Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad de la Exaltación, de Sevilla.
Hoy, 14 de septiembre, Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, que al día siguiente de la dedicación de la basílica de la Resurrección, erigida sobre el Sepulcro de Cristo, es ensalzada y venerada como trofeo pascual de su victoria y signo que aparecerá en el cielo, anunciando a todos la segunda Venida [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Hermandad de la Exaltación, de Sevilla.
La Hermandad de la Exaltación tiene su sede canónica en la Iglesia de Santa Catalina [nº 30 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 53 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], que se encuentra en la calle Alhóndiga, s/n (aunque también tiene portadas laterales por las calles Juan de Mesa, y barreduela Santa Catalina); en el Barrio de Santa Catalina, del Distrito Casco Antiguo, mientras que la Casa de Hermandad se encuentra en la calle Muro de los Navarros, 51; ambas en el Barrio de Santa Catalina, del Distrito Casco Antiguo.
La Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Sacramental Purísima Concepción Ánimas Benditas del Purgatorio, San Sebastián Mártir, Santa Catalina de Alejandría y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Exaltación y Nuestra Señora de las Lágrimas; es ésta una corporación fundada a finales del siglo XVI y con residencia canónica en la iglesia parroquial de Santa Catalina, del sevillano barrio homónimo, siendo sus imágenes titulares el Santísimo Cristo de la Exaltación, talla atribuida a Pedro Roldán del siglo XVII; Nuestra Señora de las Lágrimas, obra anónima atribuida a Luisa Roldán "La Roldana" del siglo XVII; San Juan Evangelista, talla anónima del siglo XVIII; Santa Maria Magdalena, obra anónima del siglo XVIII; Niño Jesús., talla anónima del siglo XVIII; San Sebastián mártir, obra de Benito Hita del Castillo en 1756; tres imágenes de la Inmaculada, una de ellas de Alonso Cano del siglo XXII, la segunda es de Hita del Castillo (1756) y la tercera de ellas, original del imaginero sevillano Pedro Duque Cornejo (S. XVII), está cedida al culto en el Templo Parroquial de los Remedios por disposición de la Autoridad Eclesiástica del Arzobispado de Sevilla (1956).
El Escudo de la Hermandad estará integrado por los siguientes elementos heráldicos: Sobre el todo, Custodia dorada montando sobre Cruz de Santiago, en rojo. Ovalo de la diestra, Tiara Pontifica sobre campo de plata. Ovalo de la siniestra, dividido en cuatro cuarteles: primero y cuarto cuartel, un castillo de oro sobre campo de gules, y segundo y tercer cuartel, un león rampante de gules, mantilado en plata. En el centro ovalo de azur, tres flores de lis, de oro. Debajo una granada sinople abierta, con granos de gules. Por detrás y en el centro, aparece la rueda dentada, símbolo del martirio de Santa Catalina. Toisón de Oro, corona real y manto de armiño en forma de pabellón.
Son muy oscuras las primeras noticias de los comienzos de la Hermandad, por lo que es imposible fijar una fecha determinada para su fundación, por no existir documentación de aquel tiempo, pues el documento más antiguo que posee la Corporación, es un libro de recibimiento de hermanos, titulado primero, que empieza en 1660 y concluye en 1743. Sin embargo podemos indicar que se trata de una de las corporaciones más antiguas de la ciudad, y que debió ser fundada en el siglo XVI. Según algunos autores, en la misma parroquia de Santa Catalina; otros, que en una capilla próxima a la misma, sin expresar cual fuera, ni el sitio fijo en que estuviese; y la gran mayoría de los investigadores, en el Monasterio de Santo Domingo de Silos, actual Parroquia de San Benito de la Calzada, a cuyo parecer nos inclinamos, en atención a las varias Cofradías que en aquellos tiempos se establecieron en sus inmediaciones, por la devoción que había a las estaciones del Vía Crucis, de la Cruz del Campo. En este supuesto, es de creer, que fuera de disciplina, y que su procesión se dirigiera al indicado punto. Por las causas expuestas se desconoce también, la aprobación de sus Reglas, y las particularidades de las mismas.
