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lunes, 6 de mayo de 2024

La escultura "San Pedro Nolasco", de Ricardo Bellver, en la Puerta de la Asunción, de la Catedral de Santa María de la Sede

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la escultura "San Pedro Nolasco", de Ricardo Bellver, en la Puerta de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla
     Hoy, 6 de mayo, Solemnidad de San Pedro Nolasco, presbítero, que, según la tradición, junto con san Ramón de Penyafort y el rey Jaime I de Aragón fundó la Orden de Nuestra Señora de la Merced, para la redención de los cautivos. Se entregó ardientemente, con trabajo y esfuerzo, a procurar la paz  y a liberar del yugo de la esclavitud a los cristianos que habían caído cautivos de los infieles (1258) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte la escultura "San Clemente", de Ricardo Bellver, en la Puerta de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
     La Catedral de Santa María de la Sede  [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.  
     En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la Puerta de la Asunción [nº 067 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; Ha tenido los nombres de puerta del "Perdón", "Perdón Nueva", "Principal" y "Grande", con obras que van desde 1481 hasta 1884 (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
      En la Puerta de la Asunción de la Catedral de Santa María de la Sede encontramos en su lateral derecho y a modo de continuación de las archivoltas de la zona derecha en el apilastrado derecho, en su cuerpo superior, se representa a un Santo fraile que porta un báculo en la mano izquierda, el libro de Reglas en la derecha y cadenas a los pies; dadas las características del escudo de la Orden y los atributos comentados se identifica con San Pedro Nolasco. Éste, como toda la decoración escultórica de dicha portada fue realizado, en este caso en 1899, en cemento por Ricardo Bellver.
     La distribución de todas las esculturas se corresponde con un programa iconográfico preestablecido y que, resumidamente, es el siguiente: en el cuerpo inferior de las archivoltas se sitúan los Apóstoles; en los frontales de los apilastrados, también en su cuerpo inferior, los Evangelistas y a continuación de los mismos cuatro Santos Mártires. En el cuerpo superior de las archivoltas centrales, la Familia de la Virgen, (Madre, Padre, y Esposo) así como a María Magdalena. A continuación, a ambos lados, los Padres de la Iglesia, seguidos de los Doctores de la Misma; y por último, en los frontales y laterales exteriores de los apilastrados, se han representado, a los Santos Fundadores de Órdenes Religiosas.
     Señalar que no cabe duda que la envergadura del encargo de esta decoración escultórica puso en una situación difícil al artista, ya que por una parte se le exigía ajustarse al estilo del resto de la fábrica catedralicia, es decir, desarrollar un programa goticista; o bien, la otra solución que le quedaba era elaborar una obra personal, lo cual desentonaría sensiblemente con el conjunto. Ante tal disyuntiva, Bellver optó por una solución intermedia que le condujo hacia una obra ecléctica y un tanto fría, y a pesar de ser un escultor decididamente naturalista no consigue, en esta obra, reflejar tal característica, inclinándose por un particular neogoticismo en la elaboración del relieve central, y no consiguiendo en el resto de la estatuaria la fuerza realista y dramática propia de otras obras por él ejecutadas. Resultado que no es producto de la estilística del escultor, sino de las exigencias, estéticas y materiales, de unas instituciones y de una época que se ancló en el pasado y que, en lo que se refiere al panorama artístico, no destacó especialmente por su nivel creativo [José Antonio García Hernández, La Decoración Escultórica de la Portada Principal de la Catedral de Sevilla (1882-1899)].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Pedro Nolasco, presbítero:
   Santo franco español, cofundador de la orden de Nuestra Señora de la Merced o de los mercedarios (De Mercede Redemptionis Captivorum), para la liberación de los cristianos cautivos de los piratas berberiscos.
