Por amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Cabo Noval, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 28 de septiembre es el aniversario del fallecimiento (28 de septiembre de 1909) del Cabo Noval, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Cabo Noval, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Cabo Noval es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo; y tiene su entrada por la plaza de San Francisco.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Aunque en algún momento aparezca designando la inmediata de Felipe Pérez, parece que el topónimo más antiguo identificable con esta calle es el de Lino o Linos, pues en unos apeos de casas de la Catedral, de 1502, se localizan en esta calle Lino sendas casas con ventanas a la actual Hernando Colón y a la plaza de San Francisco, por lo que no puede ser otra. El topónimo se encuentra citado en documentos de mediados del s. XIV, y subsiste hasta comienzos del XVII. Por otra parte, a mediados del s. XV hay una mención a la Alcaicería de los Plateros, cuya localización coincide con esta calle o parte de ella; según Peraza (s. XVI), la calle Lino es la de los batihojas, es decir, de los que baten panes de oro y plata; y un documento de 1606 alude a los plateros de la calle Linos, con lo que la identificación entre ambos topónimos y el mismo espacio parece confirmarse. También cabe la posibilidad de que la citada Alcaicería fuese una parte de la calle, pues se trata de un ámbito cerrado. El topónimo Alcaicería de los Plateros subsiste también hasta finales del XVII, en que es sustituido por el de Batihojas, que permanece hasta 1911 (un azulejo recuerda esta denominación). La parte final, que desembocaba en Gradas, debe ser la que se denomina Sederos a fines del s. XV y a lo largo del XVI, según se deduce del mencionado apeo. En el citado año de 1911 se le da la rotulación actual, a petición de los vecinos, para honrar la memoria del cabo Luis Noval Ferrao, muerto heroicamente en la campaña de Melilla, en 1909. La colonia asturiana en Sevilla colocó una lápida en su memoria en dicho año. Otros nombres parecen estar relacionados con esta calle; así, en el s. XVIII hay varias citas a la Platería, como lugar inmediato a los portales de la plaza de San Francisco, por lo que estaría en su comienzo o próxima al mismo. Según Álvarez-Benavides, la plazuela existente en su comedio se denominó Tiradores de Oro, es decir, fabricantes de hilo de este metal.
Hoy es una calle recta, de mediana anchura, aunque su latitud decrece ligeramente a medida que se penetra en ella; carece de salida por el otro extremo, y desembocan Felipe Pérez, por la derecha, y Florentín, por la izquierda. Hasta comienzos del s. XIX había sido un complejo de callejas con un trazado quebrado, con soportales y pequeñas casas-tienda, que desembocaba en Alemanes, y de la que partía un callejón que salía a la actual Avenida de la Constitución, a la altura de donde hoy existe un solar junto a la Punta del Diamante. En su parte central se ensanchaba, a modo de plazoleta. Estos espacios aparecen, en ocasiones, compartimentados con arquillo: en el s. XVI se alude al que da acceso a la Alcaicería; a mediados del s. XVIII se construyó otro. En esta centuria se inician las primeras operaciones de reforma. En l788 existe un proyecto para construir catorce casas y abrir una comunicación con Gradas, lo que da a entender que la antigua salida había sido ya cegada, pero en los primeros años de la siguiente década hay varias peticiones de particulares que pretenden la ocupación del callejón a la avenida y de la parte final. Debió ser en estas fechas cuando quedó en la longitud actual y sin salida. La etapa siguiente corresponde a la segunda mitad de la misma centuria, en que inicia el ensanche, que se prolongará a lo largo del presente siglo.
