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lunes, 20 de mayo de 2019

La pintura "San Bernardino de Siena", atribuida a Luis Tristán, en los almacenes del Museo de Bellas Artes


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Bernardino de Siena", atribuida a Luis Tristán, en los almacenes del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.  
     Hoy, 20 de mayo, San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que con la palabra y el ejemplo fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que sucedió en L' Aquila, lugra de la región italiana de los Abruzos (1444) [según el  Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el la pintura "San Bernardino de Siena", atribuida a Luis Tristán, en los almacenes del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
      En los almacenes del Museo de Bellas Artes se encuentra la pintura "San Bernardino de Siena", atribuido a Luis Tristán (h. 1585 - 1624), siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, pintado en el 1º 1/4 del siglo XVII, con unas medidas de 0,78 x 0,78 m., y procedente del Convento Casa-Grande de San Francisco, de Sevilla, tras la Desamortización, en 1840.
      Hacia 1585 nació Luis Tristán en una desconocida localidad toledana. Su formación la realizó en el taller de El Greco entre 1603 y 1606, partiendo después de inmediato hacia Italia donde estuvo hasta 1612. Finalizada su estancia italiana regresó a Toledo donde residió el resto de su corta vida, ya que falleció en 1624 antes de cumplir los cuarenta años.
      El estilo pictórico de Tristán muestra un punto de partida que refleja la influencia de su primer maestro, El Greco, pero también una notoria atracción hacia el naturalismo que hubo de asimilar en Italia. Ello le mueve a enmarcar primero su pintura en la tendencia manierista que presidió su formación, para orientarse después hacia una pintura en la que se advierte un gusto por narrar con fidelidad detalles y pormenores procedentes de la existencia cotidiana. También utiliza Tristán contrastados efectos de luces y de sombras intuidos en la escuela que Caravaggio había dejado en Roma. Un recurso más de Tristán fue la utilización de tonos cromáticos propios de la escuela veneciana.
      El mejor conjunto pictórico realizado por Tristán se encuentra en el retablo de Yepes ejecutado en 1616. Le sigue en importancia la serie de pinturas que se integran en el retablo del convento de Santa Clara en Toledo que data de 1623. Dentro de su producción es necesario también señalar como una de sus mejores obras la Trinidad firmada y fechada en 1624, año de su muerte, que se conserva en la Catedral de Sevilla. Otras obras de interés en su producción son el San Sebastián de la Catedral de Toledo, el San Luis de Francia repartiendo limosna del Museo del Louvre, el Santo Domingo penitente del Museo de El Greco en Toledo y la Pentecostés del Museo de Bucarest.
   Además de una Inmaculada, también se conservan en el Museo, procedentes del convento de San Francisco de Sevilla donde fueron citadas por Ceán Bermúdez en la capilla de la Vera Cruz como obras de Herrera el Viejo, cuatro representaciones en óvalo de santos franciscanos identificados como San Antonio, San Diego de Alcalá, San Luis obispo y San Bernardino. Se conservan en precario estado. Estas pinturas fueron consideradas como de Herrera el Viejo por Gestoso en su Catálogo del Museo de 1912; fue Angulo en 1956 quien propuso la atribución a Tristán, opinión que creemos totalmente correcta (Enrique Valdivieso González, La pintura en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ed. Galve, Sevilla, 1993)
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Bernardino de Siena, presbítero:
HISTORIA
   Predicador franciscano nacido en 1380 en Massa Maritima, cerca de Siena, fundador de la congregación de los hermanos de la observancia (Osservanti), llamados así porque observaban la regla primitiva de San Francisco.
   Se dedicó por entero a la predicación después de rechazar la dignidad episcopal. Particularmente adepto a la devoción del Nombre de Jesús, mostraba el monograma de Cristo en tres letras, J.H.S., que se destacaba en letras doradas inscrito en un círculo de rayos, a las multitudes que se apretujaban para oírle. A veces explica ese trigrama, adoptado más tarde por los jesuitas, como una abreviatura de Jesus Hominum Salvator. En realidad la “H” que se tomó por una letra latina, originalmente representaba la letra griega eta y esa sigla significa el nombre de Jesús, con la ortografía Jhesus (figura en las armas de Ginebra, donde se lo traduce de manera irreverente: J’ai horriblemente soif [tengo una sed horrible]). El primer montante de la “H” tiene la forma de una cruz.
   Bernardino llevaba ese blasón inscrito sobre una tabla a todas partes, y cuando había terminado de predicar, lo presentaba a los fieles invitándoles a arrodillarse para adorarlo (In nomine Jesus omnia verba mea locutus sum). Las prédicas de San Bernardino, de San Juan de Capistrano y de Santiago de Las Marcas hicieron tanta propaganda de esa sigla, que al igual que la tau de los hebreos, se convirtió en un paladión para las ciudades y en un amuleto para los particulares.