   Nació en Carcasona o Saint Papoul hacia 1182, participó en la cruzada contra los albigenses, luego se puso al servicio del rey Jaime I de Aragón. Con la colaboración del maestro general de los dominicos, San Ramón de Penyafort, fundó la orden de la Merced, cuyo convento más importante estaba en Sevilla. El rey le habría ofrecido una mezquita para que instalase un convento en ella. Viajó varias veces a África para rescatar cautivos.
   Murió en Barcelona en 1256 durante la Nochebuena (in der Christnacht). Según la leyenda, cuando estaba viejo y enfermo habría sido llevado en brazos por dos ángeles hasta el pie del altar, para recibir la Extremaunción, y luego devuelto a su celda.
   Su patrón, San Pedro, se le había aparecido crucificado cabeza abajo, tema que se conoce por el nombre de Aparición de San Pedro Apóstol crucificado cabeza abajo a San Pedro Nolasco.
   Su canonización se pronunció varios siglos después de su muerte, en 1628, por eso su iconografía data del siglo XVII.
ICONOGRAFÍA
   Está representado con el hábito blanco de su orden, con el escudo de Aragón sobre el pecho. Sus atributos son las cadenas rotas, que aluden a los cautivos redimidos, un estandarte con las armas de Aragón, una cruz de doble travesaño y una rama de olivo (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de San Pedro Nolasco, presbítero
:
     San Pedro Nolasco (Mas Saintes Puelles, condado de Toulouse -Francia-, c. 1180 – ¿Barcelona?, 6 de mayo de 1245). Mercader y fundador de la Orden Redentora de la Merced (OdeM), santo.
     Desde los siglos XV y XVI, tanto en autores no mercedarios, como en los mercedarios, es unánime la afirmación de que Pedro Nolasco nació en Mas Saintes Puelles, obispado de San Papoul (ya desde el siglo XIV), donde existía desde antiguo, y todavía existe hoy, como monumento, un monasterio benedictino, en el condado de Toulouse. El pequeño pueblo del nacimiento de Pedro Nolasco está muy cerca del actual Castelnaudary y de San Papoul, santo local, en la Galia Narbonense, más cercano a Carcasonne que a Toulouse, a cuyo condado pertenecía, sin que dependiera entonces del Reino de Francia.
     Se pueden citar los autores más representativos de la tradición escrita desde los siglos XV al XX empezando por los mercedarios y siguiendo por los de fuera de la Orden. Entre los primeros destacan: Nadal Gaver, que recoge la tradición del siglo XII al XV e insiste en que es de origen de allende los Pirineos; le siguen Pedro Cijar (1446); Gaspar de Torres (1565), Zumel (General, 1593), Guimerán (1591), Latomy, Vargas, Remón y Gabriel Téllez: todos autores mercedarios, cuya tradición persiste hasta hoy. Fuera de la Merced hay que citar a: Carbonell (1546), Beuter (1571), Gómez Miedes (1582), Juan de Mariana (1592), Francisco Diago (1599-1601), Francisco Peña (1601) Illescas (1606), Peña, Bzowski (1616), Catel (1623), Corbera (1629), Spondanus (1641), Bolandistas (1643), Rinaldi (1646), Tamayo y Salazar (1651-1659); Fleury (1719), Hélyot (1721), Van Hecke (1853) y Dossat (1978), etc. Es, pues, constante la afirmación escrita sobre el lugar de su nacimiento.
     Debió de ser probablemente hijo único, pues no quedó descendencia ninguna en Mas Saintes Puelles, una vez que falleció su padre, y Nolasco se trasladó como mercader (“mercator optimus” le llama Cijar, en oposición al “mercator pessimus” del discípulo Judas, que vendió a su maestro). La hipótesis más probable es que la familia debió de ser originaria de Italia —dado que este apellido Nolasco no es ni francés, ni catalán, ni español, pues no existe más que un caso único parecido en el Archivo de la Corona de Aragón, cuyo origen se desconoce, de “O’Nolasch”—, además de no coincidir exactamente tampoco. En el sur de Italia existen los Nolas (san Paulino de Nola, que redimió cautivos, es un caso bien conocido). Y, como suelen emigrar al norte, por ser más rico, allí prolifera la toponimia —asco (Bergamasco, por ejemplo)—.
