Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad del Rocío del Cerro del Águila, de Sevilla.
Hoy, 20 de mayo (cincuenta días después del domingo de Resurrección), es la Solemnidad de Pentecostés, día en el que se concluyen los sagrados cincuenta días de la Pascua y se conmemoran, junto con la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos en Jerusalén, los orígenes de la Iglesia y el inicio de la misión apostólica a todas las tribus, lenguas, pueblos y naciones [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
También se celebra hoy la Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, a quien Cristo encomendó sus discípulos para que, perseverando en la oración al Espíritu Santo, cooperaran en el anuncio del Evangelio [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Hermandad del Rocío del Cerro del Águila, de Sevilla, que celebra hoy su Solemnidad, en la Aldea del Rocío, en Almonte (Huelva).
La Hermandad del Rocío del Cerro del Águila, tiene su sede canónica en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores, que se encuentra en la calle Nuestra Señora de los Dolores, 72; mientras que la Casa-Hermandad, se encuentra en la misma calle (Nuestra Señora de los Dolores), pero en este caso, en el nº 42; ambas en el Barrio de El Cerro, del Distrito Cerro-Amate.
La Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Sevilla - Cerro del Águila; es ésta una corporación fundada en 1978, filial nº 70 de la Hermandad Matriz de Almonte y con sede canónica en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores, siendo su Simpecado obra de Francisco Carrera "Paquili" en 1995, y la Carreta es obra de Orfebrería Villarreal en 1987.
El Escudo de la Hermandad es la imagen corporativa. En su diseño se contienen todos los símbolos que caracterizan a la Hermandad. Se utiliza en todos los documentos oficiales y sellos de la corporación. La Regla IV define su composición y recoge la explicación simbólica:
Tres escudo ovalados, dos en la base y uno arriba. El superior trae en campo de azur una paloma con las alas extendidas de las que emergen doce rayos de oro y llamas de fuego en su color. En el diestro, sobre campo de plata, cruz de oro bordeada de gules y sobre ésta corazón flameante en su color, cargado de siete puñales de sable, tres a la derecha y cuatro a la izquierda. En el siniestro, en campo de azur, figura la Torre de la Giralda y a cada lado jarra con azucenas, todo esto en oro. Entre los óvalos de la base, anagrama de María en plata y en la punta, sobre fondo carmesí, anagrama en oro con el NO-MADEJA-DO, por nuestra vinculación con el cuerpo de la Policía Municipal. A ambos lados del superior, varas de azucena en plata, todo orlado por líster en oro con divisa en letras de sinople con el lema «ESTE PUEBLO TE HONRA CON SU FE, MARÍA». Timbra el conjunto águila imperial en vuelo en su color, la cual porta corona real abierta.
Los tres óvalos simbolizan a la Santa Trinidad, origen de nuestras creencias. Separadamente, el superior representa al Espíritu Santo (Pentecostés), símbolo de todas las Hermandades rocieras. El diestro es el distintivo de la comunidad parroquial en la cual está erigida canónicamente la Hermandad. El siniestro al escudo del Cabildo Catedral, que simboliza a la Iglesia de Sevilla. El anagrama de María en alusión a nuestra titular. Las varas de azucena representan la pureza de la Stma. Virgen. El líster con el lema de la Hermandad, el águila en alusión al nombre del barrio y la corona real representando la realeza de María.
El origen de la hermandad está en una asociación gestada en 1978. Al año siguiente un grupo de amigos, encabezados por Manuel Fernández, dirige un escrito con fecha 5 de octubre al cardenal Bueno Monreal, con la aprobación del cura párroco, Alberto Tena López. En dicho escrito se solicita una entrevista ante José Gutiérrez Mora, vicario episcopal de laicos. Posteriormente, tras ser atendida dicha solicitud, son recibidos por José Gutiérrez, el cual les alentó a seguir con la idea, aconsejándoles en principio crear una asociación rociera, la cual sirviera como campo de experiencia para la formación de la hermandad solicitada y prestándoles toda la colaboración que le fuera posible. Dicha asociación hace su primera romería en 1980. En 1984 se encarga a Francisco Carrera Iglesias la realización del Simpecado.
