Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Santa María de Gracia, en Camas (Sevilla).
Hoy, 8 de mayo, es la Festividad de la Bienaventurada Virgen María Madre y Mediadora de todas las Gracias, así que hoy es el mejor día, para ExplicArte la Iglesia de Santa María de Gracia, en Camas (Sevilla).
La Iglesia de Santa María de Gracia, se encuentra en la calle Santa María de Gracia, 2; en Camas (Sevilla).
Fue comenzada hacia 1723, pero no se inauguró hasta 1800, si bien existen noticias documentales de la existencia de iglesias anteriores, datadas en los siglos XV y XVII. Entre 1760 y 1761 dirigió las obras Pedro de Silva. El edificio actual consta de tres naves, cubierta la central con bóveda de cañón con lunetos y las dos laterales por bóvedas vaídas. Los soportes son pilares de planta rectangular. Al exterior muestra las fachadas lisas y blanqueadas con dos puertas, una en el lado derecho, con arco de medio punto, y otra a los pies, rematada en frontón triangular abierto, levantándose sobre esta portada una espadaña.
El retablo mayor presenta tres calles y un remate, es de estilo neoclásico y se decora con esculturas y relieves. Consta documentalmente que fue contratado por Francisco de Acosta y Antonio Chamorro en 1800. En la hornacina central se halla la patrona, la Virgen de Gracia, imagen de vestir del siglo XVIII. Ocupan los restantes registros del retablo santos de la orden trinitaria, apareciendo en el remate un relieve de la Trinidad. A excepción de la imagen de la Virgen, las demás esculturas responden al estilo neoclásico del retablo.
En la nave izquierda se halla un retablo de la primera mitad del siglo XVIII de un solo cuerpo y remate, que presiden las esculturas del Crucificado de la Vera Cruz y la Dolorosa, completándose con pinturas de San Juan, la Magdalena y Cristo camino del Calvario. Este retablo debe de ser el contratado por José Fernando de Medinilla en 1732. Existen otros dos retablos de la época de la iglesia, que contienen esculturas de la Virgen del Rosario y del Carmen. Esta última era a principios del siglo una Inmaculada.
En cuanto a las pinturas, hay lienzos de Santas Justas y Rufina, la Coronación de la Virgen, la Crucifixión y la Virgen de los Reyes, esta última obra de fines del siglo XVII, con interesante marco del mismo momento. Hay que destacar también en esta nave un confesonario de madera tallado, decorado con rocallas, de la segunda mitad del siglo XVIII. En la nave derecha existen también obras de interés, entre las que destaca un sencillo retablo rococó que contiene un original relieve de la Virgen de la Antigua, de la primera mitad del siglo XVII. Otros dos retablos neoclásicos ocupan el muro derecho y presentan imágenes de la segunda mitad del siglo XVIII de Santa Brígida, San José y la Virgen de la Candelaria, esta última con un bello Niño de escuela granadina. Tanto la imagen mariana como la de la santa proceden de una ermita desaparecida dedicada a Santa Brígida. En cuanto a las pinturas de la nave destaca una Virgen de Guadalupe de la primera mitad del siglo XVIII. Como escultura moderna hay que destacar la del Gran Poder, obra de tamaño natural del escultor Marcos Pintado. A los pies se halla el coro, en alto, conteniendo un órgano de mediados del siglo XIX, que fue regalado por la reina Isabel II. También a los pies de la iglesia, pero en el lado derecho, se encuentra la Capilla Bautismal, cuya pila procede de la iglesia de la O de Sevilla, siendo bendecida en 1615 y trasladada a Camas en 1628, así como un Niño Jesús de tipo montañesino, pero ya realizado en el siglo XVIII.