     De modo que un Nola, fácilmente se convierte, en el correr de los años, en “Nolasco”.
     Mas de Saintes Puelles (Carcassonne/Albi/Toulouse) sería el lugar de paso, estableciéndose sus padres en dicho lugar ciertos años. Allí nació Pedro Nolasco, hacia finales del siglo XIII; y, fallecido su padre, su vocación de mercader le llevó a trasladarse a Barcelona, capital, por lo demás, con la que tenían en aquel tiempo enormes relaciones comerciales con esos pueblos de la Galia narbonense. Los catalanes conquistaron Montpellier y llegaron a las puertas de Carcasonne.
     Justamente en Montpellier el conde de Monfort tuvo consigo, en su torre, al niño Jaume hasta que él falleció; y el joven, que estaba llamado a ser Rey de Aragón, con sede en Barcelona —después de residir unos diez meses en Carcasonne— fue llevado a Barcelona.
     Cabe preguntarse: ¿dónde conoció Pedro Nolasco al joven Jaime el “conqueridor”, en Montpeller o en Barcelona? Posiblemente le visitara en Montpellier, manifestándole ya su deseo de fundar una Orden, con su ayuda posterior, cuando ya fuese Rey, para la redención de los cautivos cristianos.
     Raimundo de Peñafort que nunca fue canónigo de la Catedral barcelonesa —aunque se afirme lo contrario, por ejemplo, en el actual “breviario dominico”—, sino que era un sabio, cuyo magisterio requerían tanto el Papa como los abades de los monasterios catalanes, no tuvo directamente tampoco ninguna acción en el acto fundacional de la Orden de la Merced en la Catedral románica de Barcelona. Sí lo tuvieron el joven rey Jaime I de Aragón y el obispo Palou de dicha Catedral. Ellos dieron el escudo a Pedro Nolasco y al grupito de laicos que fueron investidos con el hábito —túnica, escapulario, capilla y capa blancas, de lana—, y dicho emblema consiste en una cruz blanca sobre fondo rojo, en la parte de arriba: era la cruz de la Catedral barcelonesa de la Santa Cruz; y en la parte inferior, el Rey entrega los cuatro palos rojos de su Reino sobre fondo amarillo. Es todavía hoy el escudo de la Orden de la Merced. Sirvió como una especie de salvoconducto a la hora de las relaciones con los mahometanos, para tramitar la libertad y redención de los cristianos cautivos en su poder.
     Nolasco recibió oficialmente la confirmación de su Orden diez años antes de fallecer, al recibir la bula, breve, pero definitiva, del papa Gregorio IX, Devotionis vestrae, dada en Perusa el 17 de enero de 1235. No se alude aquí, como tampoco en las primitivas Constituciones, al un tiempo pretendido aspecto “militar” de la Merced, que no existió a mi juicio. Por lo demás, en ningún archivo oficial aparece la Orden de la Merced entre las Órdenes Militares existentes en el pasado.
     Este carisma fundacional de redimir cautivos, junto con el “cuarto voto” de quedar en rehenes, si fuere necesario, para salvar la fe de los cautivos lo llevaron a la práctica los frailes redentores de la Merced: laicos durante el siglo XIII (1218-1317); y, desde esa fecha, los clérigos, y algunos laicos, hasta vísperas de la Revolución Francesa.
     Actualmente, cada provincia organiza actividades posibles y urgentes para cumplir con su carisma liberador en estas “nuevas formas de cautividad” que sufre el mundo y la sociedad del siglo xxi. La provincia de Castilla, por ejemplo, tiene una “Casa de acogida de exiliados menores de edad” y varios pisos, con una comunidad que convive con ellos, en la zona madrileña de Ventas. También, en la misión de Camerún, lleva a cabo una obra de liberación misionera, que debe atender a las necesidades más perentorias de la vida. Así se evitan muertes innecesarias, se lleva a cabo la caridad, en ocasiones en grado heroico, y siempre con gran sentido humanitario.
