Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Cortijo Lerena, en Huévar del Aljarafe (Sevilla).
La edificación principal de la hacienda se articula en torno a dos patios. En el centro de la fachada se encuentra una sencilla portada, con el nombre de la hacienda sobre el hueco de paso, rematada por un amplio tejaroz del que sobresale un reloj de sol. Da acceso al patio de labor, empedrado y de morfología irregular, ya que sus diversas dependencias lo "estrangulan" hasta configurar ámbitos sucesivos que no llegan a independizarse. Así, a la izquierda se encuentra el señorío al que se hará referencia más adelante. Perpendicular al mismo hay un interesante granero, ligeramente sobre-elevado del suelo para evitar la humedad y cuyo interior se articula mediante dos arcadas triples sostenidas por pilares, todo en fábrica de ladrillo, sobre las que descansa una sencilla viguería de madera a dos aguas. A la derecha se encuentra un conjunto de dependencias que debieron albergar la almazara, de la cual quedan pocos restos y cuyo espacio en la actualidad se utiliza principalmente como cuadra, lo que dificulta el conocimiento de su primitiva disposición. Son dos amplias naves en ángulo, en cuya intersección pudo situarse la torre de contrapeso. La nave que estrecha el patio está rematada por una torre-palomar de estilo neomudéjar, junto a la que se sitúan la oficina, varios boxes y el guadarnés. La otra nave, por el contrario, permanece mucho más diáfana. El molino primitivo fue sustituido por uno hidráulico en 1885 según Sánchez-Blanco, añadiendo, con evidente exageración, que era de los primeros, si no el primero, así montado en la región.
Tras este primero se encuentra el segundo ámbito del patio de labor, donde se dispone un pilón, claro indicio de su marcado carácter ganadero. Al fondo de este espacio está el antiguo pajar, hoy convertido en vivienda, así como el primitivo tinao, transformado en la actualidad en cuadra, con columnas de fundición en su interior para sostén de su interesante cubierta. A la derecha se hallan otras cuadras, aunque al parecer en origen en este espacio estaban los trojes de la almazara adyacente. Este ámbito tiene en la actualidad una disposición interior igual a la del antiguo tinao, también con columnas de fundición. Por último, el patio de labor termina en un corral, que parece de obra más reciente que el resto, un ámbito de suelo terrizo con los cobertizos para el ganado al fondo.
El llamativo señorío de Lerena, de tintes regionalistas, se articula en torno a un patio ajardinado construido en tres de sus lados y cerrado en fachada por una simple reja. La crujía del fondo, con un pórtico de columnas, es sin duda la más notable de esta residencia de doble altura. En sus muros encontramos dos referencias cronológicas, 1895 y 1905, que posiblemente hagan alusión al principio y al fin de su construcción.
Entre los elementos del entorno del caserío, además de algunos cercados ganaderos y cuatro grandes silos de uralita, resulta excepcional la torre, con machón central y escalera de caracol, que resalta ante la fachada y que formó parte de una ermita. Todo parece indicar que se trata de un edificio mudéjar levantado inmediatamente después de la Reconquista y que fue reformado con posterioridad en la parte del campanario. No obstante, debido a la larga historia de la finca, es posible que este elemento se levantara sobre sustratos aún anteriores. En cualquier caso, esta verdadera reliquia está hoy acompañada en su base por un surtidor de combustible. Las fuentes del siglo XX aún describen la ermita de la que la
torre suponemos que debió formar parte.
En la cartografía 1:10.000 aparecen, a unos cientos de metros del caserío principal, las "zahúrdas de Lerena", muy próximas a la autovía Sevilla-Huelva, que en la actualidad ya no se conservan. Estas importantes cochineras no hacen más que evidenciar el notable carácter ganadero que tuvo la finca.
La Hacienda de Lerena se encuentra en un bello paraje homónimo, poblado de alcornoques, al que se accede desde la carretera Carrión de los Céspedes-Pilas, de la que sale un largo carril que conduce directamente a su caserío, ubicado sobre una loma, emplazamiento que le otorga unas excelentes vistas.
En Lerena se han encontrado restos arqueológicos romanos, lo que evidencia que estuvo poblada desde la Antigüedad.
Es posible que su poblamiento no se interrumpiese durante la Edad Media, ya que fue una alquería citada en el Repartimiento de Sevilla bajo la denominación de Leirena, que Julio González interpreta como proveniente del vocablo latino larius. Esta alquería pertenecía entonces al vecino término de Aznalcázar y contaba con 30.000 pies de olivo y 960 aranzadas. Alfonso X la denominó Valfermoso, dándosela al séquito de la reina Juana de Ponthieu, viuda de Fernando III.
Todavía quedan restos de la población medieval junto al caserío, que ha mantenido el nombre de la alquería musulmana.
Sabemos que perteneció a los marqueses de la Fuente y condes de Benazuza y está documentado que en el siglo XVIII contó con un molino de aceite, de origen seguramente muy anterior. En los siglos XIX y XX sufrió diversas reformas. En el artículo que en 1916 le dedicó Sánchez-Blanco en la revista Bética se destacaba el carácter modélico de la explotación, entonces de casi 1.000 ha. Asimismo, se indicaba su dedicación tanto al olivar como a la explotación de dehesa y a la crianza y engorde de ganado de cerda, resaltando una polifuncionalidad que suponemos consustancial a la finca a lo largo de su historia.
El actual caserío debe su aspecto a las importantes reformas acometidas a finales del siglo XIX y principios del XX. Su excelente estado de conservación así como su enorme desarrollo arquitectónico, generado por agregación, y la remota historia de la finca hacen de Lerena una de las haciendas más interesantes del Aljarafe.
Se localizaron vestigios romanos en no mucha cantidad: ladrillos, tegulae, trozos de vasijas de buen tamaño, y alguna terra sigillata. Junto al cortijo y a ambos lados del camino de acceso a la finca se hallan restos de población, viéndose todavía restos de muros y pavimentos formados por losetas de barro sobre una solería perdida de dos hiladas de ladrillos, tejas morunas y otros vestigios. A la población medieval corresponde una iglesia enclavada en la hacienda. Se trata de un asentamiento romano con perduración en alquería árabe y continuidad en bajo medieval cristiano (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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