En el despacho del párroco se encuentran algunas piezas de orfebrería interesantes, entre las que destaca un copón decorado con gallones y con nudo en forma de jarra fechado en 1588. De la misma época aproximadamente son unas crismeras con decoración parecida pero de carácter más plano. Es de interés una cruz procesional de la primera mitad del siglo XVII, con restauraciones rococó, y una corona de la Virgen del Rosario, con bella decoración de flores carnosas pertenecientes al período barroco. De fines del siglo XVIII hay un cáliz y un copón de plata lisos, hechos en Sevilla por Antonio Méndez, cuyo punzón junto con el de la ciudad muestran (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
El edificio actual fue construido sobre los restos de dos iglesias del siglo XVI y el XVII. Aunque las obras del actual templo se iniciaron en 1723, no se inauguraría hasta 1800.
Está compuesto por tres naves y en su fachada destacan dos puertas: una frontal, que da la plaza de la Constitución; y otra en el lado de la epístola. La torre del campanario está a la izquierda de la fachada frontal y es de ladrillo visto.
El interior está decorado con varios retablos. Destaca el mayor, de estilo neoclásico, obra de Francisco de Acosta y Antonio Chamarro, que en la hornacina central guarda la Virgen de Gracia, del siglo XVIII.
La nave de la izquierda tiene un retablo realizado por José Fernando de Medinilla en 1732. En él destacan un crucificado de la Vera Cruz y una Virgen de los Dolores, actualmente patrona de Camas, obra de Juan de Astorga en 1819. También encontramos pinturas del apóstol San Juan, María Magdalena y Jesús camino del Calvario.
En la misma nave existe otro retablo con una imagen de Santa Brígida y en la nave derecha hay un retablo con una Virgen de la Candelaria. Las dos son del siglo XVIII y de la ermita de Santa Brígida, que desapareció tras la invasión francesa de principios del siglo XIX.
En el templo también se encuentran dos obras del siglo XVII: una Virgen de Guadalupe, de 1675, y un relieve de la Virgen de la Antigua (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia de la Solemnidad de la Virgen de Gracia;
La mediación universal de la Santísima Virgen María es una doctrina deducida de la enseñanza tradicional de la Iglesia, a partir de la solicitud maternal de María por todo el género humano en la misión redentora de su Hijo, que forma un todo con ella, y se extiende a todas las gracias que nos ha adquirido Cristo. Aunque es una verdad no definida, viene siendo aceptada por el pueblo cristiano desde tiempo inmemorial: ya a San Germán de Constantinopla, en el siglo VII, se le llama el Doctor de la Mediación de María.
Son múltiples las advocaciones marianas que reflejan la mediación de María: Amparo, Auxiliadora, Consolación, Gracias, Merced, Milagro, Misericordia, Patrocinio, Providencia, Refugio, Remedio, Socorro... En la Edad Media, el franciscano San Bernardino de Siena, insigne predicador, contribuyó ostensiblemente a extender la doctrina de la distribución de María de todas las gracias. En el mismo sentido, toda la himnología medieval occidental canta el papel de María como abogada y mediadora. Así mismo la proclamamos intercesora en la segunda parte del avemaría, de composición eclesiástica, oración base, por otra parte, del Ángelus y del Rosario. En la Península Ibérica, el título de mediadora e intercesora se patentiza ya en su liturgia hispánica autóctona. A comienzos de la Edad Moderna, influyó mucho la predicación del agustino Santo Tomás de Villanueva, Arzobispo de Valencia, que entreteje su reflexión teológica en torno a imágenes y tipos bíblicos, recogiendo la herencia de la piedad medieval. Incluso el Rey Felipe IV, a propuesta de la Real Junta de la Inmaculada, movida por el jesuita P. Nieremberg, estableció, como comentamos en otro apartado, la Fiesta del Patrocinio de la Santísima Virgen para España y sus dominios por carta del veinte y ocho de septiembre de 1655, confirmada por el Papa Alejandro VII Chigi por el Breve Praeclara charissimi del veinte y ocho de julio del año siguiente, para un domingo de noviembre. Un decreto real en 1664 la fijó el segundo. Se extendió por otros lugares en el siglo XVIII. En la segunda mitad del XIX el Cardenal Mercier (+1926), Arzobispo de Malinas, Bélgica, promovió en la Iglesia un movimiento mariano mediacionista. En 1913 elevó a San Pío S Sarto una petición para que declarara dogma de fe la Mediación Universal de María en la dispensación de todas las gracias, firmada el episcopado belga, clero, fieles, universidades católicas, órdenes religiosas…
