arcos de medio punto y todo ello está cubierto por un chapitel muy apuntado de perfil quebrado.
     En el ángulo del crucero que da a la nave de la Epístola y en el exterior, a una altura considerable, se localiza una hornacina abierta con un arco de medio punto y cubierta con una bóveda semiesférica. Sobre esta hornacina se sitúa el entablamento y después un frontón curvo partido que la remata. En este oratorio público se ostenta la Virgen de las Angustias, obra de terracota policromada.
     También en la nave de la Epístola y aprovechando el desnivel existente, se abre una cripta, de planta cuadrangular y cubierta con una bóveda de medio cañón achaflanada con lunetos. Ésta se abre a la calle por una puerta y una ventana con sus correspondientes rejas, frente a ellas se disponen los nichos: diecisiete hileras de tres de altura, actualmente todos vacíos. En el interior de la iglesia, las tres naves se separan por austeros pilares cuadrangulares que sustentan arcos de medio punto. En los ángulos del crucero, despuntan sólidos pilares de orden toscano, cuyos capiteles forman un friso corrido con la línea del entablamento.  La nave central se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos y arcos fajones, mientras el crucero se remarca con una bóveda hemiesférica de ocho nervios levantada sobre pechinas. La sacristía es una estancia rectangular cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos y arcos fajones rematados en placas. Las puertas por la que se accede y las de la alacena en ella existente, son piezas de carpintería antigua que permanecen en la Iglesia.
     Sobre el primer tramo de la nave central se sitúa el coro, al que se accede desde la Albacería en la nave de la Epístola. En la nave del Evangelio está la Capilla Bautismal, con pila de piedra y mármol cuyo espacio se cierra con una reja. En el sotocoro, en la nave central al lado del Evangelio, hay una pila dieciochesca de agua bendita, de mármol blanco, y sujeta al muro con una pieza de perfil abalaustrado. El púlpito, de hierro fundido, se adosa al machón inmediato al crucero en el lado del Evangelio.
     La crítica especialista ha fijado la construcción de los dos camarines situados en los brazos del crucero en torno a 1723. El de la nave del Evangelio, correspondiente a la antigua Capilla Sacramental y actualmente dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, es, sin duda, el más suntuoso de los cuatro conservados aparte del más rico en contenidos emblemáticos e iconográficos. En el acceso se conserva una puerta tallada del siglo XVIII. De planta interior octogonal, los muros del camarín se dividen en paños separados por columnas adosadas de orden compuesto, elevadas sobre plintos. En tres de los lados aparecen medallones y óculos ovales enmarcados por una decoración vegetal de rocallas, penachos y flores. 
     Un entablamento denticulado con guirnaldas sostiene una bóveda octogonal aplastada, con sus correspondientes nervios decorados con jarras florales y guirnaldas de laurel que apuntan al florón de acantos de la clave, cuyos pétalos se rematan, a su vez, en pequeñas rosas.  Los plementos de la bóveda sirven de soporte material a un programa iconográfico de vertiente sacramental y mariana, integrado por distintos motivos escultóricos de yesería. En los segmentos laterales nudos vegetales de tallos de acanto delimitan sendas cartelas policromadas con fondo azul. En ellas aparece representado el pelícano, en alusión a los dos misterios encarnados por el Sacramento de la Eucaristía: el Sacrificio y la Resurrección, respectivamente. Los tres paños principales se reservan a una simbología mariológica. El central demuestra un ostentoso blasón de rebordes apergaminados, sustentado por una cabeza de querubín, circundado por guirnaldas de flores y rematado en una corona imperial. En su interior se ostenta el anagrama del Ave María. A ambos lados, se sitúan dos ángeles mancebos arrodillados en actitud adorante, portando símbolos de la Realeza y Triunfo de la Virgen: una vara de azucenas y rosas, y una hoja de palma, respectivamente. Sobre la claraboya frontal del camarín, se dispone un jeroglífico mariano compuesto por un pozo flanqueado por cuatro cedros, representativos de las invocaciones de la letanía y del Cantar de los Cantares: Puteus acquarum vivarum ("Pozo de aguas vivas") y Coedrus exaltata ("Alta como el cedro").
