Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la escultura "Inmaculado Corazón de María", de Juan Luis Vasallo Parodi, en la Capilla Mayor, de la Iglesia de San Antonio María Claret, de Sevilla.
Hoy, 17 de junio, Memoria del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María, devoción referida a la vida interior de la Bienaventurada Virgen María, sus gozos y tristezas, sus virtudes y su perfección y, sobre todo, su amor de mujer Inmaculada por Dios Padre, su amor maternal por Jesús y por los hombres.
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la imagen "Inmaculado Corazón de María", de Juan Luis Vasallo Parodi, en la Capilla Mayor, de la Iglesia de San Antonio María Claret, de Sevilla.
La Iglesia de San Antonio María Claret se encuentra en la avenida Padre García Tejero, 8, en el Barrio Sector Sur-La Palmera-Reina Mercedes, del Distrito Bellavista-La Palmera.
En el altar mayor se proyectó en un primer momento colocar un retablo labrado, pero por falta de material y artistas, se adoptó la forma de nicho en vez de muro liso en el presbiterio; y en su centro se levantó un altar en forma de templete, de mármol rojo con aplicaciones de bronce dorado. Allí se cobija el Inmaculado Corazón de María, obra de Juan Luis Vasallo Parodi, que no estaba pensado para procesionar, ya que está realizado en piedra (Juan Alba, Manuel Díaz, José Gómez, Fernando González-Vallarino, Francisco Reina y Alegría Roncero, Heliópolis, historia de un barrio).
Imagen titular del templo, que ocupa el altar mayor, bajo un gran templete de mármol. Es una sobria y monumental talla en madera policromada, debida al excelente escultor gaditano Juan Luis Vasallo Parodi, con volumetría y concepto modernos (año 1948). La ropa tiene color rosáceo, con la particularidad de llevar el manto sobre la cabeza en forma de capucha. Rostro grave, denotando fuerza y madurez. Toda la escultura hace un efecto dignísimo, que se acrecienta por su postura sedente, lo cual le presta cierta majestad e innegable empaque. Por todo ello debemos felicitarnos de que esta obra se haya apartado de la habitual y denigrante serialización impuesta por las fábricas comerciales, tan dadas a producir figuras del mismo o de parecidos títulos "en pan de azúcar". El tamaño también da idea de su grandeza, pues mide 2,30 x 1,25 x 1 mts (Juan Martínez Alcalde, Sevilla Mariana, repertorio iconográfico. Ediciones Guadalquivir. Sevilla, 1997).
Conozcamos mejor la Historia, Devoción y Culto de la Festividad del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María;
La devoción al Purísimo Corazón de María nos remite de manera directa al Sagrado Corazón de Jesús, pues en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad por el misterio de la maternidad divina. Su veneración, no obstante, se mantuvo mucho tiempo en el campo de la devoción privada, sin desembocar en un culto oficial. San Juan Eudes (+1680), al par que la devoción al Corazón de Jesús, difundió la del Corazón de María. Le compuso misa y oficio e hizo celebrar su primera fiesta pública el ocho de febrero de 1648 en la Catedral de Autun, con sanción del Ordinario de Lugar. Varios obispos de Francia aprobaron los textos litúrgicos, pero los jansenistas, obviamente, estaban en completo desacuerdo. En el segundo tercio del XVII cofradías consagradas a su culto obtuvieron aprobación pontificia, tanto de Alejandro VII Chigi en 1666 como de Clemente IX Rospigliosi entre 1667 y 1669, con el título de Purísimo o Santísimo Corazón de María. En el año 1668, la fiesta del día dos de junio y sus textos litúrgicos obtuvieron la aprobación del Cardenal Legado para Francia, aunque al año siguiente, 1669, se pidió a Roma la ratificación, pero la Congregación de Ritos dio una respuesta negativa a los textos, aunque no a la fiesta. En diferentes ocasiones se pidió a la Santa Sede la aprobación de la fiesta. Una de ellas fue hecha como petición formal por el padre jesuita Gallifet en el 1726, conjuntamente con la del Corazón de Jesús. Esta causa fue tratada por Próspero Lambertini, futuro Benedicto XIV. La Congregación de Ritos llegó a responder por primera vez en 1727 con un non proposita, pues presentaba dificultades doctrinales. Luego de esta respuesta, Gallifet sin perder esperanzas volvió a enviar la petición, pero hubo una respuesta oficial tajante y negativa el treinta de julio de 1729. A pesar de ello el citado Benedicto XIV (papa entre el 1740 y el 1758) permitió que se celebrara la fiesta a la cofradía de la iglesia romana de San Salvatore in Onda.
Fue ya a finales del XVIII cuando la fiesta empezó a obtener el plácet definitivo. Pío VI Braschi el veintidós de marzo de 1799 la concedió a Parma, y, definitivamente, en el pontificado de Pío VII Chiaramonti, la Sagrada Congregación de Ritos, por decreto del treinta y uno de agosto de 1805, aprobó concederla a todos los que la solicitaran, con los textos eucológicos de la festividad de las Nieves (cinco de agosto). A partir de aquí se elevaron numerosas peticiones de diócesis y familias religiosas. Siendo Papa el Beato Pío IX Mastai Ferretti, el veintiuno de julio de 1855, la Congregación de Ritos aprobó para la celebración del Corazón Purísimo de María nuevos textos para la misa y el oficio, utilizando algunas partes de los de San Juan Eudes. En 1914, con ocasión de la reforma del Misal Romano, la fiesta del Corazón de María fue trasladada del cuerpo del misal a un apéndice del mismo, entre las fiestas pro aliquibus locis. Hubo muchas peticiones para que esta fiesta se extendiera a toda la Iglesia, en especial de los Claretianos, que la tienen por patrona. En el marco de la II Guerra Mundial, el treinta y uno de octubre de 1942, en radiomensaje, y luego, de manera solemne, el ocho de diciembre en la basílica vaticana, cumpliéndose el XXV aniversario de las apariciones de Fátima, el Venerable Pío XII consagró la Iglesia y el género humano al Inmaculado Corazón de María. El adjetivo Inmaculado se le empezó a aplicar tras la definición dogmática de la Inmaculada y pasó a la liturgia por influencia de las apariciones de Fátima. Su fiesta litúrgica fue extendida a la Iglesia Latina dos años después, el cuatro de mayo de 1944, por el decreto de la Sagrada Congregación de Ritos Cultus liturgicus, con la categoría de doble de segunda clase, con Oficio y misa propios, señalando su fiesta el veintidós de agosto, Octava de la Asunción. En la reforma del calendario de 1969 fue transferida del veintidós de agosto a su actual emplazamiento.
Colocada al día siguiente de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la contigüidad de las dos celebraciones es ya, en sí misma, un signo litúrgico de su estrecha relación: el mysterium del Corazón del Salvador se proyecta y refleja en el Corazón de la Madre que es también compañera y discípula. Así como la Solemnidad del Sagrado Corazón celebra los misterios salvíficos de Cristo de una manera sintética y refiriéndolos a su fuente -precisamente el Corazón-, la memoria del Corazón Inmaculado de María es celebración resumida de la asociación “cordial” de la Madre a la obra salvadora del Hijo: de la Encarnación a la Muerte y Resurrección, y al don del Espíritu. Recibió notorio impulso con las apariciones de Fátima (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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