En 1985 se fundó el primer coro de la hermandad, compuesto por 45 miembros, con la curiosidad de que había tres generaciones (abuelas, madres e hijos) entre sus componentes. Su primera directora fue Josefa Sánchez Plaza. El 19 de abril el arzobispado de Sevilla la reconoce oficialmente como hermandad. Al igual que el año anterior, el Simpecado quedaría depositado en la parroquia de la localidad de Villamanrique de la Condesa, cuya hermandad ejercería de madrina ante la matriz de Almonte, que durante esa misma romería concedió al Cerro del Águila su aprobación como hermandad filial con el número 71, bajo autorización del obispado de Huelva. Durante el mes de noviembre de ese año le corresponde su primera misa en la aldea, a la cual acude portando el Simpecado, que de esa forma hizo su entrada oficial en la ermita. En 1987 tuvo lugar su primera romería, ya reconocida como nueva hermandad, presentándose en la mañana del sábado 7 de junio. Va amadrinada, como ya hemos dicho, por Villamanrique, conjuntamente con la también recientemente creada de Sevilla-Sur.
En 1994 amadrina a la Asociación de Nuestra Señora del Rocío de Mairena del Aljarafe, que se une a la peregrinación al paso por dicha localidad desde hace tres años. La vida interna cuenta durante este mismo curso con dos novedades importantes: la realización de la capilla del Simpecado y la nueva etapa del coro. La adquisición de los terrenos en la aldea del Rocío para la futura casa-hermandad hace que la corporación atraviese un período de serias dificultades económicas. En 1995 la parroquia, ante el ruinoso estado de fábrica que presentaba. La hermandad no se moverá del barrio, continuando allí sus cultos y actividades.
El 21 de noviembre de 1998, las cinco hermandades sevillanas con la advocación de Nuestra Señora del Rocío organizaron una caravana solidaria. Desde la Alameda de Hércules y tras la celebración de una misa, salieron en comitiva con carretas tiradas por bueyes para pedir por las calles sevillanas, acompañadas de coros y de bandas de música. Los donativos fueron destinados a paliar los efectos del huracán Mitch en Centroamérica. Otro rasgo valedero para las cinco hermandades es que ese año se enfrentaban ante un camino atípico a causa de la riada tóxica provocada por la rotura de la balsa de la mina de Aznalcóllar. Tras la contaminación sufrida por el río Guadiamar-Quema para todos los rocieros – las autoridades obligaron a seguir un camino alternativo con más asfalto de carretera y menos veredas.
En 2001 la Hermandad Castrense de Tablada se entrevista con la junta de gobierno y le solicitan el madrinazgo sobre esa nueva corporación. Desde ese año, ambas hermandades realizan unidas el camino hacia la aldea. Ese mismo año, la Hermandad del Rocío del Cerro adquiere unos terrenos en el término de Villamanrique de la Condesa que reciben por nombre “Los tres pinos de Pajares”.
Seis años después de su cierre, la parroquia abre de nuevo sus puertas. La corporación trasladó allí solemnemente su Simpecado en la noche del domingo 23 de diciembre de 2001, entre luces de bengala, con acompañamiento musical del coro de la corporación. Quedó situado en su primitivo enclave, la nave del evangelio, aunque con mayor vistosidad. La apertura tuvo lugar en la misa de Nochebuena. En 2002 las cinco carretas sevillanas del Rocío, con sus respectivos simpecados, acudieron a la catedral, con motivo de la etapa en Sevilla del Camino Europeo del Rocío.
