Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Puerta de Aragón, en la Plaza de España, de Sevilla.
Hoy, 18 de junio, es el aniversario (18 de junio de 1164), de la cesión definitiva de todos los derechos dinásticos a Alfonso II de Aragón, con lo que se conforma la Corona del Reino de Aragón, bajo su reinado, así que hoy es el mejor día para Explicarte el Puente de Aragón, en la Plaza de España, de Sevilla.
La Plaza de España [nº 62 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; nº 31 en el plano oficial de la Junta de Andalucía; nº 1 en el plano oficial del Parque de María Luisa; y nº 11 al 21 en el plano oficial de la Exposición Iberoamericana de 1929], se encuentra en el Parque de María Luisa [nº 64 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla]; en el Barrio de El Prado-Parque de María Luisa, del Distrito Sur.
La plaza de España consta de cuatro tramos de catorce arcos cada uno, en cuya parte inferior se sitúan bancos de cerámica dedicados a cada provincia española. Flanquean el conjunto dos torres, denominadas Norte y Sur, intercalándose tres pabellones intermedios, que corresponden a la Puerta de Aragón, la Puerta de Castilla y la Puerta de Navarra. El central o Puerta de Castilla es de mayor envergadura y alberga la Capitanía General Militar.
La estructura de cada banco provincial consiste en un panel frontal representando un acontecimiento histórico representativo de la provincia en cuestión, incluyendo por lo general escenas con los monumentos más representativos de la ciudad o provincia.
Flanquean el conjunto anaqueles de cerámica vidriada, destinados originalmente a contener publicaciones y folletos de la provincia en cuestión. Rematando el banco aparece un medallón cerámico en relieve con su escudo. En el suelo se reproduce en azulejos el plano de la provincia y sus localidades más destacadas. Entre los arcos figuran los bustos en relieve de los personajes más importantes de la historia de España. La ejecución de la mayoría de los mismos corrió a cargo del escultor ceramista Pedro Navia Campos.
La Exposición Iberoamericana tuvo sus motivaciones políticas y propagandísticas, y éstas influyeron en algunos detalles. Respecto a las escenas históricas representadas en los bancos de las provincias, algunos de ellos fueron retirados precipitadamente en los meses previos a su inauguración por sus incorrecciones históricas o su inconveniencia política, ya que se consideró que no sintonizaban con la idea de unidad y paz que pretendía proyectar el recinto monumental.
Tanto la balaustrada cerámica que rodeaba la ría, hoy sustituida por otra de mármol rojo, como los puentes que la cruzaban, fueron los primeros elementos en llevarse a cabo en la Plaza de España, de tal forma que se encontraban completamente terminadas cuando el resto del edificio estaba aún en sus primeras fases de construcción.
Los cuatro puentes forman parte también de todo el entramado ideológico que conforma la Plaza, denominándose cada uno de ellos como los cuatro grandes reinos históricos que dieron lugar a la España "unida": Castilla, León, Aragón y Navarra. Por tanto, su valor simbólico se une al de los bancos, y al de las dos Puertas a las que dan acceso desde la plaza, la Puerta de Aragón y la Puerta de Navarra.
El 5 de diciembre de 1919, don Manuel Vigil-Escalera, pintor de la fábrica Ramos Rejano, presenta un presupuesto para pintar los azulejos de los frentes de los puentes de Castilla y León, ésto es, los que flanquean el Edificio Central, por 1.000 pesetas cada uno. Su oferta incluye la decoración a colores recercada con una guardilla del motivo de calabrote y los escudos en relieve, estos dos elementos tocados con pinceladas de reflejo dorado. Al día siguiente se aprueba este presupuesto. Tres años después, el 10 de enero de 1924, sabemos que se paga a Emilio Mellado por la colocación de "alicatados en los pilares de los puentes". Aunque no se especifica a qué puentes corresponden, es probable que fueran los azulejos suministrados por Vigil-Escalera, aunque los que éste suministra en un principio son únicamente para los frentes de los puentes, y no para los "pilares" como aquí se menciona.
Esta parte de las obras debieron avanzar a mayor ritmo que la de los bancos, ya que en abril de 1920 "están entregados casi en su totalidad la balaustrada y los faroles, aunque faltan la mayoría de los remates y pilares que se están ejecutando en la fábrica de Laffitte". Sin embargo, el trabajo de los bancos iba mucho más lento, ya que sólo estaba entregado el primero de ellos, correspondiente a la provincia de Córdoba, obra que había realizado a satisfacción de todos la fábrica de Tova Villalva.