En cuanto a dotaciones, existen noticias de que estaba empedrada a comienzos del s. XVII, y así se mantuvo hasta el XIX; en sus última décadas contaba con calzada empedrada y aceras de baldosas. En 1898 existe un proyecto de adoquinado, pero o no se efectuó o fue incompleto, pues en 1900 se acuerda sustituir el empedrado por cemento; en la década siguiente se aprueba, de nuevo, el adoquinado, que es el sistema que hoy posee. Las aceras son de losetas, pero como existe un desnivel entre esta calle y la de Hernando Colón, en algunos tramos la de los impares está elevada y se accede a ella por medio de escalones. La electricidad se instaló en 1944, y hoy cuenta con farolas sobre brazos de fundición adosados a las fachadas. Hacia el final de la calle existía en el s. XVIII un retablo-altar de la Concepción, en la parte alta de un arco, que, ante la degradación del lugar, fue trasladado a San Eloy en 1762. El caserío conserva, en los impares, algún edificio del ensanche de la segunda mitad del XIX, pero la mayor parte se levanta a todo lo largo del presente siglo, destacando las fachadas lateral y posterior del Banco de España y del Central [hoy Banco Santander]; los restantes son casas de tres y cuatro plantas. A mediados del s. XV vivían allí esparteros, pero, como ya se ha visto, la actividad fundamental durante siglos fue la platería. Aquí, o en sus inmediaciones, debían tener sus talleres los plateros de la ciudad, y sólo excepcionalmente se les autorizó, en el s. XVII, el abrirlos en otros lugares; aquí se encontraba el encargado del contraste, al que, en 1587, se le sitúa en la calleja hacia la avenida. Sin embargo, según una visita de 1679, lo plateros habían abandonado esta calle, "que antiguamente era donde estavan los plateros y están (las tiendas) ynavitables y amenaçando ruina, y donde parece que de muchos años a esta parte no se usa" (Sec.1, carp. 187, núm. 309). La parte final se convierte en trasera de las casas periféricas, por tanto, en corral para almacenar los productos de dichas casas y tiendas. En la segunda mitad del XIX, en una de ellas estaba inalada una fábrica de hierro, a pesar de su proximidad a la plaza de San Francisco. En la actualidad, mantiene el carácter de calle trasera y secundaria que ya poseía el pasado siglo, a pesar de su ubicación, utilizada como aparcamiento, y con algunos bares y una tienda. Hasta su reducción en 1584, en la calle Linos radicó el Hospital de San Leandro, de los corredores de oreja o de lonja [Antonio Collantes de Terán Sánchez, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Luis Noval Ferrao, El cabu Noval (Oviedo, Asturias, 16 de noviembre de 1887 – Zoco el Had de Beni-Sicar, Melilla, 28 de septiembre de 1909). Militar.
Nació en el seno de una familia humilde; sus padres, Ramón Noval Suárez y Josefa Ferrao, estaban avecindados en la ciudad de Oviedo, y su hijo Luis nació el día 16 de noviembre de 1887, vecino de la calle de Santa Susana, n.º 10.
Con veintiún años entró en el reemplazo de 1908, teniendo entrada en Caja el 1 de agosto, habiéndole correspondido el número 148, hasta que el 4 de marzo fue llamado a filas, incorporándose al Regimiento de Infantería del Príncipe n.º 3, donde fue destinado, causando alta en marzo de 1909. Su lugar de trabajo fue la 3.ª compañía del 2.º batallón, quedando de instrucción y guarnición en la misma ciudad de Oviedo.
El 11 de abril de 1909 prestó juramento de fidelidad a la bandera, ascendió por elección a cabo en el mes de septiembre. El día 10 de dicho mes salió de Oviedo con dirección hacia Melilla, a las órdenes del coronel del regimiento Julio Moló Sanz; tras pernoctar en Madrid y continuar su viaje, embarcó en el Ciudad de Cádiz, llevándole a su destino de la plaza de Melilla el día 14 de septiembre.
El 9 de julio de 1909 se comunicó desde Melilla al Ministerio de la Guerra que unos grupos de moros habían atacado de improviso a los obreros españoles que trabajaban en las vías férreas en construcción, causando varios muertos; tropas de Melilla salieron para realizar batidas que costaron un gran número de bajas. Las hostilidades entre las kabilas del Rif estallaron el 9 de julio, el mismo día en que el embajador del Sultán llegaba a Madrid, era recibido por el ministro de Estado Allendesalazar; el Gobierno español se daba prisa en comunicar a el-Guebbas, delegado del Sultán en Tánger, los enfrentamientos con las cábilas de Kelaia. El general Marina hizo ocupar posiciones estratégicas que permitieron extender el dominio directo hasta la provincia de Kelaya. El lugar donde había sido la agresión quedaba rodeado de cuatro posiciones defensivas: dos en vanguardia (El Atalayón y Sidi Ahmed el Hach) y otras dos en la retaguardia (Segunda Caseta y Sidi Musa). En favor de una gran ofensiva española estuvieron con todos sus medios de propaganda los interesados accionistas de los yacimientos mineros del Rif, los Güell, Comillas, Macpherson y Romanones, sin contar la prensa oficial y la oficiosa que hizo todo lo que estuvo en su poder para exaltar las pasiones populares en nombre del honor y la gloria de la Nación, a fin de que se alistasen de cualquier manera como reservistas dispuestos al sacrificio. En respuesta a la ofensiva iniciada desde Melilla, se organizó la resistencia de los kabileños, que eran reforzados sin cesar por los contingentes del interior. Se produjo en las filas españolas el desastre militar del Barranco del Lobo, y se consideró luego como una proeza la conquista del Gurugú, aunque para ello hubo un gran número de muertos y heridos, entre ellos el general Pintos.