     Pedro Nolasco organizó su actividad redentora, primero solo, gastando su dinero de comerciante. Más tarde, comprendió que necesitaba la ayuda de otros compañeros que aceptasen seguir su ejemplo. Con ellos —probablemente formaban parte ya de “Asociaciones de redención” en torno a la iglesia de Santa María del Mar, hoy templo gótico, no lejos de la Basílica de la Merced, construida junto al mar, en unos terrenos donados por un tal Plegamáns; y ampliada en el siglo XVIII— redimió y acabó fundando la Orden de Santa María de la Merced para liberar cautivos cristianos.
     El antiguo convento es actual Capitanía General de Barcelona, y la basílica está en poder del arzobispado, sin que haya medio de que se devuelva a la Orden.
     La actual basílica fue edificada a base del sacrifico de los frailes de la Merced de Barcelona, a principios del siglo XVIII, para acoger ampliamente a los fieles, y llegaron incluso a vender las dovelas góticas para poder darle acabamiento. En la etapa de la “exclaustración”, el obispado llevó la imagen a la catedral, y solicitó a Roma la “coronación canónica”. También pusieron ellos la imagen de la cúpula.
     En vida de Nolasco eran ya bastantes los conventos fundados en Cataluña, sur de Francia, Aragón y Castilla. No se olvide que Fernando III, el Santo, contemporáneo de Jaime I de Aragón, conquistó Sevilla, y entregó ya unas casitas de mahometanos a los mercedarios del Reino de Castilla. Desde entonces, desde los mismos orígenes, existe ya la que sería provincia de Castilla, que comprendía el resto de España. Ella es la que envió todo el personal al Nuevo Mundo, en donde actualmente existen seis provincias autónomas contando la última constituida en Brasil con personal nativo, Chile, Argentina, Perú, Ecuador y México. Y lo hace con el gozo con que antaño (1585) dio origen a la provincia de Andalucía, desde el Guadiana hacia abajo. Castilla ayudó a nacer todos los conventos de monjas mercedarias de clausura, después del Concilio de Trento. También dio origen a las “Recolecciones”, en España y América, y a la Descalcez Mercedaria, existente actualmente. Aragón desempeñó su actividad en Cataluña, Aragón, Valencia, las Baleares y Cagliari, hoy de la provincia Romana.
     La obra de Nolasco tuvo también “Órdenes Terceras”, y actualmente la llamada “Familia mercedaria” desarrolla una actividad de ayuda a nuestras misiones: de Castilla, Aragón y Chile. También existen “Caballeros de la Merced”: en Madrid, El Puig de Valencia y Roma (deben de quedar algunos en Bretaña, Francia).
     La devoción a María de la Merced está muy viva en el Nuevo Mundo y es patrona de Barcelona y de Jerez de la Frontera, en España. Donde hay conventos mercedarios, masculinos y femeninos, se cultiva esta devoción a un título tan teológico y lleno de connotaciones liberadoras.
     Pedro Nolasco falleció el 6 de mayo de 1245, probablemente en Barcelona (“Documento de Arguines”, Valencia, de dicho año), fue canonizado en noviembre de 1628 y al año siguiente se hicieron grandes festejos en todas las ciudades, villas y pueblos, donde existía la Merced, entonces vitalmente pujante. Las “Justas literarias” de san Pedro Nolasco en Madrid, las editó el maestro fray Alonso Remón, encargándole a Lope de Vega una comedia, que fue representada, y se conserva entre sus obras. Junto a él se canonizó asimismo a san Ramón Nonato, nombrado cardenal, y fallecido antes de recibir el capelo cardenalicio en 1338.