Al ser las primeras obras ejecutadas en el conjunto, fueron también las que antes sufrieron el proceso de deterioro, propio de su ubicación al exterior y de su uso. De esta forma, en septiembre de 1926 ya se están reparando las balaustradas de la ría, cuya ejecución como hemos visto se encargó en marzo de 1920 a la fábrica de Manuel García Montalván. Esto no debió de suponer ningún perjuicio estilístico en los elementos repuestos, ya que si bien debía contarse en los almacenes con remanentes de piezas originales, en caso contrario siempre podían ser encargadas a la misma empresa.
Pero el estado de deterioro que debió alcanzar la balaustrada tras casi 30 años de uso, supuso que en 1946 fuese sustituida en su totalidad por otra de mármol rojo, perdiéndose también con ella las hermosas farolas de cerámica que ejecutase Laffitte. Este hecho implicó la "amputación" de uno de los elementos más característicos de la vista que ofrecía la Plaza (La Cerámica en la Plaza de España de Sevilla, Emasesa, Sevilla, 2014).
Conozcamos mejor el hecho histórico que propició la conformación definitiva de la Corona de Aragón:
El 18 de junio del año 1164 la reina Petronila transfirió a su hijo Alfonso sus derechos sobre el reino de Aragón. Alfonso I “el Batallador” era un gran militar, un guerrero que conquistó ni más ni menos que Saraqusta –Zaragoza- . Pero todo lo que ganaba en la guerra lo perdía en la diplomacia. Así perdió, por ejemplo, Soria, que aunque conquistada por él acabó en manos castellanas. No tuvo descendencia y poco antes de morir, en un acto más de ceguera política, decidió legar el Reino de Aragón a las órdenes militares.
Como era de esperar no se respetó el testamento de Alfonso I y se nombró rey a su hermano Ramiro II “el Monje”, que en ese momento era obispo de Roda. Ramiro ejerció como rey tan sólo el tiempo justo para dar un heredero al trono. De esta manera salió del convento y se casó con Inés de Poitou. Fruto de este matrimonio nació en 1136 Petronila.
En Barbastro, tan solo un año después, se firmaron las capitulaciones matrimoniales entre Petronila y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona. Pero la boda no se celebró hasta el año 1150 en Lérida, ya que el Derecho Canónico marcaba que hasta los catorce años no se podía consumar el matrimonio. De este enlace nació en Huesca en 1157 Alfonso II.
El matrimonio de Petronila con Ramón Berenguer IV supuso la unión dinástica del Reino de Aragón con Barcelona. A consecuencia de esto, algunos, bien por desconocimiento o bien con fines torticeros, utilizan términos como Corona Catalano-Aragonesa, Confederación Catalano-Aragonesa o Corona Catalana y llaman a Ramón Berenguer IV rey de Aragón.
La realidad es que Ramón Berenguer IV antes de casarse con Petronila tenía el título de conde de Barcelona y como tal murió. Nunca jamás ostentó el título de rey, aunque también es cierto que fue él quien realmente gobernó Aragón en este período como príncipe, ya que Ramiro II , una vez cumplió su función de dotar al reino de un heredero y después de casar a su hija Petronila con Ramón Berenguer, se retiró al monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca y su mujer Inés de Poitou volvió a Francia. Sin embargo, a pesar de delegar el gobierno en Ramón Berenguer y de vivir retirado en un monasterio, conservó su título de rey hasta su muerte en el año 1157.
Una vez muerto Ramiro “el Monje”, quien seguía gobernando era Ramón Berenguer, pero el título real lo ostentaba Petronila que para eso era hija del rey de Aragón. Al morir Ramón Berenguer en el año 1162, Petronila abdicó en su hijo Alfonso II, que heredó el reino de Aragón por parte de madre y el condado de Barcelona por parte de padre.
A partir de entonces los reyes de Aragón van a hacerse nombrar en los documentos reyes de Aragón y condes de Barcelona, nunca jamás reyes de Cataluña, reyes de los catalano-aragoneses o demás términos que el nacionalismo catalán quiera inventar. Transcurridas unas cuantas centurias, ya en el siglo XV, se consolidó el término Corona de Aragón para nombrar al conglomerado de territorios gobernados por los reyes de la Casa de Aragón (Santiago Navascués Alcay, en historiaragon.com).
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