Empezó a hacerse presente una protesta generalizada contra la guerra de Marruecos y contra el envío de reservistas. Este movimiento opuesto al belicismo, tal como iban los resultados, que eran muy negativos, lo formaron conjuntamente anarquistas, socialistas, republicanos, obreros, burgueses, intelectuales. Era un hecho consumado la tragedia y el desastre español. Sobraba el sentido victorioso de 1859 y se empezaba a pensar que lo ocurrido en 1893 había sido una prórroga. El desastre de 1909 era otra Cuba ya que Marruecos en sí sería, por algunos años, la pesadilla de España. La respuesta popular más cruenta ante el problema marroquí se daba en Barcelona: el 28 de julio de 1909 se declaró el estado de guerra en Barcelona, Gerona y Tarragona, y el mismo día, por otro decreto, se extendió a todo el país la supresión de las garantías constitucionales.
Tras llegar a Melilla, el cabo Noval marchó con su compañía al fuerte de Cabrerizas Altas, posteriormente, el día 20, asistió con su regimiento a la batalla de Taxdirt, concurriendo bajo las órdenes del general Fernando Álvarez de Sotomayor, a la toma del Zoco el Had de Beni-Sicar; era una importante posición que dominaba los valles de Río de Oro y Frajana. Una vez tomada la posición se produjeron los correspondientes trabajos de fortificación y vigilancia; su columna formó además la vanguardia de avance, acampando a lo largo de los días 23 al 27 de septiembre en la posición nombrada, a las órdenes de la División Sotomayor. Si bien se había producido una serie de operaciones de reconocimiento en la región de Kebdana con el fin de controlar la llanura situada al sur de Mar Chica, ahora se trataba de avanzar hacia el Norte, para ocupar el territorio situado entre el monte Gurugú y el cabo de Tres Forcas. La harka rifeña, que reunía un contingente considerable, estaba dividida en dos partes, una situada en Beni Bu Ifrur y la otra en Beni Sicar. Había empezado una peregrinación, reclutando soldados por los zocos de las cabilas de Beni-Said, Beni-Tuzin, Tamsaman y Beni-Ulechek; el jefe marroquí Mizzian sabía que las divisiones de Orozco y Tovar estaban en Nador, pensando así atacar por sorpresa la posición de Beni Sicar. En la madrugada del 28 de septiembre es encargado al cabo Luis Noval para la realización del servicio de guardia en el flanco derecho del campamento. Tras producirse un ataque enemigo, el cabo Noval se retiró hacia posiciones fortificadas y al no encontrar la puerta de las alambradas, fue capturado por los rifeños; Noval es tomado prisionero por un enemigo que le obligó, tras estar inmovilizado, al avance con el salvoconducto de su persona, hasta las posiciones españolas, intentando así suspender el fuego y entrar en la avanzadilla. El cabo Noval gritó para advertir que eran enemigos los que se acercaban, además de animar a la tropa española para que abriera fuego, como así lo hizo. Al amanecer encontraron el cadáver del cabo Noval con su armamento reglamentario, junto a dos soldados enemigos. Los soldados Ortiz y Rico recogieron el cuerpo sin vida de Noval, examinándolo el médico Gaspar Araujo y Lucas, quien encontró tres heridas mortales, hechas por disparos de máuser. Por este suceso, de singular valentía, según testificaron sus compañeros, los soldados Manuel Patiño Barbeito y Honorato Martínez Montes, el cabo Saturnino Camarero y el sargento Joaquín Álvarez Lorenzo le fue concedida, a título póstumo, al cabo Noval la Cruz de 2.ª Clase Laureada de San Fernando, con una pensión anual de 400 pesetas para sus padres, por Real Orden Circular de 19 de febrero de 1910. El expediente instruido sobre el juicio contradictorio para la concesión de la citada condecoración, una vez depurado el mérito contraído, fue iniciado el 23 de octubre de 1909, en él se detalla minuciosamente el suceso, así el general Brualla, jefe del sector a que pertenecía el campamento declaró que hasta la mañana siguiente no tuvo noticia del hecho, limitándose a transmitir el parte por escrito recibido del coronel del regimiento; a su vez, el capitán ayudante, señor Rosa se enteró por referencias, de manera que disparando una sección oyeron voces de “¡Alto el fuego!”, mientras que el jefe de otras de las secciones oyó a Noval decir : “¡Vengo entre moros! ¡Tirar! ¡Viva España!”. Algunos testimonios más, el del teniente Álvarez desde su sección del ángulo derecho o el teniente Armendariz, desde el ángulo izquierdo, oyeron voces y vieron el trasiego de individuos. En última instancia, el juez instructor, en un detenido resumen, aprecia que según las declaraciones tomadas, los hechos, si bien no se desarrollaran exactamente en la forma consignada en el parte, son suficientes y verosímiles, exponiéndolos en diversos apartados.
