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sábado, 10 de septiembre de 2022

Un paseo por la calle Carranza

     Por amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Carranza, de Sevilla, dando un paseo por ella
     Hoy, 10 de septiembre (2º sábado del mes de septiembre), es el Día Internacional de la Esgrima, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Carranza, de Sevilla, dando un paseo por ella, puesto que Jerónimo Sánchez Carranza de Barreda, a quien está dedicada esta vía, está considerado el inventor de la ciencia de la esgrima.
     La calle Carranza es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio del Doctor Barraquer-Grupo Renfe-Policlínico, del Distrito Macarena; y va de la calle Resolana, a la calle Don Fadrique
      La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
     También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
     Este topónimo existía a fines del s. XVIII; en 1935 se le añadió el nombre de Alonso, quedando como Alonso Carranza, pero en 1949 se volvió a la forma primitiva. Aunque no hoy certeza sobre la razón del topónimo, se ha atribuido, probablemente sin fundamento, al comendador Jerónimo Carranza, sevillano, que a fines del s. XVI fue gobernador de Honduras.
     Forma parte del primitivo barrio de la Macarena, surgido extramuros, que ya existía en el s. XVI, y conocido como el Barrezuelo en 1665. De estos años es el dibujo de Bardi, en el que aparece con las dimensiones que mantendrá hasta la segunda mitad del s. XIX. En el plano de Sartorius (1848) posee una configuración quebrada, aunque es posible que no respondiese a la realidad, ya que dicho plano acumula varios errores en este barrio. En la actualidad forma un ángulo recto, con fachadas alineadas. En su confluencia con Jaira, por el reciente ensanche de ésta [plaza Centuria Macarena] y por unos solares que hoy existen, se crea un espacio amplio. El pavimento de adoquines, del que se dotó en el primer tercio de este siglo, ha sido recientemente reformado con piezas de menor tamaño, y se han suprimido las aceras. La iluminación se efectúa por medio de farolas sobre brazos de fundición adosados a las fachadas. El caserío primitivo estaba integrado por casas de dos plantas y tejados a dos aguas, según el dibujo citado. En el actual predominan los edificios de dos y tres plantas, aquellos antiguos y varios cerrados y abandonados, mientras que los de más altura son de reciente construcción. A finales del siglo XVIII prácticamente todos los vecinos son jornaleros, y en el XIX está habitada por hortelanos. Continúa predominando la función residencial, con escaso tráfico, y los espacios sin construir utilizados como aparcamiento [Antonio Collantes de Terán Sánchez, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Biografía de Jerónimo Sánchez Carranza de Barreda, a quien está dedicada la calle reseñada
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     Jerónimo Sánchez Carranza de Barreda, Comendador Jerónimo Carranza. (Sevilla, c. 1540 – ?, f. s. XVI -  p. s. XVII). Esgrimidor, erudito.
     Jerónimo Sánchez Carranza de Barreda, conocido universalmente por el Comendador Jerónimo de Carranza, famoso esgrimidor, fue considerado el inventor de la ciencia de la esgrima por muchos autores, esgrimistas y maestros de este arte, de su época y posteriores a ella. Insigne en el arte de la esgrima y manejo de las armas, así en la práctica como en la teoría. Tanto su persona como su obra, sobresalieron sin competencia de ningún tipo, en la esgrima española del siglo XVI, habiendo sido su nombre el único que se ha encontrado siempre en lo más alto de las teorías esgrimísticas.