     Los grandes predicadores del XVII, el jesuita Vieira, en la iglesia de San Luis del Marañón (Brasil), y Bossuet, el excelso predicador francés, en la iglesia de la Merced del Marais (París), con ocasión del culto público y universal de san Pedro Nolasco, predicaron sendos sermones ejemplares, modelo de oratoria sagrada, admirados ante su obra de caridad extrema al servicio de los más humillados de su tiempo, privados de libertad, que malvivían en las mazmorras y baños del norte de África. Se calcula que la Orden Mercedaria redimió a unos setenta mil cautivos, uno a uno, a precio de rescate, con entrega generosa, imitando al fundador (Luis Vázquez Fernández, OdeM, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
Conozcamos mejor la Biografía de Ricardo Bellver, autor de la obra reseñada;
     Ricardo Bellver y Ramón, (Madrid, 23 de febrero de 1845 – 20 de diciembre de 1924). Escultor.
     Pertenecía a una famosa dinastía de escultores de origen valenciano. Su abuelo Francisco Bellver y Llop, estudió en la Real Academia de San Fernando y, más tarde, estuvo trabajando en la Corte.
     Su padre, Francisco Bellver, ilustre escultor y académico, fue su primer maestro en el arte de la escultura.
     Posteriormente entró como alumno en la Real Academia de San Fernando, y destacó en las asignaturas de Anatomía Pictórica y Dibujo del Antiguo, copia del Natural y Paños.
     A los diecisiete años presentó su primera obra para la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862, el cacique Tucapel. Dos años más tarde, en 1864, para esta misma Exposición expuso dos bajorrelieves: Sátiro tocándose las tibias y Faunos jóvenes jugando con una cabra.
     De 1866 es su magnífica obra La Virgen del Rosario, con destino a la iglesia de San José de Madrid, de soberbia ejecución y factura. Para la Exposición Nacional de 1867, realizó su extraordinario grupo de la Piedad, de gran tradición desde el siglo xv, con la que consiguió una mención honorífica de 1.ª clase. Para la Exposición Nacional de 1871, mostró tres bustos en yeso: Goya, José Bellver y Una señora.
     En el año 1874, para el concurso abierto para las plazas de pensionado de Roma, presentó su obra: David teniendo en la mano la cabeza del gigante Goliat.
     En Roma permaneció pensionado los años 1875, 1876 y 1877. En 1875 realizó el magnífico busto del Gran Capitán, copia en yeso de la estatua que talló en madera, en el siglo XVI, el escultor y arquitecto burgalés Diego de Siloé.
     Al año siguiente, en 1876, presentó su segunda obra de pensionado el bajorrelieve titulado: El Entierro de Santa Inés, para el interior de la basílica de San Francisco el Grande de Madrid.
     Finalmente, como trabajo de tercer año de pensionado, en 1877, mostró su obra más famosa y que más gloria le dio: El Ángel Caído, modelada en yeso y más tarde fundida en bronce. Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Madrid, y en la Internacional de París. De 2,65 metros de altura, con notables influencias clásicas, helenísticas y barrocas, representa a Lucifer caído sobre unas rocas, retorciéndose por el dolor que le causa una serpiente enroscada en su cuerpo.
     En el año 1880, ejecuta el boceto para el ilustre marino y navegante del siglo XVI: Juan Sebastián Elcano, encargado por el Ministerio de Ultramar, fue presentado en la Exposición Nacional de 1881, obteniendo primera medalla, siendo esculpida en mármol blanco de Carrara.
     Acabado su plazo de pensión en Roma, permaneció en la ciudad, donde continuó vinculado hasta 1882.
     En este intervalo de tiempo esculpió el imponente monumento al Cardenal de la Lastra y Cuesta, Arzobispo de Sevilla, en un purísimo y finísimo mármol de Carrara, con influencias de estilo plateresco.