En 2004 el simpecado preside el pregón de glorias. El traslado a la catedral tuvo lugar el 8 de mayo, en rosario de la aurora, siendo portado por los hermanos. Un detenido estudio de las posibilidades hizo optar a la junta de gobierno por un traslado privado hasta un templo más próximo al centro para, desde allí, emprender el traslado a mano hacia el templo catedralicio. El 7 de mayo el Simpecado quedó expuesto a la veneración de los fieles en la iglesia del antiguo convento del Valle, hoy sede de la Hermandad de los Gitanos, la cual ofreció una excepcional acogida. Al día siguiente, a las 8 de la mañana, el Simpecado se encaminó desde allí al templo metropolitano, haciendo emotiva parada en la parroquia de San Isidoro, donde se cantó una emocionada salve ante la Virgen del Rocío de la Hermandad del Salvador, que establecida transitoriamente allí, ocupaba el altar mayor para sus cultos. También se rezó ante Nuestra Señora de la Salud, que esperaba su salida en el paso procesional. Otro momento emotivo había sido el que se vivió a las puertas de las Hermanas de la Cruz, donde – ante la sorpresa de todos los presentes – las monjas entonaron una salve rociera compuesta expresamente para ese momento. Por el camino el simpecado fue recibido también por las cofradías ante cuya sede discurría: Sagrada Cena, Sagrada Mortaja y Santa Cruz. El domingo 9 el simpecado regresó en su carreta, después de una misa en la Capilla Real. Tras girar hacia la Plaza del Triunfo para rezar el Ángelus ante el monumento a la Inmaculada por el 150 aniversario de la proclamación de este dogma, emprendió de nuevo un bello recorrido por el centro histórico de la ciudad, dándose la peregrina e irrepetible circunstancia de que conforme el cortejo pasaba por la Plaza de San Francisco para tirar hacia Entrecárceles, por la calle Tetuán casi asomaba ya otra comitiva que acompañaba a la Virgen de la Concepción del Silencio, también en procesión extraordinaria. Durante el itinerario de vuelta el simpecado fue recibido por la Hermandad de la Candelaria en San Nicolás y por la de las Nieves en Santa María la Blanca. posteriormente también visitaron a la Hermandad de San Bernardo.
En 2005 ante el singular e inusitado aspecto el que ofreció la romería, pues a causa de la epidemia que afecta a la cabaña bovina, hubo que utilizar mulas, la Hermandad del Inmaculado Corazón de María de Torreblanca, cedió su carreta de madera, a la cual se puso un copioso exorno de flores.
El día 30 de enero de 2011 se presentaron los actos conmemorativos del XXV aniversario de la erección canónica de la hermandad. Se celebró una exaltación literaria a cargo de cinco de los hermanos: Emilio Sánchez Verdugo (presbítero), Francisco Cueto Giráldez y Manuel García Negrete (anteriores hermanos mayores), Francisco Javier Segura Márquez y Mercedes Gonzalo Moya (que intervinieron de manera conjunta). Al acto, presentado por Álvaro Carmona López en el que se presentó también el cartel conmemorativo y el programa de actos, asistieron autoridades militares del acuartelamiento de Tablada y el delegado del Distrito Cerro Amate, Francisco Fernández, quien comunicó oficialmente que había sido concedida a la hermandad la réplica de la medalla de oro de la ciudad que posee el Consejo de Cofradías. La medalla de la Ciudad fue impuesta al simpecado en la mañana de la misa de romeros. En el programa de actos destacó la propia peregrinación en Pentecostés y la de noviembre, a la que asistieron muchas representaciones. Ese mismo domingo falleció José Manuel Álvarez-Ossorio, destacado miembro de junta en anteriores etapas de la corporación (Web oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Solemnidad de Pentecostés:
La Pentecostés
Puede parecer ilógico a primera vista incluir la Venida del Espíritu Santo en el cielo de la Glorificación de Cristo, puesto que Cristo está ausente en esta escena, y los Apóstoles se reúnen alrededor de la Virgen.