     En la embocadura del camarín se conserva un retablo dieciochesco de madera dorada y policromada de banco, un cuerpo y ático con un sagrario de bronce del taller de Félix Granda.
     El otro camarín del crucero, en la nave de la Epístola, es el de Jesús Nazareno. Como sucede con el antes comentado, su estructura consta de dos estancias con-tiguas, de las cuales una hace las veces de sacristía o ropero para el ajuar de la imagen. El camarín propiamente dicho es de planta lobulada, con plementos separados entre sí por pilastras con capitel de placas. El ritmo curvilíneo que sacude el movimiento de paños cóncavos y convexos se plasma en el contraste visual establecido entre las pequeñas oquedades ubicadas en cada uno de los ocho lóbulos y los fragmentos de estilóbato que sobresalen del muro. Un entablamento sencillo, con decoración pictórica de tallos de acanto, y un conjunto de curiosas trompas aveneradas dispuestas en los ángulos, sustentan una bóveda de gajos de la que arranca otra más pequeña, cruzada por ocho nervios. De este cupulín se desgrana una ornamentación pintada con sencillos motivos de margaritas.  
     Este camarín conserva, en relativo buen estado, la solería primitiva, compuesta de ladrillo rojo y pequeños azulejos cuadrangulares, de bicromía blanquiazul, dispuestos sobre el pavimento, según un esquema radial. Estilísticamente, se trata de piezas muy comunes en la arquitectura dieciochesca andaluza, poseyendo un gran sabor popular y una sugestiva fantasía compositiva. El camarín de la Virgen de los Dolores es uno de los construidos en la nave de la Epístola, ya ultimado el siglo XVIII, posiblemente en la década de 1790. Presenta planta circular con pilastras corintias cajeadas y adosadas al muro. En los paños intermedios se alternan claraboyas ovales rodeadas de festones y lazadas con paramentos lisos, decorados con guirnaldas de laurel sujetas por cintas. Un delgado friso, ornamentado con cintas y florones, marca la transición a un entablamento denticulado. Sobre él descansa una bóveda semiesférica, subdividida por ocho nervios rematados en capitel mensulado, los cuales se incrustan en un medallón festoneado por guirnaldas de helechos y laureles, dispuestas en forma estrellada.
     El contiguo camarín de la Piedad también adopta una planta centralizada. La superficie del muro se vertebra mediante pilastras cajeadas y adosadas de orden compuesto, con capiteles parcialmente dorados. Una serie de óculos abocinados circulares se alternan con paños completamente cegados. En estos últimos aparece una estilizada decoración de yeserías, a base de jarrones de los que nacen ramificaciones y penachos de acanto y guirnaldas de laurel y flores. Sobre un cornisamento denticulado descansa una bóveda semiesférica, compartimentada por ocho nervios cajeados que emergen de un medallón central, con jugosa decoración de acantos que derrama flores y hojas de helechos sobre los segmentos. Este camarín conserva el pavimento de azulejería original. El diseño describe una malla romboidal de reminiscencia mudejarizante. Distintos motivos florales y vegetales se intercalan con núcleos romboidales de reborde alabeado. Una brillante policromía de tonos verdes, blancos, azules, amarillos y anaranjados realzan la vistosidad del conjunto. Son también de interés las puertas de cuarterones y tallas conservadas en los accesos a este camarín y al de la Virgen de los Dolores.
     La iglesia parroquial se convierte en un espacio ritual en torno al Día de Difuntos. Durante los días previos a la celebración se deposita junto al altar mayor, una cesta con frutas y frutos secos propios de la temporada: castañas, nueces, membrillos, granadas, etc., que recuerda de manera simbólica el desaparecido ritual de "la ureña" que tenía lugar en la madrugada del día 1 al día 2 de noviembre. Dicho ritual consistía en que durante la mencionada noche, un grupo de jóvenes de la localidad que eran designados por el párroco, vestidos con los trajes de monaguillos, se dedicaban a pedir puerta por puerta el aguinaldo, que era recibido fundamentalmente en forma de comida, sobre todo frutas del tiempo como granadas, membrillos, etc. y frutos secos: castañas, pasas, higos, alguna torta de aceite, etc. 