Ya en este siglo, el Papa Benedicto XV Della Chiesa, llama a la Virgen Omnipotencia suplicante, y afirma que la ha tomado por Patrona desde el comienzo de su pontificado. Este mismo pontífice, el veinte y uno de enero de 1918, a petición del Cardenal Mercier, concedió a toda la nación belga Oficio y Misa de Santa María Virgen Mediadora de Todas las Gracias, que es por tanto una fiesta que hace referencia a una verdad teológica y que la Sede Apostólica ha ido concediendo a muchas diócesis e Institutos Religiosos que lo han solicitado, habiéndose hecho casi memoria general. El propio Cardenal Mercier escribió para ello a todos los obispos católicos. Se celebraba el treinta y uno de mayo hasta 1954, en que pasó a la Octava de la Inmaculada. En el Vaticano II se califica expresamente a María Mediadora.
El Concilio Vaticano II ha escrito sobre esta condición de mediadora de la Santísima Virgen: “María, asunta a los cielos, no ha dejado su misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada nada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador” (LG 62). Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres. Pero Él, no por necesidad sino por benevolencia, ha querido asociarse otros mediadores. Entre ellos, María.
La mediación de María fluye de un doble hecho: primero, su maternidad espiritual. Ésta exige no sólo la transmisión de la vida sobrenatural, sino también su conservación. Y segundo: su corredención maternal, que requiere la aplicación de la redención a cada uno de los redimidos. En 1971 la Sagrada Congregación para el Culto Divino aprobó la Misa de la B.V.M. Madre de la Gracia y Mediadora, conjuntando el papel maternal de María con su mediación, cuyos textos eucológicos se encuentran en el Misal de la Virgen con el número 30. La titulada La Virgen María en Caná, la número 9, última del Tiempo de Navidad, nos transmite la continuación de la labor mediadora de la Madre de Jesús en favor de la Iglesia en el cielo, donde reina Asunta y Gloriosa, que inició en las bodas de Caná, y de Su misión ejemplarizante y salvadora de conducir a Cristo en comunión con los fieles. Aunque no está en el calendario universal, se celebra en múltiples diócesis, así en las de Cuenca, Pamplona y Tudela como memoria libre, y congregaciones religiosas, entre las que contamos a los Monfortianos y Reparadores, como memoria obligatoria, y Servitas, como memoria libre. En la Diócesis de Sevilla se celebra en esta jornada por aprobación de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino de cinco de agosto de 1980 (Prot. n. CD 1320/80), a petición del 30 de mayo de dicho año del Cardenal Arzobispo José María Bueno Monreal con el grado de memoria obligatoria.
La advocación de Nuestra Señora de Gracia evoca el saludo del Arcángel Gabriel a María: "Dios te salve María, llena eres de gracia". Para los cristianos esta advocación no hace más que resaltar la cooperación excelente de María en el plan salvífico de Dios, para el que estaba predestinada. Esta advocación de Gracia, junto a la de Consolación y Correa, la del Buen Consejo y la del Socorro, centran la devoción mariana particular de la orden agustina, y aun podemos decir que es la más antigua de todas. Desde tiempo inmemorial el culto a la Virgen de Gracia floreció en los ámbitos agustinianos, pero desconocemos dónde y cómo surgió. El porqué de la elección de tal título y del culto particular que se empezó a tributar a la Virgen con él, las circunstancias históricas que lo envolvieron en los comienzos de la Orden y su origen espacio-temporal, se desconocen totalmente. Lo cierto es que, aunque con lentitud, pero progresivamente, la advocación fue cobrando resonancia en las devociones comunitarias y litúrgicas agustinas.