Pero es Cristo resucitado quien envía el Espíritu Santo a los apóstoles, y la Virgen, a pesar del lugar que se le atribuye en el centro del grupo, sólo tiene un papel secundario en esta escena de glosolalia, donde ella es la única que se mantiene en silencio. El protagonista invisible es Cristo, quien infunde el Espíritu Santo en los apóstoles, para permitirles hablar todas las lenguas necesarias para la predicación del Evangelio entre los gentiles, aunque no las hayan estudiado nunca.
Por otra parte, basta leer el Evangelio de san Juan para comprender cuál era el pensamiento de los apóstoles. Jesús les promete que una vez desaparecido de esta tierra, no los dejará huérfanos, sino que les enviará de parte del Padre otro consolador, el Paracleto o el Espíritu de verdad, que estará con ellos eternamente (Juan, 14: 16 y 15: 26). Y en otra conversación que se sitúa después de la Resurrección (20: 21 - 22), vuelve aún más explícitamente acerca de esta misión: «Como me envió mi Padre, así os envío yo. Diciendo esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.» La misma idea está expresada en el Evangelio de Mateo, a propósito de la predicación de San Juan Bautista (3: 11): «Yo, cierto, os bautizo en agua con vistas a la penitencia; pero en pos de mí viene otro más fuerte que yo ( ...) él os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego.»
De manera que es Cristo quien en verdad otorga el Espíritu Santo, y el principal personaje de la Pentecostés; pero no aparece en la escena. Salvo raras excepciones está, como los muertos, presente e invisible.
La Misión encomendada a los apóstoles
Es por un error de interpretación, en efecto, que Émile Mâle creyó reconocer la Pentecostés en el célebre tímpano del nártex de Vézelay, donde un Cristo gigantesco extiende los brazos y muestra las palmas agujereadas de las que irradia luz que ilumina a los apóstoles.
No es el único ejemplo del tema en el arte francés del siglo XII. Aparece por primera vez en Borgoña, hacia el 1100, en una miniatura del Leccionario de Cluny (B.N., París) que ha podido inspirar al escultor de Vézelay. Pero no es particular de esa región, puesto que en la misma época se lo encuentra en una miniatura del Sacramentario de Limoges (B.N., París) y en un fresco de la iglesia de Saint Gilles de Montoire (Loir et Cher), donde pueden verse claramente los rayos rojos que brotan de las llagas sangrantes de Cristo, que se fijan sobre las cabezas de los apóstoles.
El tema representado no es en absoluto la escena que tiene lugar en el cenáculo cincuenta días después de la Pascua, y que es la única que merece, estrictamente, el nombre de Pentecostés; se trata de la Aparición de Cristo resucitado a los apóstoles, quienes reciben de su Señor la misión de evangelizar el mundo.
La fuente no es el relato de los Hechos de los Apóstoles, sino un pasaje del Evangelio según San Mateo (28: 19), reproducido en el suplemento del Evangelio de Marcos (16: 15), donde Cristo dice a sus discípulos: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Ite et docete omnes gentes).»
Las naciones cuya evangelización constituye la misión de los apóstoles, están evocadas de manera pintoresca en el dintel y en los marcos del tímpano de Vézelay, y en las obras similares del siglo XII que son seudos Pentecostés.
También debe procurarse no confundir con la Pentecostés el Descenso del Espíritu Santo sobre los fieles, tema muy infrecuente, cuyo ejemplo más conocido es una página del Libro de Horas de Étienne Chevalier, de Jean Fouquet.
La Pentecostés propiamente dicha
1. Fuentes e Interpretación
A diferencia de los temas precedentes, el relato del milagro no está en los Evangelios sino en los Hechos de los Apóstoles (2: 1 - 41).
«Al cumplirse el día de Pentecostés, estando todos juntos en el lugar, se produjo de repente un ruido proveniente del cielo como el de un viento que sopla impetuosamente, que invadió toda la casa en que residían. Aparecieron, como divididas, lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo; y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según que el Espíritu les otorgaba expresarse.»