     A cambio de los frutos conseguidos, los jóvenes pasaban toda la noche en vela en la torre de la iglesia haciendo sonar las campanas en señal de duelo por todos los difuntos, mientras daban buena cuenta de las viandas recogidas. 
     La autorización de repoblación de la zona a principios del siglo XVI, dio lugar a la construcción, en la primera mitad de ese siglo, de una iglesia dedicada a Nuestra Señora del Socorro, en torno a la cual se agrupó el caserío. En el siglo XVIII, el crecimiento de la población demandó la ampliación del inmueble que adquirió entonces lo fundamental de su configuración actual y la impronta barroca que conserva (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Es el monumento más importante de la localidad. Construido en la primera mitad del siglo dieciséis, el templo experimentó importantes modificaciones hacia la mitad del siglo dieciocho.
     Su interior está formado por tres amplias naves separadas con pilares y arcos de medio punto, con un camarín en la de la nave izquierda donde está la Virgen del Carmen y que merece la pena ser visitado por su magnífica decoración barroca. En la nave de la derecha está otro espacio similar para la imagen de Jesús Nazareno. En el exterior, divisándose desde cualquier punto del pueblo, está la gran torre cuadrangular de cinco cuerpos y cubierta de tejas árabes (Diputación Provincial de Málaga).

Cementerio monumental de San Sebastián
      Situado al este de la ciudad, junto a la autovía Sevilla- Málaga, ocupando un alto respecto a esta, ofrece una interesante visión.  Sin duda se trata de uno de los camposantos más originales de España, ya que en él se dan unas tipologías de enterramiento de características muy concretas y definidas. Su asentamiento se hace sobre un terreno bastante accidentado, lo que le da un cierto aspecto de pequeño pueblo encaramado para los muertos. 
     El cementerio de San Sebastián se ubica en la zona de la ermita de San Sebastián, al noroeste del casco urbano, lugar alejado de las áreas de cultivo, muy ventilado y con un entorno paisajístico privilegiado. Originariamente fue el lugar de enterramiento de las clases humildes, hasta el año 1805 en que se generalizó su uso. 
     Es la calle San Sebastián la que une la población de Casabermeja con el cementerio. Este se encuentra rodeado por una cerca construida, en su mayor parte, con un muro de poca altura, encalado, rematado con tejas árabes, y escalonado para adaptarse a la topografía del terreno. La portada, fruto de las intervenciones de rehabilitaciones recientes, se construye mediante un vano central de medio punto inserto en un rectángulo y frontón superior. Trasdosados a la portada se disponen dos cuerpos más bajos que conforman sendas loggias porticadas de tres vanos cada una que cierran un espacio central, de forma trapezoidal, denominado plaza de San Sebastián. Desde la entrada se accede a un espacio lineal pavimentado con cantos rodados que conduce hasta la ermita de San Sebastián. 
     La ermita es de una sola nave formada por tres bóvedas de arista apoyadas sobre pilastras. En el presbiterio se ubica el retablo de San Sebastián, compuesto de un cuerpo de una calle, con hornacina central que alberga la imagen titular, flanqueada con dobles pilastras y entablamento superior que da paso al ático. 
     El exterior presenta una portada construida con líneas muy simples, rematada con un frontón triangular con óculo central coronada por una espadaña, de un solo vano que alberga una campana. En el flanco noreste se adosa un cuerpo que alberga una sala de autopsias. 
     Los nichos fueron instalándose sin modelo prefijado, conformándose a lo largo del tiempo, y produciendo progresivas colmataciones del recinto, atendiendo básicamente a los condicionantes topográficos del terreno. En la zona oeste se disponen principalmente los nichos familiares más antiguos, que además se corresponden con los de mayor valor artístico. 
