Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Mujer con mantón y abanico", de García Ramos, en la sala XII del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
Hoy, 2 de marzo, es el aniversario del nacimiento (2 de marzo de 1852) de José García Ramos, pintor sevillano, una de cuyas obras se encuentra en el Museo de Bellas Artes, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la pintura "Mujer con mantón y abanico", de García Ramos, en la sala XII, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
El Museo de Bellas Artes, antiguo Convento de la Merced Calzada [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
En la sala XII del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "Mujer con mantón y abanico", de García Ramos (1852-1912), siendo un óleo sobre lienzo en estilo costumbrista de escuela sevillana, realizado hacia 1890, con unas medidas de 0'94 x 0'45 m., procedente de la donación de Dº Alfonso Grosso, en 1945.
Obra depositada en el Museo de Artes y Costumbres Populares desde abril de 1972, hasta su levantamiento definitivo del depósito en 2013 (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Pocas veces en la historia un pintor ha estado tan identificado con el ambiente popular que le rodeaba como José García Ramos. Nacido en Sevilla en 1852, fue alumno de la Escuela de Bellas Artes y también de José Jiménez Aranda cuyo taller frecuentó y con quien se trasladó a Roma en 1872. Alternó después viajes entre Roma, París y Sevilla hasta que en 1882 se asentó definitivamente en su ciudad natal; aquí murió en 1912.
Artista de refinada sensibilidad orientó su pintura hacia la descripción de escenas costumbristas que captó de forma excepcional a través de su intuitiva visión del temperamento popular; nadie como él tradujo la vitalidad y la alegría con formas y expresiones tan naturales y convincentes. La vida cotidiana fue su fuente de inspiración y en ella encontró un repertorio inagotable de tipos populares, cigarreras, gitanos, pícaros, estudiantes calaveras y mendigos. Característica de su producción son escenas de enamorados pelando la pava ante una reja, serenatas ante un balcón, escenas de cante y baile, en patios, tabernas y figones. Otros temas salidos de su paleta son bodas, bautizos o procesiones narrado todo ello con acierto y gracia.
Su principal mérito artístico fue el dibujo, que manejó con destreza y le permitió caracterizar con facilidad a sus personajes. Su pincelada fue suelta y vivaz lo que ofrece testimonios elocuentes de su virtuosismo técnico que, unido a sus dotes de observación y su sentido del humor, le permitieron crear obras de siempre grata contemplación.
Su prolífica actividad no le produjo nunca la riqueza, sino una vida en todo caso discreta y bien acomodada que le permitió sentirse como un artista distinguido. Pero su popularidad no alcanzó nunca el reconocimiento oficial y a pesar de que presentó sus obras con insistencia a las exposiciones nacionales nunca obtuvo en ellas más que recompensas secundarias. Por ello pudo darse cuenta personalmente de que su talento no fue reconocido más que a un nivel local y amistoso. Sus últimos años, complicados con desgracias familiares, fueron para él tristes y desencantados al advertir que su obra no había alcanzado trascendencia alguna.
Un grupo de catorce pinturas de García Ramos que se conserva en el Museo es realmente un buen testimonio de su obra que refleja el nivel artístico que consiguió alcanzar. Comenzamos señalando retratos de Una señora y el de Una joven con vestido blanco, en los que se evidencia que tuvo buenas dotes para el retrato nunca bien explotadas.
Sigue después una serie de seis pinturas en las que García Ramos trata temas cervantinos tanto del Quijote como de Rinconete y Cortadillo. De tema taurino son escenas denominadas Entrando a matar y Citando a banderillas. Características suyas y de gran calidad son varias escenas costumbristas como Baile por bulerías, Pareja de baile y Hasta verte, Cristo mío!.
De su última época es un magnífico estudio de apagado color pero de intensa emotividad denominado El niño del violín. Coincide esta pintura con una época en que la melancolía de su ánimo apagó su paleta y entristeció los temas salidos de sus pinceles (Enrique Valdivieso González, Pintura, en Museo de Bellas Artes de Sevilla, Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
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