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viernes, 24 de septiembre de 2021

El Convento de la Merced (Salesianas), en Écija (Sevilla)

       Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Convento de la Merced (Salesianas), en Écija (Sevilla).         
     Cada 24 de septiembre se celebra a la Virgen de la Merced que significa “misericordia”, advocación que se remonta al siglo XIII cuando la Virgen se le aparece a San Pedro Nolasco y lo anima a seguir liberando a los cristianos esclavos. Ante este deseo, se funda la orden de los Mercedarios el 10 de agosto de 1218 en Barcelona, España, y San Pedro Nolasco fue nombrado por el Papa Gregorio IX como Superior General. Más adelante, en el año 1696, el Papa Inocencio XII fijó el 24 de septiembre como la Fiesta de la Virgen de la Merced en toda la Iglesia.   
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el Convento de la Merced (Salesianas), en Écija (Sevilla)
     El Convento de la Merced (Salesianas); se encuentra en la calle Merced, 4; en Écija (Sevilla).
     Edificio de una sola nave con crucero y capillas laterales entre contrafuertes, sobre las que se asientan tribunas. Las bóvedas de la nave son de arista, mientras que las correspondientes al presbiterio y capillas laterales son de cañón; la situada sobre el crucero es semiesférica. 
     La puerta de acceso al templo, adintelada y flanqueada por columnas sobre pedestales, se abre en el muro izquierdo. Se remata con un frontón recto partido en cuyo tímpano se coloca una hornacina. A los pies de la iglesia se eleva una espadaña de dos cuerpos, realizados en ladrillo imitando labores en rústico y decorados con azulejos con el escudo mercedario. A los pies del templo existe un pequeño compás que da acceso al convento, en el que destaca el claustro principal, de dos plan­tas, con arcos de medio punto en el piso bajo y rebajados en el alto. Los soportes son columnas de mármol blanco, decorándose las enjutas de los arcos con labores geométricas en yeso. La iglesia y convento anejo fueron construidos sobre un núcleo renacentista durante la primera mitad del siglo XVII. Los patronos de la iglesia fueron doña Inés de Henestrosa, don Luis de Aguilar y doña Ana de las Cuevas, según una inscripción fechada en 1624 que figura en el crucero. Por estos años se levantaba la espadaña, que aún se construía en 1630. Coetánea a estas labores de construcción es la interesante decoración de yeserías que cubre el sector del crucero. Durante el siglo XVIII se realizaron diversas obras, tanto de reforma como de nueva planta, sobresaliendo entre estas últimas las del camarín del altar mayor, que se inició en 1739 y que presenta una exuberante decoración de yeserías que recubre los paramentos y enmarca diversos lienzos de ángeles y santos. 
   El retablo mayor, compuesto por banco, dos cuerpos de cinco calles y ático, se finalizó en 1615. Fue realizado por el arquitecto y ensamblador Juan Ortuño y el escultor Felipe Vázquez Ureta. Su policromía fue realizada por Alonso de Torres. En el banco se representan escenas de la Pasión y figuras de santos mercedarios, apareciendo en las calles laterales esculturas y relieves de  San Sebastián, Santa Inés, la Adoración de los Pastores, el Martirio de San Lorenzo, la Aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco, Santa Ana, San Roque, la Anunciación y el Martirio de Santa Catalina. Ocupa la hornacina central, realizada en el segundo cuarto del siglo XVIII, la escultura de vestir de la Virgen de la Merced.
     Los retablos colaterales, compuestos de banco, un cuerpo entre estípites y ático, presentan decoración de roleos y pueden fecharse en el último cuarto del siglo XVIII. En el remate aparecen las esculturas de San Rafael y San Miguel, de la misma fecha de los retablos, siendo moder­nas las situadas en las hornacinas centrales. En los brazos del crucero figuran seis grandes lienzos, fechables a mediados del siglo XVII, que representan escenas de santos mercedarios. Entre ellos destacan el de San Ramón Nonato y el de la Aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco. En las capillas del muro izquierdo se sitúan retablos del primer tercio del siglo XVIII dedicados a la Inmaculada, San José y Santa Ana instruyendo a la Virgen. 
     La primera es imagen moderna, la segunda fue pintada y dorada a devoción del padre fray Juan Calvo en 1734 y la tercera es contemporánea al retablo. Junto a estas esculturas figuran lienzos de San José y de las Lágrimas de San Pedro en el primero, de Santa Ana instruyendo a la Virgen en el segundo, y  esculturas de San Juan Bautista y de una santa en el tercero, todos ellos de la fecha citada. El retablo situado en el extremo de la nave, bajo la tribuna del coro, se puede fechar en el segundo cuarto del siglo XVIII y presenta lienzos de Santa Gertrudis y San Gregorio.
     Los retablos de las capillas del muro derecho corresponden igualmente al primer tercio del siglo XVIII. El primero se dedica a San Pedro Nolasco y se completa con lienzos que presentan escenas de la vida de la Virgen. El segundo está presidido por una escultura de San Ramón Nonato y el tercero por otra de San Lorenzo. El retablo situado a los pies se dedica a la Exaltación de la Cruz y corresponde a la prime­ra mitad  del siglo XVIII. Distribuidas por las capillas y muros del templo se disponen una serie de retratos de frailes mercedarios, fecha­bles en el siglo XVIII. En el coro existe un órgano realizado por el maestro organero Juan Ortegaz en la segunda mitad  del siglo XVIII. 
     Una escultura de la Virgen de la Merced, de hacia 1615, preside el coro, siendo esta imagen la que ocupó la hornacina central del retablo mayor. De notorio interés es una escultura de San Antonio Abad, obra del siglo XVI, situada en una de las tribunas sobre las naves laterales (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).    