No debe fijarse en manera alguna la fecha aproximada de la misma, ignorándose aún más, por no tenerse idea de la aprobación de sus Reglas, pues en 1583, se lamentaba el Arzobispo de Sevilla, que eran tantas y habían proliferado en tal manera las Hermandades y Cofradías sevillanas, que en su inmensa mayoría, no tenían vida legal ni jurídica, por carecer de reglas y la previa aprobación del Señor Provisor del Arzobispado, y así se hace constar en un curioso dialogo de Fray Francisco de Sigüenza, hacia 1579, que por aquella época salían en Semana Santa Cofradías que no concurrían a la Procesión del Corpus, por no tener sus Reglas confirmadas por el Ordinario.
Investigando en las fuentes históricas, nos encontramos con dicha nebulosa, limitándose D. Félix González de León a decirnos, que "esta Cofradía este reputada como de las mas antiguas". Y D. José Bermejo Carballo nos dice, cerrándonos el paso "es tanta la escasez de noticias que hay acerca del origen de esta Cofradía, que nada puede decirse con certeza".
A pesar de todo lo enumerado, debemos tener en cuenta dos notas que favorece la creencia de su antigüedad: La primera es haber usado en sus primitivos tiempos el título de la Cofradía, escuetamente, como era tradicional: Así se enunciaban las de "Potencias de Cristo", "Cinco Llagas", "Conversión del Buen Ladrón", "Guía y Lanzada", "Columna y Azotes", etc., y así encontramos en un principio a nuestra Hermandad, con el título de "Exaltación de Cristo y Lágrimas". La segunda es que, siendo esta Cofradía de Misterio, o pasaje evangélico, ya que en el último tercio del siglo XVI, comienzan a figurar las de análogos misterios de Pasión, si bien esta Cofradía no saliera en sus comienzos, nada más que portando un Cristo Crucificado, como la mayoría de las primitivas que, poco a poco, van introduciendo sus variantes en la adopción y representación de su Misterio. El desconocimiento de su Primitiva Regla y la fecha de la misma, nos hace dudar desambientadamente de su Real Institución. Pero tenemos que los principales misterios, surgen con sus Reglas aprobadas a partir de 1601, en el Pontificado de D. Fernando Niño de Guevara, y así figura la Conversión del Buen Ladrón en 1601; y Tres Humillaciones, Tres Caídas; de la Iglesia de San Isidoro, en 1605.
Aunque no se sabe con exactitud la fecha de su fundación, se puede afirmar que fue en el siglo XVI, puesto que en una relación encontrada por D. Hilario Arenas en el Palacio Arzobispal, de cuarenta Cofradías que figuraron por orden de antigüedad en la Procesión del Corpus del año 1602, esta Hermandad ocupaba el número once.
Instituida en memoria de la Exaltación de Nuestro Señor Jesucristo, pendiente del madero Santo de la Cruz, y de las Lágrimas que derramó su Santísima Madre al presenciar la dolorosa escena del Gólgota. Pronto se traslada a la Iglesia de Santa Catalina, colocando sus imágenes en la nave de la Epístola, por carecer en esas fechas de capilla propia.
Desde sus principios esta Hermandad se distinguió por sus miembros de la Nobleza de la ciudad, ya que sus reglas prohibían la pertenencia a personas descendientes de moros y penitenciados u otras que tuvieran oficios mal vistos. En esos años la Hermandad atesoró enseres de gran valor artísticos, incluidas sus mismas Imágenes Titulares. Nombres como Pedro Roldán, Cristóbal de Guadix, La Roldana, Luis Antonio de los Arcos, en la imaginería y los bordadores Miguel del Olmo y Juan Manuel Rodríguez Ojeda, nos dejaron sus obras; y esta Hermandad, consciente de sus valores, los restaura y los conserva, y sólo ha sustituido aquellas de poco valor; y hoy día, los talleres de Villarreal, Eduardo Seco Imberg y Fernando Marmolejo en orfebrería, el Convento de Santa Isabel y Joaquín Ojeda Osuna están completando nuestro acervo artístico con obras de gran valía, puesto que sus diseños sin perder el sello de la época barroca, son de gran originalidad sin perder la personalidad que la Hermandad a acumulado durante siglos y que nos legaron y que en el orden estético tenemos la obligación y de asegurar su continuidad.