Estupefactos al oír a esos galileos hablar tantos idiomas que les resultaban incomprensibles, los judíos supusieron en principio que se habían embriagado, y que esa súbita glosolalia era el efecto de la borrachera. Pero Pedro replicó que a las nueve de la mañana era demasiado temprano para estar ebrios, y explicó que ese milagro realizaba la profecía de Joel (2: 28): «( ....) derramaré mi espíritu sobre toda carne ( ...)»
Así, en el origen de la Pentecostés encontramos la consumación de una profecía del Antiguo Testamento. Pero la manifestación del Espíritu en forma de soplo, e incluso de tormenta acompañada de relámpagos, es en verdad una creencia común a todas las sectas espiritistas de la antigüedad y de los tiempos modernos. La llama del relámpago en la lengua hebrea se compara con una lengua de fuego, de allí procede la idea de que el Espíritu Santo se había manifestado por el don de lenguas, y que así había dotado a los apóstoles con las habilidades políglotas indispensables para la evangelización de los gentiles.
La Pentecostés aparece como la continuación necesaria de la Misión de los apóstoles y el preludio de su acción, que sin ese milagro les habría resultado imposible. Por ello, esta escena inicia lógicamente el relato de los Hechos de los Apóstoles. Por una curiosa inversión de ideas, la Confusión de las lenguas, que en el Génesis se presenta como un castigo del orgullo humano, aquí se convierte en una gracia concedida por el Espíritu Santo.
En la interpretación prefigurativa de la Biblia, la Venida del Espíritu Santo, que confiere el don de lenguas a los apóstoles, se compara con la Confusión de las lenguas que detiene la construcción de la Torre de Babel.
El don de lenguas acordado a los apóstoles debe reunir a aquellos a quienes la «torre de la confusión» volviera extranjeros. Por sus esfuerzos se elevará un edificio que sin presunción ni locura podrá pretender subir hasta el cielo, y en lugar de desafiar al Señor, aportará la reconciliación del mundo con su Creador. La nueva torre espiritual de la Gracia ya no será construida, como la de Babel, símbolo de la desmesura y el orgullo humanos, con piedras o ladrillos, sino con las virtudes de Cristo Redentor (non lapidibus, sed de virtutibus Christi).
2. Culto
La Pentecostés estaba considerada la fiesta colectiva de los apóstoles. Y se celebraba muy especialmente en Saint Sernin de Toulouse, que se jactaba de poseer reliquias del colegio apostólico.
En la Edad Media, en Notre Dame de París y en Saint Jacques la Boucherie, se reconstruía el milagro haciendo descender desde lo alto de la bóveda una paloma y trozos de estopa encendida.
3. Iconografía
Se distinguen tres tipos principales, con y sin la Virgen.
l. La Pentecostés con la Virgen
Bizantinos y occidentales coinciden en atribuir a la Virgen el lugar central, aunque no el papel principal.
El hecho no deja de ser sorprendente, puesto que María, al haber recibido en su persona el Espíritu Santo, el día de la Anunciación, no necesitaba recibirlo una segunda vez, tanto más por cuanto no participaba del apostolado. Además, su presencia no se menciona explícitamente en los Hechos de los Apóstoles.
La única justificación de esta tradición iconográfica es un pasaje del capítulo que precede al relato de la Pentecostés (Hechos, 1: 13), donde se dice que los apóstoles reunidos en Jerusalén, en el piso alto, es decir, en la habitación principal de la casa, «perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús...». De ello no debe deducirse en modo alguno que la Virgen estuviese con ellos el día de la Pentecostés. Su presencia es una simple suposición que los teólogos admitieron, y que luego se impuso a los artistas, tanto más fácilmente por cuanto éstos tenían la costumbre de representarla en medio de los apóstoles en la escena de la Ascensión.
Madre adoptiva de San Juan y Reina del cielo, fue considerada muy pronto la reina y la madre espiritual de los doce apóstoles (regina et mater Apostolorum). También puede admitirse que la Virgen sea aquí, como en la escena de la Ascensión, sólo el símbolo de la Iglesia.