   En 1424 los florentinos lo hicieron pintar sobre la fachada de la iglesia franciscana de Santa Croce. Algunos meses después, los habitantes de Siena lo inscribieron en un círculo de Azur en el exterior y en el interior de su palacio público. Aprobado en 1432 por el papa Eugenio IV, el trigrama de San Bernardino pasó a Francia. Un franciscano que fue a predicar a Toulouse recomendó a los capítulos que lo imprimieses sobre las puertas de la ciudad y en las fachadas de las casas. Juana de Arco lo hizo bordar sobre su estandarte. Agotado por veinte años de prédicas itinerantes, San Bernardino murió en 1444, en Aquila, reino de Nápoles, donde se encuentra su magnífica tumba, obra de Silvestro dell’Aquila.
CULTO
   Con una velocidad infrecuente en el proceso de la Corte de Roma, a causa de las presiones populares fue canonizado en 1450.
   Patrón de Siena y de Massa Maritima, se lo veneraba sobre todo en Perusa, que le consagró un oratorio encantador, y en Roma, en la iglesia franciscana de Ara Coeli, donde hay una capilla puesta bajo su advocación.
   Una ciudad de California lleva el nombre de San Bernardino.
   Como tenía una voz débil y ronca, los predicadores lo invocaban contra la ronquera y las enfermedades pulmonares.
ICONOGRAFÍA
   Siempre se lo representa tal como era en su vejez: gastado por las mortificaciones, con un rostro de asceta febril, demacrado y lleno de arrugas. Vestido con el hábito franciscano y descalzo, está predicando.

   Su atributo más constante es el disco con el trigrama inscrito J.H.S. rodeado de llamas (los italianos lo llamaban il monograma bernardiniano del Nome di Gesú). Con frecuencia se le suman tres mitras echadas a sus pies, en alusión a las tres sedes episcopales de Siena, Ferrara y Urbino que él habría rechazado. En su calidad de patrón de Siena, sostiene una pequeña maqueta de la ciudad toscana.
   El Monte de Piedad, formado de tres pequeños montículos en cuya cima se yergue una cruz o un estandarte con la imagen de Cristo, debería reservarse a su homónimo, Bernardino de Feltre (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Luis Tristán, a quien se le atribuye la obra reseñada;
     Luis Tristán de Escamilla (Comarca de Toledo, c. 1585 – Toledo 7 de diciembre de 1624), pintor.
     Nacido en una familia de artesanos y comerciantes, fueron sus padres Domingo Rodríguez y Ana Escamilla. Ignoramos de dónde le viene el apellido Tristán que usa decididamente a partir de 1611. Antes había utilizado el apellido materno Escamilla que usaron también sus hermanos combinado con el Rodríguez paterno y con el Tristán. Es posible que le venga por la parte paterna de la que no estamos informados. En un Libro donde se escriben los nombres de los Oficiales de este Arzobispado [Toledo] comparece Tristán como “pintor extrangero”. El apellido parece ser flamenco o francés y no es raro que su padre tuviese esa procedencia.
     Palomino lo dice discípulo del Greco y aunque no tenemos el contrato de aprendizaje sí consta que está vinculado al cretense en julio de 1603, firmando como testigo en la ratificación del contrato para el Hospital de la Caridad de Illescas como Luis de Escamilla. Sigue estando vinculado al Greco en diversos documentos notariales en 1604 y 1606. El contacto con el cretense y la presencia de Orazio Borgianni en Toledo, confirmada, en 1604, por el citado Libro donde se escriben los nombres, le movieron a conocer directamente Italia. Por Jusepe Martínez sabemos que Tristán partió para la cuna de las artes en compañía de Ribera. Unas anotaciones en un ejemplar de Vasari que fue del Greco y antes de Federico Zúccaro y que terminó en las manos de Tristán, confirman ese viaje que se ha situado con precisión durante el pontificado de Paulo V (1605-1621). Las anotaciones hablan de su paso por Milán y Roma a principios del seiscientos y la evidente influencia del tenebrismo caravaggiesco se advierte en su obra a su regreso. No se encuentra en las anotaciones referencia alguna a Ribera, pero si Martínez, habitualmente bien informado y que habló personalmente con Ribera, dijo que el viaje fue “en compañía de Ribera” hay que situarlo entre el 7 de noviembre de 1606, última fecha conocida de Tristán en Toledo y el 10 de mayo de 1612 en que se encuentra de nuevo en esta ciudad. La primera fecha documentada de Ribera en Italia es 1611, pero en Parma goza ya de bastante prestigio para encargarle una pintura importante, lo que presupone que llegase bastante antes.
     Ya de regreso, en mayo de 1612, concierta, en Toledo, cuarenta y ocho cuadros con el regidor Juan Sirvando a 10 ducados (110 reales) cada dos lienzos, precio muy barato, pero enseguida crece su cotización. En octubre de ese mismo año los jesuitas le pagan 6600 reales por veinticuatro lienzos de mártires, es decir 275 por cada cuadro. En noviembre de 1613 en el contrato con el monasterio jerónimo de la Sisla se compromete a pintar tres lienzos, uno “grande”, por 1600 reales que representa un promedio de 533 reales cada cuadro y en 1616 el retablo de Yepes se contrata por 1000 ducados, la cifra más alta que conocemos, que representa 786 reales cada lienzo.