Respecto al siglo XVIII tenemos por parte de la Corporación noticias, pues conserva dos pequeños cuadernos, en hojas sueltas, con algunas actas: el uno, comprende desde el año de 1712 hasta el 1722; y el otro, desde este año, al de 1746; empezando por aquel con una copia de los derechos parroquiales de la Cofradía del año 1707; y además tiene un Libro de Acuerdos que principia el 2 de Marzo de 1732 y concluye el 30 de Abril de 1786. Por estos documentos vemos, que la Corporación se encontraba en buen estado y que poseía algunos bienes. Respecto a los años en que hizo Estación de Penitencia, en este siglo, no se pueden señalar todos a causa de los pocos acuerdos de la Cofradía que se advierten en sus documentos; más consta que después del año de 1707, la efectuó en 1718, primer año de su salida procesional en la tarde del Viernes Santo, 1726, 1729, 1743, 1744, 1745, 1749, 1751, 1755, 1760, 1763, 1765, 1766, 1767, 1771, 1775, 1776, 1777, 1786, 1789, 1790, 1798 y 1799.
Es a través del siglo XIX, cuando parece alcanzar la Hermandad su máximo esplendor, pues si bien de antiguo se hallaba vinculada a la Orden Militar de Santiago, motivo por lo cual viene usando en el escudo la Cruz de la misma, es precisamente en esta época del siglo XIX cuando es incorporada en goce de gracias espirituales con todas las religiones de la Cristiandad, y así, según documento que obran en el archivo de la Hermandad, lo hace en 1811 a la Orden de Trinitarios Descalzos, y a la Orden de Franciscanos en 1815. A la Real Congregación de Alumbrado y Vela al Santísimo Sacramento en 1816. A la Orden Carmelita de Antigua y Regular Observancia, igualmente. A la Orden de la Merced, en 1818, y a la Orden de Carmelitas Descalzas y a la Orden de los Cartujos y Trapenses, en 1819. En ese mismo año lo hace también a los Agustinos Descalzos, a los Ermitaños de Córdoba, a los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, a la Orden Regular de San Cayetano, a los Mercedarios Descalzos, a la Congregación y Hospital de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Córdoba, a la Orden de Canónigos Regulares Premostratenses y en 1831 a la Orden de San Basilio el Magno. En 1866 a la Pía Unión del Sagrado y Amantísimo Corazón de Jesús, de Santa María Ad Pineam de Roma. Respecto a los años en que hizo Estación de Penitencia, en este siglo, consta que la efectuó en 1800, 1802, 1804, 1814 y los cinco años siguientes. En 1826 volvió a efectuar su acostumbrada Estación, la que repitió en los cuatro años siguientes, y en los de 1834, 1840, 1844, 1845, 1846, 1849, 1854, 1860, 1864, 1865, 1866, 1868, 1869, 1870, 1871, 1872, 1874, 1876, 1877, 1878 y 1881, siendo su Estación en Jueves Santo, en los años 1871, 1872, 1874 y 1877. Esta Corporación celebró durante todos los años, Quinario dedicado al Santísimo Cristo de la Exaltación, Septenario consagrado a los Dolores de la Santísima Virgen y Función a la Exaltación de la Santa Cruz en la domínica siguiente a esta Festividad. Hasta este siglo, llevo la Virgen, un palio de los llamados de plata roulz.
El Cabildo General celebrado el día 19 de Mayo de 1901, presidido por el lltmo. Sr. Provisor del Arzobispado de Sevilla D. Jerónimo Álvarez Troya, éste manifestó que el objeto principal de su presencia era hacer presente a la Corporación que en el día anterior, había declarado disuelta la Hermandad por decreto gubernativo y en atención a haber transcurrido 16 años sin que ésta diese señales de culto alguno en el referido tiempo; y que, accediendo a los piadosos deseos de las personas que se encontraban congregadas, había determinado nombra una Junta de Gobierno Interina, encargada de reorganizar la Corporación a cuyo efecto nombró como Hermano Mayor de la misma a D. Luis María Ybarra González.