     Para la portada principal de la catedral de Sevilla realizó en yeso, en 1883, un bajorrelieve de la Asunción de la Virgen, más tarde pasado a piedra de Mónovar (Alicante), de tamaño colosal. Posteriormente para decorar la mencionada fachada talló cuarenta estatuas de apóstoles y santos, en las que trabajó hasta el año 1899, de tamaño mayor que el natural en piedra cemento Portland.
     Durante los años 1883-1884, esculpió en mármol de Carrara dos colosales estatuas, de 2,65 metros de altura, de los apóstoles San Andrés y San Bartolomé, para la rotonda interior de la basílica de San Francisco el Grande de Madrid; la obra le fue encargada por la Obra Pía de Jerusalén; por sendos modelos cobró la cantidad de tres mil pesetas. Esta obra fue ejecutada en claro estilo neobarroco.
     El día 10 de noviembre de 1879 fue designado en Sesión Ordinaria académico correspondiente de la Academia de San Fernando. En atención a esto y al haber sido nombrado profesor ayudante de la Escuela de Artes invocando Oficios, y que los artículos 7.º y 8.º de los Estatutos, y el 77 y el 78 del Reglamento, los académicos Federico de Madrazo, José Barral, Antonio Ruiz de Salces, Francisco Asejo, Barbieri y los escultores Sabino de Medina y Elías Martín, lo proponen el 5 de mayo de 1884 como académico de número.
     El 20 de octubre de 1884, es elegido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, su discurso de apertura fue: La Escultura en Miguel Ángel.
     Por estas fechas el obispo de Cádiz, Vicente Calvo, le encarga tres imágenes en madera policromada y de tamaño natural: San Pedro, Santo Tomás de Aquino y San Alfonso María de Ligorio.
     Durante esta época llevó a cabo otro excelente sepulcro de estilo neoplateresco, el del Cardenal Martínez Silíceo, para la iglesia-colegio de Doncellas Jóvenes de Toledo, inspirado en los sepulcros renacentistas del cardenal Tavera y el de Cisneros.
     De 1877 son el Monumento Funerario a Goya, el Monumento a Meléndez Valdés y Donoso Cortés, con la famosa estatua de la Fama, en el cementerio monumental de San Isidro de Madrid.
     A comienzos del siglo XX, esculpió en piedra blanca el Escudo colosal de España, para el Ministerio de Fomento, actual de Agricultura en Madrid.
     A partir de 1904, R. Bellver se dedica casi por entero a su labor docente, en las clases de la Academia de San Fernando, también como jurado calificador en exposiciones nacionales e internacionales. También como jurado calificador en la Academia Española de Bellas Artes de Roma, sustituyendo en 1904 al célebre escultor valenciano Mariano Benlliure, compañero suyo en la Academia.
     Dos días después de su muerte, el 22 de diciembre de 1924, el escultor segoviano Aniceto Marinas se adhiere a las condolencias expresadas por su compañero el también escultor Mariano Benlliure, con motivo de la muerte de nuestro genial artista, ocurrida el 20 de diciembre del citado año.
      Ricardo Bellver ha utilizado a lo largo de su carrera artística todo tipo de materiales para ejecutar su dilatada y extensa labor escultórica: el barro, arcilla, madera de pino, ciprés, policromada, dorada y estofada; el mármol de Carrara, la piedra de Monóvar, Novelda, el cemento Portland, el bronce y otros materiales.
     Sus primeros trabajos de juventud están realizados en barro, arcilla, escayola, yeso y cera. Se trata de estudios preparativos para mostrar a las distintas y variadas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y a los Concursos a Oposiciones de Pensionados a Roma.
     Desde sus primeros comienzos la obra de Ricardo Bellver ha generado grandes elogios por parte de la crítica especializada de la historia del arte. de fuerte personalidad, realismo libre, notable y crítico, es el más personal y original de los escultores.
     Su estilo es ecléctico, academicista y romántico, y en muchas ocasiones se muestra neobarroco y realista.
     Es creativo y original, con una gran fuerza expresiva en sus obras (José Luis Melendreras Gimeno, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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