     Estos nichos presentan gran variedad de formas y tamaños. Son de planta rectangular, y se encuentran adosados unos a otros, cubiertos con bóvedas de cañón de altura variable. En la parte trasera no presentan decoración y en la zona frontal se disponen portadas de muy distintas características formales. Se estructuran con uno o dos cuerpos; la parte baja se corresponde con el espacio cubierto por la bóveda y lleva una puerta de acceso a la misma, tradicionalmente en forma de arco y protegida con una reja de hierro forjado por donde se introduce el féretro. El cuerpo alto se añade para realzar el conjunto y es el lugar donde se coloca la lápida protegida por una puerta de vidrio o barrotes, terminando dicho cuerpo en frontón triangular o curvo rematado con una cruz de hierro forjado. Las portadas se encuentran decoradas con todo tipo de elementos clásicos, como pilastras, molduras y frontones, siendo el acabado tradicional a base de enfoscado y pintura de cal blanca. 
     Al sur se encuentran, en una zona más baja separada por la propia topografía del terreno, los enterramientos a pie de tierra o tumbas tradicionales, señaladas generalmente por piedras blanqueadas y, ocasionalmente, por pequeños túmulos colocados sin guardar ningún orden ni alineación. En esta zona se han ido colocando modernamente nichos individuales sobrepuestos pegados a la tapia exterior aumentando considerablemente el grosor de la misma.
     En el pavimento de la mayor parte de las calles, remozadas recientemente, se pueden distinguir dos partes: La calzada pavimentada con cantos rodados y mortero de cemento y los acerados pavimentados con solería de barro y ladrillo que, adaptándose a la topografía, se escalonan formando una plataforma delante de los nichos.
     Desde el punto de vista etnológico, para los bermejos el cementerio es mucho más que un camposanto al uso, tienen con él una vinculación especial, es lugar de reunión y encuentro, por ser donde descansan sus seres queridos, con los que llegan a tener una relación casi cotidiana. Es así durante todo el año, pero ese sentimiento alcanza su máxima expresión durante la celebración del Día de los Difuntos, y en las semanas anteriores y posteriores. Además de en el Día de San José o Día del Padre (19 marzo), el Día de la Madre (1º domingo mayo) y el Día de San Sebastián (20 enero), pues al ser el patrón del pueblo son muchos los vecinos que llevan o han llevado ese nombre.
     Y en este sentido, desde el ayuntamiento se decidió, hace unos años, convertir el cementerio y su ermita en el espacio cultural más importante del municipio. A lo largo del año se programan diferentes actividades, todas ellas en relación con la cultura de la muerte en sus manifestaciones artísticas, literarias o musicales: exposiciones, recitales, visitas guiadas, etc. 
     La fundación del cementerio de San Sebastián en Casabermeja (Málaga) se remonta al siglo XVII, siendo uno de los primeros cementerios instalados en las afueras del núcleo de población, en cumplimiento de una disposición legal que se dictó en este sentido y con el fin de solucionar los problemas higiénicos que ocasionaba la tradición de realizar los enterramientos en los centros urbanos. Asimismo, se ubicó lejos de las áreas de cultivo. 
     La configuración actual del cementerio es fruto de un proceso de adiciones y transformaciones que le confiere un claro valor histórico-documental. Se ubica en una posición limítrofe entre lo rural y lo urbano, en una zona de terrenos muy escarpados (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La cripta de la iglesia fue el primer cementerio de Casabermeja y en 1786 se hallaba saturada, por lo que el obispo D. Manuel Ferrer y Figueredo aportó 400 reales para contribuir a la construcción de un nuevo cementerio.
     Se eligió el cerrillo de San Sebastián, donde se hallaba la ermita del mismo nombre, pues era un paraje bien ventilado, alejado del pueblo y situado en el extremo opuesto al camino Málaga-Antequera. Las primeras tumbas eran muy sencillas: simples túmulos encalados que se dispusieron en derredor de la ermita. En sus primeros momentos era considerado un cementerio para pobres, pues los pudientes continuaron inhumándose en la iglesia hasta que una taxativa orden lo prohibió y desde 1805 todos los enterramientos se hicieron en el nuevo cementerio.
