Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Patio del Cabildo, de Hernán Ruiz II, en la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
Hoy, 11 de marzo, es el aniversario de la dedicación de la Catedral de Santa María de la Sede, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Patio del Cabildo, de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.
La Catedral de Santa María de la Sede [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar el Patio del Cabildo [nº 100 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; Por su relativa cercanía a la capilla del mismo nombre ha sido denominado "del Mariscal"; sin embargo, su nombre tradicional ha sido "Claustro o Patio" "del Antecabildo" o "del Cabildo" (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
Elemento fundamental en la construcción era el muro de cerramiento exterior, casi finalizado desde tiempos de Riaño. A él tuvo que someter Hernán Ruiz II a la hora de elaborar sus proyectos, de la misma forma que debió asumir algunos de los principios rectores de los planes del mencionado arquitecto. Entre otros, el más destacado es el mantenimiento del esquema sala-patio para flanquear el costado oriental de la Sacristía Mayor. A partir de estos planes forzados el arquitecto actuó con gran libertad, distribuyendo el espacio según su criterio y las necesidades del Cabildo. Emplazado el Antecabildo y su patio anejo, ocupó la superficie restante con la Casa de Cuentas, la Sala Capitular y otra estancia abierta al patio, junto a la que se sitúa la escalera de acceso al piso alto. La necesidad de levantar al mismo tiempo todas estas dependencias hizo que el programa constructivo se dilatase y que su creador no llegase a verlo completo.
Se reconocen en el Patio del Cabildo los elementos típico de Hernán Ruiz II, como es el caso de los temas geométricos que orlan el mismo y del friso de espirales del remate, iguales a los existentes en los vanos fingidos del Patio del Cabildo. Muy interesante es el remate del ático, por lo que tiene de manierista al romper su frontón para intercalar un nuevo coronamiento. La misma solución se repetirá más tarde en las ventanas superiores de la propia Contaduría, si bien Maeda acentuó en ellas el sentido heterodoxo al debilitar el elemento de soporte y potenciar el frontón de remate.
El modo de articular los muros de la sala y muchos de sus elementos estructurales coinciden con el estilo del arquitecto, especialmente las pilastras jónicas que flanquean los relieves y el friso de triglifos y metopas con rosetas en que estos descansan. Los mismos se emplearon en las portadas reales y simuladas que se sitúan en el Patio del Cabildo. Este es enteramente obra de Hernán Ruiz y sorprende por su fantasía. Sus frentes se han organizado dos a dos mediante una serie de vanos auténticos y fingidos. En los flancos oriental y occidental se emplean dos esquemas de portadas y otros tantos de ventanas. Estas son rectangulares y romboidales, semejantes las primeras a las ventanas del vestíbulo del Antecabildo y parecidas las últimas, sobre todo en su ornamentación, a las de la fachada de la iglesia del Hospital de las Cinco Llagas. Las puertas centrales repiten el esquema de las de ingreso a las sacristías de la Capilla Real, mientras las laterales recuerdan en su zona baja a la de la Casa de Cuentas, relacionándose su remate con la figura del folio 110 del manuscrito de arquitectura. En el muro oriental son reales el vano central y el del ángulo sur, pues allí se ubica la escalera de acceso al piso superior. Los frentes norte y sur insisten en la utilización de vanos reales y simulados, habiéndose desplazado su composición hacia el flanco oriental por no estar situado el patio a eje con el Antecabildo. La ubicación de las dos puertas que comunican ambas dependencias obligó a repetir en el muro contrario la misma disposición en vanos fingidos, para mantener la simetría. Tanto en estos como en los reales se utilizan de remate figuras infantiles y medallas entre volutas y contravolutas, parecidas a las que figuran en el dibujo del folio 110 antes citado. El sentido lúdico de la composición, los efectos contrastados y el carácter ilusorio, en general, hacen de este patio uno de los recintos más manieristas de la arquitectura española.
Una de las primeras tareas realizadas bajo la dirección de Juan de Maeda fue la colocación de la fuente del Patio del Cabildo.