Por decreto del Ilustrísimo Señor Vicario General de este Arzobispado de Sevilla Dr. D. Emilio Aguilar, de fecha 23 de Septiembre de 1964, y a demanda de la Real y Muy Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento, Purísima Concepción y Animas Benditas del Purgatorio de la Iglesia de Santa Catalina, V. y M. de esta Ciudad de Sevilla, únense, formando una sola entidad a los efectos de su régimen y gobierno la precitada Hermandad Sacramental con la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Exaltación y Nuestra Señora en sus Lágrimas, aceptando el patronazgo de San Sebastián Mártir y de una manera especial a la Santísima Virgen en su Inmaculada Concepción.
Es conocida esta Hermandad por la de "Santa Catalina o "La Exaltación", por la iglesia en que se halla erigida o el misterio que representa. En la tarde del día del Amor, del día del Augusto Sacramento del Altar, esta Archicofradía Sacramental atraviesa las viejas calles del Casco Antiguo de Sevilla, para traer el mensaje de salvación de Cristo Exaltado en la Cruz, manteniendo su estilo clásico, de sabor mantenido, de cofradía con mucha historia vivida y mucha vida de labor continua. Durante los años de 1956 al 1959 hizo la Estación de Penitencia en la tarde del Viernes Santo. Sin embargo, su acusado carácter de Cofradía de Jueves Santo prevaleció, volviendo a su día tradicional de Salida Procesional. El auge, la seriedad en cultos y estaciones, el incremento del número de hermanos, los nuevos estrenos, el establecimiento de una nueva Casa-Hermandad en propiedad y el normal desenvolvimiento económico de esta Archicofradía, han hecho que alcance actualmente un grado de esplendor que, al situarla entre las mejores de Sevilla, la eleva a un alto nivel cofradiero.
TÚNICAS: Blancas de cola con botonadura morada y antifaz morado, con cinturón de esparto (Web oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Santa Cruz;
La Leyenda de la cruz
La historia de la Santa Cruz, antes y después de la Crucifixión, dio nacimiento a un ciclo legendario que fue popularizado por Santiago de Vorágine en la Leyenda Dorada.
Los héroes principales de esta novela piadosa que abarca varios siglos, son Adán, Salomón, la reina de Saba, el emperador Constantino, Santa Helena y finalmente Heraclio, que devuelve la Santa Cruz a Jerusalén.
La idea central de la leyenda es la intención de vincular la Redención con el pecado Original. Se imaginó que la cruz del Gólgota se había construido con madera procedente del árbol de la Ciencia. Por ello, en los himnos litúrgicos, la cruz se invoca con el nombre de Arbor.
¿Qué sucesión de vicisitudes y metamorfosis permitió que la madera del árbol de la Ciencia se convirtiera en la cruz de Jesús? Se supuso que Adán había arrancado una rama antes de ser expulsado del Paraíso. Según otra versión, es el tercer hijo de Set quien habría recibido ese brote de manos del arcángel Miguel, y lo habría plantado sobre su tumba.
Mucho tiempo después, la reina de Saba, que fue a Jerusalén para visitar a Salomón, al encontrarse frente a una viga echada sobre un arroyo a manera de puente, vio en espíritu que el Redentor sería fijado alguna vez a esa madera. Por ello se negó a pisar esa tabla sagrada y se arrodilló para adorarla.
Salomón hizo clavar esa pieza de madera en el suelo con el objeto de que no fuese pisoteada. Por un misterioso fenómeno, apareció en la Piscina probática donde flotaba y curaba milagrosamente a los enfermos y tullidos. Los verdugos la retiraron de esa piscina y construyeron con ella la cruz de Jesús.
Esta leyenda novelesca ha sido representada muchas veces por los pintores italianos del Trecento y del Quattrocento, sobre todo en las iglesias de los franciscanos, guardianes del Santo Sepulcro, muchas de las cuales estaban bajo la advocación de la Santa Cruz (Santa Croce).
La escena más popular de este ciclo es el gesto de la reina de Saba al arrodillarse frente a la madera de la Santa Cruz cuando aún servía de puente sobre un arroyo.
En la vidriera de Saint Pantaléon, en Troyes, se lee esta ingenua inscripción:
La royne de Sabba ne voulut marcher sur la dicte planche
Pour ce qu'elle fut inspirée que sur icelle planche
Serai crucifiçe le Rédempteur des humains.