     Por su singularidad el cementerio fue declarado bien de interés cultural en el año 2006.
      Esta circunstancia debió impulsar la evolución de las tumbas buscando una mayor monumentalidad hasta configurar una tipología de enterramiento muy singular denominada nichera. Consta de un amplio espacio inhumatorio cubierto con bóveda de cañón al que se antepone una fachada integrada por tres elementos superpuestos: la entrada, dotada de reja de forja artesanal; lápida identificativa del difunto; y frontispicio cuyo perfil adopta formas diversas (curvos, triangulares, escalonados…),coronando el conjunto una cruz de forja , cada una diferente (Diputación Provincial de Málaga).

Museo-Taller Municipal de Cerámica

    En 1983 un grupo de vecinos comienza a trabajar el barro para dar vida a su propio Nacimiento en la Navidad. Durante años se convirtió en una expresión artística muy popular que atraería visitantes de toda la provincia. A partir de entonces surge en Casabermeja el amor a la cerámica.
     El 15 de Agosto de 1989 se inauguró el primer taller con una exposición de alfarería y cerámica.
     El museo-taller se proyecta como una institución científica y cultural sensible a las necesidades investigadoras, educativas y lúdicas de los distintos tipos de visitantes y por lo tanto como un lugar accesible al estudio a la consulta, al aprendizaje y al disfrute, a la exploración y al descubrimiento referido al arte y oficio de la cerámica.
     Fines de la institución:
     - Conservar y difundir este legado de la cultura española y malagueña.
     - Investigar e incrementar este patrimonio con piezas de cerámica y especialmente de la  provincia de Málaga. 
     - Constituir un centro de estudio y documentación de la cerámica especialmente de nuestra provincia
     - Convertir este Museo-Taller en un centro de aprendizaje de las distintas técnicas cerámicas.
     Por completar la exposición permanente, el Museo-Taller programa anualmente exposiciones temporales que pueden ser producción propia o fruto de colaboraciones con otras instituciones, colectivos o artistas particulares (Diputación Provincial de Málaga).

Peñas de Cabrera
     Las pinturas Rupestres de Peñas Cabrera se encuentran ubicadas al Este del término municipal de Casabermeja en el denominado "Flysch de Colmenar" depresión compuesta por rocas detríticas, donde predominan las margas, las margo-calizas y las areniscas. El paisaje que acoge a este conjunto arqueológico está compuesto al Norte por las sierras calizas Subbéticas, con altitudes que llegan a alcanzar más de 1500 metros sobre el nivel del mar. en el Centro por el Flysch de Colmenar, en el que predominan junto a las colinas suaves, otras más abruptas formadas por materiales más duros y resistentes, y al Sur, por los Montes de Málaga, pizarrosos y con altitudes que pueden  alcanzar los 800 metros sobre el nivel del mar. El río Guadalmedina actúa como eje central de una red hidrográfica a la que van a parar una gran cantidad de arroyos.  
       Son numerosos los yacimientos que se encuentran en el entorno de dichos abrigos aunque de todos ellos podemos destacar tanto por su cercanía como por su posible relación el sepulcro megalítico de Tajillo del Moro, excavado por el departamento de Prehistoria de la Universidad de Málaga.
     En total existen 77 abrigos, algunos con pinturas, otros con grabados, o combinaciones diversas. Algunos de ellos poseen grandes composiciones, mientras que otros tan sólo tienen una o varias figuras. En todos los abrigos la coloración empleada es el rojo, con algunas variaciones en tono e intensidad. El número total de figuras (incluyendo barras, manchas y puntos aislados) es de 57, El grupo de imágenes más representada es el antropomorfo que aparece en multitud de tipos, otro de los grupos es el formado por figuras geométricas como trapecios, triángulos..., el tercero de los grupos es el formado por los petroglifoides en herradura, el cuarto corresponde a los ídolos oculados, el quinto son las agrupaciones de puntos, el grupo número seis son los arboriformes y para finalizar, hay un único ejemplar de pectiniformes y por último lo que hipotéticamente es un "jinete a caballo".