     En 1614 había muerto El Greco, su maestro, y Tristán queda como el pintor más prestigioso de Toledo. Sostiene una relación amistosa y profesional con el hijo del cretense Jorge Manuel Theotocopuli que aparece a su lado en más de una ocasión y con quien trabaja en el túmulo de Felipe III en 1621.
     En cuanto a su vida íntima, contrae matrimonio en 1614 con Catalina de la Higuera y una vez casado continúa muy ligado a su madre, Ana de Escamilla, con quien firma algunos documentos de reconocimiento de deuda y en algunos casos figura como fiadora de su hijo. Un episodio turbulento en la vida del artista tiene lugar en mayo de 1618. Por haber “estuprado y habido la virginidad” a una joven que servía en su casa, está preso en la Cárcel Real, y el día 31, el curador de la persona y bienes de la joven, comparece para “se quitar de pleitos” estableciendo un acuerdo por el que se perdona al pintor y, a cambio, reciben la joven y su madre 43 ducados quedando el pintor libre.
     Este episodio hubo de dejar huella en el matrimonio, pues es extraño que en toda la tramitación no comparezca la esposa de Tristán sino su madre, que aparece como “fiadora y mancomún”. Y la esposa a la muerte del pintor contrae nuevo matrimonio, a los dos meses del fallecimiento.
     En los escasos doce años que trabajó recibió varios aprendices, de los que sólo de Pedro de Camprobín —entrado en el obrador el 15 de abril de 1619 por tiempo de cinco años— tenemos noticias posteriores. Camprobín es un importante bodegonista en Sevilla, en la que muere. Un colaborador es su cuñado, esposo de su hermana Úrsula, Manuel de Acebedo, a quien llama hermano en su testamento, de quien hay noticias pero no se ha localizado hasta ahora ninguna pintura suya.
     Siguiendo las fechas de sus obras conservadas, seguras y fechadas, se puede reconstruir su recorrido estilístico a partir de su regreso de Italia, pero no se conserva ninguna obra anterior. Los intentos de atribuir obras del taller del Greco a Tristán carecen de todo rigor.
     La primera obra fechada en 1613 es la Sagrada Familia del Museo de Minneápolis que acusa un directo conocimiento de la producción de Borgianni. En noviembre de ese año firma el contrato para pintar tres lienzos para el Convento de la Sisla: Santa Cena, Crucificado muerto con la Virgen y San Juan y un Nacimiento.
     Si este Crucificado es el que se conserva en la colección de Plácido Arango, es ya una obra maestra donde se funde el recuerdo de su maestro, evidente en el San Juan, con el tenebrismo procedente de la Roma caravaggiesca.
     De 1615 es un grabado del grabador toledano Pedro Ángel, con un retrato del jesuita Juan de Narbona, incluido en su libro De Apelatione, que lleva la indicación “L. Tristan pinx”, lo que supone la existencia de un retrato pintado y nos indica su dedicación al género de retratos.
     En mayo del mismo año se le encarga el retablo de Yepes que debió de pintarse en ese año y en el siguiente, pues la Adoración de los Pastores y la Adoración de los Reyes están firmadas en 1616. El retablo es una de sus obras maestras que dan testimonio de sus múltiples influencias asumidas con evidente personalidad.
     No volvemos a encontrar obras fechadas o documentadas hasta 1619 en que cobra el retrato del arzobispo- cardenal Sandoval y Rojas de la catedral, obra de rara intensidad.
     En 1620 están firmadas dos obras procedentes del desmembrado retablo de las Jerónimas de la Reina: la Adoración de los Pastores del Fitzwillian Museum de Cambridge y la Adoración de los Reyes del Museo de Budapest que, con la Pentecostés del Museo de Bucarest, no firmada, procedente del mismo retablo, dan prueba de su madurez y de su personal interpretación de los modelos del Greco. 
   Y en enero de 1622 se firma el contrato para el retablo mayor del Convento de Santa Clara que constituye la más importante empresa de sus últimos años, concluida al terminar el año 1623.
     El año 1624, último de la vida del artista, están firmadas las dos Trinidades, la de la Catedral de Sevilla y la de Moral de Calatrava, así como la Ronda de Pan y Huevo del Museo de Santa Cruz de Toledo. Estaba en plena actividad, pues en noviembre contrata varios lienzos para la catedral y para un retablo de Alameda de la Sagra.
     Da la sensación de que una enfermedad grave le golpeó de improviso, pues el 6 de diciembre dicta su testamento que ya no pudo firmar, haciéndolo en su lugar Jorge Manuel Theotocopuli, que, como vemos, se conservó en su estrecha amistad.
     Falleció al día siguiente, siendo enterrado en San Pedro Mártir, según su disposición testamentaria, por la que deja por heredera universal a su madre (Alfonso E. Pérez Sánchez, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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