     Pero lo que hace toda la originalidad del personaje es su doble competencia de militar y letrado. En efecto, las dotes de Carranza no son sólo con la espada sino también con la pluma, incluso como filósofo o moralista. Se puede decir de su persona, forma de vida y proceder, que era un hombre afable, cordial, de gran cultura, sereno, diplomático, prudente, ingenioso, de gran personalidad y desahogado económicamente, además de ser un hombre de ciencia e intelectual, pues llegó a realizar estudios de Filosofía y Geometría y se licenció en Derecho en la Universidad de Osuna. Su cultura impresionaba a sus contemporáneos. La mejor prueba de su erudición es su obra de la Philosophia de las armas: filosofía, medicina, matemáticas, geometría, teología, son terrenos en los que demuestra la amplitud de sus conocimientos, pero además demuestra sus capacidades literarias al utilizar el género dialogístico (lo cual ha sido desapercibido de los estudiosos del diálogo como género literario en el Siglo de Oro). En su propia persona se ilustra el debate entre armas y letras, y los personajes del diálogo son en clave personajes de la elite intelectual sevillana de su tiempo: el humanista Juan de Mal Lara, el poeta Fernando de Herrera, el licenciado Cristóbal Mosquera de Figueroa o el doctor Pedro de Peramato. Herrera y Mosquera le dedicaron versos, pero fue también alabado por Cristóbal de Mesa en su poema “La restauración de España”, mientras que Miguel de Cervantes lo elogia a Carranza en “el Canto de Calíope” de La Galatea. “Acabose este libro de la speculacion de la destreza, año de 1569. Imprimiose en la ciudad de Sanlucar de Barrameda en casa del mesmo autor por mandado del excelentísimo señor don alonso Pérez de Guzmán el Bueno, duque de Medina Sidonia Cavallero de la insigne orden del Tusón, Año de 1582”. El hecho de que finalizara de escribir la obra en 1569 y no se imprimiera hasta 1582, le ha permitido afirmar a algún autor que existió una primera edición de 1569, cuando contaba unos treinta años de edad, que se imprimió en Sanlúcar de Barrameda por Lucifero Fano. La segunda edición sería la de 1582 “en casa del mismo autor”. Pero parece dudosa la existencia de esta primera edición de 1569 del Libro que trata de la Philosophía de las armas y de su destreza por cuanto que en la edición de 1582 hay una aprobación de Rodrigo de Yepes firmada en 1571, y una Licencia Real firmada en 1582, en la que se dice que dicha licencia se ha prorrogado una primera vez por seis años y luego por doce años, antes de que llegue a imprimirse el libro.
     También se dedicó durante mucho tiempo a los quehaceres militares, habiendo ostentado el cargo de capitán esgrimiendo su espada de guarnición en guarnición y demostrando su gran destreza y habilidad en la práctica y empleo de las armas. Después de participar en las campañas de Italia residió durante un período considerable de su vida en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), al servicio de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, VII duque de Medina Sidonia, como caballero o gentilhombre de su casa. Pero como militar, había destacado en el momento de la reducción de la rebelión en Algarve al lado del duque de Medina Sidonia, hacia 1580. Es probablemente lo que le vale ser comendador de la Orden de Cristo. Pero tal recompensa no le parece suficiente, ya que en 1589 se halla en la Corte de Felipe II, para solicitar un premio más concreto. Se hace entonces una encuesta sobre sus méritos de la que se tienen amplios extractos citados por Cristóbal Pérez Pastor en su Bibliografía madrileña. En una carta al Rey escrita en el momento de la encuesta, Carranza escribe “suplico a Vuestra Majestad se mande informar de mis letras, calidad y suficiencia y si mis partes lo merecen me tenga en la memoria para hacerme merced como la hizo a los que fueron testigos de lo que entonces yo serví, porque me falto la diligencia y ventura que ellos tuvieron, que con algún premio, me animaré a acabar otras obras mayores”. Lo que se destaca de varios testimonios, es que el duque de Medina Sidonia no ha dado a su servidor la recompensa que se merecía. Esta puede ser la explicación de su nombramiento como gobernador de la provincia de Honduras en sustitución a un enemigo de la familia de Medina Sidonia, a la sazón protectores de Carranza. Así, en el año 1589, viaja a las Indias Occidentales con dicho cargo de gobernador en sustitución de Rodrigo Ponce de León, donde permanecerá hasta 1594 en que Ponce de León retorna al cargo de aquella la plaza. Rodrigo Ponce de León pertenecería a la familia del duque de Arcos, acérrimos enemigos de la casa Medina Sidonia en el anterior siglo XV.
     Finalmente, Jerónimo de Carranza es catalogado como preceptista del arte de la espada y considerado como persona cualificada y con autoridad para dar normas, reglas y principios referentes al uso de esta arma. Frecuentemente, Carranza en su afán de intentar demostrar que la destreza poseía unos fundamentos inherentes a ella, se prestaba a exhibir públicamente con explicaciones teóricas y de forma práctica, los golpes, desplazamientos, posturas, esquivas y demás términos que forman la destreza.
     Profesó sus enseñanzas tanto en Castilla, como en Portugal. En Castilla, además de haber tenido bajo su tutela a grandes señores, se afirma lógicamente que fue maestro de esgrima del duque de Medina Sidonia. En Portugal, aleccionó al rey Sebastián. Ambos reinos le reconocieron su labor y le dieron la honra y el prestigio que llegó a ocupar por ser hombre de ciencia, tanto por su trabajo práctico con la espada como por su formación intelectual por sus escritos, habiendo sido considerado por sus coetáneos como un gran erudito. Fue autodidacta y pionero en su labor en España y el autor principal de la creación de la Escuela Española de Esgrima, la destreza que propone corresponde a lo que se puede entender por esgrima científica.