(La reina de Saba no quiso caminar sobre esta tabla / Porque recibió la inspiración que sobre esa misma tabla / Sería crucificado el Redentor de la humanidad.)
De acuerdo con una leyenda popular que asimila la reina de Saba a la reina Pedauca, al retroceder para vadear el arroyo, ella mostró una pata de oca.
Existe otra versión de esta leyenda que también reposa en la idea de la continuidad de los dos Testamentos, pero que es totalmente diferente.
Adán, expulsado del Edén, como recuerdo del Paraíso perdido se lleva una rama del Árbol de la Ciencia que le sirvió de bastón hasta su muerte.
Dicho bastón, que los patriarcas se transmitieron de generación en generación, fue encontrado por Jetró, el suegro de Moisés. De ese bastón colgó Moisés la serpiente de bronce, prefiguración de Cristo crucificado. Por la intermediación del traidor Judas, llegó a las manos de los verdugos de Cristo que lo utilizaron para construir la cruz.
La Invención y la Adoración de la Vera Cruz
La historia de la Santa Cruz no se detiene en la Crucifixión. A falta de huesos de Cristo, cuyo cuerpo había subido al cielo, la devoción popular se volcó sobre el instrumento del suplicio que ocupó el primer lugar en el catálogo de las reliquias.
Las tradiciones creadas en torno a este símbolo de la fe cristiana fueron difundidas en el siglo XIII por la Leyenda Dorada que narra detalladamente la maravillosa historia de la Búsqueda, el Descubrimiento y la Exaltación de la Santa Cruz.
Después de la muerte de Cristo la cruz no se mantuvo plantada en el Gólgota, puesto que erigían una nueva para cada ejecución. Fue enterrada con los «patibula» de los dos ladrones en una fosa común que cayó en el olvido. Ninguno de los apóstoles y evangelistas se preocupó por ello, según parece.
Algunos siglos más tarde, Cristo se aparece en sueños al emperador Constantino y le promete que vencerá bajo el signo de la cruz. Constantino sale de Roma al encuentro del ejército de Majencio, y gracias a la cruz que resplandece en su lábaro, consigue la victoria.
Santa Helena, su madre, decide entonces viajar a Jerusalén para encontrar la madera de la Vera Cruz. Reúne a los ancianos para indagar acerca del lugar donde está enterrada, y le informan sobre un tal Judas como único depositario del secreto.
Éste, interrogado, finge no saber nada. Helena ordena que lo echen en una cisterna seca: después de seis días de ayuno, Judas pide que se lo perdone y promete decirlo todo. Cuando cavan en el sitio que él señala, se descubren las tres cruces del Calvario.
La identificación de la Vera Cruz
Desgraciadamente, las tres cruces se parecían entre sí ¿Cómo distinguir entonces la Santa Cruz, la de Jesús, de las correspondientes a los Ladrones? Su autenticidad fue revelada por el milagro de un muerto que resucitó a su contacto, o bien de acuerdo con otra leyenda, por la inscripción (titulus) que permanecía fijada a la madera de la Vera Cruz.
En medio de la alegría general, Judas se convirtió, y en su bautismo cambió su nombre malsonante por el de Ciriaco (Dominicus); y hasta llegó a ser elegido obispo de Jerusalén.
Por pedido de Santa Helena, emprendió búsquedas complementarias en el Gólgota para encontrar los Santos Clavos, que aparecieron en la superficie tan brillantes como si fueran de oro.
Toda esta historia ha sido inventada. No hay texto alguno que haga alusión al descubrimiento de la Vera Cruz antes de 347; ahora bien, Santa Helena murió en Nicomedia en 327.
Las aventuras de la Santa Cruz no habían terminado.
La preciosa reliquia, que Constantino y Helena habían enriquecido con gemas (crux gemmata), fue pillada por el rey de los persas, Cosroes II. El emperador Heraclio la reconquistó en 628 y la devolvió a Jerusalén, sólo en parte, porque uno de los brazos habría quedado en Constantinopla.
Ese retorno de la Vera Cruz está narrado de dos maneras diferentes.