      El conjunto se situaría en el periodo Postpaleolítico, probablemente dentro del Calcolítico aunque la generalización de este tipo de pinturas como fenómeno artístico desde el Neolítico hace imposible el poder precisar más al respecto. 
     Peñas de Cabrera se comenzó a estudiar a finales de la década de los años setenta, aunque sus pinturas ya eran conocidas con anterioridad, por el departamento de Prehistoria de la Universidad de Málaga. 
     Se realizó una primera etapa de investigación en la que colaboraron numerosos investigadores (entre otros D. Bartolomé Ruiz, D. Manuel García León....) y posteriormente se realizó una segunda fase bajo la autorización y subvención de la Dirección General de Bienes Culturales, cuyo objetivo era prospectar de forma extensiva, obtención de una nueva serie fotográfica, la realización de una tabla a color de los motivos existentes, gama que va desde los rojos a los marrones, y la realización de la topografía de los abrigos llevada a cabo por D. José Molina.  De las prospecciones realizadas se contabilizaron 22 abrigos con pinturas.
     En el año 1989 se hizo un proyecto denominado "Estudio y reproducción del conjunto rupestre de Peñas de Cabrera" cuyos directores fueron Cecilio Barroso Ruiz y Francisca Medina. 
     A raíz de este estudio en el año 1991 se realizó otro proyecto de Protección y Consolidación de las pinturas, ya que estaban sufriendo un proceso de erosión debido a diversos factores aunque el más perjudicial es la acción antrópica, de ahí que se propusiera el cierre y vallado de todo el conjunto (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El conjunto arqueológico cuenta con una gran concentración de abrigos rocosos sobre areniscas, que presentan manifestaciones rupestres datadas en la Prehistoria reciente, pinturas y grabados esquemáticos,  con preponderancia de figuras antropomorfas. Se incluyen dentro del llamado "arte rupestre esquemático" al ser manifestaciones pictóricas caracterizadas por la simplicidad de sus motivos y por su difícil interpretación.
     Este conjunto pictórico Peñas Cabrera, situado en el Cerro Mojea, contiene un importante valor arqueológico, destacando varias siluetas con forma humana. Esta estación de arte rupestre está localizada en las proximidades del Guadalmedina, a unos cuatro kilómetros del casco urbano. En las laderas de arenisca con vegetación de monte bajo encontramos abrigos formados por erosión eólica, muchos de los cuales poseen manifestaciones pictóricas con representaciones de gran diversidad.
     Este conjunto está bajo el patrocinio de la Junta de Andalucía (Diputación Provincial de Málaga).

Torre Zambra
     La torre se sitúa en lo alto de un cerro de fuerte pendiente y bastante alto. Se trata de una torre de cronología medieval musulmana,  de la que ha desaparecido parte del muro Norte, donde posiblemente estaría ubicado el acceso. 
     Se encuentra a 869 metros de altura sobre el nivel medio del mar en Alicante, que es la referencia de nivelación adoptada en España. Es una construcción modesta de planta circular y forma semicilíndrica. El diámetro es de 5 metros y la altura donde la coronación parece que se conserva es de 4 metros. La fábrica es de mampostería irregular formada por piedras de unos 30 centímetros de tamaño medio, presentando al exterior su cara más plana. Generalmente son de arenisca o pizarra, abundantes ambas en el lugar, con hiladas horizontales de lajas de piedra intercaladas, unido todo ello con argamasa de cal. Se accede a su interior a través de una abertura sin dintel, de algo más de un metro de anchura, orientada al norte. La torre se encuentra parcialmente derruida, sobre todo en los flancos de la entrada y parte de la coronación, con gran cantidad de piedras de la propia fábrica dispersa por los alrededores. No se ha encontrado cerámica. Su interior de forma ovoide, el paramento da la sensación de haber estado relleno de piedras y barro, vaciado con posterioridad. Es probable que la torre fuese bastante maciza en su parte inferior, que es la conservada, y que sobre ella se levantase el habitáculo. Conserva todavía alguna de sus aspilleras.