Por todo ello, lo acontecido fue calificado de heroico y digno para la concesión de tan preciada distinción; y así, el cabo Noval, estando de servicio avanzado, equivalente al de centinela, cumplió lo establecido en el artículo 42 del Título Primero del Tratado Segundo de las Ordenanzas, siendo el mayor esfuerzo que se puede pedir a un soldado, calificando de heroica su actuación, por la Ley de 18 de marzo de 1862.
La euforia del heroísmo popular en la figura del cabo Noval es traducida con varios monumentos que se erigieron: en Madrid, levantado en la plaza de Oriente, por suscripción entre las madres españolas el día 7 de julio de 1912; Oviedo (cuartel del Regimiento de Milán n.º 3); en Valencia, Su Majestad el Rey puso en mayo de 1910 la primera piedra de un monumento conmemorativo; en Barcelona se inaugura una lápida en su honor el 24 de octubre de 1910 en el local de Academias del Regimiento n.º 63. Así como se dio su nombre a una de las calles de su ciudad natal (desde el 15 de abril de 1910 sería la de Martínez Marina).
Otra iniciativa es la creación del héroe de Melilla: el cabo Noval, Laureado de San Fernando, que consigue aglutinar en su mito la defensa del honor patrio. Y así, en 1910 se crea la mentalización y tradición popular suficientes para la realización de un programa literario dedicado al príncipe de Asturias y a su regimiento vencedor en África. El acto se realizaría en Gijón, el 1 de mayo de 1910. Constaría de un discurso preliminar y de dos partes. La primera, dividida en dos sesiones: el llamado “grito de guerra” y las consiguientes vistas cinematográficas; en cuanto a la segunda, estaría compuesta por una serie de escenas dramáticas. Posteriormente, en el intento de perpetuar en la conciencia popular el héroe de Melilla, aparecen en 1912 dos gacetas tituladas El eco de Noval; se publicaría una vez al mes y el director fue Julio Sánchez Godínez. Estas publicaciones pretenden crear una publicación periódica, algún monumento público, una obligada fundación que ayude a mantener presente el sentido patriótico y los pretendidos intereses españoles en Marruecos, aunque se vea limitado a las coplas y al recuerdo oral del castizo soneto al cabo Luis Noval.
Por último, dentro del entusiasmo popular, están los telegramas de adhesión y felicitación, junto con las suscripciones realizadas en favor de la campaña de 1909. Quizá, dentro de estas últimas, la más importante sea la iniciada por Su Majestad la reina Victoria Eugenia en favor de las familias de los reservistas y de los soldados heridos o muertos en la guerra del Rif, en la llamada Asociación de Señoras, siendo la tesorera de la Junta de Damas María Bernar Allendesalazar.
El cabo Luis Noval fue inicialmente sepultado en una fosa común, junto a un sargento y cuatro soldados del Regimiento del Príncipe, posteriormente los restos fueron exhumados el 21 de junio de 1915, depositándose en el panteón de las víctimas de la campaña del Rif, en Melilla. En 1916 fueron llevados definitivamente a Oviedo. Su traslado fue acordado con fecha de 13 de junio de 1916, donde sería transportado desde el cementerio de dicha plaza a la ciudad de Oviedo, pueblo de su naturaleza, con el acompañamiento eclesiástico y de comisiones del Ejército presididas por el sargento mayor de la plaza, haciéndose entrega de los citados restos al capitán del barco que a su vez los entregará al del barco Españoleto hasta Gijón. Los gastos del traslado fueron sufragados en parte por el Ministerio de la Guerra y en parte por la Corporación Municipal de Oviedo. Además, el citado Ayuntamiento acordó erigir un modesto mausoleo que perpetuase la memoria del cabo Noval. Una vez llegado el féretro a la ciudad de Oviedo se engalanaron los balcones de las casas del tránsito: Uria, Fruela, Jesús, Plaza Mayor, Magdalena, Arzobispo Guisasola, Luneta y San Roque. Finalmente, sus cenizas fueron depositadas en el cementerio de San Salvador (Javier Ramiro de la Mata, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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La calle Cabo Noval, al detalle:
Banco de España
Banco Santander
Placa conmemorativa Cabo Noval
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