Según la primera versión, Heraclio se había propuesto llevar personalmente sobre sus hombros la Cruz reconquistada a la cima del Calvario, y para honrarla creyó que lo mejor era vestirse con sus ornamentos imperiales. Pero cuando quiso levantar la Cruz le resultó imposible conseguirlo. El patriarca Zacarías le explicó la causa de ese prodigio: puesto que Cristo había transportado su cruz con humildad, era conveniente que un emperador cristiano hiciese otro tanto. Una vez despojado de sus ornamentos, en camisa y con los pies descalzos, pudo subir la Cruz hasta el Gólgota.
La Leyenda Dorada introdujo una variante en esta anécdota. Heraclio quería hacer una entrada triunfal en Jerusalén; pero al llegar a Jerusalén a caballo, seguido por un brillante cortejo, debió detenerse ante la Puerta Dorada, pues la encontró cerrada. Un ángel le advirtió que debía devolver la Cruz imitando la humildad del Rey Celestial que había entrado por esa puerta montado en un asno.
Entonces el emperador comenzó a llorar, se descalzó, se quitó sus ropas, e incluso la camisa, y tomando la Cruz del Señor llamó humildemente a la puerta que se abrió y le permitió el paso.
Estos dos grandes acontecimientos de la Búsqueda y de la Reconquista de la Santa Cruz fueron conmemorados en la liturgia griega y romana.
La fiesta de la Inventio S. Crucis recuerda el descubrimiento de la Vera Cruz por la emperatriz Helena. En cuanto a la fiesta de la Exaltatio, que tiene el sentido de elevación, de ostención ante los peregrinos, celebraba en su origen la advocación de la basílica constantiniana del Santo Sepulcro, donde se encontraba la Cruz desenterrada por la emperatriz Helena; pero más tarde se aplicó a su devolución por Heraclio, después de su victoria sobre Cosroes.
Fue el papa Sergio, oriundo de Siria, quien introdujo en Roma a finales del siglo VII esta fiesta jerosolimitana. En el oficio de ese día, el sacerdote hace cuatro elevaciones de la cruz.
Todos los santuarios de la cristiandad tenían como suprema ambición poseer un trozo de la Vera Cruz que los emperadores de Constantinopla no dejaron de acuñar. Esas reliquias insignes se guardaban en las staurotecas (del griego stauros: cruz) que generalmente tienen la forma de una cruz de doble travesaño.
Las más célebres son la del monasterio de la Sainte Croix de Poitiers, donada en 570 a Santa Radegunda por la emperatriz Sofía; las de Monza, en Lombardía y, en Hungría. La más preciosa desde el punto de vista artístico es la stauroteca de Limbourg del Lahn, adornada con magníficos esmaltes alveolados que proceden del botín robado por un caballero alemán en Constantinopla en ocasión de la cuarta Cruzada, en 1204.
Iconografía
Hemos insistido largamente en el tema de la leyenda y el culto de la Santa Cruz, porque una y otro dieron nacimiento a numerosas realizaciones artísticas del mayor interés, algunas de las cuales, como los frescos de Piero della Francesca en Arezzo, son incomparables obras maestras.
La mayoría de dichos ciclos, que se inspiran en la Leyenda Dorada, han sido ejecutados para iglesias de la orden de los franciscanos, con frecuencia puestas bajo la advocación de la Santa Cruz (Santa Croce).
1. Invención e identificación de la Vera Cruz por santa Helena
2. El emperador Heraclio, en camisa y descalzo, devuelve la Cruz a Jerusalén
Heraclio generalmente lleva el asta o poste de la Cruz, sin el travesaño.
Numerosas Iglesias o abadías de toda la cristiandad estaban bajo la advocación de la Santa Cruz. En Francia, el monasterio fundado por santa Radegunda, en Poitiers. En España y Austria las abadías cistercienses de Santes Creus y de Heiligenkreuz.
Los instrumentos de la Pasión
La Cruz no es el único objeto de veneración. La devoción de la Edad Media incluyó en el mismo culto a todos los instrumentos de la Pasión que agrupó en una especie de trofeo llamado las Armas de Cristo. Se le atribuía un poder mágico, como a la señal de la cruz.