     Desde lo alto son diecinueve poblaciones, más las ruinas de Bobastro en las mesetas de Villaverde, las que se divisan desde la torre. Asimismo se ven prácticamente todas las sierras de la provincia de Málaga, excepto la serranía de Ronda, y gran parte de Sierra Nevada. Se aprecia con especial nitidez la Hoya de Málaga y el Valle del Guadalhorce, sobre todo su vertiente derecha.
     El período cronológico presumible para esta torre, medieval, concretamente nazarí, nos revela un uso continuado, respondiendo a un sistema defensivo de origen medieval, afectando a su arquitectura militar, castillos y fortalezas, que situados en lugares estratégicos, vigilaban los lugares de acceso a la costa o al interior por donde se producían las invasiones cristianas, o cuando se trataba de arrebatos en las playas en el litoral andaluz. Estas torres vigías tenían especialmente una misión informativa, que les hacía recibir y transmitir información enviada a las contiguas o a las fortalezas situadas en su campo de visión, así como las órdenes recibidas en uno u otro sentido. Siguiendo el análisis la torre Zambra, ésta conecta el Boquete de Zafarraya y los Montes con la Hoya de Málaga y sus castillos de Cártama, Alhaurín el Grande, Coín, Monda, Alozaina, Yunquera, Casarabonela y Álora. Esta conexión es de vital importancia estratégica si tenemos en cuenta que por el bosque pasaba el camino tradicional que unía Málaga, capital de la cora o distrito de Rayya o Regio, con Granada, capital del reino y que el Valle del Guadalhorce fue camino abierto a todas las expediciones cristianas del siglo XV. Probablemente esta conexión adquiriría mayor importancia, a partir del año 1410, cuando los Reyes Católicos tomaron Antequera y Cauche, si consideramos el control visual que supone sobre los puertos de las Pedrizas y la Fresnada. También apoyaría esta teoría el hecho de que esta torre procede del control sobre parte de la costa, sobre todo contando con la información de detalle, que recibiría a través de la torre de la Reina, de la del Atabal y de la del Prado, entre otras que pudieran existir, proporcionando en los días claros un conocimiento más detallado de los movimientos del litoral (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Este edificio, ubicado en un promontorio estratégico, corresponde al menor elemento arquitectónico del aparato defensivo-militar musulmán, la “talaya” conocida en tiempos cristianos como torre de “rebato”.
     Sus funciones eran de vigilancia y alerta sobre un espacio territorial definido, en este caso la cuenca del río Guadalmedina, zona natural vulnerable a cualquier penetración enemiga. Zambra erigida en un punto privilegiado, desde un aspecto geográfico, es el vértice de un ángulo protector conectado ópticamente con sus homónimas de “Los Verdiales” y “Jotrón”, así como otra posible almenara en Las Pedrizas, que comunicaría con la Vega de Antequera, a través de “El Hacho”.
     Es difícil determinar la cronología exacta de la atalaya pero sin duda debía existir a fines del siglo XIII y XIV.
     Responde a un tipo constructivo de forma troncocónica, diseñado para hacer señales de alarma, conocidas como “almenaras” por realizar fuegos nocturnos para alertar durante la noche y señales de humo durante el día.
     Esta de Zambra ha sido reconstruida recientemente y responde al prototipo de las atalayas musulmanas, es el baluarte defensivo de Casabermeja, y conecta visualmente El Torcal, Las Pedrizas y Sierra Tejeda con el río de la ciudad de Málaga, el Guadalmedina (Diputación Provincial de Málaga).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Nuestra Señora del Socorro, Cementerio monumental de San Sebastián, Museo-Taller Municipal de Cerámica, Peñas de Cabrera, y Torre Zambra) de la localidad de Casabermeja, en la provincia de Málaga. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia malagueña.

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