Cuando se concluían las labores de la Sala Capitular se acordó abrir cuatro ventanas en el muro de cerramiento exterior. Corresponden estas a las situadas en el Patio del Cabildo y en la escalera de subida a la planta alta, que dan frente al Alcázar. Su diseño correspondió a Asensio de Maeda, quien repitió el esquema de las correspondientes a la planta baja de la Casa de Cuentas, si bien aumentó sus proporciones. La labor de cantería fue efectuada por los maestros Manuel Fernández y Diego Caravallo, construyendo Rodrigo de Segovia las rejas correspondientes. Con estas operaciones se puso punto final a las obras del volumen agregado a la catedral en el ángulo sureste (Alfredo J. Morales, La Arquitectura de la Catedral de Sevilla en los siglos XVI, XVII y XVIII, en La Catedral de Sevilla, Ed. Guadalquivir, 1991).
Lauda sepulcral de Dº Íñigo de Mendoza.
Se halla en el patio del ante cabildo, llamado también del Mariscal, casi oculta por diversos trastos y enseres.
En este monumento pétreo aparece en medio relieve el cadáver revestido de ornamentos presbiterales, inscrito en un arco, entre pilastrillas estriadas, con escudos en las enjutas. Una inscripción perimetral identifica la laude y señala el óbito de D. Iñigo en 1497. Fue Canónigo de la Catedral y Capellán de los Reyes Católicos.
Anotemos como curiosidad, que la pieza fue invertida, colocándose otras inscripciones necrológicas en su reverso y casi milagrosamente fue salvada de su desaparición u olvido.
Figuró en el vestíbulo de la biblioteca colombina, luego en los almacenes catedralicios y, al fin, en el sitio actual, aunque poco decorosamente tratada.
Cean atribuyó esta obra a Miguel Florentin, opinión que recoge González de León; Gestoso lo cita, copia dicha inscripción pero no formula ninguna autoría; Gómez Moreno afirma que es italiana, correcta, sencilla, fina y elegante, como un eco de Mino da Fiésole.
Sin poseer valores extraordinarios, es bueno el dibujo, modelado, talla y composición; algo duro el plegar de la casulla, sin atenerse estrictamente al natural.
Puede ser obra de algún florentino y se fecharía en el primer cuarto del siglo XVI.
El bellísimo patio del ante Cabildo (llamado del Mariscal), es una ordenación manierista de análoga época a la Sala anterior y tiene algunas cabecitas escultóricas (José Hernández Díaz, Retablos y esculturas, en La Catedral de Sevilla, Ed. Guadalquivir, 1991).
También se utilizaron azulejos en otras obras emprendidas por Hernán Ruiz II en la catedral. Este es el caso del llamado Patio del Mariscal, situado a continuación del Antecabildo, auténtico alarde de arquitectura manierista. Se emplea la azulejería en el pavimento, constituido por olambrillas vidriadas y losas rectangulares de barro, y en los aliceres que marcan el rehundimiento central del patio y los andenes de los cuatro frentes.
Obra también importante fue el pasamanos construido por Francisco Ruiz entre 1593 y 1594 para el Patio del Cabildo y, asimismo, las cuatro rejas para las ventanas que, diseñadas por Asensio de Maeda, se abrieron en 1592 en el ángulo sureste del muro de cerramiento de las sacristías y el cabildo. La labor de cantería efectuada por Manuel Fernández y Diego Caravallo, se vio parcialmente oculta por las gruesas rejas construidas por Rodrigo de Segovia entre 1594 y 1596. Lo más destacado de ellas es que presentan vuelo, lo que obligó a situar en la solera unos potentes tornapuntas. Sus elementos estructurales son balaústres, dispuestos en dos órdenes, de los cuales el inferior es de mayores proporciones. Con toda probabilidad el diseño de estas rejas correspondió a Asensio de Maeda (Alfredo J. Morales, Artes aplicadas e industriales en la Catedral de Sevilla, en La Catedral de Sevilla. Ediciones Guadalquivir, Sevilla. 1991].
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