Este tema esencialmente popular a pesar de su carácter heráldico, suele acompañar el Cristo de la Piedad o a la Misa de san Gregorio, imágenes a las que se vinculaban numerosas indulgencias.
Los elementos que forman parte de su composición se multiplicaron poco a poco. En el siglo XIII estaban reducidos a seis: la corona de espinas, la columna y las varas de la Flagelación, la cruz, los clavos, la esponja y la lanza de la transfixión.
En el siglo XV el jeroglífico se complicó. Se agregaron las treinta monedas de Judas alineadas o cayendo en cascada de una bolsa invertida, la linterna de Malco y su oreja pegada al machete de San Pedro, el gallo de la Negación (gallus cantans), una cabeza que escupe (sputum infacie Christi), la mano que abofeteó a Cristo, la columna de la Flagelación, el aguamanil y la jofaina del Lavatorio, las manos de Pilato, el velo de la Verónica, la túnica sin costuras y los dados que tuvieron para echarla a suertes, el martillo que hundió los clavos, la escalera del Descendimiento de la cruz.
Cuando estos «Instrumentos» no están ordenados en una panoplia son transportados por ángeles que tienen el papel de tenantes de escudo de armas. En Solesmes, el ángel que lleva la bolsa de Judas, enjuga una lágrima en la comisura del ojo.
Los ángeles presentando los Instrumentos de la Pasión suelen estar representados en los timpanos de las portadas de las catedrales, en la escena del Juicio Final.
Otra devoción también vinculada con la Crucifixión es la de las cinco Llagas o heridas. Se desarrolló en el siglo XV a causa de las indulgencias que atribuyó el papado a las oraciones en memoria de las cinco Llagas de Cristo que protegían contra la «muerte ruin», es decir, la muerte súbita, sin confesión, particularmente temida en tiempos de peste.
Las procesiones expiatorias de los flagelantes se acompañaban con este refrán:
Jhesus, par tes cinq rouges playes
De mort soudaine nous delayes.
(Jesús, por tus cinco rojas llagas / Nos sustraes de la muerte súbita.)
Esta devoción concordaría mejor con la antigua iconografía del Crucifijo, donde los pies de Cristo están separados, que con la nueva, donde los pies están superpuestos y agujereados con un solo clavo.
En las xilografías coloreadas del siglo XV se encuentran tres formas de representar este motivo que pertenece casi exclusivamente a la imaginería popular.
Las cinco Llagas tienen la forma de cortes horizontales de los que caen gotas de sangre y de donde emanan rayos de luz.
Un corazón atravesado por una lanza y aplicado sobre una cruz está flanqueada por cuatro miembros cortados: dos manos y dos pies agujereados por clavos. El conjunto forma un trofeo de la Crucifixión.
Las cinco Llagas están simbolizadas por cinco cruces sobre la mesa del altar, imagen del cuerpo de Cristo de acuerdo con la fórmula ritual del Pontifical.
Con frecuencia los artistas se limitan a representar la herida del costado en tamaño real, que llevan dos ángeles en un cáliz.
Además, la devoción a las cinco llagas se expresa alegóricamente mediante la representación de la Fuente de Vida, llena con la sangre de Cristo, que purifica las almas y cura los cuerpos. Esta Fuente de Remisión, asimilada a la Piscina probática de la Biblia, tiene cinco orificios que corresponden a las cinco Llagas del Redentor Crucificado.
En la época de la Contrarreforma, un carmelita descalzo, José de Santa Bárbara, publicó en Amberes, en 1666, un tratado místico titulado Het Gheestelijk Kaertspel (El juego de cartas espiritual), donde el cinco de corazones está representado por cinco corazones dispuestos en tresbolillo alrededor de la Cruz, y en los cuales se inscriben las llagas de las manos, el costado y los pies (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad de la Exaltación, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Más sobre las Hermandades y Cofradías de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.
Página web oficial de la Hermandad de la Exaltación: www.laexaltacion.org
La Hermandad de la Exaltación, al detalle:
- Sede Canónica: Iglesia de Santa Catalina
- Día de Salida Procesional: Jueves Santo
- Pasos Procesionales: Misterio de la Exaltación
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