     La iglesia está formada por una gran nave con crucero, capillas laterales con tribunas que se unen al coro alto. A la iglesia se accede por una rica portada situada en el muro del Evangelio, sobre el cual se sitúa la espadaña. Del convento, aledaño a la iglesia, se conservan prácticamente todas sus dependencias aunque algunas muy transformadas, destacando el Claustro. 
   La Iglesia tiene planta de cruz latina articulada por una gran nave central con crucero y capillas laterales obre las que se extiende la tribuna del coro alto. La nave central está cubierta por bóveda de aristas, mientras que las laterales lo hacen sobre bóvedas de cañón al igual que el presbiterio. En el centro del crucero se encuentra la cúpula de media naranja sobre pechinas.
     En el presbiterio, adosado al retablo mayor se encuentra el camarín de la Virgen de la Mercedes, realizado en la primera mitad del siglo XVIII, cuyo interior presenta exuberante decoración de yeserías.
En cuanto a la portada de la iglesia, su construcción puede enmarcarse en las obras llevadas a cabo en el segundo tercio del siglo XVII. En comparación con las dimensiones del muro en que se sitúa, resulta aparentemente pequeña. Realizada en ladrillo tallado, se articula en torno a un vano adintelado flanqueado por pares de columnas estriadas con capiteles toscanos, que se apoyan en pedestales. Sobre los capiteles descansan sendos triglifos, simulando un friso que sirve de apoyo a un frontón partido de cuyo centro emerge una hornacina de medio punto que cobija una escultura de terracota de San Pedro Nolasco, flanqueada por dos columnas y coronada con frontón triangular con remates piramidales, que también aparecen a ambos lados del frontón curvo.
     La espadaña se encontraba en construcción en 1630, siendo reutilizados los materiales procedentes del derribo del torreón de la cercana puerta de Estepa. Consta de dos cuerpos separados por un frontón partido. El inferior, de tres vanos de medio punto con decoración almohadillada y ménsulas en las claves, separados por pilastras con decoración de azulejos. El segundo cuerpo, de un vano rematado por un frontón curvo coronado por remates piramidales.
     El claustro del convento se adosa al muro de la Epístola de la iglesia. Consta de dos plantas con arcos de medio punto sobre columnas y antepechos de fábrica. En uno de sus ángulos se adosa la escalera principal cubierta por casquete esférico sobre pechinas. El conjunto de ambas edificaciones se puede encuadrar dentro de la primera mitad del siglo XVII.
     La fundación del Convento de los Padres Mercedarios Calzados corrió a cargo de los Condes de Palma apoyados por Fray Alonso de Godoy, Comendador del Convento de Huete. Ésta se efectuó en 1509, en el Mesón de Foronda, situado en el actual barrio de Colonda, donde permaneció hasta la inundación del Genil del año 1543 que destruyó el convento, salvándose sólo la iglesia. Para evitar nuevas catástrofes provocadas por las continuas avenidas del río, el Padre Fr. Diego de Góngora decidió el traslado del convento al Altozano, no sin la oposición de los Mínimos de la Victoria. De este nuevo emplazamiento disfrutó la Orden hasta la exclaustración, siendo cedido en 1895 a la Comunidad de las Hijas de María Auxiliadora (Salesianas) [Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía].
Conozcamos mejor la Festividad de la Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes
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   La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una advocación, que deriva del latín merces, que significa: dádiva, gracia, por lo que puede entenderse como Nuestra Señora de la Misericordia. San Pedro Nolasco, un joven mercader de telas de Barcelona, empezó a actuar en la compra y rescate de cautivos, vendiendo cuanto tenía en 1203. Se dice que el uno de agosto de 1218, fiesta de San Pietro ad Vincula, tuvo una visita de la Santísima Virgen, dándose a conocer como La Merced, que lo exhortaba a fundar una Orden religiosa con ese fin principal de redimir a cristianos cautivos de los musulmanes y piratas sarracenos. San Pedro Nolasco consumó la creación de la Orden de la Merced en la Catedral de Barcelona con el apoyo del rey Jaime I el Conquistador y el asesoramiento del dominico canonista San Raimundo de Peñafort, el diez de agosto de ese mismo año 1218: recibieron la institución canónica del obispo de Barcelona y la investidura militar del rey Jaime I el Conquistador. El Papa Gregorio IX de Segni, quien aprobó la orden el diecisiete de enero de 1235, con la Regla de San Agustín. En 1245, muere el fundador.  Se tienen testimonios de esta advocación mariana en medallas desde mediados del siglo XIII. En las primeras Constituciones de la Orden, de 1272, redactadas en Capítulo General, la Orden recibe ya el título de Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de Santa Eulalia de Barcelona. 
     La devoción a la Virgen de la Merced se difundió a partir de la fundación de la Orden como un reguero de pólvora por Cataluña y por toda España, incluida Cerdeña, por Francia y por Italia, con la labor de redención de estos religiosos y sus cofrades.  Con la evangelización de América, en la que la Orden de la Merced participó desde sus mismos inicios, la devoción se extendió y arraigó profundamente en todo el territorio americano. La fiesta dedicada a su patrona fue instituida a instancias de los mercedarios como acción de gracias por la fundación de la Orden. La primera concesión a los mercedarios de un Oficio para esta fiesta se hizo el cuatro de abril de 1615.  Inocencio XI Odescalchi la extendió a la Iglesia española en 1680 e Inocencio XII Pignatelli a toda la Iglesia Latina el doce de febrero de 1696. Reducida en 1960 a simple conmemoración en la reforma del Beato Juan XXIII, fue suprimida del calendario universal e incluso nacional de España en el del uso ordinario de 1969 (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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