     El arte del manejo de las armas; espada, daga, mandoble, entre otras, con un sentido práctico, un fin concreto y específico, con una estructura coherente, enfocada desde la visión matemática de los movimientos, es lo que él aporta al sistema utilizado anteriormente, que en gran medida, se podía resumir en el manejo de las armas a través de la fuerza, totalmente opuesto a lo que preconiza Carranza. Lo más importante del trabajo de Carranza para el mundo de la educación y para el mundo de la esgrima ha sido la transmisión de los conocimientos esgrimísticos hacia los más notables seguidores de su ciencia, entre los que cabe resaltar a Luis Pacheco de Narváez y Luis Méndez de Carmona. Tanto Luis Pacheco de Narváez como Luis Méndez de Carmona fueron célebres y destacaron en el mundo de la esgrima, siendo los primeros de una larga serie de maestros en propagar las enseñanzas de Carranza. Es la época en la que se genera una nueva y adecuada esgrima española con matices científicos. Sin embargo, Luis Pacheco de Narváez habiendo sido defensor suyo, estudioso y partidario de su doctrina al iniciar su camino en el mundo de la destreza, a posteriori se convirtió en el impugnador más decidido del método de Carranza.
     Se debe resaltar la importancia que tuvo el hecho de que llegaran a existir personas que se dedicaran al estudio de un arte no estructurado, organizándolo coherentemente y bajo unos criterios propios y acertados dando lugar a la destreza. Queda reflejado en el gran número de tratados que se escribieron sobre los mismos asuntos en los tres siglos siguientes. También hubo personajes que, aunque no fueron relevantes en el mundo de la esgrima, fueron más ilustres y renombrados que los anteriores y estaban relacionados con el mundo literario, la política y diferentes actividades de la vida cotidiana, entre los cuales se puede mencionar con mucho énfasis a Francisco de Quevedo el cual se inclina por las enseñanzas de Carranza y parece ser conocedor de sus preceptos, oponiéndose a las críticas de Luís Pacheco de Narváez.
     De hecho, si bien es infinita la fama de Carranza como esgrimidor, también tiene fama de excelente conciliador. Es decir que prefiere evitar los duelos todo lo posible, gracias a una casuística muy elaborada que permite apaciguar a los contrarios, sobre la base de una satisfacción honrosa. Varios testimonios revelan su papel de conciliador, y por otra parte se puede leer en las memorias del padre de León, capellán de las cárceles sevillanas, ejemplos de su papel antiduelista. Dicha capacidad casuística de Jerónimo de Carranza debe relacionarse con su personalidad intelectual. En este sentido se le atribuyen otras dos obras de tono moral que se corresponden con la faceta antiduelista, o si se quiere “duelista cristiano” de Carranza: Los cinco libros sobre la ley de la lujuria, de palabra o de obra, en que se incluyen las verdaderas resoluciones de la honra y los medios con que se satisfacen las afrentas. Con 26 consejos, y Tratado de la alevosía (c. 1577); y, el otro: Discurso de armas y letras, sobre las palabras del proemio de la Instituta del Emperador Justiniano. Manuscritos citados en Ensayo II, cols. 235-237 por Bartolomé José Gallardo en su Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, y que en la actualidad se encuentran en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla reunidas en un mismo manuscrito en el que figura: “Lo escribió Juan Gallo de Andrada en esta ciudad de Sevilla año de 1616”.
     Lo cierto es que Carranza escribió mucho más, según los testimonios reunidos durante la encuesta realizada. Así el Capitán Gaspar de Medina declara “que dicho Jerónimo de Carranza ha escrito libros de leyes, uno sobre la ley de las injurias y otro sobre la ley de la alevosía y otro en la philosophía de consejos para concordar casos de honra, y otro libro en teología sobre la promesa que Dios hizo a los hombres de la Encarnación del Verbo y otro libro en Matemáticas como reñirá uno de a caballo con otro de a caballo, y otro libro contra el duelo... y también este testigo ha visto y leído otro libro de los del susodicho que se intitula la conformidad que hay entre la honra cierta y la verdad cristiana, ....”. Asimismo Nicolás Antonio (1617-1684) en el tomo I de su Bibliotheca Nova (pág. 428) alude a un manuscrito de Carranza que existía en la Biblioteca de la Condesa de Villaumbrosa titulado “Verdadera inteligencia de la destreza de las armas del Comendador Geronimo Sanchez de Carranza de Barreda” (Francisco Saucedo Morales y Claude Chauchadis, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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