Había sido norma generalizada que las órdenes religiosas aprovecharan devociones antiguas ya establecidas en el corazón de los cristianos y las acomodaran a su peculiar manera de pensar y carisma. No olvidemos que San Agustín, el padre espiritual de la orden, es llamado el Doctor de la Gracia. Como él pone de manifiesto, en nuestro camino de salvación es necesario el auxilio de la Gracia, que recibimos en el bautismo. María venerada como Madre de la Gracia o de la Divina Gracia presenta la oportunidad de incardinar la mariología en la cristología. Probablemente sea ésta la explicación más verosímil de lo que aconteció respecto a la arraigada devoción agustiniana por Nuestra Señora de Gracia.
Entre los agustinos la devoción a este prestigioso título se desarrolló encontrando adecuadas expresiones en algunas antífonas, plegarias e himnos recomendados u ordenados por las constituciones de la Orden y sus capítulos generales, como las antífonas Benedicta tu, llamada también Vigiliae B. M. V., porque se recitaba o cantaba por la tarde, el Ave Regina coelorum, Mater regis angelorum, que se canta en la primera mitad del día, normalmente después de mediodía, o el himno Maria Mater Gratiae, al término de las procesiones. Ya en el Capítulo General de Orvieto de 1284 se recomienda el rezo o canto diario de la citada antífona Benedicta tu en honor de la Virgen de Gracia. En el Capítulo General de 1327 fue decretado el rezo diario del versículo Maria Mater Gratiae después del himno Memento salutis auctor, lo que se recordó en 1385 y 1388. Otra noticia históricamente documentada del culto de la Orden a esta advocación es del año 1401 y se refiere a una cofradía homónima organizada en los conventos de San Agustín en Valencia (España) y Nuestra Señora de Gracia en Lisboa (Portugal).
Aunque ya venía de antiguo la recitación del himno Ave Regina caelorum, Mater Regis angelorum también en honor de la Virgen de Gracia, se prescribió este uso en las Constituciones de 1551 tras la misa solemne, lo que el Capítulo General acordó que nunca debía ser suprimido en las iglesias de la Orden, y lo que se recordó en disposiciones posteriores. A partir del siglo XVI la devoción estaba consolidada en toda la Orden; se empezaron incluso a edificar conventos con este título, sobre todo en Italia e Hispanoamérica, y también se difundió la leyenda de que la Virgen de Gracia habría impedido que el Papa quitara a la Orden el hábito blanco que se vestía entonces en su honor. A partir del siglo XVII la advocación es considerada ya como propia de la Orden, aunque quedó en parte oscurecida por la de Consolación y Correa y la del Buen Consejo.
Si bien el culto general, como vemos, es antiguo, la liturgia específica no fue concedida hasta 1807. En esta fecha, el Papa Pío VII Chiaramonti, a instancias del Padre José Bartolomé Menocchio (+1823), sacristán pontificio y confesor del papa, y del Vicario General, concedió a la Orden de San Agustín facultad para incluir en su liturgia la festividad en honor de la Virgen Nuestra Señora de Gracia, con Misa y Oficio propios, a celebrar el uno de junio.
A partir de una reforma del calendario propio en 1965 se empezó a celebrar el veinticinco de marzo, en clara alusión a la escena de la anunciación del ángel a María, pero con ello se oscureció una significativa tradición agustiniana. A partir de la inclusión con el número 30 en el Misal de la Bienaventurada Virgen María de 1987 de la misa Madre de Gracia, Mediadora de Gracia, en el calendario de la Orden del 2002 se rescató esta memoria y se le señaló el ocho de mayo (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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