Los apóstoles forman un círculo alrededor de la Virgen que preside la asamblea sin participar en el milagro. Encima de las cabezas planea la paloma del Espíritu Santo, que deja caer sobre ellos una lluvia de pavesas o de lenguas de fuego.
De inmediato los doce comienzan a hablar todos a la vez, y gesticulan, convirtiendo el cenáculo en una pequeña torre de Babel. Tienen el gesto de alocución, para indicar que están en condiciones de conversar en diversos idiomas.
2. La Pentecostés con los apóstoles solos
Existen representaciones de la Pentecostés donde los doce apóstoles reunidos en la habitación alta y sobrevolados por la paloma del Espíritu Santo están representados sin la Virgen, cuya presencia no está clara mente señalada en los Hechos de los Apóstoles.
Además del grupo de los apóstoles deben tenerse en cuenta dos elementos iconográficos importantes: la irradiación del Espíritu Santo y la representación del Mundo, que los apóstoles, convertidos súbitamente en políglotas, podrán evangelizar.
1. La irradiación o el don de lenguas
En las representaciones de la Pentecostés se han empleado, como es natural, los motivos solares o planetarios que ya hemos visto en la iconografía de los Siete Dones del Espíritu Santo.
El Libro de los Perícopes de la Biblioteca de Munich (siglo XI), simboliza la efusión del Espíritu Santo mediante una rueda inflamada en torno a la cual se agrupan los apóstoles. En la Biblia de Floreffe (siglo XII), los apóstoles están sentados en las molduras inferiores de un enorme disco, y reciben los rayos emitidos por las siete palomas del Espíritu Santo.
A veces la paloma emisora está reemplazada por la Mano de Dios cuyos dedos separados irradian.
La inspiración divina generalmente está simbolizada por una lluvia de lenguas de fuego. Muchas veces, esas lenguas inflamadas toman la forma de cintas o cuerdas que descienden sobre la cabeza de cada uno de los apóstoles (Capitel de la Daurade, en Toulouse).
En ciertas miniaturas bizantinas (Homilías de San Gregorio Nacianceno, B.N., París) se advertirá que el Espíritu Santo no desciende directamente sobre los apóstoles, sino sobre el Trono Venerable (Vacua Sedes, Trono vacío del Juicio Final), donde reposa el libro del Evangelio, y es allí donde rebrotan o rebotan los rayos.
2. El Cosmos
Lo que caracteriza a las representaciones bizantinas de la Pentecostés es que los diferentes pueblos que serán evangelizados en sus respectivas lenguas, están personificados colectivamente por la figura del Cosmos, es decir, del mundo con el aspecto de un rey coronado de pie ante la puerta del cenáculo, que tiene en las manos un lienzo con los doce rollos, que corresponden a las predicaciones de los doce misioneros. Esta alegoría del Cosmos, que traduce el pasaje de las Escrituras acerca del Espíritu de Dios llenando el mundo (Spiritus Domini replevit Orbem terrarum), ha permanecido extraña a la iconografía occidental.
Por error se había creído que ese misterioso personaje representaba al rey David, e incluso al profeta Joel, que hace decir a Yavé (2: 28): «Después de esto derramaré mi espíritu sobre toda carne».
Catálogo
Las representaciones de la Pentecostés son numerosas, tanto en el arte paleocristiano (miniaturas y mosaicos) como en el románico y el gótico; pero se multiplicaron sobre todo a finales de la Edad Media, a consecuencia de la fundación de las cofradías del Espíritu Santo, y luego, en el siglo XVI, a causa de la institución de la orden del Espíritu Santo por Enrique III (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad del Rocío del Cerro del Águila, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
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Página web oficial de la Hermandad del Rocío del Cerro del Águila: www.rociodelcerro.com
La Hermandad del Rocío del Cerro del Águila, al detalle:
- Sede canónica: - Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores
- Día de Salida Procesional: - Miércoles anterior al Domingo de Pentecostés
- Imágenes Titulares: - Simpecado
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