Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Custodia "Chica", en la Sacristía Mayor de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
Hoy, 3 de junio, Solemnidad (jueves posterior a la Solemnidad de la Santísima Trinidad, en Sevilla) del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, quien, con estos alimentos sagrados, ofrece el remedio de la inmortalidad y la prenda de la Resurrección [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Custodia "Chica", en la Sacristía Mayor de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
La Catedral de Santa María de la Sede [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la Sacristía Mayor [nº 091 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; No ha cambiado de nombre desde su construcción. En el siglo XVII tenía dos altares, uno del "Calvario" y otro de San Miguel (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
En la Sacristía Mayor de la Catedral de Santa María de la Sede podemos contemplar la llamada Custodia "Chica", la custodia de asiento, procesional sevillana, obra atribuida a Francisco de Alfaro, pese a no tener marcas, ingresada en el tesoro catedralicio mediante compraventa realizada el 23 de febrero de 1756, realizada en plata en su color mediante el cincelado, con unas medidas de 1250 mm, sin peana. La peana, agregada en el siglo XVIII, tiene 220 mm. de altura y 610 de diámetro, y tiene un peso de 189 marcos, 6 onzas y 3 adarmes (43.647 gramos).
La Custodia «Chica» de la Catedral sevillana fue adquirida el 23 de febrero de 1756 al convento onubense de monjas dominicas de Santa María del Vado, de Gibraleón, tras haber llegado tres días antes al Cabildo la noticia «de venderse una custodia de plata, de la misma hechura y calidad de plata que la grande de la Iglesia, con grande conveniencia». Las ventajas de esta operación estribaban en el hecho de que a los capitulares les saldría prácticamente de balde, puesto que entregarían a cambio y como compensación a las monjas la plata procedente de la urna que en 1620 encargó el Cabildo a su Maestro Platero Juan de Ledesma para transportar la reliquia del Lignum Crucis en la procesión del Corpus, más una limosna de 250 pesos que había donado un devoto. Pero es que además la ley de la plata de la custodia que se compraba era más subida que la de la urna desechada, «pues tenía en onza un real de más calidad».
Tanto por su tipología arquitectónica, como por la concepción de la imaginería y el repertorio ornamental puede fecharse en el traspunte del siglo XVII y atribuirse con certeza al platero cordobés Francisco de Alfaro. De este modo se convierte en la última de las cinco custodias de asiento realizadas por este artífice para la Diócesis hispalense y también en la más clasicista, la única de planta circular y la de menor tamaño.
Adopta la estructura de un aéreo templete que se articula en dos cuerpos y se ordena por ocho columnas corintias en el piso inferior y dieciséis en el alto al parearse. Además, los soportes del primer cuerpo se rematan por frontones que, como es habitual en las obras de Alfaro, aparecen partidos y decorados con niños recostados sobre sus guías.
El programa iconográfico es también muy sencillo, disponiéndose en los intercolumnios del primer cuerpo las esculturas de Zacarías, Joel, Isaías y Elías, y en el ático la figura de la Fe; el resto de la imaginería se reduce a un coro de ángeles en el coronamiento del segundo cuerpo más los relieves de las Virtudes Teologales en el trasdós de la cúpula. Por su parte, el repertorio ornamental se condensa en los típicos óvalos y ces planas que tapizan la cúpula, más las cartelas y cabezas de clavos, utilizadas ya en el tabernáculo y en los atriles del altar mayor por este artífice y que luego hará suyos la platería sevillana del siglo XVII hasta el punto de repetirlos progresivamente durante la primera mitad. Asimismo conviene advertir que el tipo de letra mayúscula empleado en las inscripciones bíblicas y eucarísticas de las cartelas es idéntico al usado por Alfaro para rotular textos similares en el tabernáculo del altar mayor y la advocación de los doce relicarios que entre 1596 y 1600 realizó para la Catedral.
Entre los servicios que cumple esta pieza cabe citar el de llevar al Santísimo en la Catedral desde el Sagrario hasta el altar mayor durante la Víspera y la Octava del Corpus, aparte del fin primordial para el que se adquirió: transportar la reliquia del Lignum Crucis «de Constantino» siempre que saliese en rogativas o en acción de gracias y custodiar la reliquia de la Santa Espina en la procesión del Corpus, cuyo cometido sigue desempeñando en la actualidad (Jesús Miguel Palomero Páramo, La Platería de la Catedral de Sevilla, en La Catedral de Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1991).
Su estructura presenta forma de templete con dos cuerpos. Estos se articulan mediante ocho columnas en el piso inferior y dieciséis en el superior. Las del cuerpo bajo presentan su último tercio decorado con cabujones, mientras que el resto del fuste es estriado. Las del cuerpo alto son pequeñas columnillas torsas. Las columnas en el primer cuerpo rematan en frontones partidos que se han decorado con niños recostados sobre sus guías. Sobre las del segundo cuerpo corre una pequeña cornisa que da paso a la cúpula. Los elementos decorativos se han completado con un programa iconográfico que abarca a los profetas en los intercolumnios del primer cuerpo. En ellos se han representado a Zacarías, Joel, Isaías y Elías. El segundo cuerpo lo corona un coro de ángeles, mientras el trasdós de la cúpula es ocupado por los relieves de las virtudes teologales. Coronando el conjunto se colocó una imagen de la Fe. La peana de posterior confección presenta abundantes rocallas y elementos vegetales como motivos ornamentales.
Esta custodia fue adquirida al Convento de las monjas dominicas de Santa María del Vado, de Gibraleón (Huelva). La venta se realizó el 23 de febrero de 1756. A cambio de ésta se entregó al citado convento la urna que en 1620 había encargado el Cabildo catedralicio a Juan de Ledesma para transportar la reliquia del Lignum Crucis, además de 250 pesos que habían sido donados a la catedral. Después de 1756 se le añadió un relicario renacentista con una sagrada espina donada por el cardenal don Rodrigo de Castro, que la había recibido de la Emperatriz María de Austria, hermana de Felipe II, que la poseía por donación del Papa y con documento pontificio de autenticidad (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Un milagro eucarístico del siglo XIII fue el origen de la Fiesta del Corpus Christi, que la Iglesia celebra el jueves siguiente a la Solemnidad de la Santísima Trinidad; aunque en algunos países las Iglesias locales deciden trasladarla para el domingo por una cuestión pastoral (en Sevilla se mantiene la festividad en el jueves). En esta solemnidad la Iglesia tributa a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, gratitud y amor, siendo la procesión del Corpus Christi una de las más importantes en toda la Iglesia Universal. A mediados del siglo XIII el P. Pedro de Praga dudaba sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía y realizó una peregrinación a Roma para rogar sobre la tumba de San Pedro una gracia de fe. Al retornar, mientras celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la Cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró manchando el corporal.
La noticia llegó rápidamente al Papa Urbano IV, que se encontraba muy cerca en Orvieto, y mandó que se le lleve el corporal. Más adelante el Pontífice publicó la bula “Transiturus”, con la que ordenó que se celebrara la Solemnidad del Corpus Christi en toda la Iglesia el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad. El Santo Padre encomendó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico para la fiesta y la composición de himnos, que se entonan hasta el día de hoy: Tantum Ergo, Lauda Sion. El Papa Clemente V en el Concilio general de Viena (1311) ordenó una vez más esta fiesta y publicó un nuevo decreto en el que incorporó el de Urbano IV. Posteriormente Juan XII instó su observancia.
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